「Deuxième」
Habían pasado ya dos meses desde que Yoongi se había dado cuenta de su embarazo, el cual ocultaba con ropa grande y parches de aroma.
Claramente no había sido fácil ya que los alfas habían entrado en celo un par de semanas atrás, Yoongi había tenido que pasarlo con ellos debido a que no podía simplemente negarse, así que logró persuadirlos de que no le quitaran la camisa. Lográndolo a penas, ya que los alfas acostumbraban a quitarle la ropa por completo.
Él no negaba que su omega había reaccionado ante ellos de forma sumisa, pero luego, se había sentido utilizado ante el hecho de que no podría negarse aun cuando su corazón doliera horriblemente en su pecho.
No había cruzado más palabras que las necesarias luego de eso. Su omega estaba dolido debido a que las marcas no fueron renovadas, y estaba más que furioso al saber la razón.
Ese día, Yoongi tomó su celular desde temprano y salió de casa antes de que Kim y Jeon despertaran. Ya no eran sus alfas, ellos lo decidieron así desde que tomaron a otra persona en su lugar.
—Son unos malditos hijos de perra —gruñó al estar en el estacionamiento del edificio, había tomado las llaves del coche de Kim, y no tenía planeado devolvérselas pronto.
Ni siquiera se molestó en dejarles el desayuno hecho.
"Que cocinen, para eso tienen manos.", había murmurado al salir del departamento.
Estaba furioso, más cuando la noche anterior Jungkook había dicho que su deber como esposo era estar en casa; haciendo lo que se supone deben de hacer los omegas.
"Bueno, los alfas también pueden hacerlo, no son mancos", quiso responder, pero Yoongi resistió lo mejor posible el veneno que se había alojado en la punta de su lengua. Había aguantado suficiente del alfa menor, y ya estaba harto de la actitud que había adoptado con los años.
Estaba furioso con él, estaba casi rozando la histeria, pero debía calmarse, al menos por su bebé. Y también, por lo que pensaba hacer.
Ni siquiera realizó los pros o contras de lo que tenía en mente. Solo vio una solución definitiva a sus males y la tomaría cueste lo que cueste.
Conduciendo, lo vio. Do Hanse, era el amante de Taehyung. Lo había estado investigando los últimos dos meses. Horarios, salidas, almuerzos, todo. Él pasaba a una cafetería no muy concurrida primero, y antes de llegar al trabajo, iba a desayunar a un local cercano.
Yoongi aparcó cuando lo vio salir por completo y bajó las ventanas del automóvil.
—¿Hanse? —preguntó, haciendo que el chico se detuviera de inmediato para verlo—. ¿Do Hanse? ¡Joder, tanto tiempo!
El chico, apenado por no "reconocerlo" se acercó al coche.
—Hola... —saludó él, pero Yoongi le restó importancia.
—¿Cinco, seis años? Fua, que distinto te ves, casi no te reconozco.
Cuando Yoongi buscó información sobre él, no creyó el hecho de que hubieran ido a la misma universidad a estudiar la misma carrera; carrera que, lastimosamente, Yoongi dejó para "atender a sus alfas como es debido".
Joder, él enserio se arrepentía ahora.
Hanse, se veía confundido y apenado en partes iguales, y trataba de sonreírle para opacar su nerviosismo.
—¿No me recuerdas? Soy Yoongi —dijo al ver que el chico había negado—. De la universidad de Daegu. ¿Enserio no me recuerdas? Estudiamos en la misma carrera, hasta llevamos las mismas clases durante dos o tres semestres. —El omega seguía sin recordarle, pero asintió al sentirse comprometido—. No importa, ¿a dónde vas?
—Al trabajo. —Rió nervioso.
—Sube, te llevo.
—No es necesario. —Hanse negó de inmediato, la sonrisa de Yoongi era muy amigable, era cierto, pero algo sobre él no se sentía bien.
—Oh, vamos. Sube, llegarás tarde si sigues ahí de pie. —Hanse vio al frente y regresó la mirada hacia el azabache.
