Bitch
Dazai tiene miedo de romper el silencio, no hay voces flotando.
Luego se pregunta brevemente si Dazai puede tener miedo, pero concluye en proceder a archivar; miedo. Entre sus no favoritas porque descubre que tiene aun mas miedo de permitir lo que sucedería a continuación.
Y aunque hablar suena como entablar una conversación con alguien que le pone un cuchillo afilado en la garganta, ella lo hace. Porque se trata de Odasaku. El no toma cuchillos. No sabe cocinar.
"Oda", dice, propiamente por primera vez desde que conoció a su ahora esposo. "¿Podemos detenernos?"
El pelirrojo lo veía venir a un kilometro de distancia. Debería ser una suerte, Osamu lo vio hace unas cinco millas. Deben estar en diferentes ubicaciones geográficas para este punto en el plano intelectual de Dazai.
Pero el saber algo de antemano nunca le ayuda a prepararse. Una gradual proximidad definida con las catástrofes es mas parecido al crescendo de un piano, pero las teclas son sus entrañas. La sensación entra en su ducto sensorial en lugar del auditivo. Es inesperada y evidentemente mas doloroso.
"Por supuesto, uh, esta bien", el tono de su voz le revela tranquilizadoramente que es probable que el tampoco quisiera hacer nada de todas formas. Dazai se siente como Maria Antonieta.
Seguirá virgen aun después de su noche de bodas. Es probable que ellas pudieran ser buenas amigas, ya que la gente también hablara si Osamu no queda en cinta de esta fecha a un mes. Su única diferencia es que eso no es un problema para Dazai. Vestirá santos después de su muerte si depende de ella. Los vestirá si hay algo después de la muerte.
Su vestido poco modesto es odioso, pica contra su piel, pero de todas formas duerme con el puesto. Oda le da la espalda y duerme por su lado. Que magnifica y atemorizante paz. Lo peor de ella es que no es pago contra producto. Tendrá que pagarlo una vez que los intereses sean condenantes.
Dazai se siente bonita en este vestido. Es el vestido que una muñeca utilizaría en una boda, es impresionante. La mejor parte de las bodas para las muñecas es que ellas no quedan embarazadas. Nunca.
***
Se considera a si misma como una persona multitarea. La bañera está llenándose en el segundo piso mientras pone el agua en la estufa con la llama baja. Oda aún está dormido. Eso es inconveniente.
Intenta pisar los escalones chirriantes a propósito para evitarse el incómodo momento de despertarlo para el trabajo por su cuenta. Como las esposas amorosas. Vamos, le gusta ser útil, pero es lo único que le gusta de la mayoría de cosas en la vida.
Los terribles olores de sus aceites para el cabello pre-ducha le pican la nariz. Picaron durante toda la noche, ya que los aplico la velada anterior como hace cada noche antes de su dia de lavado de cabello. Sus pantuflas golpean el suelo suavemente con cada paso que da.
Antes de entrar otra vez a la habitación, se asegura de tirar las botellas de sake en la sala de estar superior que dejo accidentalmente anoche. Tararea, planeando estar poco tiempo en la ducha para al menos desearle un buen día a Oda antes de que de vaya al trabajo.
El la saluda cuando Dazai sale del baño con su bata azul favorita. Solo la usa cuando sabe que lloverá. No tendrá que lavarla en algunos días y la usará continuamente. Es perfecto.
"Creo que viajaré pronto por el trabajo", comenta el pelirrojo, la menor acicala su aceite pos-ducha en las puntas marrones.
"¿Entonces estaré sola?", pregunta con un puchero.
Le gusta la compañía de Oda. Odia compartir sabana con el durante la noche, como, ejem, los matrimonios normales. Pero no es como si quisiera compartir una sabana con nadie más en el mundo. Tal vez es el sencillo hecho de que no sea una mujer hecha para amar.
Oda acomoda sus gemelos en los puños de su pulcra camisa blanca para el trabajo. Dazai finge que las plancha ella misma pero en realidad va a la lavandería porque no sabe planchar. No es que engañe al pelirrojo.
Divide concienzudamente su cabello en secciones para secarlo. Todo esto del cuidado personal a veces genera cierta satisfacción. Aprendió a hacerlo bien.
Normalmente, verse bien es un requisito para no permitir que los rumores circulen como caballitos de feria por el condado. Dazai suele encogerse de hombros ante cada nueva ocurrencia de sus declarados (extraoficialmente) enemigos. Lo cierto es que pronto estaría planeando una demostración elegante de su bienestar y clase comparada con la vida aburrida de los demás.
La vida de Dazai es variada. Dentro de casa.
Oda se sirve el desayuno (que Dazai compro ayer, durante la tarde, pero calentó antes de ducharse) mientras la castaña seca su cabello con su secadora roja. Fue un regalo de su madre, ya que Dazai solía tener el cabello muy largo.
Apenas se caso, lo corto como una exposición de rebelde independencia. Ya es un poco mas largo ahora, bajando algunas pulgadas debajo de sus hombros. Esta cortado en capas para darle ligereza a sus ondas.
Hoy es miércoles. Lloverá. Pocas personas mas lindas e interesantes que Dazai tienen la habilidad de fingir una completa personalidad. Así que sustituye al sol que Yokohama no verá durante el día y utiliza su vestido amarillo, acomodando meticulosamente el cuello blanco. Lo combina con un listón que la identifica como una animada ama de casa bastante romantizada en su época, de color blanco.
Oda esta despidiéndose cuando ella esta bajando las escaleras, este le dedica una mirada de admiración por la elección armoniosamente engañosa de guardarropa mientras toma su abrigo y sale por la puerta.
Dazai se detiene unos segundos en el último escalón cuando se queda completamente sola en la casa.
Parece como si admirara su manicura sosteniendo la barandilla de las escaleras. Pero en realidad divaga. En realidad su corazón (o tal vez su sector límbico, quien en realidad controla sus emociones) suspira ante el vacío. En realidad Dazai tiene las uñas mordidas y maltratadas. No tiene manicuras perfectas.
Se salta el desayuno solitario en casa y toma su propio abrigo. La casa rara vez es suficiente para darle espacio a todos sus pensamientos. Es un poco asfixiante.
***
"Perra vanidosa", saluda Yosano, al otro lado de la caja registradora.
Detrás de ella una estufa portátil calienta agua para te. Dazai lo prefiere antes que el café de todas formas. Camina despreocupadamente hacia la pelinegra mientras es sermoneada.
"Estas tan ocupada comprando listones en el centro comercial que ya no visitas esta vieja casa de música, ¿eh? Y yo que siempre procuro traer discos de tu selección para que no te olvides de mi".
La morena sonríe, el bolso negro colgando de su brazo está casi vacío. No trae dinero. Sólo paga cuando viene con Oda, por lo que normalmente sus deudas con la tienda de discos son elevadas. No es que le moleste al pelirrojo. Es un capricho que viene incluido con el ser de su esposa de conveniencia.
Tampoco le molesta a la dueña de la tienda. La amiga de infancia de Dazai. Quien opina que el hecho de que cargue un bolso vacío es más problemático que estiloso.
"Suelo comprar algunos para ti, pero los olvido intencionalmente en casa para no dártelos porque siempre me regañas", responde con algunas risitas. Yosano gruñe en desaprobación.
La de cabello oscuro le informa que el te estará listo pronto, Dazai lo reconoce con un tarareo, inspeccionando los diferentes vinilos nuevos en el estante frente a la puerta.
No levanta la mirada cuando la puerta se abre, la molesta campanilla recibidora le recuerda a la morena a la nota más alta del piano en casa, el cual, por supuesto, nunca toca. No puede permitirse pasar por excesivamente afeminada porque seria lo que su madre querría.
"¿Puedo ofrecerte te, oficial?", es lo que dice Yosano, lejos de ella.
Dazai lee una dedicatoria dejada por un artista que detesta en la contra portada del estuche del disco. Asimismo, se pregunta deliberadamente si ese aire casual de Yosano sobre nunca saludar formalmente es lo que la hace interesante.
Después de todo, para bien o para mal, todas las personas tienen algo interesante. El vacío es un punto atractivo en Dazai. Suele gustarle mucho a los hombres tanto como su apariencia física.
"Me gusto el té de ayer, desayunare aquí", dice una voz femenina. Es extraño, Dazai no escucho que entraran dos personas. A menos que... ". Supongo que debería cumplir con mi rol de los oficiales que comen donas en lugar de trabajar. No ves una cafetería que vende discos de vinilo en todas las ciudades".
Yosano ríe, la voz femenina ríe. Dazai levanta la cabeza.
Una mujer, pelirroja.
Una mujer policía.
Ella es graciosa también.
Dazai conoce pocas mujeres graciosas aparte de Yosano. Ha intentado ser graciosa antes, y concluyó en que tal vez no es el fuerte femenino. Tal vez está equivocada, porque esta ante una mujer policía. Una mujer graciosa.
La rotura de sus esquemas le hace pensar que tal vez no hay esquemas para las chicas. Eso suena inspirador. Dazai no conocía ninguna mujer policía graciosa hasta ahora. Mas que eso, ninguna policía mujer.
"En realidad es una tienda de discos con una cafetería. Es dicho así para que suene menos coloquialmente ajeno. Pero es más usual de lo crees." Dice alguien, debe ser la otra persona que entró con la mujer policía.
'Que cerebrito', piensa Dazai.
Una mirada azul está puesta sobre ella súbitamente, y casi comete el error de ahogarse patéticamente como si fuera una ola arrolladora. Oh, fue Dazai quien dijo eso. En realidad solo están ellas tres.
"Lo que dijo mi amiga", señala Yosano.
La mujer policía no mira a Yosano cuando habla. Lo cual es poco modesto pero usual en los policías. Tal vez es decepcionante que la mujer policía no rompa los esquemas masculinos siendo un oficial femenino. Pero es inquietante y encantador que ella no vea a Akiko para mirarla a ella.
"¿Lo es?", divaga la mujer pelirroja.
Hay un 'Nakahara C.' en su placa. Lo cual la hace una identidad solo parcialmente definida para Dazai. Lo que la hace misteriosa.
"De todas formas, no importa. Soy la oficial Nakahara", la mujer le sonríe, no de forma afable ni de intención burlona por su corrección extraña, su mirada se detiene un momento en sus labios rojos y Dazai lo nota mientras extiende la mano para estrecharla con la policía.
Debe admitirlo, eso la aturdió un poco. No corresponde el contacto visual después de eso, invadida por repentina timidez.
"Dazai Osamu", responde. Y por supuesto, no se refleja en su tono. No es una novata.
Se acerca a la caja para llevar el disco que veía antes para escucharlo y darse más razones para odiar a tal artista. O tal vez para desarrollar un repentino amor profundo por su musica.
Quien sabe. A diferencia de las personas, los álbumes de un mismo artista pueden ser todos diferentes. Pero todas las acciones de una misma persona están regidas por la misma moral. Es un atractivo monótono y reconfortante en su predictibilidad.
Dazai se muestra desapasionada por las interesantes personas, sin embargo atraída por la buena música. Relaja su cerebro incansable. Es como un hijo hiperactivo. Uno que nunca tendrá. Todo el pueblo habla de ello.
"Aquí tienes", les dice Yosano a ambas, deslizando dos tazas de té. Una dona rosa para Nakahara también. "La casa invita", agrega.
Dazai prueba el te como si fuera un vino costoso. El humo se abre paso por su nariz y se aventura al primer sorbo. El sabor es aceptado y se entretiene leyendo el titular del periódico. Un suicidio.
"Hm. Eso." Dice la pelirroja, quizás notando su interés por la noticia y reluciendo sus habilidades sociales de comunicación.
Dazai se encuentra sólidamente impresionada. Ella no sabe abrir conversaciones por su cuenta. Espera que su flequillo oculte la sorpresa en sus ojos.
"Fui transferida aquí precisamente por el incremento de suicidios. Se sospecha que son falsos".
Dazai nota que los labios rosas de la policía son totalmente naturales, ya que no hay marcas de labial en su taza. A diferencia de la propia. Suicidios. Un actividad extraña. ¿Por que una persona se mataría a sí misma? Quizás no encuentran nada en sí mismos. Nada por lo que la valga la pena vivir. Repentinamente Dazai oscila entre el entendimiento y el disgusto por identificarse con tal causa. Pero se siente curiosa.
Yosano se ve interesada por el tema, ya que no hay más clientes aparte de ellos. Se pregunta que tantas ventas debe tener durante el día para permitirse regalar te y donas a sus invitados. O tal vez solo es generosa.
