「Premier」
❝ Hay una oscuridad en el corazón de mi amor... que se enfría rápido y se expande a lo profundo...❞
[Ghost — Darkness At The Heart Of My Love]
Tener dos alfas no fue nada fácil para Yoongi. Claro, tuvo que complacer a dos personas a la vez, sin olvidarse de si mismo; mantener su hogar y trabajo en orden, todo al mismo tiempo; y, por supuesto, demostrar lo mejor de él para sus esposos, regalándoles su amor incondicional.
Min conoció a Taehyung cuando tenía 15 y Kim 17, al verse destinados, el mayor pidió cortejarlo y Yoongi aceptó gustoso. Cuando Yoongi cumplió la mayoría de edad decidieron que era momento de marcarse mutuamente.
Al principio se sentían plenos, pero, poco después de enlazarse, sentían que algo les faltaba, como si estuviesen haciendo algo mal. Pero ninguno lo decía por miedo a ser el único, sobrellevándolo hasta que Jeon Jungkook apareció de casualidad en sus vidas.
Los primeros meses se tornaron un infierno para el omega, ya que tenía que soportar a dos alfas celosos y posesivos que querían tenerle la mayor parte del tiempo junto a ellos. Ninguno de los dos soportaba oler en Yoongi el aroma del otro, menos cuando tenían intimidad.
Y a Min ya le estaba cansando la situación. ¿Por qué no solo se iban al demonio los dos y lo dejaban vivir su vida? Podría vivir perfectamente sin los dos; no era como que pudiera morir si no los tenía cerca.
Además, era un hecho que no podría compartir su tiempo y amor entre dos personas en diferentes lugares. Entonces, ¿Por qué no vivir juntos? Eso ayudaría a que dejaran su actitud de mierda y Yoongi pudiese vivir en paz.
Pero eso solo generó otro problema. Jeon no quería que vivieran en su casa, es más, planeaba venderla. Taehyung por su parte, se negaba seguir viviendo tan lejos de su trabajo.
Así que, para evitar cualquier tipo de discusiones, se mudaron a la vivienda del omega o de los padres de Yoongi, mejor dicho.
Con el tiempo —mucho, en realidad— y una convivencia continua —permanente—, no fue difícil que los dos alfas arreglaran sus diferencias. Claro, ninguno de los dos quería ganarse el odio por parte de sus suegros.
A tal punto que, los dos alfas compraron en conjunto un departamento cerca de la ciudad, más en específico, a un par de calles del que la madre de Yoongi vivió por décadas, mismo lugar en el que ella tenía una pequeña floristería, la cual llevaba tiempo cerrada.
La vida para los tres estaba en apogeo, parecía que nada podía mejorar, es más, cuando Yoongi cumplió veintidos, estaba casándose con los dos amores de su vida; sus alfas, quienes significaban todo para él.
Sin embargo, lo bueno no duró mucho, ya que los familiares de los alfas no pensaron que su relación estuviese destinada a ser, dijeron que era infame que un simple omega como Yoongi tuviese dos alfas, que sus hijos se habían buscado la ruina con ese matrimonio tan impuro y perverso y, que la luna los castigaría ante tal acto inmoral.
Y aunque dolió, ninguno dio su brazo a torcer. Razón por la que a petición del omega, Kim y Jeon, cortaron lazos con sus familias, prefiriéndolo así, antes de dejar a Yoongi.
Los alfas eran atentos, cariñosos y lindos con él.
Claramente habían ocasiones en las que todo se salía de control y terminaban dos o tres días enojados, pero, luego de hablar sobre lo ocurrido y de hacerse entender, todo volvía a la normalidad.
Con el paso del tiempo, intentaron lo posible para quedar en cinta, pero el cuerpo de Yoongi todavía se estaba adaptando a dos marcas distintas. Marcas que batallaban en poder y permanencia, empujando al omega directo a un desbalance hormonal. Haciendo que las dos veces en las que lo había logrado, terminaran en llanto debido a abortos espontáneos.