Ya había perdido el autobús de todas formas.
Solo entonces asintió, subiéndose al auto. Indicándole a Yoongi a dónde ir, hablaron de cosas varias mientras el omega azabache conducía, Yoongi no apartaba la mirada del camino, intentando no salirse de sus cabales al volver la mirada al chico de cabello blanco.
—Entonces... ¿Estás casado? —murmuró Hanse.
—Sí, la luna me otorgó dos alfas. —Sonrió, disimulando las ganas de dispararle entre ceja y ceja.
—Yo apenas estoy como "comprometido" —Él sonrió y Yoongi casi frena de golpe, cosa que gracias al cielo, no sucedió.
Yoongi se regañó mentalmente debido a la reacción, necesitaba parecer calmado, lo más calmado posible. Tal vez Hanse tenía un prometido y lo engañaba con Kim. Eso lo hacía parecer peor persona ante Yoongi.
—¿Como comprometido? ¿Nada serio todavía? —preguntó Min.
—Bueno, aunque no es mi destinado, llevamos dos años de relación. No estoy comprometido como tal, pero él me ama mucho y espero que un día cumpla la promesa de casarnos. —Yoongi se desvió del camino y como él omega iba demasiado inmerso en el relato, ni siquiera se dio cuenta.
—¿Enserio? ¿Hace cuanto se conocen?
—Casi o más tres años, comenzamos a hablar en el trabajo y con el tiempo me comenzó a invitar a comer o tomar un café. Luego de eso comenzamos a salir.
—¿Cómo dijiste que se llamaba?
—Oh, no te lo dije —susurró Hanse—. Se llama Kim Taehyung.
Sólo entonces Yoongi sacó con disimulo el arma de debajo de su asiento.
—Mira, Hanse, eres amable y lindo, pero debo decirte algo... el hijo de puta del que hablas es mi esposo. —Levantó el arma en dirección al omega—. Así que gritas y disparo; Te mueves, y disparo. Así de sencillo. Tienes dos opciones, obedecer o morir. ¿Cuál eliges?
El chico no podía alejar la mirada del arma en la mano de Min.
—O-obedecer...
—Que lindo de tu parte.
Ninguno dijo nada más, tomando así camino a carretera abierta.
Yoongi se detuvo en algún punto y amarró las manos del omega fuertemente. Pero el terror que Hanse sentía al recordar tener la punta del frío metal contra su frente al haber querido huir, seguía presente en su memoria como un bucle interminable.
Por gritar en busca de ayuda, ahora iba con cinta plateada alrededor de su boca y maniatado en el maletero del coche. Estaba aterrado, llorando sin saber qué era lo que había pasado exactamente.
Su día había comenzado como de costumbre, y ahora estaba siendo secuestrado por uno de sus ex-compañeros de la universidad. Y sí, en algún punto había recordado la cara de Yoongi, pero nunca en su círculo social directo. Era más como el amigo de uno de sus conocidos, no de alguien cercano realmente.
¿Cómo pudo haber subido a su coche? Había sido tan obvio y a la vez no que Hanse no sabía si había confiado en su sonrisa o en su no muy evidente estado de embarazo.
Y es que, él había golpeado a Yoongi y había echado a correr lo más rápido que pudo, pero eso solo había servido para que Yoongi le dispara en una pierna y le dijera que no estaría bromeando la próxima vez.
Luego de varios minutos que para el peliblanco habían sido horas, Yoongi había detenido el coche y lo había sacado de la cajuela. Estaban en medio de un frondoso bosque, frente a una vieja y gran cabaña. Yoongi lo había arrastrado dentro sin ninguna consideración, lo había bajado por las escaleras sin ninguna delicadeza y lo había atado a una silla, aprovechando el pánico que le corría por las venas.
—Mira Hanse, te diría que no es personal y que alguien me pagó por hacer esto... —Yoongi acomodaba las mesas a su alrededor mientras hablaba—... Pero no te mentiré. Es personal y nadie me pagó nada por esto.