Akiko le hace preguntas a la oficial, y ella responde tranquilamente. Mira un par de veces a Dazai, con intensidad. No devuelve la mirada, hojeando el periódico.
Se pregunta si la mirada nunca se aparta y a veces tiene oleadas de fuerza o si la policía la mira constantemente en busca de que aporte algo a la conversación.
No podría encontrar razón para hablar. No le gusta hablar de todas formas. Suele confundirse con que es una persona hueca. Pero en realidad es difícil atrapar sus pensamientos que viajan unidos por una cadena como los vagones del tren todos diferentes. Cuando termina de decir algo concluye en que no era lo que realmente quería decir. Es molesto. No vale la pena hablar.
Si hablara, tal vez termine dándole una mala impresión a la bonita oficial diciendo algo demasiado profundo y deprimente o algo demasiado superficial. Puede que resulte mejor ser misteriosa, así como ella.
"Oh, Dazai. Tu labial", Señala Yosano, justo cuando la morena termina su te.
Finalmente, encuentra algo que decir que no revele demasiado. Expone su sonrisa encantadora al público. Espera que Nakahara note el esfuerzo.
Al ver la taza de té, puede inferir en que el color rojo ahora es débil y desigual al impregnarse en la cerámica. Tranquiliza dramáticamente a la de cabello negro.
"Oh, no hay necesidad de preocuparse." Abre su ligera cartera y su labial rojo que carga en caso de retoques rápido toma protagonismo. "¿Que clase de mujer a la moda sería si saliera sin prevenir las emergencias? No una a la moda, es seguro", dice alegremente. Con una impecable memoria muscular, retoca sin manchar su piel con delicada agilidad. "¿Ya está, verdad?"
Pero cuando busca una rápida inspección aprobatoria, no es en su mejor amiga como suele serlo, es en la oficial a su lado, que observa sus movimientos con algo de descaro, a decir verdad. Es tierno. Pero también debe estar haciendo un esfuerzo por disimular. Lo reconoce.
La oficial en cuestión, ahora si tiene una razón para contemplar sus labios sin reparo. Ella lo hace. No hay nada escrito en su rostro mientras sus ojos reposan en sus labios como una bailarina vestida de seda azul cayendo en un lecho de rosas. Dazai capta lo que quiere atrapar directamente de esa pantalla a su alma. Sonríe.
"Ya esta", asiente ella. Entonces levantando la mirada a sus ojos.
Dazai tararea en agradecimiento. Yosano habla, Chuuya Nakahara entonces responde distraídamente. Nadie dice nada más que una despedida sin compromiso cuando la morena se va.
***
"Es cierto que es inusual", oye a su amiga pelinegra al teléfono, un par de días después de conocer a la oficial Nakahara, esta última es su actual tema de conversación. "Aunque no veo nada de malo".
"Es extraño, yo tampoco." Responde Dazai pensativa.
Es conmovedor ver una mujer en un trabajo como ese. Normalmente son relegadas a simples secretarias. Pero, por experiencia propia, Dazai sabe que es un trabajo agotador. Es mas que ser bonita y saber teclear. Tal vez sea experta en ser bonita, pero lidiar con hombres al teléfono que no distinguen limites a causa o efecto de ello era la peor parte del contrato.
La música está alta en el tocadiscos, ubicado en la sala. Dazai intenta cocer un trozo de carne en una de las costosas sartenes que recibió en su boda hace un año, como obsequio. Es probable que vuelva a quemarla. De todas formas, bebe distraídos sorbos de vino directamente de la botella y carga la base del teléfono con ella para poder hablar con su mejor amiga. El maldito cable es corto.
"Mi madre me mataría si me uniera a la policía", comenta la azabache al otro lado de la línea. Dazai tararea de acuerdo. "Pero ella es un chica agradable, bastante linda, también. Podría ser modelo de revista. Deberías invitarla a tus sesiones". Es lo que dice Yosano, Dazai hace una mueca.
"No", responde.
Yosano ríe escandalosamente, puede oír la lima de uñas frotándose mientras habla. Su mirada viaja a su propia mano sosteniendo el mango de la sartén. Debería arreglar su manicura.
"Oh, por favor. No utilices ese acto de chica fría y malvada conmigo. Se que te gustaba modelar. Aun puedes hacerlo. Eres buena en eso y eres bonita, como la oficial Nakahara, ¿eh?"
Dazai suspira, bebiendo más vino para evitar responder. De todas formas lo hace después.
"Oda me hace comer al menos dos veces al día ahora. No estoy en forma para utilizar vestidos tan ajustados." Es su respuesta seca, evita filtrar su amargura en ello. "Y de todas formas, no intentes ese acto izquierdista, podrían estar escuchándonos en el teléfono. La oficial Nakahara es una chica. Y yo soy una."
Yosano gruñe, pero Dazai es indiferente a su estado de animo. Tiene mucha calor y quiere ir a ducharse por fin para cenar y acabar el día. Oda se fue de viaje, y la morena finalmente se animo a reproducir el disco de Cillia Black que compro el otro día. Es bueno hasta ahora.
"Deberías bajar el volumen del tocadiscos, es molesto", le dice la de cabello negro desdeñosamente. Pero nadie detiene la música de Dazai. Es su forma de expresión. Tiene derechos desde 1967. Hace un año y medio más o menos.
"O tal vez deberías colgar y hacer algo productivo", tararea la castaña.
"¿Estas en posición de exigirme eso, señorita compras?" Se burla Yosano después de un resoplido indignado.
Yosano es la única de las dos que trabaja. Dazai no necesita hacerlo de todos modos. El trabajo de Oda es bastante bueno. Y aunque no va de compras todos los días, se le parece bastante. Pero no sabe cual es el trabajo de Oda de todos modos, así que procura no gastar desmedidamente.
"Muerete", se despide, haciendo un frívolo sonido de beso antes de colgar. Bebe vino otra vez, lo deja y se aleja de la estufa para reproducir el disco otra vez. Es una obra de arte.
Suspira, la música entra en sus venas. A veces siente la necesidad de castigarse por no poder sentir de otra manera, pero recuerda que autolesionarse dejaría marcas anti estéticas en su piel, lo cual sería inconveniente si decide volver a modelar. No podria arruinar lo unico que la hace util.
De todas formas, sentir se siente bien. Se pregunta como es la vida de una persona que siempre está llena, que nunca tiene que huir de los lugares fríos para buscar sensaciones o impresiones.
Cillia Black canta mejor que ella de todas formas, pero aun asi hace un dueto con ella en el tocadiscos, tal vez debería aprovechar la ausencia de Oda y escapar a la discoteca, ideal para sentir la euforia colectiva y la intriga de porque los chicos siempre suelen dar lo mejor de ellos para conquistarla. Suele hacerla cerrarse a no sentir nada al respecto.
Los hombres son molestos. Oda es una excepción, por supuesto. Es por ello que decide no ir a ninguna parte para no hacerlo preocuparse de que este sola en la noche. La gente podría decir cosas extrañas de todas formas. A ellos les encanta hablar de la vida de Dazai.
Como, de que lleve un año de matrimonio y aun no tenga hijos.
La morena sube, vestida únicamente con su bata azul para ir a darse una ducha. Juega con el agua y reposa su cabeza cerca de una vela aromática para embriagarse con el olor a peras y margaritas. Recuerda haber dejado el vino junto a la estufa, pero no recuerda haber apagado la estufa.
El disco aún no ha terminado, puede escucharlo allá abajo. También huele humo.
(No le importa lo suficiente)
Dazai exprime un poco de su crema hidratante y empieza a humectar su rostro. Se pregunta que ocurrirá, ¿la casa se incendiara y ella morira? Espera que nadie sepa que fue por negligencia si es así. Se pregunta si morir hará que una última vez sintiendo dolor sea una justificación suficiente para dejar de odiarse a sí misma. O dejar de preguntarse porque no puede odiarse como lo haría una persona a la que le es indiferente si la casa se incendia o no.
Elige seguir fingiendo que tiene una personalidad y se decide por su pijama amarilla. Un camisón de textura vibrante y satinada con encaje blanco en el escote. Es un poco provocativo, a decir verdad. Nunca lo usa cuando está Oda, aunque duda de provocar algo en el pelirrojo de usarlo con su cuerpo flaco y extraño. Pero cubre solo la mitad del muslo de sus largas piernas. Le hace sentirse un poco bonita. Sabe que aunque sea extraña, suele gustarle a la gente.
Entonces escucha el sonido de cristal rompiéndose, suspirando a los sonidos crepitabtes que le siguen después. La cocina está incendiandose.
Lo que más le gusta de su camisón es que tiene bolsillos, es bonito, juguetea con las cosas que tiene en su tocador mientras se pone las pantuflas para bajar y desliza algo en su bolsillo. Se toma su tiempo en las escaleras. La dramática y amplia voz de Black en el tocadiscos al fondo de la sala, difuso por el humo, hace parecer todo muy caótico. Es la canción favorita de Dazai.
Oye sirenas a lo lejos, se acerca a la cocina pero es imposible. Toda la encimera está en llamas.
Toques en la puerta. Oh. Los vecinos se dieron cuenta antes que ella. Todos hablaran de esto mañana. Que vergüenza. Debió ser menos descuidada.
Una ráfaga de humo sale por la puerta cuando abre, ella y el policía al otro lado tosen, hay gritos, le preguntan si esta bien. Dazai no responde. Haciéndose a un lado mientras hombres en trajes rojos entran y el oficial habla en su radio. Luego se dirige a ella.
"Dazai Osamu", dice una voz femenina, con sorpresa. Esa voz llena de espesura asfixiante y dulzura. Es como un puré de papas navideño. A Dazai le gusta el puré de papas. Comerlo le hace sentirse como un bebé tonto que no sabe masticar.
"Tendras que acompañarme a la comisaria"
Se pregunta porque, pero de todas formas asiente y es tirada del brazo antes de poder tomar su abrigo, ahora todos la verán en pijama.
Cuando ya no hay humo en el camino, puede ver la persona de cabello rojizo que la lleva. Es Nakahara. No es una sorpresa, pero lo es.
"No puedo creer que seas tan mala cocinando que incendias tu propia casa", le dice ella mientras la escolta al asiento trasero. "¿Sabes cocinar si quiera?"
Dazai no responde hasta que la pelirroja entra en el conductor después de hablar con un compañero oficial, arrancando el motor. Están solas las dos ahora.
"Todos saben que soy buena en todo", dice ella. "Mi gato estaba intentando entrar por la ventana superior. Fui a ayudarlo y descuide la comida. No es gran cosa, ¿por que me llevas?"
La oficial la mira por el espejo retrovisor, sus ojos son igual de oscuros que el cielo a esta hora de la noche.
"Tendras que explicar eso allá, solo asegúrate de que sea una mentira mejor que esa. Aun asi, ¿estas bien? El humo podria hacerte enfermar dentro de unos dias si estuviste demasiado tiempo ahi adentro. "
La morena suspira, de repente la voz de la pelirroja es un ruido de fondo. Debio saberlo, ella es una persona cono todos los demas. Siempre querran respuestas de Dazai. Esta un poco cansada de eso.
Decide estrategicamente no responder, mirando por la ventana después de captar la forma en la que Nakahara aprieta el timón con violencia, le provoca un cosquilleo. Que exhibicion más vulgar. ¿O estará realmente enojada? Supone que tendrá que exprimir a Nakahara hasta que todo su interior lleno de humanidad se despliegue frente a ella.
"Da lo mismo de todas formas. Pagaré la multa y me iré a dormir." Responde indiferente.
"¿Disculpa?" La pelirroja se distrae de su camino para soltar hoscamente, Dazai le devuelve la mirada por el retrovisor. "¿Que carajo quieres decir con eso? ¿Provocaste un incendio?"
No responde por un momento, limitandose a una sonrisa que no significa nada en particular a traves del espejo, de repente empieza a importarle poco si le da una mala impresion a la mayor.
Lo clasifica en dos relevantes razones. Principalmente, Dazai tambien desconoce que carajos quiere decir con eso. Asi mismo, verla irritada le hace sentir algo. No sabe exactamente que. Decide descubrirlo con empleando metodos poco sofisticados para una dama delicada como ella.
"¿Y que si lo hice?"
Hacerla enojar es mas facil de lo que creyo. Que hermoso. Que hermosa es ella. Nakahara reduce la velocidad, orillandose en medio de la nada. Seria aterrador en la mayoría de los casos.
