Makoto no sabía bien como había terminado en ese lugar.

De un momento a otro ya estaba en ese sitio lleno de adolescentes que corrían de un lado para otro con armas como lanzas, espadas y arcos mientras portaban su armadura y escudos.

El lugar estaba en las afueras de un bosque, a un costado tenían una bella laguna donde los barcos estaban anclados. La naturaleza los rodeaba dando una maravillosa vista.

Aunque al castaño no le terminaba de agradar la idea.

"Este será tu nuevo hogar" decían. "Será divertido" decían.

Bueno, ver a centauros y sátiros además de gente correr con armas filosas y el hecho de que en un futuro tendría que luchar con algún minotauro, gigante u otra especie de monstruo mítico definitivamente no era parte de su plan de diversión del que le hablaban.

La única parte buena de su estadía era ese chico de la Cabaña Hermes que le había enseñado el lugar con mucho gusto.

Recorrieron el lugar mientras le daba una pequeña explicación de sus dones como acerca de que su déficit de atención era una señal del peligro que lo amenazaba o que su dislexia era porque había nacido para leer griego antiguo.

Makoto estaba que no entendía nada, era demasiada información para procesar en tan poco tiempo y sin embargo aquel chico de cabello azabache parecía ser tan paciente con él.

Le había explicado que debía entrenar sin importar qué, por cualquier situación que pudiera ocurrir. Que era el trabajo de ser un héroe. De ser un semidios.

Su cerebro aún no carburaba bien el hecho de que era el hijo de algún Dios.

¿Quién? Sabrá. Pero mientras esperaba que alguno lo reclamara se quedaba en aquella Cabaña con el chico y sus demás hermanos.

Kuro parecía un chico tranquilo a plena vista pero podía engañar a cualquiera si se lo propone. Aparte de ser una de sus habilidades no tan escondidas, también resultaba ser bastante hábil como atleta.

Bien lo demostraba en los juegos como Capturar la Bandera en donde engañaba a sus enemigos para después obtener la bandera contraria y en el proceso se llevaba a algunos de sus contrincantes mientras luchaba hábilmente con la espada.

Makoto por su parte descubrió que en realidad era bastante hábil con el arco y aprovechaba su don al máximo en los entrenamientos.

Una noche posterior a los juegos se inició la fogata. Todos los campistas estaban reunidos emocionados hablando de sus logros de ese día.

Makoto sorprendentemente era el centro de atención esa noche después de haber hecho grandes hazañas con su arco y flechas.

—Además del arco debes tener algún otro don, vamos.—La multitud le insistía, entre ella hijas de Afrodita y Ninfas interesadas en el chico desde que había llegado. A los ojos de Kuro, sabía que ese chico llamaba mucho la atención, de una manera tan deslumbrante que se aseguró un día que seguro era hijo de Afrodita, ya que también era bueno con las palabras.

—Bueno, está bien.—Sonrió cálidamente.—Canto un poco en realidad.—Todos enseguida reaccionaron. Hijos de Apolo sacaron sus instrumentos en un instante y comenzaron a tocar melodías hasta que Makoto decidió acompañar con su voz.

Fue inesperado.

Todos quedaron atónitos con la voz que escucharon, y sobre todo por el cómo parecía brillar más con cada nota que salía de su boca.

Dioses. Pensó Kuro. Era primera vez que oía aquel tono pero había quedado encantado.

Y el padre del chico también había quedado encantado.

Porque antes de que lo notaran había aparecido el símbolo de Apolo sobre él. Y sus ahora hermanos empezaron a aplaudir con gusto por el nuevo miembro de su Cabaña.

Makoto dejó de cantar y sonrió al saber que finalmente era reconocido.

Entre todo el alboroto Kuro no podía dejar de pensar que tuvo que ocurrírsele esa opción en algún momento. Eso explicaba porque el chico era tan caliente.

~*~

N/A: LMAOOO Por fin pude acabar esto. No sé si cuente del todo como fantasía pero uhhh me tenía que dar el gusto también. PJO!AU ¿Dónde?
¿Entendieron el chiste de fandom? Porque Apolo es el Dios del Sol y todo eso, ya saben. Hot.