Las decepciones eran mayores al ver que todos los intentos de embarazo quedaban en segundo plano. Razón por la que los alfas comenzaron a creer que había quedado infértil.
Era extraño, pero no imposible. Creyendo, inevitablemente, que ese era su castigo. Él cual no tenía sentido ya que eran destinados, eran dos alfas para un omega puro.
Yoongi afirmaba lo que su doctora había dicho: su vientre no estaba preparado para ellos, por ser dos genes no puros intentando fecundar casi al mismo tiempo. Tendrían que esperar por el bien de Yoongi.
Jeon insinuaba que lo decía como una forma de protegerse de la realidad. Kim apoyaba al omega, todo para que este no se sintiera mal consigo mismo, pero no porque creyera en sus palabras.
—Negativo... —murmuró, había perdido la cuenta de cuantas veces había estado en esa misma situación.
Taehyung le susurró unas palabras de aliento, Jungkook le había dicho que no debía preocuparse por eso.
«No es justo...», pensaba. «Si mi cuerpo se acoplara a las marcas, esto no estaría pasando»
Siempre que las pruebas daban negativo, él no podía evitar llorar de tristeza y frustración, pero, la diferencia, era que no podía soltarse a llorar frente a ellos en ese momento, ya que, Kim tenía que ir a trabajar y no podía llegar tarde.
Por varios motivos, no debía llegar tarde.
Con un suspiro, Yoongi tiró la prueba a la basura y lavó con rapidez sus manos, siguiendo luego a Taehyung en dirección a la cocina, para servirle el desayuno, detrás de ellos, Jungkook salió para terminar de vestirse en la habitación.
El celo de Yoongi había terminado hacía casi dos semanas, así que querían estar seguros de que esa ocasión algo podría haber cambiado. Lastimosamente, no fue así.
—Gi, me voy ya —dijo Taehyung besando la frente del omega—. Cuídate mucho, ¿vale? No te preocupes por nada. Si la luna así lo quiere, pronto tendremos la noticia de ser padres, ¿sí? —Taehyung besó sus labios de manera lenta—. Te amo —sonrió, Yoongi asintió devolviendo la sonrisa con energías renovadas—. Procura que Kook no llegue tarde.
—Lo haré, te amo —Yoongi volvió a besarlo—. Ahora vete, o se te hará tarde a ti.
Taehyung volvió a besarle y se marchó dejando una sonrisa en el rostro de Yoongi. Su melancolía se había disipado, su esperanza no.
Y es que, el omega era consciente de dos cosas. La primera, era que, con Taehyung, todo era ternura, besos lentos y sonrisas; lo amaba con el alma y la plenitud que sentía con él era increíble. Pero, con Jungkook, las cosas eran distintas, se sentía lleno de energías, y su corazón se mantenía acelerado la mayoría del tiempo, como si su amor fuese reciente, como si se tratara de algo nuevo.
—¡Kook, llegarás tarde, apresúrate!
—¡Voy!
El alfa menor salió corriendo de la habitación con una mochila sobre sus hombros.
Sonriendo, como siempre, comió lo más rápido que pudo mientras Yoongi hacia café para sí mismo. Jungkook, al regresar de lavar sus dientes, tomó a Yoongi de la cintura y lo giró para darle un rápido beso en los labios.
—¡Te amo, adiós!
—¡Cuídate mucho! —gritó Yoongi.
Jungkook trabajaba en un salón de tatuajes con licencia, así que salía un poco más tarde que Kim.
Yoongi, sin embargo, había obtenido la floristería de su madre como herencia, así que la abría una hora después de que los alfas se marcharan, para así tener el tiempo suficiente de hacer quehaceres básicos, como limpiar o lavar los platos que utilizaron.
