Capítulo 14
Mingi pasó las últimas noches dando vueltas en su cama.
Usualmente dormía mucho, pero cuando tenía demasiadas preocupaciones apenas conseguía dormir. La noche anterior intentó acostarse temprano, pero acabó despertándose a las cuatro de la mañana y no pudo regresar a dormir, solo pudo resignarse a quedarse acostado con los ojos abiertos, vagando en su teléfono celular en lugar de hacer algo por él.
Por primera vez en años decidió tomar sus vacaciones. Su jefe no se negó a pesar de que fue una petición repentina, así que lo agradecía. Algunos de sus conocidos le preguntaron si pensaba pasarlas en el extranjero, ya que solía estar en otros países por trabajo en lugar de por placer, pero Mingi sabía que necesitaba sentirse en casa, por eso decidió regresar a la casa de sus padres.
Sus padres lo recibieron con los brazos abiertos, encantados de tenerlo de vuelta. La casa estaba llena de calidez y familiaridad, algo que Mingi anheló más de lo que se había dado cuenta. Los días pasaban lentamente, pero con una rutina que le ayudaba a sentirse más centrado. Las mañanas comenzaban con el aroma del desayuno preparado por su madre y las tardes se llenaban de charlas con su padre en el jardín.
Sin embargo, las noches seguían siendo difíciles. Mingi se encontraba dando vueltas en la cama, su mente incapaz de detenerse. Las preocupaciones y los pensamientos sobre Yunho, su vida y sus decisiones recientes le mantenían despierto. No era capaz de encontrar descanso, a pesar de la tranquilidad de su entorno.
Sin quererlo, se sentía como un fracaso.
Echó un vistazo al reloj en su mesita de noche. Eran las siete de la mañana.
Decidió levantarse y ponerse una sudadera sobre su pijama, dispuesto a salir al jardín. La brisa fresca de la madrugada le golpeó el rostro, y por un momento, se sintió un poco más vivo. Se sentó en un banco y dejó que sus pensamientos fluyeran libremente.
Recordó los días pasados en el arcade con Yunho, las risas compartidas y las miradas furtivas. Ciertamente fue divertido, tanto que le alegraba el corazón cuando lo recordaba, pero eso no evitaba que se le llenaran los ojos de lágrimas porque estaba demasiado confundido.
¿Era necesario que Yunho lo hiciera sentir como una cita? ¿Su primera cita?
No era justo.
A medida que el cielo comenzaba a aclararse con los primeros rayos del amanecer, Mingi sintió una pequeña chispa de determinación encenderse dentro de él. Sabía que no podía seguir así, atrapado en un ciclo de insomnio y pensamientos negativos. Necesitaba encontrar una manera de avanzar, de sanar y de entender sus sentimientos.
Regresó al interior de la casa, encontrando a su madre ya despierta y preparando el desayuno.
— ¿No pudiste dormir otra vez? —Ella le preguntó con una sonrisa comprensiva.
Mingi negó con la cabeza y se sentó a la mesa.
—No, mamá. Pero creo que esta mañana intentaré algo diferente.
— ¿Qué tienes en mente? —preguntó su padre, uniéndose a ellos.
—No estoy seguro aún, pero necesito hacer algo por mí, algo que me ayude a aclarar mis pensamientos y a sentirme mejor. No puedo quedarme todo el día en la habitación, no soy un adolescente.
Sus padres asintieron, ofreciéndole su apoyo incondicional. Mingi sintió una pequeña ola de esperanza mientras bebía su jugo de naranja favorito a sorbos. Sabía que el camino sería largo y complicado, pero estaba listo para dar el primer paso.
Su primer paso ahora mismo... era aceptar que en realidad no le gustaba tanto estar afuera.
A los ojos de los demás, Mingi tenía la vida soñada de un viajero, recorriendo distintos países en el mundo y hablando todos los idiomas necesarios para relacionarse con todas las personas que pudiera conocer. Era un alma libre con una vida poco estable, pero gustosa.
Era buena... pero no era lo que a Mingi le gustaría tener.
Desde siempre fue una persona que iba más por lo estable. A Mingi le gustaba tener sus días de descanso, esconderse en su habitación y gastar su tiempo haciendo pequeñas tonterías que eran importantes para él. Adoraba estar cerca de sus padres y disfrutaba de una rutina clara donde pudiera planear sus días sin pensar en tomar otro avión.
Era su propia debilidad la que le obligaba a escapar, a vivir una vida que no le complacía.
Mentiría si dijera que disfrutaba de su vida amorosa también.
Había cierta libertad en no tomarse en serio a sus parejas, en encontrar un amante furtivo en una persona que le gustara y luego terminar sin segundas miradas.
Era una libertad que le daba su corazón la seguridad de no ser lastimado.
¿Pero qué tan bueno era todo si al final del día estaba solo? Especialmente si ya no quería sentirse de esa manera.
¿Qué podría hacer al respecto?
Mingi regresó a su habitación con la idea de ordenar su mente. Se sentó en la cama, mirando el desorden de su espacio personal. Se propuso que la organización externa podría ayudarle a calmar su caos interno, pero antes de empezar, su teléfono vibró con un mensaje.
Era de Keonhee.
Sí, él también tenía ese problema en su larga lista.
Keonhee era un buen chico, amable y gracioso. Hizo claro su interés por Mingi, pero jamás hizo nada para empujar sus sentimientos hacia él. Siempre fue respetuoso, tanto que podía sentirse más como un amigo que alguien que esperaba pacientemente por su cariño.