Ahora sabe que siente cuando está con esta oficial, no podria ser una coincidencia si es la segunda vez que sucede su epifania sentimental incierta. Su unica pista es que sabe que no es terror. Eso la incentiva a perseguir esa emoción aunque esté varada con ella. O será perseguida. Escapara para que su sangre sea más dulce cuando sea atrapada.
"Dazai, ¿donde carajos dormirias esta noche si tu casa se incendiara por completo?", es la pregunta entrometida de la oficial. Su rostro es, en una oración, la amargura condescendiente con la que se podria dirigirse a un niño haciendo locuras que ponen en riesgo su integridad. Preocupación y molestia. Es satisfactorio. Al mismo tiempo es molesto.
La morena suspira. Quizás Chuuya no entiende que el plan es no tener que dormir en absoluto nunca más. ¿O se dice para siempre?
"Tienes razon", Miente Dazai. "¿Me harías espacio en tu sofá si no tuviera donde dormir? Me gustaría conocer tu casa".
La contraria no muestra signos de que le haya parecido gracioso. En cambio sale del auto.
Dazai la sigue con la mirada, ella se para frente a su puerta, y la abre.
"Deberia dejarte aquí, maldita imbecil".
A pesar de sus palabras agresivas, Dazai no se siente ofendida ni intimidada de ninguna forma que valga la pena mencionar. "¿Te das cuenta que es diferente si eres una chica, verdad? Bájate y vete a casa antes de que te electrocute".
Electricidad. Recorrería su cuerpo con ardor. Parecido a sentir con demasiada fuerza. Tanta fuerza que duele. Es totalmente ajeno para Dazai. Tampoco es grato.
"No serias capaz de lastimar a una dama", bromea la morena, la luz de la luna ilumina su pijama. Presiona sus piernas juntas y siente algo humedo.
Chuuya mira el dorado que brilla en su piel por la mala iluminación. Parece como si quisiera gritar. Se ve algo agitada.
"Tambien soy una mujer, idiota. Es por ello que se de antemano que es diferente para las chicas en prisión. Es un incendio provocado, Dazai. Tendrías al menos siete años en la cárcel por tus travesuras". Ella se cruza de brazos, aun frente a Dazai, que no se ha movido de su lugar.
Travesuras. Que divertido. "¿Incendio provocado? No haría algo como eso, oficial Nakahara", dice con inocencia. Pero se siente definitivamente sucio. Evita utilizar su mascara de 'genuino desconcierto' 'para lograr el efecto.
La pelirroja resopla, apoyando sus brazos, uno en la puerta y el otro en el techo del auto. Murmura algo como '¿Que haré contigo?' Y Dazai siente el impulso de decirle que podria hacer lo que quiera, pero no sabe por completo lo que eso podría significar. Tiene miedo de que no sea correcto.
"Llámame Chuuya", termina por decir ella.
Que propio, la presentacion y el nombre. Se asegurara de encontrar datos sobre sus kanjis en su diccionario. Lo unico que conoce de ella ahora es que su apellido significa llanura. Dazai se imagina perdida en ella, guiada unicamente por las tangentes de un rio. Todo en ella es como un rompecabezas que tiene que moldear y construir en su cabeza con obsesión a la falta tangible de respuestas.
"Oh, tuve que incendiar mi casa para que me dijeras tu nombre. Eres tan misteriosa", suelta en tono juguetón.
Mira hacia abajo un segundo, donde sospecha (sabe perfectamente) que viajo la mirada de Chuuya.
Podria ser un truco de la poca luz, y la detective no permitio en ningun momento que su mirada vagara por el camino que conduce a su pecho, expuesto por la pijama amarilla. O tal vez la oficial es una indecente y si lo hizo. Aún así finge que mira su cabello para arreglarlo, acariciándo las ondas delicadamente.
"¿Entonces admites que incendiaste tu casa?" Dice Chuuya, pero no es en un tono policíaco. Es más bien burlon. "Debería esposarte".
Debería. Dazai siente que su corazón se acelera. Tal vez se sentó accidentalmente en algún lugar humedo, porque se siente así.
"No, pregunta otra cosa." dice, Chuuya alza las cejas. Entiende que debe hablar mas. "La casa es de mi esposo, no la quemaría a propósito" - Solo la dejaría quemarse, pero definitivamente no empezaría el fuego a conciencia. Chuuya tararea.
"Entonces, ¿estas bien? No respondiste antes".
Dazai vuelve a verse a sí misma hacia abajo, se mira bien. Siempre se siente linda en su camisón amarillo. Linda como una muñeca inanimada. A todos les gustan las muñecas. Espera que a Chuuya le gusten también.
"Tengo frío, pero estoy bien", se siente algo desnuda. Concluye en que no le importa demasiado si es con Chuuya.
La pelirroja la mira durante un segundo. Debería cerrar la puerta. Osamu se hace a un lado para que ella entre. ¿Se quedarán aquí? ¿Hay alguna razón para eso?
Chuuya empieza a quitarse su chaqueta azul, Dazai rie.
"Oh, no puedo creer que vayas tan rápido", finge pureza abanicandose con su mano. La pelirroja rueda los ojos.
"Eres una amenaza". Termina de quitarse la chaqueta y se la da a Dazai. "No es extraño que tengas frío vestida asi"
La morena desliza su mirada por Chuuya mientras tapa sus piernas. Ahora fingira ser una paloma inocente. No querrá que la mayor pierda el interés. Aunque no sabe porque. La respuesta se asoma timidamente cada vez justo en sus narices pero ella está concentrada en Chuuya.
"¿Verdad? Aunque creo que estas celosa de mi vestido", bromea.
Chuuya le lanza una mirada indescifrable.
Dazai, probablemente, quiere besarla. Tiene algo de curiosidad. La ultima vez que beso a alguien fue hace un año entero. No le gusto mucho. Parecio algo que pudo ser mejor ejecutado de manera diferente. Con alguien diferente. Nunca le dio importancia hasta ahora.
"Eres linda", dice Chuuya. Oh, ¿Entonces va a besarla sin que tenga que pedirlo? O tal vez solo Dazai vaya asi de rapido. "Es por eso que correrías aún más peligro si pasaras la noche en la cárcel, te llevare a un hotel".
Dazai opina que es excesivo por muchas razones objetivas y otras no tanto. Pero aún así podría volver a su casa porque sólo la cocina está quemada. El resto debe estar bien. Pero le es indiferente. Además, si logra besar a Chuuya, ¿no debería dormir con ella también? Parece que tendrá que ser el cerebro de las dos.
De todas formas, no conseguirá nada, por como es Chuuya. Mete la mano en el bolsillo de su camisón, reconociendo su objeto cilíndrico.
Suspira. "Llévame a casa", dice, con aires derrotados. Pero ella solo está retirándose. Aunque antes hará una jugada estratégica.
Chuuya, adorable Chuuya en una camiseta blanca basica y pantalones de uniforme, ¿esperaba que Dazai se contuviera? Eso es, la morena es la más visionaria aquí.
Toma el cuello de su playera, conectando sus miradas por un momento, la chaqueta azul se desliza con parsimonia de sus piernas, asi como ella se desplaza, su lápiz labial se destapa con un clic y Dazai esta tan cerca de la pelirroja, suelta su cuello y toma su brazo derecho, escribiendo rápidamente en la oscuridad, Chuuya sigue sus movimientos. Alternando entre su rostro y su cuerpo casi sobre ella.
Es dificil y aburrido ser siempre un muñeca, a veces le gusta ser parte del juego, no el por si mismo. Una de sus rodillas esta entre las de Chuuya en el asiento. Termina de escribir su numero de telefono junto con un corazon que declara impulsivo coqueteo.
"Tu tambien eres bonita", le dice a Chuuya, "¿No es aterrador estar sola por la noche?"
Chuuya le envía una mirada anhelando ser decodificada. Parece que disfruta haciendo que la mente de Dazai máquine. ¿Es eso bueno o malo para ella?
"Eres lo más peligroso hasta ahora", tararea Chuuya, tiene lo que necesita. A Dazai sentada en su regazo, su número de teléfono fijo anotado con lápiz labial y la tentativa de un beso sin consecuencias. Nadie las vería. Podrían ponerse un poco animales aquí y no molestarian a ningún alma que tuviera la desdicha de cruzarse. "Deberia empezar a cuidarme".
Dazai rie, casi poco elegante. No hay menos para ella, es la accion más burda que podría hacer.
"¿Oh? ¿Que crees que podría hacerte?" Alienta, casi sarcástico, casi provocativo. "Créeme que podria sentarme a hablar como una dama civilizada. Pero estamos lejos de la civilización, y no pareces asustada de lo que se que pasa por tu mente."
¿Que podría perder?
"¿Lees la mente?", cuestiona Chuuya, su ceja arqueada, como retadora a decir...
"Si", exhala, en un suspiro que la acerca más al descontrol. "Deberías contarme más sobre eso que estas pensando."
¿Debería empezar a quitarse la ropa? Supone que esa es la parte a continuacion. Lo cierto es que nunca ha visto en la television a las damas respetables abalanzarse contra policías y desvestirse. Lamentablemente Osamu es un reflejo de ellas. Le resulta difícil ocultar su inexperiencia disfrazandola de curiosidad a un objetivo determinado.
Lo ideal en el gran esquema de las cosas es que Osamu termine humeda y satisfecha debajo de Chuuya y no tenga que demostrar sus escasas habilidades.
Chuuya suspira. "Debería llevarte a casa". Es lo que dice, pero no hace ningún movimiento. La morena no cabe en su desconcierto, pero tampoco pierde el ánimo. No es un no definitivo.
"¿Entrarías conmigo? Para protegerme, por supuesto".
Suena como una burla, como si lo que podría pasar ya estuviera hecho sin consecuencias. Es un truco psicológico que ayuda a los indecisos. Dazai hace que funcione en la mayoría casi todas las veces que quiere salirse con la suya. Que su interlocutor sepa sus deseos evita estrategicamente que Dazai se voltee a inspeccionar su vacio y descubra que no hay anhelo en la nada.
Puede observar el atisbo de escepticismo enraizado en la tentativa del deseo nadando en los ojos brutales de Chuuya. Que desesperante. La pelirroja no deja de dudar tanto para besarla de una vez. Por ello ya ve venir la negativa antes de obtenerla. Pero la manera es desconcertante.
"Deberías pedirle eso a tu esposo", resopla la pelirroja, abriendo la puerta, y tomando su cintura para apartarla delicadamente.
Bien. No parece enojada. La muestra de torpe gentileza le genera curiosidad por lo que pasaría si Chuuya fuera brusca y no se contuviera. Que extraña cosa para pensar. Esta teniendo un ataque hormonal, al parecer. Todo se debe a Chuuya.
"Oh, por favor", gime. Chuuya entra en el conductor. Es extraño ponerse en los zapatos de Chuuya concienzudamente, aún así lo intenta. Así que supone que para ella, fantasear con una mujer casada es una cosa, admitirlo abiertamente siendo mujer es otra diferente.
"Mi esposo no está en casa", es lo que dice Dazai, puede ser tomado a modo de insistencia, o un simple comentario.
Lo cierto es que es abstracto de una manera grosera. La libre interpretación complica las cosas. Pero asimismo es la fortaleza que hace a Dazai escencialmente invencible.
"¿Entonces buscaras consuelo pasajero? Creo que paso", la pelirroja arranca el auto, y Dazai se arropa con su chaqueta.
"¿Estas admitiendo que te gustaria consolarme?", pregunta, genuinamente curiosa.
Opina que Chuuya podría ser lo suficiente honesta por las dos. Aunque sabe que no funcionará así para siempre. Tener las cosas claras le ayudará a actuar a continuación y a guiar a Chuuya al baile que proceda, evitando tener que ser abierta y honesta. Resultaría ridículo revelar que no puede hacerlo. Esta llena de mentiras, y las mentiras no son reales. Esta consecuentemente vacía.
"No entiendo cual es el punto de jugar de esa manera", se queja ella. Brutalmente honesta. Ya está. Dazai cree que le gusta su brutalidad. De muchas maneras. Chuuya toma un atajo para llegar a su calle. "Evita seguir haciendo eso, muñeca. Terminaras viendo mi cara mientras te lo follas."
Dazai siente que hiperventila de la indignación y ofensa. Obliga a sus huesos a dejar de clavarse en su carne de forma dolorosa y aislarse para que las cosas no tengan la misma importancia para Dazai que tiene para los demás. Una práctica autodestructiva. Se pregunta que tan vacía debe estar como para dar cabida a pocos buenos consejos.