Todos los días, a las cinco, cuando Yoongi regresaba a casa, ordenaba la habitación y recogía la ropa sucia. Luego veía televisión o hacía cualquier otra cosa mientras llegaba a hora de hacer la cena. Cuando Taehyung y Jungkook llegaban, la comida estaba lista y se sentaban a la mesa juntos.
Cinco años consecutivos, ni una sola noche en la que las cosas no se hicieran de la misma forma.
Haciendo sus noches monótonas. Por lo que, con el tiempo, se fue acostumbrando a que alguno de los dos llegara un poco más tarde de lo normal. Para Yoongi, un par de minutos no significaban nada, pero, cuando la hora estuvo en desacorde a su horario de salida, comenzaron las excusas.
"—He hecho horas extras ya que tengo que entregar un informe mañana."
"—Un cliente llegó con un tatuaje grande, lo terminamos dejando para dos sesiones."
"—Ha habido un error en las cuentas, me he quedado a solucionarlo."
"—Lo lamento cariño, ha habido tráfico."
"—El jefe me ha pedido un papeleo para este fin de semana, no creo tener tiempo."
"—Estoy cansado. ¿Hablamos mañana? Gracias, eres el mejor."
El omega se sintió extraño cuando, con el tiempo, ni siquiera había una excusa. Llegó un punto en el que Yoongi creyó que se turnaban para llegar uno más tarde que el otro.
Y aunque las señales eran claras, prefería mirar hacia otro lado. Aún cuando las marcas picaran o su corazón doliese cada vez más seguido. Yoongi prefería mantenerlo en silencio, ya que sentía que, si exteriorizaba su dolor, todo empeoraría.
Un día casi de la nada, Yoongi perdió la floristería. El lugar fue demolido por el estado meses después. Y es que, ante la ley, su madre nunca fue propietaria del local.
Razón que lo tuvo pasmado por días, no podía pensar en nada más que el dolor de haber perdido los recuerdos más valiosos de su progenitora, más cuando sus padres habían muerto hacía dos años.
Sus alfas comenzaron a animarlo de todas las maneras posibles, sesiones de besos, fines de semana de películas, chistes malos, rondas de sexo y con el pasar de días, Yoongi pudo sobreponerse a ello, el sentirse cómodo y amado hizo que su dolor disminuyera.
Pero eso fue solo el detonante del cambio...
Su mente se volvió más receptiva ante su alrededor, ya que, luego de que Yoongi se recuperara, Kim y Jeon volvieron, casi de inmediato, a lo mismo de antes.
«¿Jungkook siempre llegaba antes de las nueve treinta? ¿Desde cuándo Taehyung comenzó a llegar cerca de las diez? ¿No llegaban juntos siempre a las siete y media de la noche, o, cerca de las ocho?»
Y su mente daba vueltas...
«¿Por qué Jungkook huele distinto? ¿No se supone de debe de oler a pino? ¿Desde cuándo la ropa de Taehyung olía extraño? Su olor debería de ser sándalo, ¿cierto?
Pero la ropa no olía a arándanos, que se supone era el aroma de Yoongi, tampoco una mezcla de distintos olores. Eran olores dulzones, como si alguien estuviese dejando una marca de olor en ellos...
Yoongi negó con el ceño fruncido, ellos lo amaban, no debía de estar pensando mal de ellos; él no quería desconfiar, pero los horarios, los aromas, la distancia... Todo estaba en su contra.
¿Y si los olores no eran de alguien, sino de algo? Sí, estaba tratando de convencerse a sí mismo. Pero su corazón comenzaba a sentirse frío y sus marcas, calientes.
¿Por qué ardían? ¿Por qué las dos al mismo tiempo?
Yoongi se dedicaba a verlas en el espejo... siempre pensando en que no podían estar infectándose. Tenían poco de haber sido renovadas, no tenía sentido, Yoongi los amaba y ellos a él. No había ni una pequeña posibilidad de que algo como una ruptura inminente sucediera, ¿o sí?
Su mente se estaba volviendo un lío.