Mingi suspiró y desbloqueó su teléfono para leer el mensaje.
Keonhee.
"Es un lindo día. ¿No lo crees?
Espero que hayas descansado :D"
10:02 am.
Sí, así de amable era él. Habían pasado días desde que aceptó tener una cita con él, sin embargo nunca fue presionado para retomarla. Keonhee simplemente aceptó que se fuera sin decir algo más, leyendo entre líneas que Mingi no estaba preparado para nada.
Mingi sintió un pequeño nudo en el estómago. Keonhee era considerado y respetuoso, no merecía que lo usara en la forma en que lo hizo solo porque no podía lidiar con sus propios sentimientos confusos.
Mingi.
"Hola, Keonhee.
Descansé. ¿Cómo estás tú?"
10:05 am.
La respuesta tardaría en llegar. Era un viernes en la mañana, Keonhee debía estar usando su teléfono a escondidas mientras se suponía que trabajaba, así que Mingi decidió dejarse de rodeos y continuó escribiendo.
Mingi.
"Perdón si soy demasiado desvergonzado.
Solo necesito preguntar.
¿Tu propuesta sigue en pie?"
10:06 am.
La respuesta de Keonhee llegó casi de inmediato.
Keonhee.
"Me alegro de que descanses.
Lo mereces, supervisor.
¡Estoy excelente, por cierto"
Y claro que la propuesta sigue en pie.
Estoy disponible cuando lo necesites"
10:06 am.
Mingi.
"¿Te parece hoy?
Sin presiones."
10:07 am.
Keonhee.
"Por supuesto.
Dame un momento para organizarme mejor.
Estoy deseando verte."
10:10 am.
Uh. Mingi debió hacer un esfuerzo por no sonrojarse. Usualmente era bueno lidiando con algo de coqueteo casual, tenía el talento para contestar de vuelta, pero ahora era solo un desastre que no sabía cómo actuar.
De alguna forma era culpa de Yunho. Su corazón no le permitía hacer nada si no era para él, su mente no podía hacer más que esperar una respuesta que solo Yunho le daría y sinceramente, su propia voluntad se decantaría por Yunho también.
Sí, era un desastre.
Mingi dejó el teléfono a un lado y se recostó en la cama, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo. Sabía que debía ser honesto con Keonhee, tanto sobre sus sentimientos como sobre su situación con Yunho.
No quería lastimarlo ni hacerle perder el tiempo.
Nadie merecía perder el tiempo.
Mingi pasó el resto del día haciendo varias cosas para organizarse. Comenzó por arreglar su habitación, buscando la ropa más bonita que trajo en su bolso y ordenando los libros viejos en su estantería. Luego abrió sus redes sociales, algo que dejó de hacer hacía varios meses y se tomó un momento para ponerse al día con mensajes y notificaciones pendientes.
Alrededor de las siete, mientras estaba sentado en su escritorio revisando algunos documentos, escuchó a su madre llamarlo desde el primer piso.
— ¡Mingi, tienes visitas!
— ¡Déjalos pasar, mamá! —gritó a modo de respuesta, sin siquiera levantar la cabeza.
Unos minutos después la puerta de su habitación se abrió y entraron Wooyoung, Yeosang y Seonghwa. Mingi no pudo evitar sonreír un poco al verlos.
—Hey, ¿cómo están? —Mingi señaló a la bolsa que Wooyoung traía en su mano derecha—. ¿Me trajeron dulces? Si que son un verdadero grupo de contención.
Antes de que Wooyoung pudiera decirle que no hablara tonterías, Yeosang caminó hasta su cama y se tiró boca abajo.
—Perdón, necesito un momento.
Seonghwa le miró como si le pidiera disculpas.
—Dale un momento, tuvo un día muy pesado.
Mingi soltó una risita y giró su silla para mirarlos. Wooyoung ya se hizo de un lugar en la alfombra, recargando la espalda contra el borde de su cama y repartiendo algunas latas de soda.
— ¿Tan malo fue? ¿Incluso si el director es tu noviecito?
Yeosang asintió lentamente con la cara hundida en las sábanas.
—No tienes idea, él también estaba al borde del colapso incluso si no lo admitía. —Yeosang parpadeó perezosamente, apenas alcanzando la lata que Wooyoung le ofreció—. Agradezco que preguntes, pero no vinimos aquí para hablar de mi día. ¿Cómo estás tú, Mingi?
Mingi se encogió de hombros.
—He estado mejor, pero al menos estoy disfrutando de no tener que trabajar. Me gusta no hacer nada. —Mingi hizo una mueca, sabiendo que sus sentimientos iban mucho más allá. Decidiendo que hablar con los chicos no era mala idea, continuó—: En realidad... he estado pensando mucho.
Seonghwa se sentó en el borde de la cama, mirándolo cuidadosamente. A Mingi le gustaba lo maduro que se veía, incluso si ahora dejó de peinar su cabello hacia atrás y dejó que largos mechones le enmarcaran el rostro.
— ¿Sobre qué? Sabes que puedes usarnos de basurero de sentimientos.
Mingi sonrió.
—No es nada demasiado importante... solo quiero poner mi vida en orden. Se supone que pedí mis vacaciones para eso. —Mingi suspiró, avergonzándose un poco en el proceso—. Creo que no me gusta viajar tanto...