Ella toma aire, correctamente. "Lo cierto es que nunca follo con mi esposo, no podría ver tu cara si no decidieras mostrármelo por tu cuenta", divaga, de forma más frívola de la que esperaba. Chuuya suspira, estacionándose frente a su casa. No hay más patrullas o bomberos.
Que engorroso día tendrá mañana. Oda se enterara de todos modos, pero preferiría arreglar la cocina antes de que este de vuelta.
"Eso explica algo", responde la pelirroja. Incluso ella no se salva de escuchar lo maravilloso que hay que contar de la vida matrimonial de Dazai.
Dazai suspira como si se quitara un peso de encima, la salvará de tener que decirlo o reconocerlo por su cuenta.
"¿Entonces llamaras?", ya que no tiene un par de grandes ojos marrones para nada, le envía una mirada algo suplicante a Chuuya. A falta de una palabra más sofisticada, Dazai lo llamara pretendimiento, esta bastante de moda en el cine.
Los brazos de Chuuya son delgados pero fuertes, se ven tonificados, y el mensaje de apertura romántica por parte de Dazai cabe sin problemas en su grosor. Ugh, ella no parece cansarse de ser estresantemente sexy.
"Te deseare buenos días. Ahora baja de mi auto, linda." Promete ella, más importante que su exigencia sobre que se largue. No importa de todas formas. Chuuya le prometió una llamada. Con suerte la convencerá alguna vez de que venga a casa después de la hora de la cena y que tenga su postre.
Será buena para ella. Descubrirá lo que alienta el fuego de sus entrañas que esta originado en Chuya.
***
Lastimosamente, Chuuya no especifico que día será que el que le desearía un lindo día. ¿Es desesperada la cantidad de importancia que está implicando? Espera no ser tan lamentable. Pero ella odia esperar por algo que prácticamente ya tiene. Solo debe tomarlo.
Y es irónico, porque el plan es ser, ejem, tomada por Chuuya. Quien escapa como podría hacerlo un fantasma en el plano cerebral de Dazai. Esta ahí, pero solo muestra su energía y presencia malvada a las almas malditas como Dazai. Y ella tendrá que perseguirla. Es difícil conseguir un polvo en este pueblo olvidado por Dios.
Se estira, extendida en el diván color burdeos de la sala de estar. Puede ser pretencioso, pero lo cierto es que prefiere mucho más el estilo victoriano que el moderno. Larga vida a la reina de Inglaterra (Murió hace sesenta años).
Y cualquiera podría atreverse a criticarla y comentar que su vida consiste en holgazanear y ser bonita todo el día. Y aunque no es particularmente molesto para ella esta clase de confusión, de hecho invisibiliza la cantidad de trabajo que lleva arreglarse por la mañana, elegir un atuendo que no refleje su corazón deslucido, en son de mantener las apariencias.
Y, desperdiciarlo en mandados banales como abastecer la casa, o limpiar y organizar la misma, para después desarreglar lo cuidadosamente construido con el conocimiento de que el mañana será igual de desesperanzador. En todos los sentidos.
Una tarea se suma a la lista, ser bonita y holgazanear mientras espera la llamada de Chuuya. Ella dijo que le diría buenos días, pero son las tres de la tarde varios días después de su promesa.
Llaman a la puerta, y sorprendentemente también llaman al teléfono. Santo cielo. Debe ser una prueba divina para cuestionar su fe en la efectividad de la multitarea.
Tendrá que abrirle a su invitado más físicamente cercano e invitarlo cordialmente a pasar para después correr a contestar el teléfono. Poco elegante. Bastante practico.
"Por dios, Osamu", es lo primero que oye al abrir la puerta, una lastima. Lamenta que no pudo tropezar con la alfombra y dejar caer su garganta accidentalmente en la afilada punta de la sombrilla en lugar de abrir. "Vas a matarnos a ambas con tus deslices. Moriré de la vergüenza."
"Mama", saluda Dazai. Su tono oscila entre el entretenimiento que podría obtener de ver una pared secarse y la tristeza que la ataca cuando quema accidentalmente sus pays de cereza. Es lo único que sabe cocinar a la perfección. "Siempre radiante como el sol a las doce", y igual de molesto, por cierto. Su madre pasa, claramente no pudiendo interpretar el ingenioso sarcasmo de su hija aún veinticuatro años después de su nacimiento.
Dazai se da la vuelta sin ceremonias y se dirige a la cocina, donde se encuentra el teléfono. Es Yosano.
"Oye", puede ser el saludo más formal que Yosano haya pronunciado en su existencia. "Oí lo de tu casa, ¿estas bien? No has venido en algunos días", la angustia nunca es bienvenida en la trágica vida de Dazai, pero tampoco es opcional. De todas formas ha aprendido a sobrellevarla y agradecerla en casos de preocupación genuina proveniente de una amistad como Yosano.
"Por supuesto, la mala hierba nunca muere. Soy como una margarita creciendo en la acera. El ángulo siempre es demasiado oblicuo para ser pisada", tranquiliza, enredando su dedo en el cable del teléfono.
La demostración de labia incomprensible debe tranquilizar a Yosano, acostumbrada a Dazai. Esta última puede ver a su madre sentarse en el diván y arrugar la nariz. Oh, la furia crece en el pecho de Dazai. ¿Cómo puede odiar su diván cuando lleva ese espantoso verde rayado en el vestido?
"Bien, deberías venir pronto. Me siento sola sin tu trasero vanidoso envuelto en un listón sentado en mi sofá, ¿esta bien?", hay genuino disgusto en el tono de Yosano, la morena sonríe. Estaba tan ocupada arreglando la cocina que olvido a su mejor amiga.
"Creo que ya mereces tus listones de regalo", responde ella. Yosano ríe y habla posiblemente con un cliente. Ella se despide. "Debo colgar, el pavo esta en el horno", dice, chequeando sus uñas, una de ellas está herida por la ansiedad de Dazai. Puede sentir como Yosano rueda los ojos, entendiendo inmediatamente el lenguaje en código. No demasiado sutil, solo es una demostración de camaradería femenina.
"Prepara algo de té, Osamu. En caso de que aún tu cocina aún tenga utilidad"
Una rabia florece en Dazai, indeseable. Como si destapara una comida en descomposición, el olor crece con fuerza y toma su lugar como si fuera a acabar con todo, o lo poco que hay en ella.
"¿Algo en especial? Tengo lavanda, si quieres probarlo", alguien desconocido que Dazai alberga en si misma para engañar a los demas sonríe, y es lo mismo de siempre.
***
"No creo que las cosas vayan a funcionar con ella", dice el pelirrojo, mirando su vaso reflexivamente antes de llevárselo a los labios. Bebe el whisky como agua y habla otra vez. "Pero mi madre esta presionándome para que encuentre una esposa, ahora que deje el ejercito".
El hombre a su lado tiene una expresión de cuantiosa severidad y lastima. Parece que dirá algo. Tal vez un aporte totalmente apático o un consejo de amigos de fiesta patético. Dazai siente vergüenza por el de antemano. El sentimiento solidario le resulta en algo amargo. No conocía tal capacidad de su sector límbico cerebral. Debe activarse después de las dos copas.
"Escuche tu conversación", dice Dazai borracha, incluyéndose. "Tal vez deberíamos casarnos".
Dazai sueña diferentes cosas entre sus repentinos sueños intermitentes, tuvo uno en el que las margaritas infestaban las flores en su jardín, desperdigadas como si fueran cadáveres enterrados. De todas formas, su sueño ligero se ve interrumpido de todas las formas posibles. No lo consideraría una pesadilla, pero de la misma forma en la que tiene demasiado frío para dormir, el teléfono empieza a sonar en la planta baja.
Alguna vez escucho que no debería contestar el teléfono a altas horas de la noche. Pero, ¿Quién podría ser? ¿Un fantasma avisándole de antemano su indeseable y escalofriante visita? Por suerte, no es religiosa. No cree que los fantasmas existan, esta afirmación siempre la ayuda a ignorarlos alienandose.
Se abriga con su bata de un sencillo color blanco y baja perezosamente. Gruñe al encender la luz. Aclara su voz para evitar sonar demasiado adormilada aunque sean, después de una rápida mirada al reloj, las cuatro de la mañana.
Como es costumbre, siempre deja que la persona al otro lado de la línea hable, y vaya que lo hace.
"Buenos días, princesa", saluda una voz que registro mentalmente como favorita. Tal vez su obsesión está yendo más allá porque siente como su corazón se acelera.
"Si soy una princesa, debes ser un pajarito que canta para despertarme", dice sarcásticamente. Aclarando más su garganta después de notar que aún es lamentablemente ronca, pero al menos, no es lamentablemente evidente de su conmoción. "No estoy segura de que sea de día aún, ¿por que estas despierta?"
Chuuya ríe, ¿dirá algo como 'no podía dormir pensando en ti' o alguna basura parecida? Porque Osamu estaría encantada de escucharlo.
"Soy policía, ¿recuerdas? Es una hora habitual para prepararme. Te habría llamado antes pero no tengo demasiado tiempo libre", dice ella. Dazai oye aceite chisporroteando y sospecha que esta cocinando.
"Oh, ¿Entonces es tu día libre y esta es una invitación a desayunar? Puedo oírte preparando el desayuno", irregularmente, el estómago de Dazai gruñe. Ella carga con la base del teléfono para servirse un nutritivo y multivitamínico vaso de agua.
"Eso es gracioso. Pero tienes razón, debería invitarte a desayunar para que no cocines por tu cuenta. Me ahorraría inconvenientes." Dice animadamente. Le sorprende que su buen humor sea genuino a esta hora de la madrugada.
"Eso no es gracioso", abuchea. Deja la base en la encimera y se apoya contra ella, arreglando su bata para abrigarse más. "Pero tienes razón, deberías llevarme a tu casa", suelta deliberadamente, jugando con el cable telefónico. Un día de estos lo desconectara accidentalmente.
"Eh, estar desesperada te sienta bien, debo admitirlo", Chuuya se ríe, y aunque no esta aparentemente afectada por su descarado coqueteo, Dazai puede apostar que la agitó un poco.
Ella tararea, de repente sin cansancio. Chuuya la despierta por completo.
"Tengo mejores ángulos", es lo que responde, Chuuya deja de respirar al otro lado de la línea. Se pregunta si el huevo frito que cocinaba no está quemándose. "Deberías venir y verlos".
Y por suerte, aún quedan dos horas para el turno de Chuuya.
***
Un auto plateado se estaciona frente a la casa de Dazai, ella puede verlo por la ventana. Bonito modelo. Leyó de autos en alguna revista y ahora cada vez que ve con atención puede distinguirlos.
Es por ello que abre la puerta apenas el cabello pelirrojo se asoma fuera del coche. Hace frío afuera, si se queda demasiado tiempo aquí su cabello suelto se encrespara, aun así recarga su peso en el marco de la puerta, juega con su cabello mientras ella se acerca. Lleva lentes de sol Fendi. Esa estúpida marca que recientemente se ha vuelto popular. No lleva uniforme, lo cual es extraño porque se supone que iría al trabajo, no le da importancia, ya que, si estuviera en las manos de Dazai, que Chuuya venga vestida es opcional.
"No tienes ni un poco de vergüenza, ¿verdad?" Saluda Chuuya, quitándose los lentes, guardándolos mientras se para frente a ella en el vestíbulo. La mira de arriba abajo, y ella no es tímida envuelta en su bata y en pijama. "Siempre asegurándote de exhibirte cuando estoy cerca".
"Lo piensas demasiado", responde, sin invitarla a pasar. Pero debería, esta en riesgo de besarla a la vista de cualquiera. "Te esperaría sin ropa exhibicionista si me lo pidieras", desliza el comentario, como voltearía una mano de cartas modesta en un juego de póquer. "O sin ropa. O si me visitaras en una hora adecuada".
Chuuya le sonrie, "Vas rápido, princesa. Deberías invitarme un café de antes de eso."
La morena finalmente se aparta de la entrada, por supuesto.
Dazai espera que el agua hierva, le ofrece un panecillo a Chuuya y ella se sienta cómodamente en la mesa de la cocina, desde donde tiene vista a la televisión encendida, pero ella la mira atentamente en cambio, como la primera vez. Espera que Chuuya tome su café, finja que su encuentro es meramente una informalidad, haga el mínimo contacto físico íntimo con ella, invitándola a él baile ávido del contacto visual, entonces pueda abalanzarse sobre ella. Para este punto, Osamu ya está dispuesta a arriesgar su clase para alentar a Chuuya. Para nada desesperado.