No podía pensar con claridad, su corazón dolía y sus ojos no podían evitar llenarse de lágrimas con solo pensar que ellos lo estaban abandonando lentamente.
Aun así, para cuando llegaban, él forzaba una sonrisa y les atendía con todo el amor que aún les tenía. Yoongi los amaba con el alma, sí, y se los repetía constantemente. Y solo en ese momento notó que ellos ya no decían "te amo" tan seguido. Y eso solo alimentaba sus inseguridades.
—Tae... ¿Tú me amas, cierto? —preguntó un día, desesperado por el dolor creciente en su pecho.
—Sí, ¿por qué? ¿Pasa algo?
Yoongi notó que los alfas ya no percibían las emociones mediante la marca...
—No, no te preocupes. Cosas mías... —rió, la risa fue forzada, pero Taehyung ni siquiera lo notó.
—Bueno, debo irme. Nos vemos en la noche.
—Te amo.
Y Kim se marchó sin responder. Yoongi se quedó de pie frente al desayunador de la cocina. Jungkook iba saliendo de la habitación acomodando la mochila en su hombro.
—Voy saliendo —murmuró, y pasó directamente a la puerta de salida. Yoongi le siguió de prisa y lo abrazó mientras Jeon se colocaba los zapatos.
—Kook, te amo.
—Y yo a ti, pero debo irme —respondió besándole el cabello y separándolo del abrazo—. Nos vemos en la noche... —Y se marchó.
El dolor y la soledad lo estaban volviendo loco.
¿Qué hacer cuando tu pareja deja de amarte como la primera vez?
—No seas tonto —se dijo a sí mismo—. Todas las parejas pasan por esto. No todo es color de rosa siempre —se regañó y regresó a terminar de beber su café.
Pero... ¿y si eso no es normal? ¿Y si de verdad lo van a dejar?
De tantas vueltas que daba en su cabeza, el café comenzó a darle asco, y no tardo en ir a vomitar el desayuno al váter de su habitación.
Debía de dejar de sobrepensar todo o, a ese paso, no retendría nada en su estómago, ya era la tercera vez que iba a vomitar en la semana.
No podía seguir así.
Así que decidió que sentarse y leer un libro sería su mejor opción, debía de hacerlo para así dejar de pensar en su alrededor, pero el primer libro que tomó fue... "¿A dónde van los corazones rotos?"; y lo lanzó al basurero.
No podía conciliar la idea de que su corazón todavía doliera, de que sus alfas ya no fueran los mismos. ¿Podrían estar... engañándolo? La posibilidad estaba, otra cosa era que fuera real. ¿Y si sus "Te amo" ya no eran para él y por eso ya no se los decían? No. Desconfiar de ellos solo haría que se alejaran más. Alto... ¿ellos realmente se estaban alejando?
—Yoongi, detente. Desconfiar es de inseguros. —se regañó.
Él estaba seguro de que los dos lo amaban, igual que él a ellos. Se sentía un completo idiota al pensar mal de sus alfas. Ellos se esforzaban al máximo para que a él no le faltara nada. Era injusto que Yoongi pensara ese tipo de cosas.
Ellos no trabajaban encerrados en una cápsula. Taehyung tenía varios compañeros y compañeras de trabajo de distintas castas. Tal vez a quien tenía más cerca era quien olía así, ¿cierto? Por eso era siempre el mismo olor, sí, eso tenía sentido.
Y Jungkook, él tatuaba a distintas personas al día. Y en ocasiones, más de algún cliente llegaba a tardar más de cuatro horas en un tatuaje. Eso podría hacer que su aroma se impregnara en su ropa... pero... ¿El mismo olor casi siempre? Era prácticamente imposible... Bueno, a menos que se tratara de alguien que trabajara ahí, ¿cierto? Sí, eso debía de ser. Tal vez eran buenos amigos y pasaban cerca la mayoría de los descansos. ¡Claro! Eso sí que tenía más sentido.