A Wooyoung le brillaron los ojos.
— ¿Lo dices en serio? ¡Eso es increíble! Te extraño un montón cuando te vas, y aunque quieras aparentar ser un hombre cool en realidad eres un blandengue, estoy seguro de que te gusta más la vida cómoda y tranquila.
—Hey, no permito que te metas en mi cabeza ni en mi corazón. Me das miedo, Wooyoung.
— ¿Le atiné?
—Sí, pero no estoy orgulloso de que sepas más de mí que yo mismo. —Wooyoung sonrió como un zorro astuto, causándole más escalofríos—. En fin... quiero intentar ordenar algunas cosas antes de... de hacer algo importante.
— ¿Algo importante?
—Yeosang, no autorizo que me cuestiones.
—Fue una pregunta casual.
—Me refiero a hacer algo sobre todo el asunto de Yunho. —Mingi le entrecerró los ojos—. Me hiciste decirlo en voz alta, te odio.
Yeosang hizo un puchero fingido y Seonghwa le dio un par de palmaditas en la cabeza a modo de consuelo.
— ¿Entonces? Dijiste que ibas a hacer algo importante hoy también. ¿Eso tiene que ver con Yunho?
—No... es sobre Keonhee. Ya les aclaré que en verdad no me gustaba y agradezco que no se hayan burlado de mi intento por desviar la atención, pero también es obvio que se guardaron el reclamo sobre lo mal que pude hacerle sentir. —Mingi jugó nerviosamente con su propia lata de refresco, negándose a mirarlos a los ojos porque se sentía muy mal—. Quiero aclarar las cosas con él esta noche. Me niego a confundir a una persona que no hizo más que ser sincero conmigo.
El silencio llenó la habitación, Mingi estaba demasiado avergonzado por sus propias acciones que ni siquiera pudo levantar la cabeza.
—Eso es lo correcto, Mingi. Keonhee merece claridad y tú también mereces sentirte en paz con todo esto. —Seonghwa se movió lo suficiente para poner una mano en su hombro.
—Gracias...
Era extraño para él contar con tanto apoyo. Usualmente dejaba que las cosas se le subieran a la cabeza, sobre pensando lo que no debería y optando por huir cuando se sentía demasiado. Confiar por primera vez en las personas que estaban dispuestos a escucharlo se sentía más que bien.
Le hacía sentir que no estaba solo.
Eso era algo que no tuvo la primera vez que decidió marcharse, abrumado por los sentimientos que no podía contener en el pecho.
—Sí, y recuerda que te dijimos que no te ibas a quedar solo. Mira, estas son papitas con jalapeño. —Wooyoung le alcanzó la bolsa como una ofrenda. Mingi hizo lo posible para no reírse—. Recuerda que te queremos muchísimo. No importa que tenga que irme a un uno versus uno contra mi propio jefe.
—Me gustaría verte intentar eso.
Wooyoung farfulló.
—Siempre lo hago. Adoro a Yunho, pero muchas veces actúa como un tonto.
—Eso no es cierto. Él es un hombre increíble.
Wooyoung puso los ojos en blanco.
—Oye, sé que estuve un largo tiempo incentivando una relación entre ustedes y por eso te lo vendí como el capitán Corea, pero tiene sus fallas. Eres su amigo desde hace años, ¿no puedes verlas? —Wooyoung frunció el ceño, mirándolo con cautela—. A menos que no quieras verlas.
Mingi hizo una mueca.
— ¿A qué te refieres? Él es increíble todo el tiempo, se ve seguro de sí mismo y-
—Lo dijiste. Se ve seguro de sí mismo, pero no sabes lo que está pasando en su cabeza.
Oh, bien... eso era bastante.
Mingi sabía que Yunho tenía sus defectos, pero no podría mencionarlos porque pasó la mayor parte de su vida amándolo en lugar de fijándose en los detalles. Solo podría destacar que le aterraba mucho cuando se enfadaba, pero no podría decir en qué estaba pensando.
Mingi solo podía suponerlo.
Cuando tomó la decisión de irse a Taiwán lo hizo en base a lo que Yunho podría pensar de él al descubrirlo. No preguntó su opinión, prefirió tomar sus cosas y huir en lugar de enfrentarlo. Al reencontrarse, Yunho estuvo enojado porque le dejó varado en la incertidumbre y se lo hizo saber cuándo hablaron en su fiesta de bienvenida.
Y ni aun así fue capaz de tratarlo tan mal como merecía. Yunho simplemente preguntó cuál fue su error, el motivo por el que Mingi decidió cortar los lazos de su relación.
Ahora mismo... estaba cometiendo el mismo error de años atrás.
Oh, demonios.
—Soy tonto.
—Yunho también. Serán una pareja grandiosa si los dos consiguen alinear sus sentimientos. —Wooyoung se inclinó hacia el frente, mirándole como una criatura del demonio que conocía todo—. Te dije que estar con él era una mala idea, pero debes conocer sus propios sentimientos al respecto para verificar si es una mala idea o no.
— ¿Qué sabes sobre Yunho que yo no?
—No he hablado con él, así que no sé nada. Solo me parece extraño que todas las mujeres con las que salió se parecieran un poco a ti.
La sangre se le congeló. Mingi se sintió exactamente igual cuando San dijo lo mismo meses atrás, pero escucharlo de Wooyoung, un amigo cercano, lo hacía mucho más abrumador.
