ÚNICO
Felix era amante de las frutillas.
Ya sean grandes, pequeñas, muy dulces o a veces no tanto, siempre habia ocasión para comer una o devorarse un plato lleno de esta fruta.
Minho queria consentir a su novio en todo, asi que siempre compraba frutilla suficiente para satisfacer los gustos de felix quien a veces no le gustaba compartir sus "preciadas" frutillas.
—Vamos, dame una. Ya has comido varias.
—Bueno, pero solo una.
Tras entregarle una, volvia su vista hacia el tazón que aún tenia alguna frutilla.
El mayor suspiraba porque su novio se enfocaba más en las frutillas que en él, pero se reia para si mismo por creer que se estaba volviendo celoso por una simple fruta.
Los meses pasaban y la obsesión de felix por las frutillas fue tan grande que hasta compró un jardin para plantar sus propias frutillas.
—Amor ¿no crees que el jardín es muy grande para las frutillas?
—No lo creo. Lo que sobre del terreno lo podemos usar para plantar otras frutas.
Por lo menos tenemos dinero para mantener esto. —pensó—.
Mientras su novio iba al trabajo, minho se encargaba de regar y cuidar de las frutillas.
—Les tengo envidia, tienen la total atención en mi novio.
Bufó.
Para él era ridículo hablar con frutas y además tenerles "envidia".
Pero estaba triste de que no podia disfrutar como antes los días juntos con felix porque en sus días libres se acostumbraba a comer frutillas mientras veia series y por estos motivos ya casi no salian de casa.
A veces deseaba convertirse en una frutilla para volver a tener la atención de su novio aunque sea un minuto.
Lo que conseguia en cambio era un "gracias" por cuidar de la fruta y las conversaciones después del trabajo que antes eran largas ahora ya no se escuchaban en casa.
Incluso, a veces debia de cenar solo porque felix preferia comer un poco de frutillas antes de dormir.
Cada vez era más frustante el tener que cuidar aquella frutilla mientras su relación ya no era la misma desde que su novio probó por primera vez la fruta.
—Malditas frutillas.
Lo peor comenzó cuando felix quiso insistirle en que comieran en las tres comidas solo frutilla.
—Pero amor...
—Si no quieres hacerlo, está bien. —dijo, con un puchero—.
Se acercó al menor y le besó la frente mientras lo abrazaba.
—Es que amor, no es sano comer frutilla en exceso.
—Pero a mi me gusta ¿que quieres que haga?
Suspiró.
—Este tema de las frutillas nos está separando. Mira como hemos cambiado.
—Tienes razón...
Lágrimas empezaron a caer por el rostro del menor e inmediato intentó secarlas con la manga de su poleron.
Minho quizo acercarse para tranquilizarlo, pero el contrario lo alejo y huyo hacia una habitación.
El mayor fue atrás de él pero terminó por cerrarle la puerta en su cara.
—Amor, hablemos.
—Dejame solo, min.
Aquel escenario habia convertido esta relación en un desastre.
Pese a que minho intentaba aclarar las cosas con su novio, este lo ignoraba al llegar a casa, incluso sus llamadas.
—Jeongin, no se que hacer. Me ignora todo el tiempo y me evita en casa.
—Uy, que compleja tu situación amigo.
—Y todo por esas malditas frutillas...
De pronto a su amigo se le ocurre una idea.
—Su cumpleaños es en una semana ¿no?
—Si ¿y eso que tiene que ver?
—Fácil. Haces un pastel de frutilla junto a un regalo y quizás asi puedan hablar más calmado el tema ¿no?
El mayor no estaba convencido de que eso funcionara, además, hacer un pastel con la fruta que generó el conflicto le parecia rara.
—Si no deseas quedarte soltero, sigue mi consejo.
—Ush, está bien. Pero no estoy seguro de que funcione.
—Ay lino ¿cuándo ha fallado uno de mis planes?
—¿Como cuando estabas coqueteando con un chico que resultó tener novio?
Yang rodó los ojos.
—¿Cómo iba a saber que tenia pareja si nunca lo dijo?
—Como sea, terminemos este café que debo volver al trabajo.
—Y yo a ver a mi amorcito.
Rieron ambos.
Aquella semana Lee se organizó para llegar a un acuerdo con su jefe y tomarse el día libre justo en el cumpleaños de su novio.
Estaba acostumbrado a cocinar regularmente en casa, asi que no se le hizo dificil el saber preparar un pastel.
Mientras anotaba los ingredientes que necesitaria, observó a su novio quien estaba acostad en el sillón viendo la televisión.
—Amor ¿que deseas comer?
—No tengo hambre. Después veo que me cocino.
Carraspeó la cabeza.
Debe seguir enojado. —pensó—
—Bien, ire al almacén a comprar.
—Ok.
Tras salir de su hogar, se acercó al almacen más cercano y comprar lo necesario.
Además aprovecho de comprar lana para hacer el regalo a su novio.
A pesar de ser bueno en la cocina, sus habilidades para tejer no eran las mejores, pero como pensaba que un regalo hecho por él seria significativo, empezó a ver tutoriales para llegar al resultado final.
Con bastante esfuerzo, logró realizar lo que se habia propuesto y lo guardo en una caja para que su novio no lo viera.
—¿Irás a trabajar en tu cumpleaños?
—Si ¿Por qué?
—Es que en los otros años te tomabas todo el día.
—Si, pero quiero recuperar el tiempo extra. Llego en la noche.
—Está bien, cuidate.
Antes de que pudiera acercarse para besarlo, este dió media vuelta y se retiro del lugar.
Pese a estar triste por el rechazo, hizo lo posible para mantenerte sereno y esperar hasta la noche.
Eran las 10 de la noche y no habian señales de su novio.
Lo llamó pero aparecia que lo habia apagado.
Siguió pasando el tiempo mientras observaba las fotos de ellos juntos en varios lugares.
Tres horas después se escuchaba como abrian la puerta.
El menor se acercó hacia el comedor donde yacia dormido minho al lado de un pastel en la mesa.
—Minho, llegue.
Al escuchar su voz, levantó su vista y sonrió al verlo.
—¿Por qué te demoraste tanto? ¿Hubo un problema en el trabajo?
—La verdad es que hice una hora extra, pero después de salir me fue dificil tomar un bus.
—Pero amor, pudiste haberme avisado para recogerte.
—No queria ser una molestia para ti.
Minho se levantó de su asiento para acercarse hasta su novio y abrazarlo.
—No eres ninguna molestia, amor.
—Pero por culpa de mi adicción a las frutillas estabamos distanciados.
El mayor besó su frente.
—Lix, sé que no fue correcto haber reaccionado asi, pero me preocupa tu salud. Pese a todo, te amo con todo y tus gustos por las frutillas.
—¿En serio?
—Si, pero debes regular el consumo de ellas.
—Está bien, cariño. Te amo.
—Te amo.
Acercaron sus rostros hasta el punto de que sus labios se rozaran y pudieran darse un cálido beso.
Unos minutos después, el mayor se separa para tomar una frutilla del centro del pastel.
—¿Que haces?
—Como la frutilla es dulce, hagamos que nuestro amor lo sea aún más.
Luego, puso la frutilla en su boca y volvió a besar a felix.
Aquel cumpleaños fue el más dulce y reconfortante de su relación.
FIN.
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