Jungkook y Taehyung no se atreverían a traicionarlo de esa manera, era imposible.
Yoongi, un poco más calmado, continuó con las tareas del hogar. Y no se detuvo hasta que toda la casa estuvo en orden, pero, había un problema... Jungkook había olvidado su celular.
«¿Debería... revisar?», se preguntó. «No. Eso también es desconfiar».
Negó efusivamente con la cabeza y colocó el celular en la mesa de café en la sala de estar y encendió el televisor para ver una película. Teniendo el suficiente autocontrol como para no tocar el celular en todo el día.
Pero faltando minutos para las seis, el celular de Jungkook comenzó a sonar. Yoongi estaba saliendo de su habitación cuando lo escuchó, debatiéndose entre contestar o no. Agradeció al cielo en cuanto el teléfono dejó de sonar, retomando así su camino hacia la cocina, pero, antes de llegar, el celular volvió a sonar.
—¿Y si es algo importante...? Mierda... —suspiro y con un chasquido, fue directo a tomar la llamada.
—Bonjour, Jungkook~ —canturrearon del otro lado de la línea.
—No. Él olvidó su celular, lo siento... —respondió Yoongi.
—Désolé, je ne savais pas. ¿Puedes decirle que llamé? —*[Lo siento, no lo sabía.]
—Comment tu t'apelles? —*[¿Cómo te llamas?] preguntó Yoongi.
—Elizabeth.
—Está bien, le diré.
—Ok, au revoir~ —*[Ok, adiós~]
—Adiós.
Varias noches después, una marca roja adornaba el cuello de Jungkook. Y Yoongi no fue el único en darse cuenta, Taehyung también lo hizo. Cuando Kim le regañó por eso, descubrieron aún más marcas cubiertas bajo la camisa.
Los dos alfas discutieron esa noche, Yoongi no hizo más que encerrarse en el baño de su habitación para no tener que oírlos.
Estuvieron a pocas palabras de los golpes, pero Yoongi no pudo intervenir ya que su mente estaba nublada. Él solo pensaba en una cosa... Jungkook se acostaba con alguien más.
El omega sabía que debía de sacarse esa imagen mental lo más rápido posible, ya que eso solo hacía que su marca doliera al punto de escocer y su respiración se acelerara constantemente.
Yoongi no solo quería golpear al alfa, quería tomar el cuchillo de la mesa y clavarlo varias veces en... Oh no. Realmente debía dejar de pensar...
—Calma —susurró para sí mismo—, por tu bien. Respira, vamos. Está bien, todo está bien, no lo volverá a hacer lo dijo, c-créele, vamos, respira... r-respira...
Pero no pudo evitar romper en llanto, estaba roto; pensar en la posibilidad, era completamente distinto a darse cuenta de las cosas. Jungkook se había acostado con alguien más, aun cuando ellos estaban enlazados y casados.
—No lo volverá a hacer... —murmuró soltando una pequeña risita incrédula, el dolor lo estaba volviendo loco—. ¿Y si lo hace? ¿Qué evita que vuelva a hacerlo? —susurró para sí mismo, los gritos afuera habían disminuido, pero aun podía oír sus murmullos.
Ellos seguían discutiendo, pero Yoongi no pudo seguir llorando, de alguna manera, las lágrimas dejaron de salir y su mente quedó en un silencio total...
Después de varios días, no había visto otra marca visible en el cuerpo Jungkook, pero las marcas en el lobo de Yoongi eran dolorosas, a tal punto que él enserio quería vomitar cada vez que tenía que lavar ropa.
El aroma, antes extraño y picante, ahora lo definía como canela. Lo sabía, porque ese olor, en la ropa del alfa menor, era más fuerte durante ciertos días de la semana.
Yoongi detestaba ese bendito olor. No lo soportaba ni siquiera en los postres, cada que lo olía, venían a él unas increíbles ganas de golpear al alfa hasta dejarlo rogando por piedad, pero el no poder hacerlo lo llenaba de impotencia y rabia contenida que no podía soportar.