Yeosang le miró con sorpresa.
— ¿Hablas en serio?
—No lo noté hasta que San me lo dijo. Siempre seguían un patrón: altas de piernas largas, cabello ondulado rojizo, ojos rasgados y labios gruesos.
—Esta mierda se está poniendo muy rara. —Seonghwa les habló como si estuviera reclamándoles por pasar por alto algo así de importante—. ¿Ustedes dos no saben algo?
— ¿Por qué preguntas?
—San y Jongho son amigos de Yunho, puede que sepan algo.
Wooyoung pinchó las costillas de su mejor amigo.
—Yeosangie, ataca.
— ¿Disculpa?
Wooyoung rodó los ojos.
—San es demasiado leal como para decir una palabra, pero Jongho es tan débil por ti que sin duda alguna soltará lo que quieras si preguntas. Si no lo hace a la primera, entonces hace esa cosa de mirarlo como cachorrito.
—Oh.
—Ajá.
Seonghwa cruzó los brazos por sobre su pecho, viéndose un poco harto. A Mingi le gustaba lo maduro que podía ser, pero recientemente parecía ser que su paciencia tenia los límites claros.
Debía ser culpa de Hongjoong.
— ¿Van a pasar por alto el elefante en la habitación? Su tipo de mujeres es demasiado similar a su mejor amigo, pero olvidan pensar en que terminaron trabajando en el mismo lugar a pesar de los años y la distancia.
Wooyoung alzó una ceja, intrigado por lo que Seonghwa insinuaba.
— ¿Entonces crees que Yunho...?
—No estoy diciendo nada específico, pero hay muchas coincidencias.
Mingi se sentía abrumado por la conversación. Todo esto era mucho para procesar de una vez, pero había algo en lo que Seonghwa y Wooyoung decían que resonaba con él. La idea de que Yunho podría haber estado lidiando con sus propios sentimientos todos estos años, de la misma manera que él lo había hecho, lo hizo sentir una mezcla de esperanza y temor.
Mingi jadeó.
—Los odio mucho. Los traje aquí para que me dijeran qué chaqueta me haría lucir más profesional en la cita con Keonhee, no para que me dieran otro problema en el que pensar.
— ¡¿Es una cita?!
Oh, cierto. Mingi olvidó aclarar eso.
...
Eran casi las ocho y media.
Mingi llegó al restaurante con unos minutos de antelación. No estaba familiarizado con la zona, pero el lugar era claramente de alta categoría. Las ventanas de gran tamaño y la iluminación tenue creaban un ambiente acogedor y sofisticado, perfecto para una cita romántica o una cena de negocios. Lamentablemente, no eran negocios lo que Mingi y Keonhee iban a tratar.
Una camarera vestida elegantemente lo recibió en la entrada y lo acompañó hasta la mesa donde Keonhee ya lo esperaba. Keonhee se levantó al verlo, con una sonrisa amistosa en el rostro.
—Supervisor, me alegra verte. —El apodo fue arrojado en un tono juguetón, el mismo que Keonhee utilizaba desde que le dio la confianza de llamarle por su nombre—. Por favor, siéntate.
Mingi sonrió con nerviosismo y tomó asiento. Keonhee parecía tranquilo, como siempre, lo cual hacía que Mingi se sintiera un poco más a gusto.
—Gracias por invitarme.
Keonhee asintió, observándolo atentamente.
—No hay de qué.
La camarera le entregó sus menús y esperó pacientemente mientras tomaba sus pedidos. Mingi solo pidió algo ligero, después de todo tampoco estaba comiendo mucho. No quería que su malestar sentimental se transformara en algo físico, pero no podía hacer nada contra su poco apetito.
La camarera se retiró con una ligera reverencia luego de anotar, marchándose y dejando un profundo silencio entre ellos.
Keonhee le sonrió.
— ¿Qué has estado haciendo durante tus vacaciones?
Mingi dudó un momento antes de responder. Sabía que no quería profundizar en sus pensamientos y problemas recientes, así que decidió optar por una versión simplificada de la verdad.
—He pasado tiempo con mi familia —dijo esforzándose por sonreír en la misma manera amable de Keonhee—. He estado descansando y tratando de desconectar de todo.
Keonhee asintió comprensivamente.
—Eso suena genial. Siempre es bueno desconectar y recargar energías. ¿Has hecho algo interesante?
Mingi se encogió de hombros, sintiéndose un poco más cómodo al ver que la conversación se mantenía ligera.
—No mucho, la verdad. Solo cosas sencillas como paseos por el parque, cenas en casa y ver películas. Cosas normales.
Keonhee rio suavemente.
—A veces esas son las mejores cosas.
—Sí, estoy tratando de tomarme las cosas con calma y no planear demasiado. Quiero ver qué pasa y disfrutar el tiempo que tengo sin preocupaciones.
—Eso suena como una buena estrategia
La conversación se mantuvo en un tono ligero y ameno.
Mingi sabía que eventualmente tendrían que abordar el verdadero motivo de su reunión, pero por ahora, estaba agradecido por la conversación tranquila y por la oportunidad de compartir un momento agradable con Keonhee, incluso si había tanto sin decir entre ellos.
Nunca le prestó demasiada atención. Al regresar a Corea después de meses en distintos países, lo único que realmente le preocupaba era hacer su trabajo y prepararse para el siguiente viaje. Keonhee era solo un compañero, un asistente más entre tantos otros que debía supervisar durante su estancia.
