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XXXIV

A simple vista parecía un edificio común y corriente, la perfecta fachada, oculto en las afueras de la ciudad con el fin de proteger a los ciudadanos de los peores casos que manejaba el Consejo. El resto de la sociedad solo conocía el exterior, todo aquel que no estuviera involucrado en algún proceso eran ignorantes de los sucesos que ocurrían en su interior. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al percibir ese olor, uno tan repulsivo que casi le provocó una arcada. Retuvo el aire en sus pulmones lo más que pudo, intentando volver en sí, pues no podía dejarse invadir por todas esas sensaciones en esos momentos.

Un poco de piedad, cachorros.

Los guardias frente a él guardaban un silencio sepulcral, encajando perfectamente con el ambiente lleno de hostilidad. A pesar de estar totalmente iluminado, no dejaba de ser asfixiante. La luz brillante, el blanco en las paredes, piso impecable y el techo alto lo hacía ver de una manera casi sofocante para cualquiera.

— Señor Jeon, no tendrá mucho tiempo con el acusado, solo tendrá unos minutos antes de empezar el primer castigo – uno de los guardias se dirigió a él, solo como una advertencia del protocolo que estarían siguiendo –. Tampoco podemos dejarlo a solas con él, debemos estar presentes por si ocurre algún altercado.

— Comprendo – dijo en voz baja. Sabía que en una situación así, si se tratara de otra persona, no le permitirían estar justo en ese lugar. Quizá estaba abusando un poco de su afinidad con el padre de Seokjin, pero eso ahora no le interesaba – solo necesito verlo.

En realidad, quería grabarse muy bien cada facción en esos momentos para que su lobo lo reconociera sin importar cuan desfigurado estuviera la próxima vez que se encontraran. Cada línea de expresión que conformara ese rostro, el cual ahora era adornado con una enorme herida que iba en diagonal, se quedaría plasmado en su memoria. Sabía que al final del tiempo estipulado no sería ni la mitad de lo que vería en esos momentos.

Atravesó unas puertas enormes, las cuales solo abrieron paso a un pasillo interminable de celdas donde se encontraban los casos de alto riesgo. Zonas aisladas donde los acusados no tendrían un descanso después de sus largas horas de tortura. Jungkook fue guiado hasta la última, donde el guardia abrió una pequeña compuerta, la cual le dio la visión de lo que su lobo tanto anhelaba ver.

— Tiene cinco minutos, señor.

A pesar de la advertencia del tiempo y que no tendría privacidad, el guardia se quedó unos pasos atrás. Jungkook suspiró pesado, sintiendo los hombros tensos al avanzar un paso más frente aquella celda donde ese alfa se encontraba. El sonido del brazalete y los grilletes de plata hicieron eco en el pequeño espacio cuando Doyung se puso de pie, temblando en cada paso, sin embargo, no había una pizca de duda en sus ojos al intentar acercarse, mas sus movimientos se detuvieron cuando una corriente eléctrica le atravesó el cuerpo.

Sus nuevos "accesorios" de plata estaban diseñados con el fin de dar descargas eléctricas al detectar algún cambio que fuera categorizado como agresivo. Hacía falta un pequeño indicio en su ritmo cardiaco para que el dispositivo se activara, algo aún experimental, pero que era de mucha ayuda para mantener a los alfas como Kang a raya.

Adicional a esto, como una medida de prevención ante sus comportamientos agresivos, no lo dejarían dormir, los guardias que estaban a cargo de su vigilancia estaban autorizados para dar descargas eléctricas cada que Doyung comenzara a quedarse dormido. El hecho de no descansar obligaría a su cerebro a mantenerse siempre despierto, haciendo que las respuestas del alfa ante cualquier estímulo comenzaran a ser mayores y al mismo tiempo más torpes conforme pasaran los días.

En pocas palabras, su propio cuerpo comenzaría a bombardearlo con adrenalina natural y sumada a la que inyectarían su cerebro jamás dejaría de estar alerta, mas no de una manera normal; para el final de las setenta y dos horas, sus reflejos y reacciones no serían coordinados e incluso estaría más irritable lo que provocaría más descargas eléctricas por comportamientos agresivos quedándose así en un círculo vicioso de auto tortura.

— Tú de nuevo aquí – la voz del alfa era algo que solo disparaba eso en su interior, un efecto sanguinario – ¿te estás asegurando que me están tratando "como merezco"? – Doyung se rio de una manera amarga como si se estuviera burlando, y de hecho lo estaba haciendo.

— Espero que entiendas que esto es solo un atisbo de todo lo que le hiciste a Taehyung – la voz de Jungkook rasgaba en un tono demasiado bajo, demasiado alfa. Doyung sentía el cuerpo temblar, adormecido por la descarga que había recibido – si fuera por mí recibirías mucho más, pero entonces no quedaría nada qué rescatar para el final y eso tampoco me daría la satisfacción de hacerte pagar por lo que le hiciste a mi omega.

Una risa cínica, ronca y un tanto asqueante para Jungkook, provino del alfa que estaba en su celda blanca. Doyung miró a su alrededor, el espacio en el que se encontraba no era más que un rectángulo angosto, era tan reducido que su cerebro comenzaba a ser víctima de lo asfixiante que podía llegar a ser.

— Si tan solo fuera un omega de verdad, se habría ahorrado todo lo que pasó.

Un gruñido con todo y colmillo expuestos fueron la respuesta de Jungkook, no podía controlar aquella agresividad que crecía en él, todo producto de este alfa que a pesar de la situación seguía empecinado en culpar a Taehyung. Debía admitir que le agradaba más cuando no podía hablar y tenía aquel bozal.

Contrólate, hazlo por ellos. Solo por ellos

— Taehyung es totalmente perfecto. En cambio, tú, simplemente le robas oxígeno al resto de personas con tu minúscula existencia – Jungkook se mantuvo firme, sin retroceder, y mostrando poco interés cuando Kang se asomó por el pequeño espacio de la compuerta – ni siquiera eras digno para que el lobo de Taehyung engendrara tus cachorros.

— Llámalo como quieras, pero jamás será suficiente. Halágalo hasta decirle que es la misma Luna, pero perfecto es una palabra demasiado grande para él.

— Dudo mucho que conozcas el verdadero significado de esa palabra – una sonrisa ladina surcó sus labios, su piel cosquilleaba por cambiar, sus ojos comenzaban a parecer más amenazadores y Kang no podía mantenerle la mirada, sin embargo, lo hizo, como buenamente podía, su orgullo siendo el último impulso para mantenerlo de pie.

— Si lo que intentas hacer con esto es mostrar que tú ganaste, estás muy equivocado.

— ¿Aún no lo entiendes verdad? Yo ya gané desde mucho antes. Por eso no necesito ganarte, solo quiero verte perder todo. – murmuró casi entre dientes, sus colmillos no se hicieron esperar para mostrarse y el aura a su alrededor era totalmente oscura –. Quiero ver cómo escapa hasta el último brillo de tus ojos, el último aliento de tus patéticos pulmones y que tu sangre no valga absolutamente para nada más que para ser derramada.

Bastó con que sus ojos se iluminaran en un rojo tan brillante como la sangre misma para que Kang perdiera el color en el rostro, tragó duro al notar esa mirada de nuevo, aquella que solo vio en el lobo negro mientras lo tenía a centímetros de su rostro dispuesto a terminar con su propia vida. ¿Por qué no lo había hecho?, le ahorraría el sentirse así de asqueado. Taehyung tuvo piedad de él al suplicar que no lo hiciera, no necesitaba que un omega como él lo salvara, esa era la razón para que se sintiera tan molesto.