—Genial... —murmuró entre dientes al sacar la ropa sucia del cesto. Yoongi se había dispuesto a lavarla, hasta que notó una bonita marca de labial en el cuello de la camisa de Jeon—. Maldita mierda con patas; fue a propósito. Lo hizo a propósito.
Yoongi sonrió de ira, lo que causó que su corazón comenzara a palpitar rápidamente de un momento a otro.
—¿Por qué no me sorprende? Es un maldito alfa, ¿cierto? Lo va a seguir haciendo una y otra y otra vez. ¡Agh! ¡Maldito hijo de perra! —espetó levantándose de inmediato, ocasionando que un fuerte mareo hiciera que se apoyara en la superficie más cercana.
Sin previo aviso, un olor amargo llegó a sus fosas nasales; era leche cortada.
El olor fue tan repentino y asqueroso que lo hizo correr al baño para devolver todo su almuerzo.
«Debo dejar de pensar en Jungkook o a ese paso terminaré enfermo...», pensó.
Mediante el día avanzaba, se sentía más que estresado y los mareos constantes no estaban ayudando. Afectándole así en gran medida. Tanto, que cuando pensó en dar un paseo fuera, uno de los mareos fue tan fuerte que tuvo que sostenerse del marco de la puerta de entrada, todo para no caer.
Era mejor quedarse en casa; el omega no tenía dudas sobre eso.
Luego de un largo tiempo en silencio, tiempo que el omega decidió usar para relajarse en el sofá y dejar de pensar, el celular en la sala comenzó a sonar con insistencia.
El sonidito estridente comenzaba a ser un fastidio para él, Yoongi solo quería paz, pero quien sea que llamaba no se la daría, ya que era la tercera llamada seguida. Así que, luego de un suspiro molesto, tomó el celular.
—¿Quién habla?
—Bonjour, ¿Jungkook está en casa? —preguntó la voz de una chica, Yoongi trataba de recordarla de algún lado.
—No, está trabajando.
Eran casi las cinco, así que era obvio que el alfa estaba en el salón de tatuajes.
—Eh bien, dites-lui qu'Elizabeth a appelé, s'il vous plaît. —[Bueno, dile que Elizabeth llamó, por favor.]
—Lo haré.
—Okey, okey. Adieu~.
«¿Elizabeth de nuevo?», pensó.
Pero, entonces, el olor a leche regresó a sus fosas nasales.
«—Los y las omegas en cinta, tienden a oler a leche luego del segundo mes de embarazo», recordó. Pero no podía estarlo, ¿cierto?
Un pequeño ataque de pánico afloró en su sistema, así que bajó hasta la tienda del edificio y compró dos pruebas de embarazo distintas.
Debía de ser una jodida broma...
Yoongi subió al ascensor a toda prisa, cuando llegó al apartamento fue directo al baño para hacerse las pruebas.
Estuvo maldiciendo la mayoría del tiempo, y la otra parte no hizo más que mirar por la ventana las luces de los demás edificios.
¿Era un buen momento para traer un bebé al mundo...?
Cuando la alarma sonó, fue directamente hacia las pruebas. Y las dos rayas en cada una se rieron en su cara. ¡Positivas! Yoongi solo podía pensar en que no era un buen momento para ese tipo de noticias...
Agarró las pruebas con todo y caja, y las guardó entre la ropa deportiva que casi nunca utilizaba. Quería encontrar el momento perfecto para decirlo.
«Embarazado, con un lazo roto inminente y con una salud mental que se cae a pedazos. ¿No podía ser mejor noticia, cierto?», pensó. «¡Bienvenido sea el hijo un mentiroso e infiel!»
No... él no debía culpar a su bebé, él o ella no tenía la culpa de lo que le estaba sucediendo. Además, era también de Taehyung, no solo de Jungkook.
