Seulvania High 🦇
La adolescencia apesta. No importa de dónde vengas, qué o quién seas, esa maldita con nombre de hormonas y sentimientos encontrados nos atrapa a todos.
—Príncipe Park ¿Está seguro que quiere asistir a un instituto público? Para todos sería más fácil que continuara con su educación en casa. Dudo mucho que los mortales le puedan aportar algo al heredero de nuestro clan.
Iván, el responsable de mi seguridad hasta cuando dormía, torció el gesto. Ahora que lo pienso, por qué que todos los mayordomos y el cuerpo de vigilancia tiene un nombre que empieza parecido al de él.
Sé que muchos están pensado en mayordomos famosos como Igor el del Conde Pátula y cuando sepan que soy heredero del Clan de la Luna Roja, o sea vampiro, pues esto se pone mejor. Parece que el cliché llega hasta aquí. Lo único que falta es que choque con alguien y encuentre al amor de mi vida. Bah, patrañas.
—Príncipe Park ¿Me está escuchando o ya ha cambiado de opinión?
El tono monocorde de Iván me desconcierta. Me peino el flequillo con los dedos y encuentro su mirada rosácea a través del espejo del retrovisor.
Sí, tendré otro inconveniente con la dichosa luz solar pero por suerte Hobi hyung elaboró suficiente suero para que soporte el clima, además en Seulvania casi siempre parece invierno, muy similar a nuestra residencia oficial en Rumanía.
—No voy a cambiar de opinión. Si Taemin hyung pudo estudiar y graduarse hasta de la universidad, yo no seré la excepción. Un día tendré que guiar a mi pueblo, así que no me queda otra que aprender más sobre los humanos y no pongas esa cara. Porque tengas doscientos treinta años no te creas superior. Yo tengo ciento diecisiete y a mucha honra.
Alcé el mentón y aun cuando Iván usaba lentes de sol pude notar como ponía los ojos en blanco. Yo no iba a dar mi brazo a torcer aun si me lo arrancaran en el proceso. Primero un apocalipsis zombi a que Park Jimin se retractara.
Aunque pensándolo bien, los zombis nos habían dejado en paz en los últimos siglos. Al menos eso decía mi madre. Yo era el más joven de nuestra familia. Estaba el tío Seok Jin, su hermano Namjoon y mi primo tercero Taehyung, ese insolente seguía visitando a nuestra familia en Rumanía y solo llegaría para hacer nuestro desmadre dos semanas después.
Por eso tenía que soportar las preguntas de Iván cuando debería ser mi alma gemela la que estuviera aquí. En fin, que me disocio. Ya, iba hablando de la genealogía del Clan de la Luna Roja, esos eran los hermanos de mi madre. Luego estaba mi padre Park Chanyeol, mis hermanos mayores Taemin, Sung Woon y Kai.
Todos éramos hombres y para nuestra mala suerte hacía siglos que no nacía una strigoi viu, o lo que es lo mismo una princesa vampiro con poderes de hechicera. O eso pensábamos todos hasta que comencé a tener las dichosas visiones y el Consejo de los ancianos me examinó como el espécimen más extraño que recordara en siglos.
“El joven Park es un strigoi.”
Aún recuerdo como a madre casi le da un síncope. Básicamente aquellas palabras me concedían una responsabilidad mayor porque al poder ver el futuro y otras cosas más supernaturales, me otorgaba automáticamente el derecho de asumir el trono por encima de la línea de sucesión.
Ese día no le di mucha importancia, pero ver cómo me controlaban hasta la respiración terminó por agobiarme. Así que armé tal berrinche que los cimientos del palacio por poco se hacen añicos. La solución la trajo Taehyung. Terminaría la preparatoria como cualquier humano insípido a fin de que se me calmaran las hormonas.
Mi primo a veces dejaba salir ese lado nerd proveniente de la familia Kim y lo más loco era que todos le seguían la corriente. Sin dudas, yo podía tener mi strigoi y todas esas cosas pero joder, que el Tae era imparable cuando quería convencer a alguien y así quedamos.
Dos vampiros adolescentes fingiendo encajar en un mundo de humanos egoístas, solo para demostrar que esos seres no deberían formar una parte relevante de nuestras vidas. No es que odiara la humanidad a muerte.
En realidad no me importaban tanto teniendo en cuenta que los vampiros más célebres cayeron en el hechizo de algún humano, pero en los últimos meses, el rumor de que uno de los nuestros había traicionado al clan y violado el Código Destinado a las Criaturas Mágicas y Seres Sobrenaturales pasando información del mundo que normalmente mantenía el equilibrio entre la frontera y el abismo evanescente, levantaba más que algún otro rumor del que yo no quedaba fuera.