Le corroía el cuerpo y la mente, el recuerdo del omega utilizando esa voz que incluso a él mismo lo hizo doblegarse al hacerle escuchar un sonido blanco, como si estuviera dominando y rigiendo sobre él.

Jungkook estaba conteniéndose todo lo que podía para no obligar al guardia que abriera la puerta y terminar de una buena vez con todo eso. Pero debía esperar pacientemente, se lo prometió a su precioso omega. No sucumbiría ante las provocaciones de Kang, no debía, pero vaya, si no lo quería justo en ese instante, ahora que volvía a captar una pequeña gota carmesí resbalando de una de las fosas nasales del alfa.

Dio un paso más al frente, consciente que el otro alfa estaba totalmente doblegado, acercándose lentamente, lo suficiente para que el otro notase su presencia. Bajando la voz en un tono de mando tan enmascarado que a simples oídos solo parecía un susurró demasiado bajo.

— Espero, ruegues para que esto termine rápido – masculló Jungkook, mientras observaba cómo poco a poco el alfa se arrodillaban, buscando oxígeno de una u otra manera – solo para llevarte la decepción que esto aún empieza y te des cuenta de que solo yo lo puedo terminar.

— No quiero tu benevolencia ¡Mátame!

— Descuida, lo haré, pero no porque te tenga piedad. Si no para que no vuelvas a respirar de nuevo el mismo aire que mi omega.

Regresó sobre sus pasos, con dirección a la puerta de salida, mientras era seguido por el mismo guardia que lo escoltó hacia las celdas, escuchando a lo lejos los quejidos del alfa, para seguido ser privilegiado con los gritos de este por las descargas que estaba recibiendo en su cuerpo. No volvería a ese lugar hasta que se cumpliera la sentencia de tortura. Su lobo solo quería proteger lo más preciado para ellos en ese momento, que eran su omega y ambos cachorros que crecían cada vez más en el vientre de Taehyung.

Solo quería escucharlo, reír de nuevo, quitar esa mirada llena de temor de sus preciosos ojos o que su actuar dejara de ser a la defensiva, siempre buscando refugio en él cada que salían de casa. No es que le molestara que se refugiara en él, mas bien le dolía el por qué lo hacía. Aunque Taehyung insistiera en que ahora se encontraba bien, él sabía, vaya, si no lo hacía que el omega, lo único que buscaba era hacer de menos sus emociones.

Moriría por verlo sonreír auténticamente.




Lo había logrado. Después de días angustiantes volvía a escucharlo reír, como siempre debió ser. Diosa, amaba a ese omega, sentir la calidez en su tacto, su aroma, el deleitarse con el sabor de su piel cada que lo besaba sin reparo. Solo había una cosa en la cual no estaba del todo de acuerdo, su omega por alguna extraña razón comenzó a utilizar su ropa, específicamente sus camisas y en ocasiones alguna sudadera a la hora de dormir.

Extrañaba poder dormir sintiendo el contacto de la piel contra piel, por esa misma razón era que cada amanecer se dedicaba a quitar todas aquellas barreras que le evitaran ver esa cumbre de vida que crecía debajo del ombligo de Taehyung. Algunos días lograba no despertarlo y en otras, como justo en ese momento, terminaba siendo atacado por quejas, aunque siempre terminaría con el alfa robándole risas.

— Jungkookie me haces cosquillas.

No importaba cuantas veces lo repitiera, siempre recibiría la misma respuesta, su alfa seguiría dejando un recorrido de besos en todo su abdomen, deteniéndose por algunos segundos más debajo de su ombligo, justo donde su vientre comenzaba a notarse un poco más con el correr de los días. Era diferente, se sentía distinto porque no se trataba de su abdomen plano teniendo una pequeña barriga por comer, ahora se trataba de vida. Sus cachorros se encontraban en ese espacio privilegiado donde su padre alfa decidía dedicar largos minutos para mimar.

— Basta, de verdad me estás haciendo demasiadas cosquillas, no puedo respirar.

— ¿Te beso los labios para darte oxígeno? – Jungkook alzó ambas cejas y amagó subirse sobre él, pero el omega lo empujó un poco para salir de su alcance sin dejar de reír –. No me alejes de nuestros cachorros, mi sol. Tú los tienes todo el tiempo, yo también quiero compartir con ellos.

— Eres demasiado mimoso cuando se trata de ellos – acunó el rostro del alfa hasta hacer que sus mejillas se abultaran, haciendo que alzara la vista hacia él mientras le regalaba una sonrisa cuadrada, de esas que le robaban el aliento a Jungkook. Se acercó lentamente hasta rozar la punta de su nariz con la contraria, dejando un tierno beso esquimal –, pero amo que seas así con nosotros.

— Son lo más importante en mi vida – murmuró en voz baja regresando a abrazar la cintura de Taehyung, sus mejillas fueron liberadas y pronto comenzó a frotar una de estas contra la suave piel desnuda del abdomen de su omega –. Por eso me preocupo de que estén bien, sobre todo tú, mi sol. ¿Cómo te has sentido? Recuerda que tendremos la visita con la doctora.

— Estoy bien – le sonrió, mientras enredaba sus dedos entre las hebras oscuras del cabello de Jungkook – estamos bien, ¿y tú?

Jungkook simplemente asintió, suspirando lentamente mientras se abrazaba más al cuerpo, el cual aprisionaba contra el colchón de su habitación, buscando mermar un poco su malestar. Los síntomas no habían disminuido en lo absoluto, mas no le importaba sentirse así, no cuando Taehyung se veía radiante cada mañana. Al menos siempre obtendría mimos luego de pasar por esos momentos molestos donde el revoltijo en su estómago ya no lo hacía vomitar, quedando solamente en la sensación nauseabunda.

Lo que sí disfrutaba era comer, amaba poder comprar comida extra y lograr que su lindo omega lo acompañara en cada uno de sus antojos, que no eran para nada extraños o extravagantes. No pasaba de algún sabor diferente de helado o un pastel de fresas con crema, quizá en ocasiones exageraba comiendo ramyeon y en otras no podía ni siquiera olfatear su café favorito, pero eso no le importaba.

Su hermoso omega, en cambio, parecía bastante normal, no sufría de ninguna incomodidad o malestar cuando se alejaban, quizá y solo tal vez se debía a que él siempre se encargaba en impregnarlo con su esencia, aunque ese era un asunto aparte, un pequeño trato silencioso entre el lobo omega y él. Le divertía que Seokjin se quejara todo el tiempo al notar que su omega disfrutara de su embarazo mientras él pasaba por situaciones que no le agradaban.

— Jungkookie.

— Sí, mi sol.

— Cuando dijiste que... te encargaste de Doyung.

— ¿Qué pasa con eso? – cuestionó de inmediato al percibirlo ansioso, su ceño se frunció de inmediato y su lobo alzó las orejas, estando alerta ante el malestar de su omega.

— Pues, Seokjin hyung mencionó algo sobre Colmillo y sangre, como último castigo de... — sus palabras fueron interrumpidas por los cálidos labios de su alfa.