Necesitaba calmarse. Estaba embarazado y eso afectaría a su bebé. Debía estar feliz, sonriente, calmado. No quería poner a su hijo o hija en peligro.
Pero Jungkook ese día llegó apestado a canela. Y eran casi las once y Taehyung no aparecía. Jeon estaba viendo la televisión como si nada, Yoongi, sin embargo, se encerró en el baño un rato, él suspiraba profundo mientras las dos marcas dolían... al mismo tiempo.
Debía mantener la calma, aún cuando el ardor le estuviera volviendo loco y la comezon, lo tuviera delirando.
Luego de tanto, decidió darse una ducha tibia, para relajarse y olvidarse un poco de todo por un par de minutos. Sin olvidar colocar bien los parches de aroma, salió, con una toalla enrollada en su cuello y con una cómoda pijama, dando de lleno con la sopresa de que Jungkook estaba ya dormido en la cama.
Yoongi, ignorando eso, fue por algo de agua a la cocina, encontrándo sin saber a Taehyung entrando apenas por la puerta principal.
—¿Cuál es tu excusa? —preguntó sin rodeos.
Taehyung lo miró rápidamente, asombrado del tono que el azabache había usado al hablarle. Yoongi inconscientemente agachó la cabeza.
—Me quedé con el jefe y su secretaria. Estábamos terminando los balances de la junta de mañana —mintió Kim—. ¿Qué hay de cenar?
—Nada, Jungkook lo comió todo.
—¿Todo?
—Ven, voy a prepararte algo —ofreció en modo automático. Eran las jodidas una de la madrugada, ¿para qué le prepararía algo de comer?
—No te preocupes, tengo más sueño que hambre, vamos a dormir...
—Pero enfermaras... —respondió, y esa preocupación era genuina.
—Con un día que no cene no será el fin del mundo, vamos a la cama. Tú también debes de estar cansado, vamos.
—Bueno...
Un par de días después, ya entrada la tarde, Elizabeth había llamado de nuevo, preguntando, esta vez, por su novio.
Yoongi, claramente, le colgó. Ahora tenía sentido. Cuando le había comunicado a Jungkook sobre la primera llamada de ella, él se había puesto nervioso, y la segunda, se había tensado casi de inmediato. Pero Yoongi ya no podía seguir esperando a que Jungkook llegara a desmentir lo oído.
Cegado por la ira, tomó sus cosas y fue al salón de tatuajes. Su mente no estaría tranquila hasta que la duda no fuera disuelta. Llegó a casi a las seis al lugar, mirando de lejos desde un café.
A las seis en punto Jungkook salió, con su mochila en el hombro y el celular en el oído. La lejanía no impidió ver la sonrisa en el rostro del alfa.
Yoongi no se movió en ningún momento, aun cuando vio a una linda chica abrazarse a su esposo.
Él le sonreía, y Yoongi se engañó creyendo que era una amiga. Claro, hasta que vio que se besaron.
En ese momento, quiso correr y separarlos, enfurecerse, gritar, o llorar... pero nada de eso pasó... solo pudo ver como ellos se iban tomados de la mano, mientras su corazón se desmoronaba y su lazo se terminaba de romper ahí, en ese local.
Recogió sus cosas y regresó a casa, demasiado triste como para derramar una sola lágrima. Demasiado triste como para querer pelear.
Una vez en su apartamento, fue directamente a la cama y miró la pared maldiciendo hasta quedarse dormido. Jungkook realmente lo seguía engañando. Y Yoongi no había querido escuchar a sus instintos cuando le dijeron que desconfiara.
Cuando despertó, en la madrugada, Jungkook estaba a su lado, durmiendo como si nada estuviera pasando; como si ella no existiera, como si todo fuera de color de rosa. Solo entonces Yoongi pudo sentir las lágrimas corriendo por sus mejillas. El lazo roto ardía a horrores y la presencia del alfa le daba ganas de vomitar. Tratando de no olerlo, se dio la vuelta, dando de lleno con el rostro completamente dormido de Taehyung.