Como futuro soberano, el plan de Tae de controlar mi strigoi y recabar información sobre una posible conspiración era más que adecuado.
—Hemos llegado. Estaré aquí dentro de cinco horas. Sea prudente mientras el joven Taehyung no esté en la ciudad.
Ahora fue mi turno de ponerle los ojos en blanco a Iván y haciendo caso omiso a que me abriera la puerta del pasajero deslicé el seguro y una lluvia de luz solar me impactó el rostro. Aun con los lentes podía sentir la punzada de dolor en mis pupilas.
¡Pinche sol que hoy se había animado a salir!
Respiré profundo solo para quedarme casi mareado. Una oleada de perfumes y aromas fuertes me asaltaron a la vez. Era tan molesto tener acceso a la mayoría de los pensamientos ajenos a diario que tuve que conformarme con disfrazar la mueca en mis labios con una sonrisa ante la mirada atenta de Iván mientras me entregaba la mochila.
—Estaré bien Iván, no hace falta que dejes a algunos de tus chicos. Soy lo suficientemente capaz de defenderme.
—Créame príncipe Park, la seguridad es más por los humanos que por su persona. Con todo respeto.
Fue lo que dijo antes de dedicarme una reverencia de noventa grados y encaminarse al BMW plateado que me habían asignado. Observé la salida de Iván del parking mientras los comentarios del otro lado del campus me sonaban al inicio de alguna película americana cliché.
Sí, esas donde el chico nuevo, o sea yo, todo perfección y formas, camina en cámara lenta mientras las cabezas huecas de las chicas y chicos populares babean por él y son capaces de besarle hasta los pies aun cuando sea un completo idiota. Humanidad… En fin, a lo que vamos.
Debo llegar a la Dirección. Gracias a mis sentidos no necesito preguntar. Solo basta un escaneo rápido de los ojos asombrados que me rodean para entrar en sus mentes y encontrar lo que necesito.
Lo único malo es el ruido que eso genera dentro de mi propia cabeza. Cada retazo de pensamiento y conversación pareciera un enjambre interminable. Me apresuro a fin que el sol no me haga más daño del que ya hace.
El suero de Hobi hyung es efectivo unas veinticuatro horas, pero no está de más tomar precauciones. El pasillo del instituto está abarrotado pero por alguna extraña razón no encontré impedimento para llegar a mi destino.
Estoy a punto de entrar a la habitación marcada con un rótulo que grita Dirección Estudiantil cuando alguien abre la puerta sin miramientos y el olor a sangre alborota mis fosas nasales.
¡Joder! No, por qué demonios tiene que ser como en esas series en que la tentación persigue al vampiro.
Yo no quiero succionarle el alma al primero que pase por delante, soy todo amor y paz cuando no me molestan, pero tenía que tocarme un humano más pálido que yo y con cara de pocos amigos. Trato de calmarme. Lo peor que podía suceder ahora es un ataque de mi strigoi. El chico me ignora mientras avanza a toda velocidad en dirección contraria.
Su sangre huele deliciosa. No lo voy a negar, aunque también noto algo más que no debería ser la regla tratándose de un humano. No tengo mucho tiempo de seguir divagando cuando una mujer rechoncha y de voz estridente ocupa mi campo visual.
—¡Y usted de debe ser el señor Park Jimin! Le esperábamos desde ayer joven. Sea oficialmente bienvenido a Seulvania High.
¿Por qué lo humanos se esfuerzan por fingir una realidad que no les complace en lo más mínimo?
Esta mujer frente a mí, bajo el nombre de Cho Min Ha, parece ser más agria que una lima, pero se empeña en sonreírme como si en cualquier momento se le fuera agrietar la cara.
—Tuve algunos contratiempos pero ya estoy listo para lo que me depare el instituto.
Me retiro los lentes. Aquí la luz no es tan intensa y me puedo permitir un respiro. Normalmente mis iris son de un marrón muy oscuro salpicados con motas rosáceas.
Se intensifican más cuando es de noche o cuando consumo sangre, pero creo que la señora Cho solo sigue pensando igual que esos hormonales adolescentes mientras me encargo de extraerle la información que necesito modulando mi tono de voz.
Como siempre es pan comido y me encuentro frente al salón de Biología solo para descubrir que es demasiado temprano o que a los estudiantes de aquí les vale un cuerno un reporte con el profesor.
—En fin, la vida sigue…
Suspiré antes de escoger un lugar cerca de la ventana. Conecté mi reproductor para perderme un momento en las notas de alguna balada pop que me presentara el aleatorio… o eso creía yo cuando el auricular fue arrancado violentamente de mi oído derecho.
—¿Pero qué demonios…?