— Prometiste que confiarías en mí para encargarme de ese alfa, ¿lo recuerdas? – murmuró Jungkook aún sobre sus labios sin cortar el contacto visual, sus ojos se pintaron de rubí intenso, obtenido un asentimiento por parte del omega –. Bien. No tienes que preocuparte porque intente hacer algo. Dudo mucho que lo vuelva a hacer desde el lugar en el que está.

Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Taehyung al comprender aquellas palabras porque no hacía falta más detalles para saber que Kang de una u otra forma había desaparecido de su vida, era totalmente libre y todo se lo debía a su alfa. Quizá fueron días tensos donde Jungkook no podía dormir y pasaron otros más donde él mismo despertaba entre pesadillas siendo arrullado por su alfa, pero todo había terminado.

No estaba interesado en saber absolutamente nada respecto a nada que le atara a su pasado, como lo era la propia Minseo quien se presentó ante Jungkook para hacerle entrega de los documentos legales donde se le adjudicaba a Taehyung como único heredero de la fortuna de su familia. Cosas como una empresa muerta, no le interesaba, pues nunca estuvo relacionado con nada de lo que hacían sus padres. Lo único que le habría encantado tener era la granja que fue de sus abuelos, mas ahora eso ya no existía.

— Confío en ti, alfa – susurró, con una sonrisa llena de paz –. Nos protegiste.

— Lo prometí, siempre cumplo mis promesas.

— ¿Sí? – el alfa murmuró una afirmación mientras frotaba su mejilla en el abdomen de Taehyung, sintiendo un cosquilleo extraño en su propio cuerpo –. Entonces, ahora que todo está en orden, prometes no ponerte nervioso en la consulta con la doctora.

— Mi sol – se quejó, su voz escuchándose amortiguada al esconder el rostro – solo sucedió una vez.

— Le gruñiste a la doctora.

— Porque te hizo sentir incómodo.

La risa de Taehyung invadió de nuevo la habitación llenándola de un brillo especial, uno que le podía ganar al mismo sol que entraba entre rayos amarillos por la ventana que aún seguía un poco cubierta por la cortina. Sí, definitivamente podría morir por escucharlo reír, incluso podía decir que el embarazo le acentuaba de maravilla porque lo volvía mucho más risueño, de momento sus cambios de humor solo se limitaban a eso. Miradas divertidas, sonrisas radiantes y en ocasiones uno que otro mohín que abultaba sus labios para obtener algo.

Jungkook le daría la tierra o la luna, si Taehyung se lo pidiera, haría cualquier cosa por él. Su precioso omega lo merecía todo.

— Ella no fue quien me hizo sentir así – murmuró apenas el omega entre risas, sin dejar de dar caricias en el cabello de su alfa – solo me sentí ansioso porque dijo que estaba bien si teníamos una vida sexual activa en el embarazo. Actuaste como si tu mente estuviera en otra galaxia cuando dijo que solo tendrías que tener cuidado porque tu jerarquía tendía a ser demasiado posesivo – Taehyung observó el rostro de su alfa, teniendo la mirada perdida de nuevo – Jungkook, de nuevo lo estás haciendo.

Ese pequeño punto era la excepción en toda esa situación. No, definitivamente no se sentía seguro o siquiera capaz de hacerle el amor a su omega sin pensar que estaría lastimando a sus cachorros. Aún tenía el miedo de lo volátil que era el lobo de Taehyung, quien se molestaba con cosas tan minúsculas como era el dejarlo sin una buena sesión de mimos a sus cachorros o el impregnarlo de su aroma cada día.

¿Qué pasaría si de pronto se descontrolaba? ¿Lo vería como una amenaza? ¿Se quedaría sin esas ocasiones donde aquel simple cosquilleo en su propia carne le hacían saber sobre la existencia de sus cachorros? No, no se arriesgaría.

— Jungkook, lo prometiste.

— Dije que lo haría cuando la doctora Jieun asegurara que todo se encontraba bien – su voz salió amortiguada en el momento que buscó refugio en sitio favorito, ese que llamaba hogar y ahora estaba adornado con una hermosa marca –. Prometo consentirte todo lo posible después de hoy.

— Eso quiere decir que tu tatuaje ya sanó lo suficiente.

Quizá y solo quizá debía comenzar a omitir ciertas informaciones a Taehyung, porque el tatuaje del que hablaba se lo había hecho con dos fines; el primero para honrar la unión de ellos dos y la segunda razón era para tener una excusa válida para evitar que su omega hormonal lo atacase. Sabía que el lobo de Taehyung no estaba interesado en él y eso le dolía un poco en el orgullo, pero solo un poco.

Proteger a los cachorros se había vuelto una tarea la cual el lobo de Taehyung se había empeñado en hacer lo mejor que podía y él no permitiría que se sintiera obligado a algo.

El tacto sobre su piel sensible le hizo erizar todos los vellos del cuerpo, era delicado y casi como un fantasma de lo que sería el contacto verdadero. Porque Taehyung apenas rozaba la yema de sus dedos delineando aquella imagen que iba desde su hombro donde se dibujaba una luna llena brillante, debajo de esta la silueta del lobo blanco de su precioso omega, adornado con un bosque en pleno invierno y finalmente en la mitad de su bíceps la silueta de su propio lobo.

Había sido una decisión precipitada y debió haber pensado mejor que su primer tatuaje fuera algo tan grande, mas no se arrepentía de tenerlo. El diseño fue cortesía de su omega y por supuesto que la segunda sesión fue mucho más dolorosa que la primera, pero eso le permitió tener muchos mimos por parte de Taehyung, claro después de una reprimenda por hacerlo sin él. No era su culpa querer sorprender a su omega con el tatuaje.

— La piel ya está más sana y ahora se ve mucho más brillante. – dijo en voz baja, aún hipnotizado por cómo se marcaba el músculo en el brazo de su alfa, ¿así se había visto todo el tiempo o solo era producto del dibujo?, sus dientes atraparon su labio inferior y no pudo evitar soltar un poco más de su olor al ver la espalda de Jungkook.

— Saca esa idea de tu cabecita – murmuró Jungkook mientras mordía lo poco de piel expuesta que tenía al alcance, sacándole un jadeo a su precioso omega, quien hizo a un lado la cabeza para darle mayor libertad –. Tú también estuviste de acuerdo con esperar.

— Okay – había sonado demasiado inocente, tan encantador, como un ronroneo bajo que simulaba estar totalmente de acuerdo. Sus intenciones estuvieron más que claras cuando entre delicados roces Taehyung rasguñó la amplia espalda de Jungkook, sacándole un siseo, erizándole la piel y el lobo en su interior, se regocijó ante la estimulación que estaba recibiendo.

— Taehyung – fue solo su nombre saliendo de los labios de su alfa, algo tan insignificante como eso logró hacerlo sentir culpable. Aunque pronto tuvo manos cálidas acunando su rostro y los labios de Jungkook, dejando un tierno beso en su frente –. Mi sol – susurró apenas sin despegarse del contacto – solo quiero estar seguro de que nada malo pasará.

— Estaremos bien... Sé que te preocupas, pero me es muy difícil.