Pero nada de eso es necesario, Dazai casi se desespera, porque veinte minutos más tarde, esta retirando la taza, Chuuya no la mira mientras lo hace. Tonta Chuuya. No puede venir hasta aquí y no hacer lo que ambas saben que pretendía, ¿no es así? No cambiaría de opinión con tanta facilidad. No jugaría con el dulce y vacío corazón de Dazai de esa manera.
"Me pregunto que ganas siendo así de cruel, linda", escucha el murmullo justo en su oído, dándole momentáneamente la espalda a Chuuya para dejar la taza en el fregadero. Planeaba lavarla algunos días después. ¿Cruel? ¿Ella? Chuuya debe estar confundiéndose.
Chuuya, presionando su pecho en la espalda de la morena, pasando una mano por su cintura para jugar con la cinta de su bata, ella se debate juguetonamente si desnudarle o no. Que tierno.
"Espero que dejes de fingir tanta timidez después de que acabe contigo".
Oh.
Su plan maestro anterior tenia un tiempo de realización aproximado a treinta minutos, pero en menos de cinco ya está desnuda en el diván, gimiendo ante cada escalofrío que los labios de Chuuya en su cuello provocan. ¿Es así de sensible? Suena prometedor. El sonido de fondo de la televisión oculta sus vergonzosos sonidos.
Chuuya deja caer el peso de sus caderas sobre las propias, que es maravilloso. Nunca pensó que besar a una mujer sería mil veces mejor que casarse con un hombre. Parece lo que necesitaba.
Tartamudea una inútil petición de más y balancea sus caderas, abriendo estratégicamente aún más sus piernas, entre las cuales se encuentra la detective pelirroja que conoció hace aproximadamente tres semanas. Ella es un encanto, por cierto.
Se desplaza desde su cuello desnudo hasta su pecho aún más desnudo. Besa con reverencia e ignora sus pechos sin ceremonias. Toma cada parte lateral de sus muslos y abre sus piernas.
"¡C-chuuya!", chilla, y la mencionada puede ver las puntas de su flequillo húmedas por su agitación en cuanto levanta la vista, sus labios entreabiertos en una pregunta que aún no ha formulado. Es adorable ver esa linda cabecita trabajando a la velocidad en la que lo hace. "Yo... nunca... Bueno, lo que quiero decir es que-"
La pelirroja la mira, levantando las cejas con impresión, pero también algo de desconcierto.
"No espero que lo hayas hecho con otra chica antes, así que esta bien", que amable de su parte. Lo cierto es que Dazai no ha hecho esto con nadie antes. De todas formas, ¿de que podría servirle esa información a Chuuya?
Analiza las posibilidades. Probablemente sea sometida a una conversación molesta sobre esto, preguntas de parte de la pelirroja de porque tiene un año de matrimonio y aun es virgen. Eso retrasaría su plan inicial de tener un orgasmo increíble en los próximos quince minutos. O quizás ella se vuelva demasiado condescendiente. Decide asentir y dejar su cabeza caer en las almohadas del diván, soltando un pequeño brinco y un grito cuando Chuuya lame ávidamente.
Oh, de saber que sería de esta forma, quizás habría invitado a Chuuya el mismo día que la conoció, pero por supuesto, para ello tendría que haberse saltado su dilema sexualmente orientacional.
Tal vez las mujeres le gustan tanto como le gusta ser útil. Quizás es al revés. La mejor parte del proceso de establecer sus preferencias es que sabe que nunca le gustaran la mayoría de las cosas. Solo estas dulces excepciones. Aprieta entre sus dedos la almohada debajo de su cabeza, el cuerpo presumiblemente restringido por el agarre de la mayor.
Aun así hace lo que puede, persiguiendo el placer con movimientos torpes de sus caderas. El sonido de los labios de Chuuya presionados en toda la humedad le hace temblar.
Debe estar realmente empapada, porque un dedo se desliza con tanta facilidad dentro de ella que es un crimen que Chuuya no decidiera empezar con dos de lleno. Esta última se levanta sobre ella, moviendo su mano delicadamente en su interior, decidiendo finalmente darle atención a sus pechos pequeños, que por cierto, caben perfectamente en la palma de Chuuya.
La morena empuja contra los dedos embistiendo su agujero, pero huye de las crueles mordidas de Chuuya en todo su diafragma, es encantador que sea así de posesiva, pero supone que el precio es la tortura erotica de la pelirroja.
"Si", gime suavemente, disfrutando el escalofrío que recorre su columna cuando Chuuya perpetua una marca de amor justo entre sus pechos, enreda los dedos en sus hebras pelirrojas. "Chuuya", se queja.
Ella no intenta ser más amable a pesar de su suplica con la voz más sexy que puede entonar, en cambio decide mimarla con su aprobación. Cosa que siempre adorarán tener las personas que aman ser útiles.
"Tienes un buen sabor. Eres una buena chica", le informa la mayor, besando su piel cada pocas palabras. "Quiero que llores mientras te corres" murmura, agraciada incluso mientras se encarga de ensuciar la mente de Dazai con fantasías ajenas, tales como..."Eres perfecta".
Dazai se sonroja.
Sus piernas son ajustadas hasta que una de ellas está entre las de Chuuya, y el muslo de la pelirroja está haciendo presión en su clitoris, Dazai gime y presiona con más fuerza.
"Que vergonzosas tendencias tiene Chuuya", critica, disimulando su turbación y desviando la mirada. Inútil, por supuesto. Tiene a Chuuya prácticamente en la cara por la posición. "Mi madre dice que las chicas bonitas no lloran, no creo que lo haga". Se burla pobremente.
Chuuya parece recordar que tiene debajo de ella a una chica realmente bonita, así que cede al impulso primario de besarla, por primera vez, de forma salvaje, tomando sus muñecas y sujetando una de ellas justo arriba de su cabeza. Le dará algo de apoyo. Podria desmayarse por tanta belleza, ja.
"¿Es así?" Ella empieza a montarla como un animal salvaje. Es perfecto. Es todo lo que quería. "Tienes razón, las muñecas como tu no deberían llorar", se balancea de adelante hacia atrás, gimiendo suavemente. "Pero lo harás".
Que convencida sentencia. Podría ser un juez condenando a cadena perpetua a un tipo que robo una bicicleta. No es lo correspondiente. Chuuya podría equivocarse, pero Dazai nunca falla en sus predicciones.
Dazai se siente un poco sucia, el resto de ella es placer hirviendo y salpicando como chispas de electricidad. Su mano atrapada por Chuuya está presionada en donde su cabello se encuentra asimismo disperso en la almohada del diván.
El último beso de Chuuya más su declaración acalorada la mantienen pasiva y jadeante, aun siente las mejillas encendidas.
Sin ver a Chuuya a los ojos, frunce el ceño, esta última decide que no le gusta su indiferencia y toma su barbilla, sin agresion ni delicadeza.
No dice una palabra. Solo la besa de nuevo, y esta vez tiene la intención violenta de un golpe con un pétalo de rosa. Le arranca los sonidos vergonzosos que se le antojan con un estilo sofisticado incluso en su acción carnal e íntima. Ella es poética.
Envuelve a Chuuya por la cintura con el brazo que no está limitado en el agarre de la pelirroja mientras está se mueve, moliéndose en su muslo y por ende presionando el clitoris de la morena. Gime ante cada empujón, dejando débiles arañazos en su espalda.
Suelta un suave sollozo que resulta inadmisible, porque inmediatamente se decide a reafirmar su incapacidad de llorar volteando a Chuuya, esta vez dejando que su coño se frote directamente sobre el de la mayor. Es celestial. Utiliza el abdomen tonificado debajo de ella como punto de apoyo, montando a Chuuya rudamente.
"Eso es, um-", gimotea, un sonido sofisticado para cualquiera pero incluso burdo en su contexto. "....Estoy cerca ¡No! ¡A-ah!"
Las suaves y brutales manos de la pelirroja se enredan en su cintura, instigándola a un ritmo dictaminado por ella. Demasiado rudo para la posición en la que está Osamu. Pero sabe que si Chuuya fuera más suave no podría alcanzar el orgasmo.
Pequeñas lágrimas se anidan en sus ojos, oh, joder no. Que vergonzoso. Tapa su cara mientras la de ojos azules marca el ritmo y se corre con un resoplido acalorado. La sigue poco después, sollozando suavemente y ocultando que sin duda quedó un poco destrozada por Chuuya.
Exhala lentamente, todo se ve demasiado difícil mientras baja de su nube. Pero todo le resulta apremiante. Quiere resolver sus dudas, pero desea permanecer feliz en la ignorancia como lo haría una persona hueca, que vive su vida sin cuestionamientos amargos. Pero, ¿ella quiere ser hueca? Supone que es lo mas conveniente para su personalidad. Pero no es lo mejor para ella. No es lo correcto.
¿A Dazai le importa lo correcto? Las diferencias entre el bien y el mal siempre han sido un concepto con el que jugarle trucos a la gente que no los tiene claros o que ignora su profundidad. Dazai no los entiende en absoluto. Pero Dazai si lo hace. Es lo que todos piensan. Se desploma en su nuevo dilema acostándose sobre Chuuya sin permiso. Esta ríe.
"Eres muy ligera", le dice, haciéndole espacio para que su cabeza quede enterrada en su cuello, Osamu muerde y chupa suavemente para devolver las marcas, y la detective la deja mientras rasca suavemente apenas moviendo su cabello.
Decide ignorarlo. Regirse por la pasividad correcta significaría salir lastimado para no lastimar a los demás. Y no debes salir lastimado porque de lo contrario eres débil. Supone que ser débil es malo. El alma de Dazai siempre está en pena, por ello supone que nunca tiene energía para nada que la haga parecer fuerte. Pero, ¿la oposición entre fuerte y débil tiene la misma importancia entre ser bueno y ser malo? Supone que no, porque todos toman su camino. ¿Pero si el bien y el mal son antónimos definitivos no debería haber un solo camino para el bien y uno solo para el mal? Tomando en cuenta que hay personas buenas como Chuuya. Como decía, ignorará el problema.
"Hm", dice elocuentemente. "Tenía que serlo. Era mi trabajo."
Chuuya quiere preguntar, pero decide no hacerlo. Su otra mano reposa en la espalda baja de la morena.
Estira el cuello y puede ver el reloj de pared. Pronto serán las seis. Tendrá que ser un poco impuntual hoy. De todas formas pidió permiso antes de venir para poder divertirse con la linda chica que se mete en problemas desde que la conoció. Espera que eso último no lo sepa su jefe. Chuuya no ha tomado vacaciones desde que empezó a trabajar, así que un a hora tarde no la matara.
De todas formas, es una forma alentadora de empezar el día.
***
La bañera está llenándose arriba. Osamu calienta café, su cabello está enredado en una toalla pequeña para que sus aceites hagan efecto.
Golpea las ollas con menos gracia de la usual al cocinar, con el claro objetivo de despertar a su adorado esposo, quien ya volvió de su viaje. Dazai lo recibió con una sonrisa, lavando la taza de café en el fregadero para que no sospechara (Ya que ella ni siquiera bebe café).
Sale de la ducha, Oda esta sin pantalones, pero esta buscando sus zapatos debajo de la cama. La posición es elegante.
Hidrata su rostro, aplica algo de rubor sin ningún tipo de base y exprime su cabello con la toalla para empezar a secarlo.
"Vi tu cara en una revista recientemente", comenta Oda. El siempre empieza los temas de conversación. Dados temas nunca son demasiado relevantes. Oda es reservado por naturaleza, supone, ya que nunca le habla sobre el trabajo ni tampoco se molesta en preguntarle, ya que no sabe hablar como el lo hace. Tal vez se caso con el por eso. Tal vez tiene una debilidad por la gente con habilidades sociales. "¿Has vuelto a modelar?"
Dazai arquea una ceja. Tal vez estén reciclando fotografías viejas. Eso significa que recibirá algo de dinero pronto.
"No," Responde. Tarareando Cillia Black. "¿Crees que debería?"
Oda sonríe de una forma extraña. Como si no quisiera hacerlo. Las posibilidades de que Oda haga algo que no quiere son ínfimas. Es como un sabueso. Un enorme y leal sabueso. Pero los perros no hacen cosas que no quieren hacer. Solo piensan en su bienestar superficial. Son unos malditos. Dejarían años de cuidados y amor de parte de un amo por un trozo de carne de algún extraño en la calle.