Me quedé en blanco cuando el mismo chico de hace unos minutos me devolvía una mirada furibunda. ¿Y a este qué mosco le picó?
—¿Eres tú verdad?¡Aun no he podido creerlo desde que te encontré en el pasillo!¡Pero esto… no has cambiado nada! Sigues pareciendo ese niño de trece años que me sacaba de quicio y que como un tonto visité su tumba todos estos años ¿Si eres tú, Daehyung?
Ahora sí. No daba crédito. Primer lugar, cómo permitía que un humano se propasara al punto de tomarme por las solapas de mi chaqueta de Dior favorita. Segundo lugar, con quién me estaba confundiendo.
Tercero y más importante, por qué rayos me es tan difícil entrar en su mente. Es como si este tipo de mirada gatuna color cielo tuviera más de otra cosa que de mortal.
Por lo visto el mirarle directo a los ojos le dejó petrificado. Sí, lo reconozco soy tan bello que duele y me quiero a mí mismo un poquito más de lo normal, pero la expresión decepcionada que se pinta en su rostro me hace sentir fatal.
—Per-perdona… te confundí con…
—El amor de tu vida. Kang Daehyung, fallecido solo seis años atrás. Tú tienes diecinueve cuando deberías haberte graduado ya ¿O me equivoco?
Por fin había podido acceder a un fragmento de su memoria. Solo por unos segundos y sentí como si alguna fuerza desconocida me repeliera para no volver a entrar. Este chico…sin dudas es muy extraño.
—Discúlpame, ¿sí? Estoy teniendo un día difícil y… bueno ¿Cómo rayos sabes todo eso?
Sus ojos azules resplandecieron con un delgado halo plateado.
¿Licántropo? No, él no parecía. O quizás…
—Porque me acaban de decir eso en la Dirección. Cuando tú salías después de haber protagonizado una pelea por no querer aceptar las normas estúpidas de los más populares. La señora Cho es muy parlanchina. No dudó en contarme con puntos y comas casi toda tu historia ¿No es así, señor…?
—Min, Min Yoongi…
Completó tal como yo lo había predicho. No pude evitar sonreír solo para comprobar como el rostro del chico se coloreaba de un hermoso color rosa. Se veía tan esponjoso y abrazable.
Céntrate Park.
Sacudí la cabeza restándole importancia mientras aceptaba la mano de Min. El contacto no duró mucho tiempo pero si el suficiente para darme cuenta que no era un humano común y corriente.
Quizás no estaba consciente de ello, pero mis sentidos se ponían en guardia y a la vez se tranquilizaban con ese ligero roce.
—Park Jimin, me acabo de mudar desde Rumanía. No conozco nada más que a mis primos que viven aquí. Así que acabas de ser contratado.
—¿Contratado?
Sus mejillas seguían adorablemente coloreadas y llenas. Me apetecía tirar de ellas como en esas molestas caricaturas hasta que le circularan estrellitas alrededor de la cabeza.
Demasiados Looney Tunes, Jiminah.
Pero es que en serio, el chico era muy adorable y pálido. A mi madre le hubiera gustado la idea de ver a un humano con un porte anormalmente vampírico.
—Como mi guía en Seulvania High. Estaré en la mira de todos hasta que llegue mi primo Tae.
Yoongi se lo pensó para responder esta vez mientras jugaba con el bajo de su remera negra.
—No pareces del tipo de persona que necesite protección. En eso eres todo lo contrario a Dae…Perdón es que mirarte se está convirtiendo en una tortura. Eres su copia exacta a excepción de los ojos. Tus ojos parecen contener demasiados secretos.
En otra situación me hubiera sentido ofendido y alarmado, pero este humano curioso y sin filtros solo parecía divertirme.
—Bueno pues yo te protegeré a ti de los problemas. Ya me enteré que te diviertes peleando con todo y con todos, Yoongi-ah…
El tono informal que usé le dejó descolocado. Pasaron unos cuantos segundos mientras él pensaba en lo que iba a decirme cuando la campana que anunciaba el inicio del período taladró nuestros oídos.
Bueno, más los míos que los de él. Por una dulce coincidencia y nótese el cliché, a partir de entonces comenzaría a compartir salón de clases con el enigmático Min Yoongi.
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Notas:
Strigoi viu: En la mitología rumana, el strigoi son las almas de los muertos que salen de sus tumbas durante la noche para aterrorizar al vecindario.
Este nombre deriva de la palabra latina striga, que significa en rumano "chillar", como en italiano strega significa "bruja."
Derivan de la palabra latina strix, que designa a una pequeña ave vampírica. Una strigoi viu es una bruja vampira. En este caso esta es la condición especial que posee Jimin.
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