— Para mí también me es difícil – Jungkook rodeo la cintura del omega para alzarlo un poco, obteniendo una respuesta inmediata de ese cuerpo que se entregaba totalmente a él solo para él, pronto teniéndolo sobre su regazo a horcajadas, obteniendo mayor facilidad para acceder a la curvatura del cuello de Taehyung – crees que es fácil para mí tenerte y no poseerte. Sentirte y al mismo tiempo no hacerlo – un leve ronroneo salió del omega al sentir las caricias de las manos sobre su cuerpo delineando cada curva –. Anhelo el momento de volver a fundirme en ti, pero si lo hago justo ahora, cuando tu lobo está tan a la defensiva, dudo mucho que me perdone por burlar sus esfuerzos por proteger a nuestros cachorros.

Taehyung abrió lentamente los ojos al sentir cómo la curvatura de su vientre chocaba con el abdomen plano de su alfa, recordándole que había algo o más bien algunos más entre ellos. El cosquilleo burbujeante que se acentuaba en esa zona en específico lo recorrió por completo junto con el tacto delicado de Jungkook, sumado al leve escalofrío que fue el sentir la mano protectora del alfa sobre su vientre.

— Creo que, mi lobo, aún tiene miedo que algo les pase – Jungkook murmuró una afirmación apenas junto con una bonita sonrisa mientras se deleitaba con las caricias dejadas en su cabello –. Es peor ahora que tenemos tres meses porque se siente más real, no quiero dejar de sentirlos.

— Yo tampoco quiero eso. También los puedo sentir, así que solo debemos ser un poco pacientes, ¿de acuerdo?

— Sí. La última vez que tuvimos una sesión con la psicóloga dijo que yo también debía volver a conectar con mi lobo para poder... ya sabes – Jungkook sonrió amplio besando el rostro del omega, casi derritiéndose por la ternura que le causaba verlo tan cohibido al hablar del aspecto sexual.

Cuando regresaron de Jeju, ambos decidieron que lo mejor sería ir a unas cuantas terapias con la psicóloga de Be Live, solo como un método de ayuda para pasar esos días tan traumáticos que habían sacado a flote inseguridades ocultas. Jungkook aún debía asistir a cuatro más y Taehyung solo necesitaba dos.

Se encontraban bien, solo necesitaban tratar esos temas antes que los cachorros llegaran a sus vidas, era mejor ahora que estaban en el limbo de la incertidumbre sobre si todo iría bien con el embarazo. Era cuestión de esperar el veredicto médico para darle un respiro a sus pobres mentes abrumadas.

Solo un poco más, todo sería más claro reduciéndose a una cita que tenían esa misma tarde donde podrían volver a ver a sus cachorros en su interior, ¿habían crecido tanto como lo hacían parecer por fuera? Su vientre estaba bastante abultado, mucho más de lo que estuvo antes con el último cachorro, al contrario de sus antiguas experiencias, ahora todo lo sorprendía. Ese embarazo había sido una total tortura porque siempre se sintió enfermo, con la constante necesidad de eliminar aquello que lo hacía sentir mal, obviamente guiado por su lobo, quien no aceptaba estar en cinta.

Ahora, amaba estar en cinta. Poder sentir el olor de su alfa rodeándolo le hacía sentir demasiado bien. Saber que ese cierto cosquilleo se debía a la existencia de sus cachorros le fascinaba y que Jungkook armara nidos improvisados para él le parecía lo más tierno que un alfa podía hacer.

Aún recordaba una de las noches que no se sintió bien y el lobo de Jungkook tomó el control mencionando que debía hacer un nido, Taehyung lo intentó convencer de que no era necesario, aunque fue ignorado porque el alfa lo miró ceñudo para luego salir de la habitación. Lo siguiente que vio fue a Jungkook sacando la ropa de los cajones, acomodando los cobertores alrededor de él y cuando estuvo satisfecho con el resultado los hizo dormir en el medio de este.

Se sentían ansiosos por volver a verlos y recibir buenas noticias de su propia doctora, quien tendría toda la información sobre cómo llevar el embarazo. 

— Omega.

Una simple palabra le hacía erizar toda la piel, amaba poder percibir ese tacto tosco y a la vez delicado paseando por su espalda junto con los roces posesivos que siempre recibía. Manos fuertes apretando su carne, aliento cálido paseando por su piel, labios delineando sus curvas y el aroma a chocolate amargo inundando sus fosas nasales como bienvenida al nuevo día.

Enterró un poco más la cara en la almohada mientras su cuerpo despertaba con los agradables estímulos que recibía. Se sentía tan dichoso, tan hambriento, deseoso y codicioso que aquello no terminara, mas todo lo bueno debía tener un fin, eso vino acompañado de algo que le sacó un quejido debido a la nalgada que recibió, sumado a las palabras que escuchó solo le sacaron un gruñido.

— Despierta, tenemos que ir a trabajar – un pequeño chillido salió de su boca cuando sintió otra nalgada y luego un agarre demandante. Cosa que le hizo alzar la cabeza para mirar con mala cara al alfa que le sonreía satisfecho con su reacción.

— Vete a la mierda, Yoongi hyung – le gruñó en reproche hacia el trato que recibía, al menos intentaba mostrarse indignado, pero Yoongi sabía que solo era una fachada de disgusto. Sin embargo, Jimin aún no se recuperaba del trato de la noche anterior, para eso necesitaba más tiempo – tú debes ir a trabajar, yo tengo el día libre. Ve a hacer tu trabajo de alfa mientras yo me quedo aquí.

— Si me voy quién me asegura que comerás. – la voz rasposa del alfa lo hizo estremecer, su lobo estaba más que extasiado al escucharlo hablar de esa manera, una punzada en su trasero le hizo quejarse bajo, haciendo que el alfa le gruñera al malinterpretar su respuesta, pero si algo tenía Yoongi era que sabía cómo convencer a su omega terco –. Siempre dices que lo harás y no es cierto – lo estaba tratando de seducir con esa voz, ese tacto en su cuerpo, los labios jugueteando con el cartílago de su oreja, lo hicieron arquear la espalda para buscar más contacto.

— Lo prometo, comeré cuando regreses – murmuró apenas, perdido entre el tacto, el cual lo abandonó, alejándose totalmente de él.

Jimin se incorporó de inmediato cuando escuchó al alfa dar un gruñido de esos que no podía controlar cuando se enojaba, lo vio ir y venir de un lado al otro buscando en su closet la ropa que se pondría para ir a trabajar. Todo bajo la atenta mirada del omega. Yoongi sabía que lo observaba, sabía que lo estaba mirando así con ojos anhelantes, pero no podía no enojarse cuando su terco omega seguía saboteándose una y otra vez.

— Yoongi hyung ¿estás molesto? – un bufido fue su única respuesta mientras el alfa frotaba su rostro en desesperación y le indicaba que hiciera silencio. Jimin abultó sus labios mientras se abrazaba a su cuerpo. De nuevo lo estaba haciendo –. Por favor habla conmigo.

— No quiero hablar o decir algo en estos momentos, porque sé que puedo mencionar algo hiriente o fuera de lugar.

Un suspiro pesado salió de lo más profundo del pecho del omega, podía olfatear la decepción de su alfa hacia sus propias actitudes ¿Cuántas veces le había prometido romper con sus malos hábitos? Y lo que era más importante ¿Cuántas veces más había roto esa promesa? Posiblemente, la misma cantidad de veces que lo prometía. Aunque no podía borrar algo que lo acompañó durante años en tan poco tiempo.

Quizá ahora era más permisivo consigo mismo, mucho más de lo que era dos años atrás, porque el alfa influía al invitarlo a comer seguido, aunque eso representara no comer durante varias horas más. Al principio funcionaba ese método, Yoongi lo halagaría por tener una cena o una comida juntos y Jimin no comería por dieciocho horas seguidas o incluso más porque el alfa no lo notaría gracias a la distancia que mantenían.