"Tal vez, si eso es lo que te gusta", apoya el pelirrojo. Pero puede inferir en su tono que hay más detrás de genuino placer por los intereses de Dazai, esta última apaga la secadora y se da la vuelta para ver al contrario.
Lo examina en silencio, el esta agachado poniéndose los zapatos. Son unos zapatos diferentes hoy. No son los que usa para trabajar, los cuales se encuentran en la entrada. Osamu ayudó a Odasaku a empacar su maleta, y de hecho, no recuerda haber empacado nada de lo que Oda utilizo ayer al volver.
Se pregunta si Oda comparte el sentimiento provocado por silencios mortificantes. Concluye en que no. Oda es una persona impasible. Y ella no experimenta sentimientos. Los crea.
Oh, no hará una escena. La ignorancia es felicidad.
Ignorando lo que sea que el pelirrojo quiso decir y no dijo despues de su superficialmente desinteresado comentario, entrecierra los ojos y sonríe. "Lo que tu digas, Odasaku".
La secadora reanuda su expulsión de aire caliente, lentamente despejando la neblina de incertidumbre y derritiendo sus dudas, floreciendo como margaritas en su cabeza. Las margaritas son lindas, son útiles para la gripe y las cicatrices. Su vela de margaritas la ayuda a relajarse bastante cuando toma un baño. Pero las margaritas son una mala hierba.
Oda bebe café, como siempre. Ella se sienta a ver la tele cuando el está saliendo.
El día pasa como si el transcurso del tiempo no tuviera ninguna importancia para los intereses humanos, ¿es eso cruel? ¿Es un incentivo a realizar las cosas que quieres hacer lo antes posible? Su vestido es de un rosa palo hoy, no lleva un listón sino el cabello recogido en un moño flojo. Pasa la aspiradora por el suelo perezosamente, oh, hay muchas cosas en las que divagar cuando eres una chica.
Las llamadas con Chuuya se vuelven habituales estos dias. Chuuya llama, le desea buenos días, buenas noches, le pregunta si finalmente follo con su esposo como la ridícula indecente que es e incluso hace alusión a un tema extraño.
"No he podido visitarte, pero pronto tomaré algunos días libres. El caso no está avanzando para nada, pero hubo otro suicidio sospechoso recientemente, estamos intentando probar que también es falso", por supuesto, eso no le interesa a Dazai, lo que realmente entra en su cabeza es: "Espero que no te emociones demasiado contigo misma cuando piensas en mi, nos vemos, princesa".
¿Emocionarse? ¿Consigo misma? Dazai no se emociona. Nunca. Y ahora, que Chuuya piense que podría entusiasmarse de sí misma es iluso de parte de ella y las razones son lamentables para Dazai, pero no es en sentido literal a lo que Chuuya se refiere.
La televisión suena de fondo mientras cocina pollo para su ensalada. De repente tiene mucha hambre, ya que no ha comido nada más que la mitad de una taza de té en todo el día, pero recuerda que debe comer saludable si considera volver a ser modelo. Una botella de vino tinto está a su lado. Otro de los muchos regalos que Oda y ella recibieron en su boda. Pero ni a ella ni a Oda les gusta el vino. Dazai lo bebe mientras ríe en completa soledad por las ocurrencias de Chuuya.
Jugar consigo misma. Gracioso. Chuuya la ha tocado más de lo que ella podría tocarse en toda su vida, en el sentido literal. Cuando se desvía al aspecto erotico, es aún más inexplorado para ella.
Apaga el pollo, arrojándolo sobre su ensalada previamente preparada. Pero el vino le quito el hambre, se lleva la botella a la sala, donde reproduce un álbum de un americano promiscuo con apellido Presley. Ha escuchado pestes de él, se apena por el tipo.
Ríe otra vez, es terrible no poder ser normal. Todos hablaran de ti, eso es lo único común en su vida. Tiene demasiada calor, así que deja el vino tinto en la mesa de la sala y empieza a desabotonar su vestido carmesi. Sacándolo por su cabeza y quedando únicamente en su camisa de centro blanca. Su madre lo desaprobaria, por supuesto.
El rojo es un color tentador y una chica no debe parecer demasiado interesada porque podría fácilmente catalogarse como cualquier tipo de perra. Suerte que no necesita un vestido para eso. El vestido sirve para ocultarlo.
Oh, ahora básicamente está desnuda, puede ver su cuerpo desgarbado que no ha probado bocado desde hace un tiempo, superficialmente preocupante. A Chuuya le gusta este cuerpo, ¿por que a ella no puede gustarle? A todos les gusta ver su cara congelada en una emoción hueca en el papel. Ella odia verse sonreír. Tal vez no lo merece.
Siente como si odiara a todos, y aunque sea demasiado fácil para ellos adivinarlo, eligen no verlo, ¿verdad? Quizás la perspectiva de que alguien la condene en un futuro, que divage hasta dar con esa verdad sobre ella sera la que deslice su mascara de su rostro.
Y es frustrante, ¿Debería ansiar el veredicto para que acabe con ella de una vez por todas o huir de él y ser vagamente abrazada por la calidez de las cosas que hay en su vida? Suponiendo qué estás valgan la pena, sin embargo.
Ríe. Tomará lo que reciba. No hay necesidad de hacer otro estúpido dilema sobre ello. No cree que sea una mujer hecha para odiar. Tal vez es algún tipo de envidia que pudre su alma hueca.
Cae en el diván, extendiendo su mano para tomar la botella por el cuello y beber. Incluso estando borracha no chorrea el líquido en ningún lado. Se pone ebria perfectamente sin ningún ruido. Ningún desastre. Seria terrible que hiciera alguna cosa que no debería hacer.
Gime de dolor, su cuello está terriblemente incómodo. Se acomoda y divaga.
Emocionarse. Suena cada vez más divertido.
Al diablo, arquea un poco su espalda para acomodarse más. Sus pechos son pequeños. Siempre le fueron útiles para caber perfectamente dentro de un vestido talla cero pero lo suficiente llamativos para verse estilizada.
Aprieta uno de ellos con las capas de su camisa y ropa interior en el medio. Es como si exprimiera su esponja de baño. Eso la hace reír. Intenta sentirse igual que la forma en la que la hizo sentir Chuuya, pero concluye en que tal vez eso sea exclusivo de la pelirroja.
Su mano se arrastra de su estómago a su vientre, aun está pensando demasiado mientras juega con la cintura de sus bragas. ¿Deberia darse el gusto? Sabe que no, pero imagina que Chuuya probablemente le hablaría en un momento como este.
Le diría algo que la haga sentir patética y necesitada y le apodaría como princesa. Le gusta ser una princesa de la forma en la que Chuuya lo dice.
Su mano entra sin molestarse en bajar la única prenda que se interpone. Oh, quizás Chuuya estaría desnuda sobre ella. Quizás dejaría entrar uno de sus largos y finos dedos dentro de ella una vez la moja lo suficiente. Por suerte, Osamu siente que está empapada ante la mera instancia de que Chuuya este cerca.
Concluye en que las bragas son molestas, así que las retira balanceando sus caderas mientras lo hace. Su dedo está mojado. Hay algo viscoso en su cerebro que tiene la textura de baba de babosa pero se siente suave y dulce como la miel. Podría terminar siendo devorada por ello.
Utilizar sus dedos es demasiado cansado de repente, así que simplemente masajea su clitoris ceremoniosamente. Gime, cerrando los ojos. Chuuya marcaría su piel, tomaría bruscamente su cintura y sus caderas y dejaría marcas. Su pobre entrada terminaría hinchada por sus duras atenciones.
Jadea, le encantaría desvestir poco a poco a Chuuya de su uniforme de policía. Le gustaria ser restringida aún más de lo que la dominación de Chuuya durante el sexo implica. Tal vez deje que la pelirroja le ponga sus esposas, y que tal vez la arrodille a los pies de la cama.
Dazai se corre, pero resulta siendo insuficiente. Toma una de las suaves almohadas del diván, acomodándose, y vuelve a terminar.
***
"¿Tu esposo no duerme aquí a menudo, cierto?", le dice Chuuya, cómoda en el diván, sin chaleco policíaco, solo pantalones y camiseta blanca. Vino directamente del trabajo, alrededor de las 19:00 solo porque la llamo.
"Hoy no, pero no es usual", responde Dazai.
"Ya veo porque no te lo follas, pobre bebe". El apodo es lo más burlesco de su comentario, lo demás suena como si se compadeciera genuinamente.
"He sobrevivido sin eso", dice simple, devolviendo la burla sin dar indicios trágicos del trasfondo, como si la mera idea de recordar su beso con Oda durante la boda no le diera algo de arcadas.
Chuuya se burla otra vez, la luz de la televisión ilumina la mitad de su cara. Es incansablemente sexy.
De todas formas, Dazai les sirve limonada y se sienta junto a ella, inmediatamente acurrucándose a su costado. Es fácil obtener el afecto de Chuuya. Ella lo brinda como si tuviera mucho para todos. Es como el aire. Puede ser un soplo delicado. También un tornado arrasador.
"Oda no está enamorado de mi", dice Osamu de repente. Se pregunta quien la autorizo para decir algo como eso. Dazai jamás lo diría. "Y yo tampoco estoy enamorada de Oda. El es mi mejor amigo. No creo que vaya a follarmelo nunca", finaliza, evitando sonar lo menos lamentable posible. Tuvo buena suerte.
Chuuya rasca perezosamente, ella puede sentir su mirada de otra manera hipnotizada y cerúlea fija en su sien. Debió entenderlo. Seguramente no es la primera mujer que debe hacer algo como eso para aparentar normalidad. Sólo es la primera que no le interesa en lo más mínimo como no le interesa nada de lo demás. Es vacío.
"Sin duda, deprimente", dice Chuuya. No hay burla. No hay lastima. Sólo un tono Chuuya en su voz. "¿Y llevan cuanto tiempo...?
Dazai divaga. Le gusta mucho Chuuya. Nunca sabe lo que está pensando. Solo lo que siente y lo que hará. Es perfecta.
"Un año, algunos meses", responde.
"¿Y tu...", finalmente, algo vacilante se filtra. De todas formas debería preguntar lo que sea. Es bastante probable que le responda con lo encantadora que es. "...has hecho esto antes? ¿A sus espaldas?"
A pesar de saber la respuesta, Dazai se toma un momento para responder. Es un no por su parte, pero, ¿Odasaku la ha engañado antes? Suena desesperanzador. Estaría cómoda con la idea, de todas formas. Prefiere las cosas realistas a las crueles y optimistas.
"No, camarón. Eres la única que ha tenido el honor de llevarte mi honor", bromea. No cree que habría follado nunca si no fuera con Chuuya.
"Por favor," se burla ella. "No pasas un año y tantos meses sin ninguna clase de...actividad, cielo. Estas siendo dramática."
Ciertamente Chuuya vino y rompió su racha de celibato. De un par de maneras vergonzosas.
"Pues yo lo hice," Miente. O, en realidad, ocultar la verdad no es lo mismo que mentir. Sólo oculta un poco de verdad a Chuuya. Debe preservar su dignidad y omitir que fantaseo con algo cercano a la mano entera de Chuuya dentro de ella. "No es así de imposible. Simplemente tu eres sexual."
Chuuya ríe, centrando su atención en el programa interrumpido brevemente por publicidad.
"Oye", Chuuya detiene sus caricias en una de sus sienes. "¿No eres tu en la tele?", obliga a Dazai a detenerse de divagar sobre esa incomprensiblemente maravillosa risa. Enfoca su visión en la pantalla. Efectivamente, es un comercial de perfumes que hizo hace medio año.
"Supongo que si", responde. Abostezando y estirando sus piernas. Tiene que acomodarse muy pequeña para amoldarse a Chuuya.
"Oye", se queja Chuuya. Ese tono indica que quiere hacer sus preguntas molestas. Debe ser porque es detective. "¿Que quieres decir con eso? ¿Sales en televisión? ¿Era el trabajo del que hablabas?"
Hace lo típico, responderse a sí misma. No es causa de gran ajetreo. Dazai toma una de sus manos que está gesticulando como idiota y la pone sobre su cabeza, para que siga acariciándole y pueda dormirse, se le acabo la cuerda social. Es como el reloj despertador.
"Así es, ¿Es demasiado impresionante?", pregunta a cambio, bromeando para en partes iguales fingir que le interesa la conversación y también aligerar el asunto.