«Tae no, ¿cierto? Él no podría hacerme eso...»
Sonrió tristemente hacia Kim. Su alma se estaba rompiendo de a poco, el dolor físico no se comparaba al emocional.
Pero desde un principio había sido advertido inconscientemente de todo eso.
Solo entonces, también desconfió de Taehyung.
Dos días después, llegó a la empresa justo cuando Taehyung estaba abrazado a alguien. El chico con el que salió decía muy poco para Yoongi. "Son amigos, los amigos se abrazan" había pensado, claro, hasta que los siguió y ellos entraron a un motel.
Se detuvo de inmediato al verlos pasar las puertas sin problema alguno. Taehyung hasta había saludado al maldito guardia.
Yoongi dio un paso atrás. Su corazón comenzaba a hacerse añicos al ver al chico colgarse del cuello de su esposo.
Esperó casi media hora, pero Taehyung no salió.
Jeon y Kim... ¿Los dos, al mismo tiempo?
¿Qué tan difícil era decirle que ya no lo amaban, que se divorciaran y ya? ¿Por qué le hacían esto? ¿Había necesidad de serle infiel bajo sus propias narices, aun cuando juraron amarlo y respetarlo hasta el día de su muerte?
Yoongi se giró furioso y caminó a casa. Le importaba un carajo llegar tarde. Necesitaba descargar la rabia que tenía, pero no quería hacerlo con alguien que no tuviera la culpa.
Cuando llegó a casa, el reloj marcaba las ocho. Y, se suponía que ellos ya deberían de estar ahí, claro, si no estuvieran con sus amantes.
¡Eran unos malditos traidores! ¿Era tan difícil decirle la verdad? ¡De todas formas ya había salido a la luz!
Ellos debían de decirle, ¿pero cuándo? ¿Cuando su hijo nazca o cuando ocultar su infidelidad ya sea imposible?
—Quizá ellos nunca nos lo digan... ¿verdad? —preguntó, pensando en que ahora era él y su bebé en el lío, no solo él.
Y aunque nadie la dijo, la respuesta tácita fue: "Quizás"
Quizás lo digan, quizás nunca lo hagan.
¿A quién afectaría? A Yoongi, porque su necesidad de saber la verdad fue más fuerte que el impulso de vivir engañado hasta el último de sus días.
La delgada línea en su cabeza de lo que estaba bien y lo que estaba mal comenzó a borrarse. La marca de Taehyung comenzó a arder, tal y como lo hacía la de Jungkook. Y su corazón terminó de romperse junto al lazo que les unía...
—Míos... —dijo amargamente—. Tal vez ellos nunca lo fueron... Pero si yo sigo siendo de ellos, ¿por qué me hacen esto? ¿Acaso no fui leal hasta el último momento? Les entregué mi vida entera y la echaron a la basura... ¿Qué creyeron? ¿Que nunca me daría cuenta? No. Tal vez esa era su intención... que nunca me diera cuenta y seguir viviendo en este maldito reino de mentiras...
Una risita amarga salió de sus labios, pensando en qué hacer, pensando en cómo hacerlo.
Yoongi no podía pensar más allá que en la compensación de su dolor.
Y, mientras los días pasaban y ellos mantenían la misma rutina, Yoongi ya no los seguía a ellos, tenía otros planes en mente.
Él decidió que... si no le decían la verdad con sus propias palabras, la sacaría con sangre de ser necesario. Pero Yoongi ya sabía la verdad, así que lo haría de todas formas; sacaría la verdad con sangre, aun cuando ya no era necesario.
De una u otra forma, él solo necesitaba una retribución a su dolor, necesitaba algo que hiciera que las disculpas valieran la pena. Necesitaba vengarse.
Porque... solo una dulce venganza arreglaría su corazón roto.
Besitos <3
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