Ahora era imposible hacer algo como un ayuno tan extendido, el alfa se encargaba de hacerlo comer cada hora del día, eso le gustó hasta el día anterior cuando sus ojos le hicieron ver algo verdaderamente horrible mientras se daba una ducha. Dándose cuenta de que unas líneas blancas habían aparecido, extendiéndose en los costados de sus piernas y otra más en su redondo trasero.

Todas sus alertas se activaron, haciéndolo salir de inmediato del baño, desesperado, buscando aquello que le revelaría la verdad que tanto temía. Sus inseguridades lo atacaron al ver el número en la báscula de su apartamento, la cual estaba oculta de la vista del alfa, obviamente. Había subido ocho kilos en tan pocas semanas, él lo notó en su ropa. Todo quedaba más ajustado y sus intentos de ignorar lo que era tan claro como el agua, ahora se reflejaba en un seis junto a un ocho.

Estúpida comida. Estúpido cuerpo. Estúpido peso.

Yoongi salió del baño de su habitación con el mismo semblante molesto, con la corbata negra enrollada en su mano y el cabello húmedo. Jimin no podía evitar verlo, no cuando esas mismas manos que sujetaban las prendas de vestir lo habían estado haciendo delirar unas horas atrás. El alfa se acercó hasta él, dándole una mirada seria.

— Ponte un poco de ropa – le extendió uno de sus bóxeres, una camiseta y unos shorts oscuros, ¿lo estaba sacando de su apartamento? – necesito que te cambies y salgas de la cama. Iremos a desayunar. Sin excusas.

— Pero tú nunca desayunas.

— Tú nunca comes si no estoy contigo y no puedo... — el alfa presionó sus labios en una fina línea, intentando no perder el control.

Diosa, ¿Por qué su omega era así? No podía reprenderlo por su comportamiento autodestructivo si lo veía así, con sus mejillas regordetas, todas pálidas, con ojos vidriosos, sus labios abultados, mientras se abrazaba a su cuerpo esperando por él. Joder, lo amaba. Amaba cada espacio de ese ser que tenía enfrente, pero a veces solo a veces se le dificultaba no perder los estribos cuando se comportaba así.

— Jimin – su voz, de nuevo esa voz por la que se sentía débil, las rodillas le fallaban, las piernas se le hacían gelatina y su lobo solo repetía una palabra. Alfa. Pedía por él, para que de nuevo lo tomara –, no puedes seguir así. No quiero que sigas así.

Yoongi se acercó al cuerpo del omega y su ceja se alzó al ver cómo era recibido en el medio de las piernas de Jimin. Tan perfectas, abiertas para él, recibiéndolo en una cálida bienvenida. Sus manos no tardaron en pasearse por ese recorrido que ya conocían, tenía un mapa mental construido en imágenes perfectamente acomodadas en su memoria, pronto estuvo a centímetros de rozar sus labios con los contrarios. El aire comenzó a saberle al omega, la punta de su lengua no se privó de tomar un poco de esa esencia, la cual convirtió su saliva en el néctar de sus delirios.

— Anoche estabas bien... Tú... – se detuvo por algunos segundos al no saber cómo continuar –. Necesito saber, ¿Qué pasa? ¿Por qué parece que todo va bien y de pronto vuelves a lo que siempre conoces?

El alfa se separó un poco del cuerpo que aprisionaba, sin dejar de verlo a los ojos, había miedo en ellos, como si aquello que ocultaba lo lastimaría al decirlo. Un mechón de cabello rubio cayó sobre el rostro perfecto de Jimin, el cual fue quitado con delicadeza para así no ocultar sus bonitas facciones. No quería perderse el momento en el que se decidiera a hablar.

Por favor.

Pudo notar como el labio de Jimin se abultaba más intentando ocultar el temblor de este mientras sus mejillas se pintaban de un bonito rosado hasta hacerlas ver un tanto rojas.

— No me gusta subir de peso – admitió en un pequeño susurro que trató que fuera lo más bajo posible, quizá aun intentando que no lo escuchara, pero Yoongi lo hizo.

— ¿Por qué?

— Porque me veo gordo, hyung y así no soy bonito.

— ¿Quién te dijo esa mentira? – reprochó el alfa, mientras dejaba una caricia en las mejillas contrarias, sintiendo cálido en su pecho al verlo buscar más contacto –. Amo cómo te ves cuando subes de peso. Tus mejillas se llenan de color, tus pómulos no se pronuncian tanto, cuando adelgazas parece que no tuvieras el mismo brillo. Además, yo no veo que hayas subido de peso.

Por supuesto que era una gran y gigantesca mentira, porque Yoongi había notado el cambio en el cuerpo de su omega, pero, joder, ¿lo podían culpar acaso? Parecía que el cuerpo de Jimin se acomodaba a resaltar sus mejores atributos, como lo eran sus piernas o ese redondo trasero, el cual amaba amasar entre sus manos.

— Eres un mentiroso, sabes muy bien que he subido de peso. Yo mismo lo sé.

— Y ¿Cómo lo sabes?

— Porque es mi cuerpo – se quejó mientras se echaba hacia atrás, cayendo sobre la superficie blanda de la cama, dejando descubierto su torso desnudo, el cual tenía ciertas marcas rojizas en sus costillas, en sus pezones, en las clavículas y todas producto del mismo alfa al cual tenía encima –. Ayer descubrí que tenía... — su labio tembló al sentir un poco de asco hacia su propio cuerpo y cubrió su rostro con su brazo para evitar la vergüenza que le provocaba admitir aquello.

— ¿Qué descubriste? – murmuró el alfa mientras se subía más sobre el cuerpo del omega, volviendo a aprisionarlo, como siempre lo hacía, porque sabía que solo así se sentía más seguro de admitir las cosas que le causaban mayor inseguridad –. Acaso descubriste que eres perfecto de los pies a la cabeza – dejó un beso en el sensible botón izquierdo de Jimin quien apenas jadeó – o es que por fin te diste cuenta de que no importa lo que hagas siempre te verás bien y por eso no lo quieres admitir.

— Basta hyung – replicó intentando sacarse de encima los labios que recorrían su piel. Casi cae bajo los encantos del alfa hasta que percibió las manos a los costados de sus piernas, subiendo lentamente, llegando al lugar del terror – ¡no!

— ¿No? – el ceño fruncido del alfa se llevó toda la atención de Jimin, el aura juguetona de segundos antes ya no estaba –. No quieres que toque tu cuerpo cuando la noche anterior fue mío ¿Cuál es la diferencia?

— Ahora hay luz.

— ¿Qué?

— Ahora hay luz y puedes ver eso ­– Yoongi alzó una ceja, confundido por lo que se le decía, ¿acaso se había perdido de algo? Él mismo recorrió cada espacio del cuerpo de Jimin, no encontrando algo ajeno – las... marcas – murmuró apenas – verás esas asquerosas marcas.

— ¿Las estrías? – un gruñido salió como respuesta, seguido de un quejido, el cual le divirtió al alfa en vez de molestarle. Le parecía tierno, aunque ya estaba más que preparado para cuando este momento llegara. Porque él mismo notó cuando aquellas líneas comenzaron a formarse, porque fue él mismo quien lo distrajo con caricias y palabras embriagantes para que no las notara.