Sin embargo, Keonhee siempre se destacó por su amabilidad. Nunca escupía palabras crueles sobre su hombro después de recibir una crítica o una petición para mejorar su desempeño. Entre ellos solo había una relación meramente profesional sana, al menos para Mingi.
Si no fuera por Wooyoung, Mingi probablemente no se habría dado cuenta de que Keonhee tenía sentimientos por él. Mingi desechó la idea la primera vez, demasiado ocupado y centrado en sus propios problemas como para prestarle atención a tales cosas.
Mingi bebió un sorbo de su vino, disfrutando del sabor suave mientras Keonhee continuaba hablando sobre las últimas iniciativas de marketing.
—...y entonces decidimos lanzar una nueva campaña en redes sociales, aprovechando el auge del contenido visual. Ha tenido una respuesta increíble hasta ahora. —Keonhee sonrió, visiblemente orgulloso de su trabajo.
Mingi asintió, devolviéndole la sonrisa.
—Me alegra escuchar eso, parece que han estado haciendo un gran trabajo.
—Sí, lo hacemos... —Keonhee se inclinó hacia adelante, su expresión se volvió un poco más seria—. Mingi, sé que tal vez esto no es el mejor momento, pero quería hablar contigo sobre algo más personal.
Mingi sintió que su estómago se encogía ligeramente. Sabía que este momento llegaría, pero no estaba seguro de estar listo para ello.
—Claro, supongo que seguir evitando lo obvio es bastante imprudente. ¿No es así? —Keonhee le miró con algo que se sintió como comprensión y adoración en partes iguales. Fue suficiente para que el trago de vino se sintiera amargo en su paladar—. ¿Podríamos hablar afuera? No creo que este sea el mejor lugar.
—Será como gustes.
Keonhee pagó la cuenta, y aunque Mingi pensó que debería hacerlo él mismo por ser su superior, a Keonhee no pareció importarle. Al salir del restaurante, Mingi sintió el peso de lo que estaba por venir. Sabía que debía abordar el tema sin ser demasiado cruel, pero no era bueno rechazando a las personas. Recordaba las pocas veces en que sus amantes fugaces se habían obsesionado con él y su solución fue cortarlos con enojo porque desde un principio declaró que no quería nada serio.
Sin embargo, los sentimientos de Keonhee eran diferentes. Había cierta inocencia y sinceridad en ellos, algo que hacía más difícil justificar su falta de interés romántico. No había enojo ni resentimiento, solo un simple y doloroso "No puedo corresponder a tus sentimientos porque no me gustas".
Mingi planeaba abrir la boca, buscando las palabras adecuadas, cuando Keonhee lo interrumpió con una risa suave.
—No necesitas pensar demasiado para rechazarme, Mingi. —Keonhee le sonrió, una sonrisa tranquila y comprensiva—. Sé lo que estás tratando de decir.
Mingi se detuvo, sorprendido por la claridad con la que Keonhee leyó la situación.
—Keonhee, yo...
—Está bien, de verdad. —Keonhee lo miró a los ojos, transmitiendo una sinceridad que desarmó a Mingi—. No quiero que te sientas culpable o incómodo. Entiendo que no puedes corresponder a mis sentimientos, y lo respeto. Lo importante es que seas honesto contigo mismo y conmigo.
Mingi suspiró, sintiéndose a la vez aliviado y triste.
—Lo siento mucho...
Keonhee tomó un profundo respiro, manteniendo su mirada fija en Mingi.
—Te he mirado durante años, quiero decir... las veces que regresabas. —Keonhee confesó con cierta vergüenza en su voz—. No imaginé que alguna vez aceptarías mis avances, así que me sentí afortunado cuando gastaste más de dos frases conmigo.
Uh. Mingi no quería escuchar algo como eso, sería mucho más sencillo si lo de Keonhee fuera una fijación sencilla, pero por como hablaba, podía suponer que era algo que calló durante años.
En la misma forma que Mingi calló sus sentimientos por Yunho, sin interferir y simplemente aceptando.
—Quiero agradecerte porque al menos me dejaste experimentar lo que se sentía estar a tu lado. Eres una gran persona, amigable y gracioso de escuchar. Fuiste amable conmigo, incluso si en realidad no estabas interesado en mí. —Keonhee dejó de caminar, casi deteniendo el mundo con él porque Mingi no podía hacer más que escucharle bajo la poca luz que le daba la luna y la calle repleta de automóviles—. Siempre he pensado que te ves cómo alguien inalcanzable, como si nada ni nadie pudiera llegar hasta ti.
—Ni siquiera... no soy... —Mingi se mordió la lengua. Era difícil dejar caer los muros, la máscara que mantuvo en su rostro y cuerpo en cada momento, intentando que el resto lo viera como un hombre directo y fuerte, completamente alejado a la cobardía que sentía en el corazón.
—Solo espero que ese estilo de vida no te haya hecho pensar que eres difícil de amar. Me gustaría decir que hubiera tomado la oportunidad si me la hubieras brindado, pero me gustan mis relaciones recíprocas. Sé que eso es demasiado pedir... y por eso quiero cerrar el capítulo aquí.
Correcto. Keonhee lo supo desde un principio, Mingi no podía decir si solo lo supuso o si su falta de interés le delató, pero no importaba. Estaba delante de un hombre que tenía el carácter suficiente para tomar su realidad y aceptarla.