Yoongi tomó una vieja videocámara que había estado guardada entre las cajas de ese viejo sótano. Y la acomodó sobre la mesa frente a Hanse, quien para ese punto había comenzado a hipar, aguantando las lágrimas que de todas formas caían por sus mejillas.
—Dime, ¿recuerdas a Kim Taehyung? —El chico solo supo asentir con lentitud, apretando los dientes para no lloriquear—. Es mí esposo. Es la razón por lo que es personal.
Hanse rompió en llanto, de todas formas. Su pierna sangraba, su cabeza dolía, su pecho apretaba. Yoongi ya se lo había dicho tantas veces que era ya le era imposible no reconocer el aroma combinado del omega y el alfa que durante muchos años le había hecho sentir en las nubes.
—Haremos esto, me ayudarás con este vídeo y yo te dejaré ir. Vamos a hacerle saber a Tae que no estoy jugando, ¿vale? —El omega de cabello blanco asintió, creyéndole fervientemente.
Yoongi encendió la cámara, enfocando a Hanse. Tomándose el tiempo de plasmar bien su sufrimiento.
—Entonces... primero me dirás tu nombre, lindo rompe hogares. —La voz de Yoongi fue baja al estar cerca de la cámara, pero el chico frente a ella escuchó perfectamente.
—H-hanse... Do Hanse...
—¿Qué dijiste que eras de mi esposo?
—Por favor... te juro que no sabía que estaba casado. ¡Él nunca me lo dijo, lo prometo! Te lo prometo...
—Era obvio que nunca te lo diría, niño tonto. Tu deber era preguntar. —Yoongi salió de detrás de la cámara, tomando uno de los cuchillos que estaba en la mesa que sostenía la cámara—. Todo es culpa de los dos, de él por ser un reverendo infiel de mierda, y tuya porque si solo hubieras olido un poco más lejos de tus malditos impulsos sabrías que tenía omega.
Y de un fuerte movimiento, Yoongi cortó tres dedos de la mano del chico. Un grito desgarrador sonó por todo el sótano, tenía suerte de estar en medio de la nada o sería un lío que algún merodeador reportase los gritos.
—Esto es lo que pasará, Hanse. Tienes el cincuenta por ciento de la culpa junto a mi marido, y los dos la pagarán de la misma o peor forma, ¿entiendes?
El llanto se había intensificado, el pobre omega no podía ver más que el dolor, y escuchar la voz de su verdugo.
—Ninguno de los dos saldrá bien parado de aquí. Eso significa que me pagaran cada puta lágrima, ¿escuchaste? —Hanse ni siquiera respondió, debido a que se había cegado en el dolor.
Entonces Yoongi tomó su rostro entre manos, analizándolo con detención. Hanse era lindo, demasiado, y él necesitaba que nadie más volviera a verlo de la misma forma.
Estaba tan resentido como furioso, así que tomó firmemente el rostro del chico y con el cuchillo ensangrentado comenzó a cortar la línea de cabello del omega que no sabía hacer más que gritar y retorcerse del dolor. Una vez delineada la zona, Yoongi comenzó a cortar la piel para sacarla en una sola pieza. Hanse gritaba que se detuviera, gritaba de miedo, de dolor, de desesperación. Tan fuerte, que desmayó un par de segundos después, pero eso no le impidió a Yoongi continuar con el trabajo de quitar la piel del rostro del chico.
Hanse despertó, solo para volver a desmayarse segundos después, incapaz de soportar el dolor al que estaba siendo sometido. Cuando Yoongi quitó la piel de su rostro y cuello, fue que pudo darse cuenta de que había manchado su ropa de la sangre del chico.
Pero el omega de cabello blanco ya no respiraba correctamente, le costaba trabajo. Así que, con el ultimo vestigio de compasión que Yoongi albergaba por él, enterró el cuchillo sobre el corazón del omega para acabar de una vez con su vida. Hanse abrió los ojos, y lo miró fijamente hasta que dejó de moverse y con ello, respirar.