Jimin intentó apartar al alfa cuando lo escuchó reírse por lo bajo. Quizá ahora si lo prefería molesto y no riéndose de él. Diosa luna, ¿Por qué tenía que tener un alfa como él? mas la respuesta no se hizo esperar cuando volvió a sentir un escalofrío en su cuerpo al percibir los labios del alfa en los costados de sus muslos.

— No son estrías amor – murmuró aun sin separar sus labios de la piel cálida – es el recorrido que dejan mis labios al besarte.

— B-basta, no hagas eso – se quejó, aun sin hacer amague de quitar de encima al alfa que seguía en ese lugar, haciéndolo estremecer cuando sintió dientes mordiendo su carne.

— Son las marcas de mis colmillos al morder.

— Hyung...

— Las líneas que mis uñas dejan al aferrarse a tu piel cuando entro en ti.

— Alfa.

¿Cómo era posible que algo que le repudiaba de su propio cuerpo estaba siendo mimando de aquella manera? ¿Por qué ahora en vez de asco le causaba estremecerse cuando sentía la humedad de la boca del alfa contra su piel? ¿Por qué ahora solo quería que Yoongi no se alejara de ese espacio y lo proclamara como su propiedad?

— Eres perfecto Jiminie y no voy a dejar que unas ideas tontas hagan que el cuerpo que amo sea menospreciado ni siquiera por ti.

— Entonces, ¿no te molesta que suba de peso y me ponga gordo?

— Gorda, me la pones.

— ¡Hyung! – sus quejas quedaron suspendidas en el medio de un beso hambriento, lleno de deseo, ¿estaba convirtiendo su enojo en lujuria?, podría vivir así, siendo víctima de esos momentos o quizá podría caer fácilmente ante la manera que tenía el alfa para borrar sus inseguridades – Alfa.

— Es la verdad Jimin, solo tú haces que mi lobo reaccione así. Soy adicto a ti.

Yoongi atrapó el cuerpo delgado del omega contra el suyo, sintiendo las manos ajenas, recorriendo su propia espalda, estirando la tela de su camisa. Apresó las muñecas de Jimin a los costados de su cabeza para evitar que rompiera su ropa, escuchando las quejas del menor mientras se removía buscando más contacto. El alfa le gruñó en la cara, cosa que solo hizo que el omega mordiera su labio, sintiendo un tirón en su vientre, haciéndolo casi jadear.

— No vuelvas a decir que alguna parte de tu cuerpo es de cierta manera a menos que sea para halagarla – ronroneó en el oído de Jimin, haciéndolo estremecer al hacer un recorrido desde el lóbulo derecho hasta llegar a su barbilla – ¿tenemos un trato?

— Lo prometo.

— Sin promesas – masculló el alfa sacándole un quejido al morder el labio inferior – esas no van contigo.

— Entonces puedo prometerlo de una manera diferente.

— ¿Sí? – cuestionó el alfa, mientras alzaba una ceja al notar que pequeños dedos iban quitando botón por botón en su camisa – Jimin – reprendió por la actitud del omega, quien solo se mordió el labio.

Diosa, amaba cómo podía manipularlo de esa manera, en serio se había vuelto adicto a cualquier tacto que proviniera de Jimin y el pequeño omega parecía estar dispuesto a explorar todo con él. Mas ahora no era el momento para sucumbir ante las tentativas piernas tonificadas, esos toques traviesos que le hacían erizar la piel y no podía evitar perderse en el recorrido que hacía la punta de la lengua contraria, paseándose de un lado al otro sobre los labios rosas y abultados.

Jimin observó con hambre la piel blanquecina con leves rastros rojizos en el pecho del alfa. Joder, amaba lo marcado de los pectorales de Yoongi, al igual que los músculos de los brazos, todo estaba bien oculto debajo de ropa sofisticada y solo él era el privilegiado en obtener eso. Pequeñas manchas violáceas le hicieron sentir un apretón en su vientre al recordar que él mismo hizo esas marcas, probando el terreno, un poco de trabajo de campo para lo que quería hacer.

El verde esmeralda brilló en los ojos del omega llamando a su alfa, quien no tardó en hacer brillar en dorado los iris contrarios. Sus dedos subieron lentamente por cuello del alfa hasta enredarlos en las hebras oscuras, jalando un poco de estas para acercarlo hasta que sus labios eran separados por milímetros.

— Alfa.

No necesitó palabras para hacer que Yoongi le correspondiera en su pedido, besando con delicadeza sus labios, delineándolos cada tanto con su lengua, mordiendo de vez en cuando para hacerlo jadear y así abrirse paso a explorar más de su boca. Sabía que estaba cayendo entre su red de sonidos placenteros, con sus caricias que le recorrían la piel, eso le dio paso para aventurarse a cortar el beso, sosteniendo las mejillas ajenas mientras hacía un recorrido desde su barbilla hasta perderse en la curvatura del cuello.

Yoongi ladeó la cabeza para darle libertad de pasearse sobre su piel, aferrando su agarre en los muslos ajenos. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al sentir humedad donde los labios de Jimin besaban con fervor.

— Alfa – susurró el omega contra la piel que rojiza y húmeda, un gruñido bajo fue su única respuesta, sacándole una sonrisa, esta vez no diría nada por esa actitud, de hecho, esa era la que necesitaba – te haré una promesa, si tú me prometes algo.

— ¿Una promesa? – el tono bajo, casi raspando la garganta ajena, le sacó un ronroneo satisfactorio. Sin embargo, cuando el alfa amagó incorporarse para encararlo, Jimin no lo dejó, volviendo a su tarea anterior.

— Te prometo comer y no preocuparme por mi peso – un leve embiste falso le sacó un jadeo. Se contuvo de perderse a sí mismo al sostenerse de los hombros ajenos. Sabía que esas palabras le gustaban a Yoongi, conocía la manera que tenía este de recompensarlo – lo haré si prometes que serás tú quien cocine.

— ¿Estás tratando de manipularme con esto?

— No, solo estoy haciendo una promesa contigo, ¿aceptas? – estuvo a punto de negarse, casi lo hace, pero de nuevo Jimin sabía cómo convencerlo – alfa, por favor.

— De acuerdo. Pero cómo estaré seguro de que cumplirás.

La respuesta vino acompañada por un gruñido, alto y ronco por parte del alfa al sentir dientes rompiendo su piel, presionando. Su lobo se sintió reacio los primeros segundos ante la acción del omega al querer marcarlo como si intentara dominar sobre él, pero la manera en la que lo estaba haciendo no era demandante, más bien parecía verdaderamente una promesa, algo que escondía más.

El dolor era soportable y su orgullo como alfa estaba intacto al comprender que su omega solo estaba asegurándose de crear algo con él. Jimin no dejaba de morder su labio mientras observaba la bonita marca en el cuello del alfa.

— Esta es nuestra promesa alfa.

— Así que decidiste morderme, marcarme, reclamarme para prometer esto – murmuró, manteniendo una ceja alzada ante el semblante divertido del omega, quien asintió levemente como respuesta – lo has hecho cuando dijiste que nada de cosas como esas.

— Hablaba de mí, una marca es un paso importante – Yoongi negó un tanto divertido porque esa conversación ya la habían tenido. El que Jimin llegara a tener su marca no era un tema imposible, mas sí era algo que lo tomarían con calma, ambos debían estar de acuerdo –. Además, es muy difícil ser modelo y tener que ocultar una marca. Todo el mundo me ve, pero tú solo eres mío y te puedo marcar las veces que desee, ¿verdad?