Incluso si era cruel, Keonhee podía enfrentarlo sin titubear.
Algo que Mingi no podía hacer.
—Eres bueno. Demasiado.
—Tú también.
—Eso no es cierto.
No había forma de que fuera una buena persona. Jamás le importaron los sentimientos de los demás, siempre hizo todo lo necesario para sentirse bien, escapando del temor de ser herido.
Estar delante de Keonhee le hacía sentir patético. El ofreció su corazón incluso si no obtendría nada a cambio, aceptó la respuesta y tenía el suficiente amor propio como para desistir si no había nada recíproco para él.
¿Algún día podría ser de esa manera también...?
—Claro que es cierto. Eres bueno, supervisor Song. —Mingi miró a Keonhee con un nuevo respeto. Temió este momento, pero la manera en que Keonhee lo manejó hacía que todo fuera un poco más fácil—. ¿Quieres que te lleve a casa?
Mingi sacudió su cabeza.
—No... creo que ya has hecho suficiente por mí.
Keonhee frunció el ceño.
— ¿Uh? No he hecho nada, creo...
Dudaba que él lo entendiera, pero Mingi solo podía agradecer.
—Has hecho más de lo que crees.
Keonhee sonrió, asintiendo.
—Cuídate, ¿sí?
—Lo haré.
Keonhee le dio una última mirada antes de marcharse, dejando a Mingi con una mezcla de alivio y tristeza.
Se sentía como recibir una lección de honestidad y amor propio de primera mano, tocando todos los puntos débiles en él.
Mingi solo pudo suspirar.
...
Mingi sabía que debía volver a la casa de sus padres en cuanto su cita con Keonhee terminó, sin embargo, acabó en el peor lugar posible.
La puerta delante de él se sentía como una barrera silenciosa, una especie de muralla que le decía que tenía la oportunidad de marcharse y tomarse el tiempo para pensar y asimilar todo lo que sucedió, pero la reunión con Keonhee lo dejó sintiéndose tan patético y erróneo que no pudo evitar llegar hasta donde estaba.
Se sentía agotado, tanto física como emocionalmente. El peso de sus pensamientos, de sus inseguridades y miedos, lo oprimía con cada paso que daba. Mingi estaba cansado de huir, de esconderse detrás de una máscara de indiferencia y fortaleza. Estaba cansado de sentir que siempre tenía que mantener las apariencias, de pretender que todo estaba bien cuando en realidad se sentía roto por dentro.
Mingi se odiaba por estar ahí, pero se odió aún más cuando presionó el timbre.
Y oh, acabó odiándose aún más cuando la puerta se abrió y una sola mirada castaña sobre la suya fue suficiente para hacerle estremecer sobre sus pies.
— ¿Mingi? —Yunho parpadeó, claramente sorprendido de verlo allí.
Él estaba vestido cómodamente con un par de pantalones de buzo y una sudadera ancha, contrastando fuertemente con el traje bastante elegante, aunque informal, que Mingi llevaba puesto.
Era como si el universo mismo se burlara de él, mostrándole lo fuera de lugar que estaba en ese momento.
Mingi abrió la boca para hablar, pero no salieron palabras. El silencio entre ellos se hizo pesado, lleno de tensiones no resueltas y palabras no dichas.
¿Y si se iba? ¿Y si mejor se iba? Mingi pidió tiempo, Mingi se alejó.
¿Entonces qué demonios hacía ahí?
Finalmente, Yunho rompió el silencio.
— ¿Qué estás haciendo aquí? —Su tono no era hostil, solo confuso y un poco preocupado.
—No lo sé. —La voz de Mingi apenas fue un susurro—. Solo... necesitaba verte.
Justo como siempre sucedía, Mingi no fue capaz de leer las emociones en Yunho, simplemente le vio apretar sus labios en una línea fina, pero finalmente cedió dando un paso hacia atrás para dejarle pasar.
—Adelante.
Mingi asintió, entrando en la casa de Yunho con pasos inseguros. La familiaridad del lugar le golpeó con fuerza, era verdad que muchas cosas —tanto buenas como malas— habían pasado ahí, pero no pudo evitar sentirse reconfortado en la calidez del apartamento de Yunho.
— ¿Quieres algo de beber? —Yunho le ofreció tratando de aliviar la tensión.
—Agua estaría bien.
Yunho asintió cautelosamente y fue a la cocina, dejando a Mingi solo por un momento.
Mingi se sentó en el sofá, pasando la mirada por la habitación mientras intentaba ordenar sus pensamientos. Todo aquí le recordaba a Yunho, desde los libros ordenadamente alineados en la estantería hasta la consola bajo la televisión.
Cuando Yunho regresó con un vaso de agua, Mingi lo aceptó con una pequeña sonrisa de agradecimiento.
—Gracias.
Yunho se sentó en el sillón frente a él, observándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación.
Mingi tragó su propia amargura. ¿Acaso no iba a regañarle? ¿Enfadarse al menos? Yunho no tuvo reparos en enfardarse con él la primera vez que le dejó, pero ahora se veía... demasiado calmado.
— ¿Qué está pasando, Mingi? —Yunho preguntó suavemente, era como si temiera de ser demasiado brusco con él—. Dijiste que querías algo de tiempo, pero apenas han pasado un par de semanas desde la última vez que te vi.
¿Y eso no era suficiente?
Claro que no, no lo era.