"Por supuesto que no", responde rápidamente Chuuya. No suena como si estuviera mintiendo. Suena demasiado honesta. "Eres jodidamente preciosa. Solo me parece algo misterioso de tu parte no especificar antes de acostarme contigo que iba a salir con una estrella", bromea Chuuya.
"Chuuya debería callarse. No es gran cosa". Dice, casi avergonzada. Aun así Chuuya sigue rascando su cabeza.
"Hablo en serio", se queja, como la mocosa molesta que es. "¿No vas a hablar de eso?", esto ultimo la hace pensar. ¿No habla lo suficiente con Chuuya? Ay, que deprimente debe ser.
"No", responde ella. Solo porque ya está acostumbrada un poco a lo trágico y quizás le gusta. "Chuuya habla demasiado".
Ella está audiblemente ofendida por eso, pero entonces guarda silencio unos segundos y dice.
"Entonces...¿podrías enseñármelo?"
***
Chuuya insiste en ser exquisitamente ridícula, entonces suben a su habitación compartida con Oda y debe entrar constantemente al vestidor para enseñarle a Chuuya.
"Pruébate ese", señala, termina eligiendo alrededor de cinco vestidos, Dazai la mira incrédula y Chuuya sale para que se cambie. No es como si no la hubiese visto desnuda antes. No es como si hubiera tenido algunos dedos dentro de ella en algún momento.
"No soy una modelo de pasarela", se queja Osamu, vistiéndose dentro del closet. Chuuya se sienta en la cama, audiblemente. "Solo rodaba comerciales. O portadas para revistas. Esto es humillante".
"Deja de ser tan dramática", regaña ella. "Si me gustan lo suficiente, podría follarte con cada uno de ellos puestos", ofrece. Es vergonzoso que en efecto sea tentador.
Dazai abre el armario de forma distinguida. Caminando pausado hasta quedar frente a Chuuya. Recuerda cuando utilizo este vestido. Es negro algodonado y le llega casi hasta la rodilla. Tiene un escote blanco de corazón que es como un listón, terminando en un pequeño chongo del mismo color. Lleva calcetines negros transparentes.
"Oh, es el mismo del comercial", dice Chuuya, sorprendida, se levanta y parece casi sin aliento. Rodeándola para examinar diferentes ángulos. Toca deliberadamente su trasero. "Te queda muy bien. Lindo trasero."
Dazai juega con las puntas de un mechón de cabello, rodando los ojos.
"El siguiente", dice Chuuya, casi con emoción.
Y el siguiente es un traje plateado tipo bañador, es bastante brillante. Lo utilizo para una revista de lencería.
"Olvida la pasarela", Chuuya la estampa contra el colchón, haciéndola sonreír victoriosamente y sintiendo su cabello desparramarse a su alrededor. "Te follare ahora, este es bastante sexy".
Dazai la atrae por el cuello, haciéndole espacio entre sus piernas, el traje tiene un listón tipo castaña en la espalda, este se presiona incómodamente al estar acostada, pero confía en que Chuuya la desvestira pronto.
Besar a Chuuya es contradictorio. La mujer la besa suave y dulcemente, al mismo tiempo que recorre su cuerpo con sus dedos delgados como si preparara un festín, su toque le hace estremecerse. Sus besos le generan romántica esperanza.
"Creo que podría ser tuya, Chuuya", suspira la morena. Chuuya se levanta de donde besaba la comisura de sus labios de forma torpe y hermosa. Ella la mira. "¿No puedes ser mía?", susurra.
Confesar un crimen parece poco comparado a confesar que cree poder tener un lugar siempre caliente, siempre dispuesto. Eternamente para ella. Duele como abrir una herida intencionalmente, como si hurgando fuera a encontrar algo.
Pero es maravilloso sobrellevar el dolor para encontrar la respuesta. La perspectiva penosa de la castaña le hace verlo así. Otra persona lo compararía con oler flores a las que eres alérgico. O comer pastel cuando eres intolerante al gluten por el cumpleaños de tu persona favorita. Supone que para las personas como ella la felicidad cuesta más trabajo de forma nata, en caso de que sea lo que deseen. Supone que esta dispuesta luchar con eso, aunque desconozca su límite.
(O tal vez las personas como ella nunca obtienen nada de lo que quieren.)
"¿Tuya?", divaga Chuuya. Su primer pensamiento es hundirse en los brazos de su amante, sonrojarse pasivamente. Elige no hacerlo. "No, Dazai. No soy de nadie. No soy un objeto." Es su respuesta.
A cambio, no recibe nada de Dazai. Ninguna broma, ningún escepticismo condescendiente o herido. El simple silencio arrullador de su abrazo. Sus brazos rodeando su cuello, jugando distraída y fríamente con el cabello de su nuca.
(Recibe la mirada de Dazai, y mierda, es hermosa. A pesar de que lo calculador en sus ojos fuera como si mirara a través de ella para evitar verla como castigo. Chuuya haría lo mismo consigo.
Pero lo cierto es que Chuuya tiene miedo. Porque, ¿Qué es este sentimiento de pertenencia sin remedio? No ha trabajado toda una vida para ganarse el reconocimiento y demostrarse a sí misma que puede para después ir y entregarse con abandono a la pertenencia desapasionada de alguien.
Tiene miedo de la falta de lucha. Tiene miedo de la falta de voluntad de sus huesos ante la tentativa sublime de pertenecer a Dazai. Simplemente sucedió. Opina que la falta de arrebato se debe a que el ardor del amor consumió y asfixio todas sus fuerzas en contra.
Solo queda Dazai, más helada que el hielo en el centro de su aro de fuego. Chuuya cruzaría las llamas solo por su gélido beso.)
Al final, Dazai supone que tiene razón. Chuuya es como el viento. Sensible, devastador e inconfinable. Incondicionalmente libre. Debió ser demasiado ilusa, porque la caída duele. Ella es todo lo que nunca será ni merecerá.
***
Chuuya ya no esta en la cama cuando Dazai despierta. Ella misma está desnuda y llena de marcas. Hay toques en la puerta.
La vida se muestra gris ante sus ojos, como si la neblina de la noche no se disipara para ella. Como si volviera al comienzo. Antes de Chuuya. Antes de creer que podria tener un hogar.
(Una persona para ella.)
Hay toques en la puerta, no se molesta en revisar su cabello mientras se pone una bata, y sus pantuflas. Solo lo desenreda superficialmente y baja las escaleras. Abre la puerta sin preguntar. Espera que sea un asesino.
"Dazai", es Odasaku. Parece súbitamente turbado por su actual pudorosa vestimenta. Pero no es Oda solo, detrás de él hay un hombre con sombrero y maletín que no había visto nunca antes en su vida y también esta la madre de Oda.
La mujer pasa, saludando indiferente e incluso de manera hostil a Dazai. Nunca le cayó genuinamente bien. Supone que fue un milagro que la aprobara ante su inesperado y ridículo compromiso con Oda hace poco más de un año. Terminó de despreciarla cuando supo que es prácticamente inútil en las tareas del hogar.
Oda sigue a su madre con aspecto reflexivo en su semblante. No mira a Dazai, inspecciona la casa pero no de la manera despectiva y detectora de errores en la que lo hace su madre, sino de forma angustiosa. Dazai sólo lo mira a él. Oda, quien podría considerar su mejor amigo. Nunca un amante. Nunca un hogar. Un esposo. Cumpliendo el mismo rol de todos los hombres.
El pelirrojo mira los vasos de limonada en la mesa de la sala de la noche anterior y finalmente mira a Dazai, oh, olvido por completo recogerlos. Esta a punto de hacer una excusa cortes para si misma como forma de darle una razón a su impresentable condición y los vasos en la mesa, dos en lugar de uno. Pero no encuentra nada. Su lengua plateada no funciona contra su mejor amigo, y el miedo.
La mirada de Oda toma fuerza esta vez, tragando mientras el hombre que, si Dazai no se equivoca, es un abogado, saca unos papeles de su escandaloso maletín.
"Dazai", dice Oda. Casi podría sonreír de la inefable amargura. Por supuesto, lo ve venir a a un kilometro de distancia. Para su mala suerte, Odasaku ya está cinco millas adelante. "Tenemos que hablar".
***
El agua es fría a su alrededor, hace sonidos que suenan como lo que Dazai desearía que fueran: dagas cortando el aire. Hojas afiladas cortando piel.
Esta acostada en la bañera, mira en su dedo anular izquierdo el anillo que nunca utilizo después de la boda, hasta hoy. Nunca noto lo lindo que era. Solo lo ventajoso que le resultaba para su deplorable situación.
Su madre nunca la quiso cuando estaba embarazada, Dazai debe felicitarla; se esforzó por ocultarlo. Dazai tampoco se quiso demasiado los primeros años de su vida. Nadie lo hizo.
No jugaba con las otras niñas. Las constantes lecciones y sermones de su madre la tenían despierta a altas horas de la noche, y cuando no se trataba de eso, se quedaba pensando acerca de ellos. Las niñas le tenían miedo a su apariencia. Decían que era fea y rara. Hubo un momento de su vida en el que sintió satisfacción de convertirse en modelo por su belleza.
Fue el día que decidió que su capa exterior es la que más importaba, y abandono por mucho tiempo la importancia que le daba a su vacío. Nunca iba a construir nada bueno dentro de ella, pensó. Pero no sirvió de nada.
Su padre murió en la guerra antes de que naciera. Curioso, esta misma estaba por terminar unos meses después de que naciera, y su madre, creyendo que Osamu no escuchaba, cotilleaba con sus amigas convencida de que el hombre había fingido su muerte para escapar de la responsabilidad. Dazai escaparía de ella misma si pudiera también. Pero siempre fue la única persona que tuvo. Siempre fue la única que nunca quiso en absoluto.
A día de hoy, aún puede rescatar aspectos de la maternidad de su progenitora. Ella nunca se rindió a pesar de ser madre soltera. Resulta que la dejo un año con los padres de Yosano en busca de su padre, pero regreso con las manos vacías y aún más resentimiento contra Dazai. Pero volvió y decidió ser la madre solitaria que estaba destinada a ser. Puede admirar eso de ella. Acepto su situación. Dazai nunca superará que esta condenada a vivir sola, consigo misma para siempre.
No puede odiar a su madre, no puede odiar a Chuuya por no amarla. Tampoco a Odasaku por dejarla. A su padre por morir o huir, lo que carajo sea. Porque ella no es capaz de sentir tan fuerte como lo hacen todos ellos. Pero puede odiarse a sí misma, lo ha decidido. De la misma forma en la que decidió inventar una personalidad, de la misma forma en la que recuerda que crea sus propios sentimientos.
Su sueño se vuelve realidad. Ya no es el agua que se mece afilada en el aire. Es en su piel.
Oda se fue y la casa es suya. Le dijo que debería volver a su antiguo trabajo, y entonces descubrió que de eso se trataba. Recordar que su matrimonio era falso después de todo, no evitó que Odasaku pensara en que sucedería con ella si la dejaba.
No puede odiarlo. Después de todo es su culpa.
Pero, ¿realmente lo es? Siente la necesidad de revolcarse en autocompasión despreciativa. Debe ser tarde, porque sus muñecas ya están sangrando. Pero lo intenta de todas formas, ¿alguien se molesto en intentar notarla alguna vez? ¿Llegaron a descubrir su vacío? Nadie puede esperar mucho de ella después de todo, ¿no? Es injusto.
El aroma de peras y margaritas flota junto a su nariz. Cree tener el olfato lo suficiente agudo como para sentir la sangre, debe ser el efecto de estar muriendo.
Poco queda de ella en momentos como este, menos de lo que ya tenía, si es que fue suyo en algún momento.
Y puede oír las sirenas, oh, ¿los vecinos se dieron cuenta de que ha pasado todo el día en la bañera? Debió saber que era in crimen ser tan inútil como ella. Su vida llena de desgracia debió hacérselo saber. Supone que es otra de sus faltas involuntarias que nadie le instruyó a evitar.
Es de noche, supone, pasaron horas para que finalmente decidiera tomar la hoja de afeitar en la cómoda junto a la bañera y sus movimientos fueran automáticos.
Puede oír hombres afuera, ¿el mundo está acabando? Seguro que suena como tal. La gente da órdenes y hay sonidos desagrables de la tierra, se maldice. Incluso muriéndose su cerebro se niega a apagarse. Esta un poco cansada. Cada vez más muerta desde adentro hacia afuera. Que paz. Siente que todo su ser está siendo arrasado, inmóvil en el agua rojiza de la bañera.