— Eres un manipulador. Siempre haciendo este tipo de cosas cuando sabes que no me puedo negar a ti si actúas de esta manera.

El cuerpo del alfa lo aprisionó de nuevo, sacándole un jadeó que casi llegó a ser un gemido, de no ser porque murió ahogado entre los labios de Yoongi, besándolo como si esa fuera su manera de reclamar lo que había hecho en su cuerpo. No podía quejarse de sentir el calor subiendo con cada segundo que pasaba, estremeciéndose al sentir un tacto fuerte en su trasero. Estaba pronto a llegar a su límite, mas toda la efervescencia acumulada en su vientre se detuvo.

Jimin jadeó un tanto agitado cuando el aire quedó ausente de la esencia del alfa. El frío de la distancia lo hizo encogerse en su sitio mientras lamía sus labios, saboreando los restos de aquel beso, asegurándose que no lo imaginó, pues Yoongi volvió a su tarea de vestirse, esta vez buscando una nueva camisa, ya que la que tenía puesta estaba llena de arrugas con rastros de sangre. El omega observó las prendas que le habían sido dadas con anterioridad y las tomó para hacer lo mismo que el alfa.

Se vistió como si su relación con el alfa dependiera de eso. Lo hizo lo más rápido posible para salir corriendo a abrazar la amplia espalda de Yoongi quien no se sorprendió en tenerlo aferrado a su cuerpo, olfateándolo y de paso marcándolo con su olor. Una sonrisa ladina se asomó apenas en sus labios mientras se quedaba totalmente quieto, sintiendo al omega frotar su rostro una y otra vez en la tela de su camisa. Las manos pequeñas y regordetas, paseando por su pecho, jugueteando con los botones, llegando a soltar dos de estos.

— Jimin – el omega murmuró una respuesta y Yoongi tomó ambas manos, llevándolas a sus labios para besar el dorso de estas – se nos hará tarde.

— ¿Sigues molesto? – murmuró apenas, dejando algunos besos sobre la estorbosa tela que cubría la espalda. El alfa se volteó completamente para encararlo y acunar su rostro, apretando un poco más sus mejillas para luego besarlas repetidas veces y por último un tierno beso en sus labios – ¿no te gustó que te mordiera?

— No, no me molestó que lo hicieras. Pero sí se me hará tarde.

— Entonces vamos a la cocina, muero porque prepares un poco de comida.

Jimin lo tomó de la mano guiándolo fuera en el pasillo con dirección a la cocina, el alfa no se hizo de rogar y avanzó a paso lento hasta que hizo respingar al omega debido a la nalgada que recibió en su trasero y antes de sacar una queja fue abrazado por detrás caminando entre pasos torpes.

Sí, definitivamente podía aprender a borrar sus actitudes autodestructivas de esa manera. El sonido de su teléfono le indicó que había notificaciones por revisar, mas no puso atención, sabía el porqué de aquel sonido incesante que le advertía de algo grande. Alguien tendría una enorme sorpresa.

— ¡No!

El alfa podía sentir que una de sus venas se saltaba y no precisamente una que le diera gusto que lo hiciera. Era la quinta vez que lo intentaba, pero se le hacía difícil guardar la calma cuando su omega se ponía así de insoportable. Namjoon tenía mucha paciencia para lidiar con el embarazo de Seokjin, lo había hecho durante todos esos meses, mas ahora parecía que el omega no daría su brazo a torcer.

— Jinie, necesito que lo prometas.

— Namjoon-ah, no haré algo a lo que me niego rotundamente.

— Debes hacerlo.

— No.

Llevaban dos horas discutiendo el mismo tema llegando al mismo resultado. Seokjin se negaba a salir del nido en su habitación. Era totalmente entendible que se sintiera de mal humor, pero negarse a tomar las vitaminas que servirían para contrarrestar sus malestares era una actitud totalmente infantil.

— Jinie, no lo diré otra vez. Necesito que prometas que comerás algo y luego tomarás las vitaminas que te recetaron – el ceño fruncido del omega le dejaba más que claro que no estaba de acuerdo y que de nuevo recibiría aquella respuesta.

— Namjoon, me niego a tomar esas asquerosas vitaminas, ¿has visto el tamaño de esas cosas? Si no muero al ingerirlas lo haré por el horrible sabor

— Entonces puedes partirla en pedazos y mezclarlas con tu jugo para que sea más fácil de digerir.

— ¿Y hacer más largo el sufrimiento arruinando mi jugo favorito?

Namjoon se frotó el rostro, desesperado por no encontrar una solución factible para hacer que su esposo tomara el medicamento que lo ayudaría a sentirse mejor. Nadie le había dicho que un simple resfriado durante el último trimestre de embarazo podría causar tanto problema, pero ahí estaban ambos, discutiendo.

— Solo estoy tratando de encontrar una solución para que te mejores. Es tan sencillo como bajar a desayunar, tomar las vitaminas y regresas aquí para no hacer nada más...

— ¿Nada? – Diosa, ayúdalo para no salir corriendo de esa habitación –. Paso todo el día gestando a tu cachorro Kim Namjoon. ¿Crees que hacer un cachorro es tarea fácil? Me duele el cuerpo, la espalda me está matando, me duelen los pies cuando camino, no puedo dormir por las noches, la bebé me hace ir al baño cada que se mueve. Para colmo de todo este embarazo, estoy enfermo y tú no ayudas mucho. Cuando tú llegues a sentir un poco de lo que yo siento podrás opinar al respecto.

— Amor, solo quiero que estés bien.

— Entonces no hables y quédate conmigo – abultó los labios, buscando convencer a su alfa para que regresara al nido junto a él. Namjoon daría todo por hacerlo, pero llevaba cuatro días ausentándose del trabajo y debía dejar todo listo para cuando su pequeño botón de otoño naciera.

— Sabes que no puedo hacer eso.

— Sí puedes. Eres mi esposo y yo tu jefe. Te doy permiso de ausentarte y atender a tu lindo esposo embarazado hasta que se sienta mejor.

Toda la tensión que había acumulado durante la discusión desapareció, como si de magia se tratara. Pudo sentir el cosquilleo en su interior que representaba la presencia de su cachorro y supo que estaba haciéndose notar porque Seokjin se quejó debido a los movimientos que la bebé estaba haciendo, su mano viajó hasta la curva pronunciada del vientre de su omega en un toque protector. Podía percibir contra su palma las patadas que estiraban la piel.

— Haz que se detenga – se quejó Seokjin con su rostro contorsionado en una mueca de dolor, algo que el alfa no le agradó en lo absoluto.

— ¿Duele?

— Incómodo, me está presionando y me hará ir al baño – la risa de su esposo lo hizo fruncir más el ceño –. Ya. Haz lo de siempre.

Namjoon sonrió ampliamente, bajando la manta que cubría el cuerpo del omega para luego subir la camiseta, descubriendo por fin la piel brillante, un tanto saltada y con dos estrías, las cuales eran totalmente nuevas. Acercó sus labios para dejar unos cuantos besos, sintiendo cómo era empujado por los movimientos de su cachorrita, mas bastó una risa contra ese espacio para que se detuviera.