—Ni media hora, Hanse. Ni media hora pudiste aguantar, que inútil.
Yoongi colocó el cuchillo sobre la mesa y fue a apagar la cámara. Subió como sin nada a su antigua habitación, tomó de un par de las prendas más grandes de tenía y se cambió rápidamente.
Apenas daban las nueve de la mañana, vaya que sería un día productivo.
Pero cuando llegó a la ciudad, Elizabeth no había seguido su rutina, en cambio, había ido a visitar a Jungkook en el salón de tatuajes, lo supo porque era el único lugar al que iba cuando no estaba trabajando o cuando no estaba tonteando en sus locales favoritos.
Ella siempre salía por la puerta trasera, así que espero pacientemente hasta que la hora del almuerzo acabó. Cuando lo hizo, Jungkook apareció con ella, él la tomó del cuello con delicadeza mientras se besaban como despedida.
Yoongi solo enfureció un poco más. Ella se apartó de él con una sonrisa coqueta y Jeon entró de nuevo al local. Una vez fuera, ella caminó hacia la salida del callejón, pero Yoongi logró tomarla desprevenida y taparle la boca con facilidad, mientras su otro brazo apretaba el cuello de la chica con insistencia. Ella no hizo más que arañarle los brazos en un inútil intento de que la soltara, bueno, hasta que le faltó la respiración y cayó desmayada en sus brazos. La chica era pesada, y Yoongi agradeció el hecho de que había estacionado el auto justo en la entrada del callejón o tendría que darle varias explicaciones a la policía por llevar a una mujer inconsciente en los brazos. Por suerte, pocas personas pasaban por esos lugares a esa hora, tan sumergidas en su mundo que nadie le dio relevancia.
Cuando la calle estuvo vacía, la metió lo más rápido que pudo en el maletero, apresando sus muñecas y su boca con más cinta americana de lo que debería.
La llevó al mismo lugar, evitando a un par de policías en el camino. Ahora sí estaba nervioso, podía escuchar los golpes en el maletero. En un descuido, había olvidado la pistola en el sótano de la cabaña.
Ella estaba haciendo demasiado ruido. Él aceleró, lo más que pudo para llegar más rápido. Al hacerlo, la bajó tirando de sus brazos como si fuera una maleta más. Ella pataleó en todo momento mientras la arrastraba dentro de la cabaña y se retorció a tal punto que Yoongi prefirió tirarla de una patada por las escaleras para que bajara sin complicaciones, ella tosió con dificultad y al ya estar en el final de las escaleras, Yoongi le dio una patada en las costillas solo por haber complicado su viaje.
Su corazón iba a mil para esos momentos, se sentía eufórico para ese momento, necesitaba la sangre de Elizabeth más de lo que lo hizo con Hanse.
—Look, Elizabeth. I'm not playing with you, darling —[Mira, Elizabeth. No estoy jugando contigo, cariño] advirtió, al no saber decirlo correctamente en el idioma de la chica, pero ella siguió moviéndose de la misma forma.
Yoongi le tenía cierta saña. Así que la tomó del cabello y comenzó a jalarla sin ningún tipo de delicadeza. Al pasar frente a Hanse, ella dio un grito que fue ahogado por la cinta en su boca.
El choque fue tal, que dejó de moverse por un par de segundos, segundos que Yoongi aprovechó para lanzarla contra la silla de metal. Ella, al reaccionar, le dio un cabezazo en la nariz y al no tener atados los pies, salió corriendo (con dificultad) hacia las escaleras.
Yoongi aun aturdido tomó la pistola de Jungkook de la mesa y disparo en dirección a Elizabeth, quien, al oír la detonación, se lanzó al suelo como modo de defensa inmediato. La bala no logró tocarla, en cambio dio justo en la pared al lado de ella.
Yoongi ni siquiera había apuntado, solo quería asustarla y lo había conseguido. Solo entonces caminó en su dirección. Aunque él no podía oler el miedo, de la chica, sí podía verlo. En la forma errática de su respirar, en sus ojos cerrados con fuerza, en el sudor que perlaba su frente.
