Los sentimientos conocidos como amor y cariño eran tormentas de miles de sentires en distintas situaciones, ya fuera en una relación amorosa, amistosa o en la propia familia siempre había algo en común que los conectaba. La dependencia, angustia, preocupación, miedo, decepción. Es alucinante la manera en que los seres humanos pueden conectarse de tal manera.

En el caso de los hermanos Jeon, el deseo sexual y atracción sentimental que los envuelve en una riesgosa situación se volvió para ambos, en una rutina placentera de emociones conjugadas sin remordimientos.

Cómo la inocencia que era un estado en el que Jimin creyó estar, junto a la normalidad y moral, actos que cualquier niño o hermano hace, él cree que solamente es un juego, no ve nada de malo con que su amoroso hermano siempre le de besos o deje caricias en sus mejillas para lograr dormir, no hasta que esa travesura se sale de sus manos.

Pero, ¿realmente quieren que se detenga tal travesura a pesar de que puedan ser descubiertos?

Todo se había convertido en una obsesión, una muy dulce por parte de ambos el querer tenerse el uno al otro importandoles muy poco lo que les suceda a los demás. Sin tomar en cuenta la sangre que recorría en sus venas deltando su unión.

“Cierra los ojos, cuenta hasta tres y los monstruos van a irse”