La tensión en el cuerpo de Seokjin fue disminuyendo conforme los movimientos se iban haciendo menos y con eso se dejó invadir por la voz de su alfa, quien comenzó a hablar con su bebé. La voz de Namjoon siempre fue un factor importante durante todo ese tiempo, treinta y una largas semanas de las cuales ahora podía ver el ansiado final. Se suponía que debía llegar a las treinta y cinco para estar fuera de riesgos, así que no faltaba casi nada. Solo un poco más.

Las murmuraciones junto con la esencia de su alfa comenzaron a adormecerlo, y parecía que hacían el mismo efecto en su inquieta bebé, quien era la encargada de hacer que volvieran a unirse, no importaba cuán molesto estaba con Namjoon, siempre su cachorra haría de las suyas. Lo mantenía tranquilo, lo obligaba a estarlo porque mientras más sereno estuviera más placentero se hacía estar embarazado.

Un beso en la frente fue lo último que percibió antes de abrir los ojos, dándose cuenta de que se había quedado dormido por algunos ¿minutos?, el tiempo que haya sido no importaba porque había sido suficiente para que Namjoon lo volviera a arropar con las mantas. Hizo arder un poco el lazo entre los dos al verlo irse lentamente, obteniendo que regresara la mirada a él.

— Pensé que estabas dormido.

— Pues no lo estoy – se quejó, intentando incorporarse, recostándose un poco en el respaldo de la cama – quédate.

— No puedo, amor.

— Deja que Jungkook se encargue de todo el trabajo.

Era un tema que aún estaba a discusión, pero dado que el menor era quien mejor conocía la empresa y con el consentimiento del padre de Seokjin, el menor sería quien tomaría el puesto de vicepresidencia muy pronto. Namjoon tendría el puesto de presidencia para cargar con la mayoría de responsabilidades de lo que representaba la compañía de su amado esposo, mientras que él seguiría como segundo al mando, por decisión del mismo omega.

Jungkook pasaría a ser un asociado mayoritario, tendría una mayor responsabilidad dentro de la misma empresa, pero Seokjin no dudaba que era el mejor candidato para desempeñar un cargo como ese. El puesto del menor pasaría a manos de Yoongi y así seguiría teniendo el control de su empresa con las personas de mayor confianza. Eso le daría un respiro mientras se recuperaba.

— Moon, sabes que Jungkook también tiene responsabilidades con su omega, quien también está embarazado. – Namjoon se acercó lentamente a él de nuevo –. Además, creo que le debemos un respiro de tanto trabajo, por eso mismo le di el día libre porque necesitan asegurarse que ese embarazo esté tan bien como aparenta.

— A veces parece que no está embarazado – abultó sus labios, arrepintiéndose al segundo de sus palabras, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas al pensar que había dicho unas palabras tan hirientes. Las manos cálidas de Namjoon le acunaron las mejillas en cuanto notó ese brillo lleno de intranquilidad y fue llenado de besos.

— No llores, sé que no quisiste decir eso.

— Fue muy cruel de mi parte, ¿cierto? – un asentimiento por parte del alfa lo hizo sollozar –. No lo quise decir.

— Lo sé.

— Me alegro de que Tae esté en cinta y que su embarazo sea muy tranquilo. Es solo que no puedo evitar tenerle envidia, solo un poco.

— Lo sé. Pero sabes quién sí lo está pasando mal – el omega frunció su ceño, confundido al no saber a lo que se refería su alfa – Jungkook, él es quien está teniendo todos los malestares. Bueno, al menos algunos.

— Me habría encantado que tú también sintieras el embarazo.

Las risas de ambos hicieron eco en la habitación. Namjoon se acercó a juntar frentes mientras que con su nariz dejaba pequeños roces, dejando una leve marca de olor en la punta de la nariz ajena. Se había vuelto una costumbre impregnarlo de su propio aroma para mermar los síntomas del embarazo y le hacía muy feliz ver cómo eso ayudaba en demasía a su omega. No faltaba casi nada para que su vínculo siendo tres se fortaleciera más.

El alfa se sentía un tanto ansioso, por lo que pasaría al momento del nacimiento de su pequeño botón de otoño. Seokjin tenía planificado un parto por cesárea, se sentía mejor con esa idea, él también lo prefería así, pues su doctor les había mencionado que en ocasiones los destinados podían llegar a percibir el dolor contrario en el parto. Seokjin no quería sentir dolor al traer al mundo a su bebé y Namjoon tampoco era partidario de sufrir. Así que todo estaría bien solo unas semanas más y acabaría.

— En serio te irás – se quejó el omega al sentir un beso más en su frente, uno más pausado que le hacía saber que era la verdadera despedida.

— Debo hacerlo.

— Entonces vete.

— Lo haré – murmuró el alfa con una sonrisa, apresurándose a salir del alcance de las manos de su esposo –. Volveré en la tarde.

— No vuelvas.

— Si no regreso quién te pondrá la crema especial para esas nuevas estrías – Seokjin lo vio de manera indignada, pues era verdad que debido a las veces que no soportaba tener al alfa cerca habían aparecido esas marcas. Él no hacía tan buen trabajo como Namjoon –. Te daré un masaje en el vientre y te consentiré durante toda la noche – tentador debía admitir, pero se sentía ofendido al ser abandonado de esa manera después de decir que podría ausentarse. Así que en una acción un tanto infantil volteó la cara intentando no caer bajo los encantos de aquellos hoyuelos pronunciados –. Te amo Moon.

— Te odio – masculló, bufando, sintiendo una presión en el pecho al ver que su alfa no tenía problema con dejarlo solo –, pero más te vale volver.

— Volveré a ustedes, lo prometo – murmuró Namjoon, la sonrisa pequeña que se asomó en los labios de su omega, fue interrumpida por un estornudo, cosa que le hizo sentirse un tanto culpable por dejarlo solo, mas debía ser responsable –. Pediré que hagan un poco de pera con miel, eso ayudará ahora que no puedes tomar otra medicina que no sean las vitaminas.

— Nam... — murmuró apenas Seokjin sorbiendo un poco la nariz, el alfa regresó la mirada hacia él –. Te amo.

— Te amo más Moon.

Una mañana muy normal entre ambos desde las últimas semanas. Namjoon se preguntaba constantemente si así sería cuando por fin tuvieran a su cachorrita entre sus brazos, a veces podía sentir cómo la energía se le drenaba completamente y en otras ocasiones tendía a perder la paciencia. Pero, Diosa, amaba a su esposo con locura.

Su teléfono vibró en su bolsillo mientras ponía en marcha el auto, un rápido vistazo al correo recibido le sacó una sonrisa. Definitivamente, alguien se volvería loco. 

"¿Llegaste a mí o yo llegué a ti? O ¿acaso nuestras almas estaban conectadas con este fin?"

"No importa cuán roto este, el verte a los ojos, me ha hecho entender que esto debía suceder"

"Estaba destinado a conocerte, a conocernos, a tenernos"

"Esto no fue obra de una casualidad, quizá el destino solo quería jugar"

"No importa cuál haya sido el motivo de mi llegada o la tuya"

"Ahora no concibo una vida en la que no coexistamos, una mañana en la que no vivamos uno al lado del otro"

Maratón Pre-San Valentín

1/3

Fotito de Seokjin bien cansado de estar embarazado pero feliz 

Les dejo por aquí a nuestro alfa tatuado, se mira muy... antojable la verdad, tiene mucha razón Tae al traerle ganas.


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