"¡Dazai!", intenta levantar su cabeza, pero duele demasiado. Es como si su cerebro se hubiese hecho papilla. Supone que la voz que oye es la de papá esperándola en el infierno. "¿...Que? ¡Dazai! ¡Mierda!"
Es Chuuya.
Los grandes y hermosos ojos de Chuuya la guían a donde solo podría soñar con ir. El cielo, oh, Dios no debe existir si Dazai termina en el cielo. Su alma se desvanecera antes de acabar en el paraíso.
"¡L-llama a los paramédicos! ¡Creo que el hizo esto!", parece que uno de los colegas de Chuuya la seguía. Ahora finalmente están solas otra vez. Verá un poco de cielo antes de perderlo por completo, al parecer. Morirá en los brazos de Chuuya. "...Dazai, joder, no- no hagas esto".
Es como si flotara, pero se detiene para escucharla.
Hacer. ¿...Hacer que?
"Te amo, ¿sabes? Me despierto de soñar mi vida contigo, y tengo miedo de que sean solo sueños, por favor, tenía miedo de perderte si te lo decía, ¿ibas a asustarte si lo hacía?"
Dazai no responde. Oh. Chuuya es muy graciosa. Dándole una prueba de Romeo y Julieta mientras mira, no su penosa vida que intento acabar, sino un maravilloso futuro que se le escapa como arena seca, seca y ardiendo entre sus dedos. Hay pasos en la escalera.
"Tengo miedo todo el tiempo, lo siento." Chuuya besa el dorso de su mano. Luego examina los cortes en su muñeca y también los besa, su mejilla se llena de un poco de sangre. Que torpe es ella. Llorando tontamente. Dazai la habría amado por siempre. "Atrapare a ese imbécil y seré tuya toda mi vida, ¿si, princesa?"
Debe ser envuelta en una toalla mientras dos paramédicos la levantan y la llevan a una camilla transportable. Chuuya piensa que alguien le hizo esto. Supone que todos lo hicieron. Dazai actuó sobre su miserable vida, eso es todo.
***
Cuando Dazai despierta, supone que la fantasía de todas las chicas lindas con traumas severos se cumple. Termina en el hospital, el amor de su vida si esta ahí para visitarla.
También está su madre, pero eso es irrelevante, ella jadea sorprendida y sale para llamar una enfermera apenas abre los ojos. Chuuya se levanta y toca su frente. Se apena por ella, no podria imaginar lo incomodo que fue sentarse junto a su madre mientras era inutil e inconsiente. Tampoco pudo haber lidiado mucho con la incomodidad de haber estado despierta, a decir verdad.
"Dazai, mierda." La enfermera entra antes de que Chuuya pueda referir su furia contra ella, ¿Entonces esto es un intento de suicidio fallido? Dramático, pero ella está acostumbrada a eso. Es como pasar un mes de su vida en un solo día.
Su madre esta llorando en la puerta. No la ve llorar todos los días, pero solía hacerlo en más noches durante los años posteriores a su abandono. Nunca la consoló. Supuso que sería peor. La mujer sale y parece hablar con alguien.
"Chuuya", dice, mirando el techo mientras la enfermera utiliza su estetoscopio y revisa sus signos vitales manualmente. "¿Aún sigo viva?"
"Cierra la boca", ladra la pelirroja, cruzándose de brazos, oh, no puede estar enojada con ella por odiar vivir, ¿verdad?
"Que egoísta", murmura, "Chuuya me desprecio y luego espera que la vida siga igual, ninguna clase de responsabilidad afectiva", se queja, arreglándoselas para que suene como una broma incluso cuando pudo...
"¡Pensé...!", Chuuya casi explota, la enfermera sale, debe decirles a los demás que no entren. La mirada de Chuuya es conflictiva, Dazai quiere tocar su mejilla y decirle que estará bien. Pero no lo está, no en el corto plazo. "Pensé que ibas a morir, Dazai", ese era el plan. Pero evita desanimar a Chuuya. "Pensé que ese maldito idiota había intentado silenciarte o...o que había descubierto...ya sabes... y que tal vez había sido violento... ¡Pero tu...!"
Oh, que verdad más dolorosa que una proveniente de la de un mentiroso. Las verdaderas guardadas se vuelven más pesadas cada día. Las mentiras más claras y reales en sus manos. Que poderoso.
"No lo entiendo, ¿te refieres a Odasaku...?", suena notablemente compuesta a diferencia de Chuuya. Esta chasquea los dientes, tomando un periódico de la cómoda.
"Si, Sakunosuke Oda, el culpable de los suicidios falsos", el papel es arrojado al regazo de Dazai. "Intentaron culparte a ti de su cómplice, por tu intento...", Chuuya toma aire. "Pensaron que no querrías contar la verdad y que fingiste que te silencio o algo así, no pudieron probarlo, así que fue descartado".
"Oda me dejo", dice Dazai. De repente el evento sueno inofensivo para ella. Pero entonces recapitula. "Espera", cree que nunca ha dicho esa palabra en su vida. Oda es un asesino. Tampoco había pensado algo parecido desde que conoce a Odasaku.
"Sus conexiones después de la guerra lo contrataban para que matara", Chuuya frunce el ceño. No le gusta la idea de trabajar en un país donde deba admitir corrupción. "Nunca sospeche de él, ya que ocurrió uno de los crímenes cuando estaba fuera. Pero cambió zapatos con la víctima en la ocasión. Eso, que intentaba cubrirlo, lo delató. Nunca salió de la ciudad. Se escondía. Luego solo tuve que investigarlo más...y pensé que estabas en peligro con el."
Chuuya desvia la mirada como si tuviera que avergonzarse de preocuparse, pero en realidad ese es el trabajo de Dazai, esta desvia la mirada.
Chuuya toma aire. "Pero parece que eres un peligro por ti misma". Lo último suena molesto, Chuuya piensa que derrocho su preocupación, pero debería alegrarse, ella siente con fuerza conmovedora.
Oda. Un asesino. Suena como si alguien decidiera barrer las vías del tren a la hora de partida. Es irrisorio. No tanto, considerando el ingenio. Suena como algo que Oda jamás haría, pero ha probado lo contrario. Esos no eran sus zapatos.
Entonces, Dazai ríe.
Su madre entra, Yosano entra con ella, su hermano Ranpo también vino. Vaya, cuantos amigos tiene.
"Eres una p-", empieza Yosano, con el rímel corrido, pero Ranpo la detiene antes de avergonzarse frente a su madre, Dazai no deja de reír, y Chuuya esta ahí, parada y desconcertada con los brazos cruzados. "Por dios, Dazai," Yosano la abraza, un abrazo cariñoso. No había sentido eso antes de Chuuya. "Yo... lo siento, debido darme cuenta, lo siento".
Osamu devuelve el abrazo, con su sonrisa dolorosa aún en sus labios, mira de reojo a Chuuya y le transmite. Esa es la forma de recibir a él amor de tu vida.
Chuuya rueda los ojos.
Oda, un asesino. Que locura. Dazai Osamu, con alegría desbordante en su pecho. Doble loco.
***
La estación de policía está el doble de lejos ahora, que como estaba en su antiguo apartamento. Pero cuando te ofrecen mudarte a una casa totalmente pagada junto con el amor de tu vida, no debe refunfuñar. Debe besar a él amor de su vida todos los días. En cada momento. Todos los lugares. Chuuya tuvo que pedir un engorroso traslado indefinido a su ciudad natal para estar aquí.
"Deberías apagar esa estúpida mierda de una vez", le dice Chuuya, un domingo, bajando más escaleras en toda su gloria recién despierta. Que loco es el amor, Dazai toma un sorbo de su te, medio acostada y medio sentada en el diván y de repente quiere despertarla completamente estampándola contra la pared.
Elvis Presley, el americano, canta para ella esta mañana mientras se prepara para su ducha. Sin aceites esta vez, aun no es su día de lavado de cabello. Su 'compañera de vivienda (Ya que se burló de Chuuya cuando le dijo que eran novias) con derecho de besarla en todos los lugares posibles' se sirve café, porque no es tan fanática como Dazai del té.
Vivir con alguien más, antes era soportable. Era bueno, si es optimista, cosa que nunca fue y nunca será. Era como vivir con tu hermano asesino serial. No es ajena al drama, sólo a veces extraña a Oda.
Pero saber que ahora todo esto es suyo, y que lo único que le faltaba era su corazón robado por Chuuya hace mucho le hizo sentir más llena que nunca, y todo lo que tocó le indico que sería mejor si lo compartiera con Chuuya.
La mira beber café con una mirada críptica, y luego Chuuya come un panecillo de vainilla que era de Dazai.
"Creo que iré a ducharme", dice la morena deliberadamente, estirándose. Chuuya la mira con diversión. ¿Es eso una invitación?, dicen sus ojos. Y por supuesto que lo es.
"¿Sola? No lo creo, princesa." Chuuya lo hace sonar gracioso, tomando su mano y tirando de ella una vez deja la taza de té en la mesa. "Tendré que acompañarte ahí para protegerte".
Dazai se burla, aflojando su bata mientras suben las escaleras.
"Estoy segura de que Chuuya correría primero si hubiera peligro, en la ducha", se asegura de acentuarlo. La pelirroja no es una cobarde, por supuesto, pero se tensa demasiado ante el peligro que la toma desprevenida. "Pero, tal vez haya algo en lo que puedas ayudarme", dice.
Es divertido, le dice a Chuuya que parece un Chihuahua empapado, mientras ella la carga contra los azulejos. Lo cierto es que aún sigue siendo insufriblemente bella. Es Dazai quien luce como un gato mojado, besando a Chuuya bajo la regadera que empapa a ambas.
El usual pero siempre devastador camino de besos de Chuuya empieza, acomoda a Dazai y se arrodilla con las piernas morenas enganchadas en los hombros. Esto es nuevo, podría volverse una de sus posiciones favoritas.
Podría ahogarse con todo. Nada es familiar, solo correcto. Supone que así será la nueva Dazai, correcta. Una que no fingirá que su interior está bien, lo mejorará. Supone que es más duro de lo que creía.
Odia vivir, pero ama amar. ¿El humano puede vivir sin sentir? Ciertamente puede, en el sentido literal, Dazai lo sabe mejor que cualquiera. Pero incluso el vacío es un sentimiento. La soledad, la falta de desesperación.
Y a veces extraña ser una muñeca para la cámara, por lo que decidió a aventurarse a la pasarela. No está yendo tan mal. Puede vivir con eso. Y vaya que puede vivir de ello. Ahora si va de compras cada día. Compra algunos vestidos también de Chuuya y algunos vestidos para Chuuya. Estos últimos la emocionan más que los primeros.
Entierra sus dedos en los finos cabellos de Chuuya. No será optimista. Se guiará por la verdad que la ha guiado a quitar una venda de sus ojos. La única verdad de su vida que nunca hundió en sus mentiras.
Es humana, debe serlo. Siempre fue lo único que jamás pudo ocultar. Y puede ser una perra, por cierto. De ahora en adelante preferirá ser una mucho más dulce. Su perspectiva se ha llenado de eso. Era vergonzoso lo trágica que era su visión. Todo esto solo ha aumentado su nivel de sofisticación, a decir verdad.
Ella suspira. Los humanos son volubles, debería dejar de ser tan vergonzoso como se siente. "Eso es, Chuuya", jadea. Siente algo en la punta de la lengua. Lo sabría, porque un humano lo haría. "Mierda, creo que te amo".
Finalmente, el silencio se detuvo, y Dazai sentia que no tenia nada mas que hacer, renuncio a su principio eficaz pero agotador de la multitarea y cayo en los brazos de Chuuya.
***
¡Gracias por llegar hasta aquí! Esto es humillantemente largo. Igual, la parte sobre "todo lo que tocó le indico que sería mejor si lo compartiera con Chuuya" esta inspirado en una canción de Arctic Monkeys jiji. De hecho el fic está inspirado en muchas canciones, como Playing Dangerous de Lana del Rey. Estas dos serían las más importantes. Pero mencion especial a Every man gets his wish, tambien de lana, la escencia de Dazai proviene de la cancion.
El fic es por el cumpleaños de Dazai, y mi idea era hacer un breve estudio de personaje, pero jajsj, no mames, Dazai tiene mucha profundidad, idk si les gusta esta Dazai 💕💕.
¡Gracias por leer, votar y comentar!
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