—Elizabeth, mon chère. Ce n'est pas bon pour la santé de rester là par terre. —[Elizabeth, querida. No es bueno para tu salud quedarte ahí en el suelo.] Apuntó el arma hacia ella—. Levántate. Ahora.
Ella aterrada, se levantó lentamente. Yoongi se quitó del camino y le señaló la silla con la cabeza.
—Camina —espetó con el ceño fruncido. Ella con el corazón en la garganta caminó en la dirección que él señaló. Aun apuntándole con el arma, Yoongi cerró los brazaletes de las piernas.
Nunca creyó que las sillas que había heredado de su abuelo le servirían en algún momento, y nunca creyó que las utilizaría realmente. Según relatos de su madre, esas sillas albergaban las almas de quienes su abuelo tenía mala saña. Ese mismo día se agregaban dos a la lista, esta vez, por parte de Yoongi.
Con dificultad cerró las fajas de cuero en el torso de la castaña y al soltarle los brazos de la cinta adhesiva, enganchó con facilidad los brazaletes de hierro en sus antebrazos y muñecas.
Al terminar, colocó la pistola sobre la mesa, bajo la mirada atenta y aterrada de la omega.
—Elizabeth le Blanc. Qué nombre tan genérico. —Rodó los ojos—. ¿Sabes por qué estás aquí, linda? —preguntó quitándole de un solo movimiento la cinta de la boca. Ella siseó del dolor y sacudió la cabeza mientras hacía muecas.
—Eres el omega de Kook.
—Efectivamente, estás en lo correcto. Por lo tanto, ya sabes lo que pasará, ¿verdad, cariño? —La sonrisa retorcida que el omega tenía, logró espantar a la castaña un poco más de lo que ya estaba. Ella solo pudo dirigir la mirada hacia el cuerpo sin vida a unos pocos metros de ella. Yoongi volteó a ver en la misma dirección, y sonrió—. Oh, No, no. A él tenía planeado desollarlo por completo, pero el pobre no resistió más que eso. No terminarás así, no te preocupes.
Por varias razones, Elizabeth no le creyó. Yoongi la miró de nuevo mientras ella mantenía la mirada horrorizada en Hanse.
—He oído que fumas, Elizabeth. —A la mención de su nombre, ella volteó de inmediato viendo al azabache sacar de su bolsillo trasero una cajetilla de cigarrillos y un encendedor—. Miento —susurró hacia ella encendiendo uno—, he visto que fumas, que es distinto. ¿Sabes desde hace cuánto he seguido tus pasos? —Ella solo vio como el cigarrillo comenzaba a consumirse lentamente—. Desde que se te ocurrió llamar a casa. La primera pudo ser casualidad, ya que Jungkook fue quien olvidó su celular, ¿pero la segunda? ¿Al teléfono fijo? Esa no te la compro. —Él la señaló con la punta del cigarrillo, acercándolo mientras hablaba.
—Y-yo... —Tragó en seco—... Lo saqué del celular de Jungkook. Llamé sólo para molestarlo un poco, p-pero no le hizo gracia, créeme.
—¿Qué crees, linda? La tercera llamada... a mí tampoco. —Y apretó la punta encendida del cigarrillo contra la piel de su brazo, haciendo que ella pegara un grito del dolor.
Yoongi no debía fumar, lo tenía presente, pero necesitaba usar de cenicero a la omega de cabello castaño con urgencia. Necesitaba descargar su enojo en ella. Él tenía todos sus sentimientos rezagados ya que no pudo derramar una sola lágrima desde hace días. Y necesita librarse de esas sensaciones de una forma u otra. Y la mejor era ver como la convicción de esa chica, se consumía tal y como lo hacían esos cigarrillos que compró mientras la buscaba en sus lugares frecuentes.
Y sí, se sintió mucho mejor luego de ver todas esas marcas circulares y ovaladas alrededor de todo el cuerpo de una desconsolada Elizabeth.
Bye <3
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