Mingi ni siquiera podía dar una respuesta clara a nada, no sabía qué quería de su propia vida ni mucho menos qué haría después de sus malas decisiones, pero no quería marcharse, no cuando Yunho se veía tan reconfortante.
— ¿Crees que soy una buena persona?
—Mingi.
Mingi dejó a un lado su vaso de agua, inclinándose sobre sus rodillas, aunque no tenía la intención de acercarse más a Yunho, solamente quería sentir algo de seguridad.
—Dímelo, por favor. Lo sabes todo sobre mí... o al menos la gran mayoría. Eres el único que conoce desde hace muchos años, el único que ha estado cerca de mí durante tanto tiempo. Necesito saber... si crees que soy una buena persona.
Yunho inhaló profundamente.
— ¿Crees que sería amigo de una mala persona?
—Jesucristo y Judas.
— No creo que sea una buena comparación. —Yunho resopló con gracia, justo como hacía cuando Mingi decía una tontería—. En nuestra amistad no hay traiciones, solo... malentendidos.
— ¿Malentendidos? Eso es una forma amable de decirlo.
— Bueno, sí. —Yunho asintió—. Malentendidos y errores, eso es parte de ser humano. Sin embargo... no estás ni cerca de ser considerado una mala persona.
—Fui cruel contigo.
"Soy cruel contigo."
Mingi seguía siéndolo.
—No lo fuiste, sea lo que sea que pasó en nuestro pasado lo hiciste porque era necesario para tu bienestar. Me lastimó un poco que me dejaras la primera vez sin una respuesta-
—Y lo hice una segunda vez. —Mingi le detuvo de golpe, consiguiendo que Yunho cerrara la boca y obligándolo a buscar más palabras de consuelo para él, incluso si no quería escucharlas—. Lo hice, ¿cierto?
—Esta vez dijiste que querías tiempo para ti, no... no has roto nada entre nosotros. Estás en tu derecho de descansar y tomar el tiempo que necesites para sentirte cómodo.
— ¿Puedes enfadarte conmigo? —preguntó Mingi, su voz llena de una vulnerabilidad que no mostró antes—. Quiero decir, sería lo justo si estás enojado conmigo.
— ¿Si recuerdas que te asustas un montón cuando me enfado? —Una sonrisa juguetona se formó en sus labios a pesar del cansancio en sus ojos—. No puedo ser enojado contigo por la misma razón por la que estás aquí; te conozco demasiado bien.
Mingi se mordió la punta de la lengua.
—Sí, pero sería lo justo.
Yunho cruzó los brazos por sobre su pecho. Él se veía bastante agotado, pero aun así tuvo suficiente corazón para dejarle entrar a su apartamento casi a la media noche, aguantando cada tontería de los pensamientos sin concretar de quien decía ser su amigo.
Eso eran, ¿verdad?
—Entonces... estoy muy enojado contigo, Song Mingi. —Yunho comenzó con un tono serio, pero con una mirada juguetona y aduladora—. Me enoja que estés constantemente pensando en lo que piensan los demás de ti, me enoja que tu primera reacción ante las dificultades sea huir y me enoja que no me dejes entender lo que pasa por tu mente para poder darte las respuestas que necesitas.
Mingi suspiró.
— ¿No puedes enojarte por la forma en que te lastimo?
— ¿Crees que debería? Porque yo no. Ninguno de los dos fue justo con el otro, estamos constantemente evitando lo obvio, aunque no debería ser de esa manera porque se supone que confiamos. Odio sentir que camino sobre hielo frágil cuando estoy junto a ti, pero no puedo desistir de esto porque te adoro demasiado.
— ¿Me adoras?
—Claro que lo hago. ¿No es obvio? —Yunho le sostuvo la mirada un par de segundos, pero luego pareció sentirse incomodo y dejó de observarlo. Mingi pocas veces lo vio así: dudoso de sí mismo—. No tiene caso que lo oculte. ¿No crees? Te adoré desde la primera vez porque me pareciste gracioso, intentabas lucir como un chico rudo, aunque en realidad estabas demasiado asustado para hablar con cualquiera. ¿Qué te incentivó a lanzarme bolitas de papel y decirme que era un aburrido?
Mingi se sonrojó, recordando con vergüenza el intento torpe de comunicarse con Yunho en el pasado. Fue una forma de llamar su atención, pero ahora se daba cuenta de lo tonto que era.
— ¡No me lo recuerdes!
— Después de eso, solo he podido adorarte. —Yunho continuó con una sonrisa, como si estuviera compartiendo un secreto antiguo—. Eres inteligente, amable y muy astuto también, pero te aterras fácilmente. En el tipo de mundo en el que estoy... es difícil encontrar a alguien así de auténtico.
—Estoy seguro de que podrías encontrar a otro.
—Pero te quiero a ti. —La firmeza de su voz le sorprendió—. ¿Crees que adoraría a una mala persona? La respuesta es no, y eso es porque eres una persona increíble, Mingi.
Las palabras de Yunho resonaron en el corazón de Mingi como un eco de una verdad que estuvo ignorando.
Él era suficiente. Yunho no le buscaba solo por un capricho, lo hacía porque en realidad le estimaba y adoraba demasiado, lo suficiente para doblegar sus principios si con eso pudiera ayudarlo.
¿Eso no era demasiado para su propio bien?
