CUARTO CAPÍTULO
CUARTO CAPÍTULO:
DULCES PALABRAS,
SON FÁCILES DE DECIR.
La llegada de la cuarta canasta fue ignorada por Alexa Cahill ante la presencia de Lucky. Sin embargo, cuando Clint Barton la atrajo a su atención, su rostro se convirtió en un poema.
— ¿Qué va mal, Alex?—, inquirió Clint, dejando la canasta de lado y acercándose a la chica rápidamente. Lucky se acostó sobre las piernas de ella, ya que se encontraba sentada en el piso, y comenzó a lamer sus manos hasta que la chica cedió a acariciar su espalda.
Alexa mantuvo sus ojos sobre el labrador, emitiendo un suspiro antes de contar lo que le pasaba —. He estado recibiendo estas canastas. Ya es la cuarta y lo único que noté es que las deja una vez al mes y siempre deja una nota.
El arquero bajó la mirada hacia la canasta repleta de malvaviscos y tomó la nota entre sus manos —. "Son fáciles de decir"—, leyó, frunciendo el ceño.
La pelirroja se levantó y se acercó a su heladera, donde habían otros tres papeles más —. Tienen sentido cuando los lees todos juntos. "Dulces caramelos, es lindo comerlos. Dulces palabras, son fáciles de decir." No se me ocurre que sea otra cosa más que un poema tonto.
— ¿Y quién te las deja?
Alexa se relamió los labios, mirando al chico con cierto temor. Sabía cómo iba a reaccionar y, aunque ella estaba aterrada, no quería abandonar las cuatro paredes que sentía como su hogar —. No lo sé.
—Alexa—, suspiró Clint —. Esto es serio. ¿Cómo es que alguien entra a tu casa y no dices nada?
—Sólo deja canastas con dulces, no es nada malo.
—Así empiezan los stalkers, Alexa. Nunca se sabe cómo reaccionaran a siguiente vez—, señaló el rubio antes de pasarse las manos por su cabello, despeinándolo aún más —. Eres una amiga conocida de los Vengadores, fácilmente puedes convertirte en un blanco.
—Estás exagerando—, negó Alexa.
Ella sabía que no estaba exagerando.
—Es suficiente. Te vienes a la torre con nosotros—, culminó Clint.
La pelirroja se giró —. ¡No! ¡Tony dijo que era mejor quedarme aquí a vivir con ustedes! Todo el mundo conoce que la torre de los Vengadores, ese es un mayor blanco si me preguntas a mí.
—No considerando que ahí vivimos nosotros, y está equipada con seguridad. Tú estás sola aquí, no tienes ninguna forma de defenderte y--.
Alexa suspiró —. Los demás no van a querer que me mude—, insistió.
Sin embargo, era una mentira. Ella estaba segura que ninguno de sus amigos tendría un problema con que ella se mude con ellos. Mucho menos si corría peligro. El verdadero problema era que no quería admitir que el misterio de las canastas la había vuelto paranoica.
Mucho menos quería enfrentar a Tony.
El científico le había insistido que ante cualquier problema, no dudara en contactarle. No obstante, nunca lo hizo. Habló con los hermanos Maximoff, sospechando que Pietro fuera el responsable al querer jugarle una broma sin sentido, también con Steve Rogers, su mejor amigo, y con Clint Barton, a quien consideraba su hermano.
A pesar de eso, ella sabía que Tony se sentiría dolido por ser uno de los últimos en enterarse. Y, probablemente, se enfadaría con ella.
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