Mingi sintió que el peso de sus errores se desmoronaba lentamente bajo la luz de la verdad que Yunho le ofrecía. La conversación estaba abriendo una puerta que él había cerrado con tanto cuidado, y por primera vez, estaba dispuesto a cruzarla.
Ese hombre así de amable... jamás le culparía por enamorarse de él.
Si Yunho no sentía lo mismo por él no sería el fin del mundo. Mingi la pasaría mal, por supuesto, pero debería amarse lo suficiente como para aceptar la realidad y solo dejarlo ir.
Si quería una relación estable y segura en su propio hogar, entonces sería una relación reciproca. Si este no era su amor, podría nacer otro. No era el fin del mundo.
Y Yunho no le dejaría jamás.
No sintió la calidez de sus lágrimas hasta que Yunho se levantó del sofá para arrodillarse cerca de Mingi, limpiando sus mejillas con preocupación.
—No puedo meterme en tu cabeza, ¿lo sabes?
Mingi hipó.
—Creo... creo que solo Wooyoung tiene ese súper poder.
—Me gustaría tenerlo también.
Sí... ese dolor en su pecho solo podría darse de ese amor tan triste que le atormentó durante años.
— ¿Te molestaría... llevarme a casa?
Yunho simplemente asintió, sabiendo que no estuvo los últimos días en el apartamento de enfrente, sino que viviendo con sus padres.
No necesitó una palabra más para levantarse y seguir a Yunho, quien solo se esforzó por tomar sus llaves del auto.
Durante todo el camino reinó el silencio de sus palabras, solo el suave ronroneo del motor y la música baja de la radio. Mingi observó a Yunho de reojo, notando algo extraño en su comportamiento. Yunho siempre fue una calmado y seguro de sí mismo, pero ahora actuaba de manera errática. Sus manos parecían temblar ligeramente sobre el volante y evitaba cualquier contacto físico con Mingi, algo que parecía ser una tarea difícil para él.
No lo besó ni lo tocó. Estaba respetando el espacio y el tiempo que Mingi pidió, incluso si él mismo no podía respetarlo primero.
Cada vez que Mingi intentaba abrir la boca para decir algo, las palabras se quedaban atrapadas en su garganta, temiendo la frágil tregua que alcanzaron. Miró por la ventana, observando cómo el paisaje urbano se transformaba en un vecindario más tranquilo y familiar.
Finalmente, llegaron al barrio de los padres de Mingi. Yunho detuvo el auto frente a la casa y ambos permanecieron en silencio por un momento, dejando que la gravedad del momento se asentara. Mingi sabía que estaba pidiendo demasiado, abusando de la amabilidad que Yunho tenía con él.
Otra persona ni siquiera le hubiera abierto la puerta.
Al bajar del auto, Yunho le detuvo.
— ¿Cómo has estado, Mingi? —preguntó, su voz apenas un susurro en la quietud de la noche.
Mingi tomó un profundo respiro, sintiendo el peso de las últimas semanas apretando su pecho.
—He estado... lidiando con cosas.
Yunho asintió, su mirada reflejando comprensión y empatía.
— Es normal no tener todas las respuestas de inmediato —Yunho le habló con su voz calmada y reconfortante—. A veces las respuestas a cosas que te han molestado toda tu vida llegan de pronto y todo se vuelve claro.
Mingi no podía decir si Yunho hablaba desde su experiencia propia, sin embargo, por primera vez en mucho tiempo sintió que no estaba solo, incluso entre la incertidumbre de su relación.
Antes de entrar a su casa, Mingi no pudo evitar detenerse y mirar a Yunho una vez más. Quería decirle tantas cosas, expresar la gratitud que sentía, el miedo y la esperanza que se mezclaban en su corazón, pero las palabras seguían siendo insuficientes.
—Descansa. —Solo eso pudo murmurar, tan bajo que tal vez Yunho no le escuchó.
Con un último suspiro, se giró y se dirigió hacia la puerta de la casa de sus padres.
...
A la mañana siguiente, Mingi no se levantó gracias a su falta de sueño o al sol filtrándose por su ventana, lo hizo por una llamada que se sentía demasiado temprana considerando que estaba en vacaciones.
Apenas fue capaz de abrir sus ojos para leer el nombre de Seonghwa y contestar con un suave saludo.
Seonghwa estaba diciendo algo, pero Mingi apenas podía entender entre su somnolencia.
—Te dije que debíamos obtener información sobre eso, sabía que era algo importante.
Mingi parpadeó.
— ¿A qué te refieres?
—Jongho no le dijo nada concreto a Yeosang, pero él consiguió un poco de información importante la cual me encargué de investigar. —Oh, cierto. Seonghwa les pidió investigar de su extraña coincidencia con Yunho, sobre todo la de acabar trabajando en la misma empresa—. La persona que te contrató no fue un cazatalentos.
— ¿Qué?
—Fuiste "recomendado" directamente por Yunho.
Ahora sí, Mingi despertó.
— ¿Qué dices? Él ni siquiera sabía dónde estaba, es imposible que supiera.
— ¿Estás seguro de que no lo sabía? Según lo que conseguí del apartamento de recursos humanos, tu proceso de captación fue dirigido por Jongho, ellos no tuvieron nada que ver... y dudo mucho que Jongho supiera de tu existencia durante ese tiempo.
—Yunho debió pedírselo...
—Me temo que sí.
Mingi suspiró.
Oh, demonios.
Prometo que todo tendrá sentido.
Creo.
En fin, si no les gusta no lean.
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