❝Promise of mercy❞
「Advertencia: capítulo con contenido sensible en varias partes」
—Así que, ¿les parece que comience a buscar recetas?, creo que sí, no quiero tardar más de lo pensado y que alguien intente buscarlos por fin.—habló Jungkook sentándose correctamente de nuevo, con su teléfono entre las manos.
—¡No podrás hacer tus asquerosos planes!, seguramente ya hay personas tratando de encontrarme, ¡pronto pagarás por ésto!—reclamó Namjoon, omitiendo por completo a su compañero de celda.
—Ja, lo dudo, puedo asegurar que todos piensan que te fugaste con Yoongi y por eso ninguno de los dos aparece.—Jeon lo miró con un toque de burla—Pobre cosa fea, ¿enserio piensas que te salvarás?, ni siquiera éste lindo gatito basquetbolista saldrá vivo, mucho menos tú.
—Jungkook... P-piensa bien las cosas... ¿En verdad quieres tener más peso de culpa en tus hombros?...—cuestionó Yoongi, con el tono de voz más amable que logró.
—¿Quién dijo que siento culpa?, no, eso lo tendría si las personas en mi lista fueran inocentes, ¡pero no lo son!, así que, tu comentario no tiene sustento, gracias.—el peli rosa le mostró una sonrisa, claro, nada dulce.
Ignorando las demás súplicas, reclamos e insultos, Jungkook bajó la mirada a su teléfono, encendiendo la pantalla; rápidamente accedió a Google, donde buscó las recetas de cupcakes más dulces o complejas que pudieran existir.
Necesitaba grandes cantidades de azúcar, saborizantes, colorantes y rellenos para poder completar su plan sin inconvenientes; de otro modo, Taehyung notaría al instante que había algo extraño en el postre.
Y después de una búsqueda acelerada, halló la primer receta ganadora.
—Cupcakes de vino blanco y nueces... ¡Suena rico!, Namjoon, ¿te gusta el vino?—preguntó Jungkook con una sonrisa emocionada.
—¿Qué?...—antes de que reclamara, Yoongi le dio un codazo. Lógicamente, el pálido quería que Namjoon dejara de ser grosero, pues con su actitud, les iría peor—Ah... S-sí... Supongo.
—¿Blanco o tinto?, ambos son fuertes.—continuó Jeon.
—Tinto.—respondió al instante Kim.
—Que lástima, la receta pide blanco, tendrá que gustarte.—soltó una breve risita, regresando la atención a su teléfono—Limón, mantequilla, azúcar, nueces, media taza de vino... No, será taza y media, tendré que aumentar las cantidades en proporción.
Guardó la imagen de los ingredientes, y se quedó unos segundos pensando en silencio; no recordaba si tenía todo lo necesario en la cocina, quizá debería ir de compras.
Lo único que deseaba Jungkook era avanzar con su plan lo más pronto posible, pues si tardaba más, las sospechas comenzarían a llover, ¿y cómo pararía su cometido así sin más?, no podía permitirse demoras.
Decidido, llevó su celular al bolsillo de su pantalón, y se puso de pie frente a sus prisioneros. Ambos lo miraron con miedo, ya que a esas alturas, no podían esperarse nada bueno de él.
—Iré al supermercado por los ingredientes, cuando regrese comenzará la diversión para ustedes.—anunció Jeon con una sonrisa—No hagan ruido, no intenten moverse de aquí, y les recomiendo estar tranquilos, la carne tensa es aún más difícil de manejar.
—Maldito enfermo...—susurró Namjoon, pensando que su captor no lo escucharía. Supo que se equivocó cuando recibió una bofetada bastante fuerte por parte de Jungkook.
—Cállate, odio ese apodo.—sentenció el peli rosa con voz profunda, viendo como el chico frente a él hacía muecas de dolor por el golpe en su mejilla.
—Ve con cuidado...—añadió Yoongi, intentando ganar un poco de lástima al menos. Jeon le sonrió, cambiando en un segundo su tono de voz a uno meloso.
—¡Gracias gatito!, regresaré pronto.—y dando la vuelta, salió a paso tranquilo del sótano.
Jungkook caminaba por los pasillos del supermercado, buscando entre los anaqueles cada ingrediente que decía la imagen de la receta, además de unos aditamentos extra. Ya llevaba un carrito algo lleno, y aún le hacían falta un par de cosas para estar listo.
Pronto, tuvo su lista completa, y sacando su billetera, se dirigió a la caja para pagar; sin embargo, algo en su camino lo hizo cambiar ligeramente su itinerario del día.
Al otro lado del pasillo, logró ver a dos chicas bastante conocidas para él. Parecía que el destino quería ayudarle, o quizá había sido simple casualidad, pues en aquel sitio, estaban Lisa y Rosé.
Ambas se veían felices, caminando lado a lado con dos canastas llenas de chatarra; probablemente preparaban una noche de chicas o algo similar.
Jungkook ni siquiera sabía que las dos eran tan amigas, pero por supuesto que en ese momento lo agradecía.
Y aunque tenía muchas ganas de iniciar ya la tortura en su sótano, pensó que retrasarlo un rato más no haría daño, después de todo, lo haría por una buena causa.
Pagó rápidamente sus compras, y salió del supermercado, sin dejar de vigilar a sus objetivos por ninguna razón. Las esperó fuera del establecimiento, mientras rebuscaba en sus bolsas plásticas algún objeto que pudiera servirle de arma, "debería cargar con mi bate o cuchillo la próxima vez", pensó. Por fortuna, había comprado dos botellas de vino, y creyó que empuñar un vidrio roto funcionaría bien.
Cuando las chicas por fin salieron, él fingió demencia desviando la mirada hacia un punto irrelevante; logró su cometido, pues la rubia y la peli plateada ni siquiera notaron su presencia. Pasaron por un lado de Jungkook, hablando de temas triviales, y riendo escandalosamente a lo largo de la calle.
Jeon, después de darles un par de metros de ventaja, comenzó a seguirlas. Cuidó mucho la distancia que mantenía con ellas, ya que no quería que la gente a su alrededor lo viera como un extraño o acosador; eso definitivamente arruinaría su plan, así que debía mantener su caminata lo más normal que pudiera.
Además, armó en pocos instantes el asesinato en su cabeza, dándose cuenta de que no estaban lejos de uno de tantos callejones oscuros y abandonados.
Quizá sus ingredientes no saldrían ilesos, pero ¿qué más daba?, bien podía regresar a comprar más después de ir a casa y tomar un baño. Ahora, debía aprovechar la enorme casualidad milagrosa que el destino le había puesto enfrente, y lo haría de la manera más perfecta que pudiera lograr.
Luego de un par de minutos, las chicas se acercaron al callejón, quedándose paradas frente a éste por un momento; Jungkook entonces, pudo escuchar un mínimo fragmento de su conversación, en donde Lisa dijo "mira, éste lugar cruza hasta nuestra calle, puede ser un buen atajo", Rosé solamente asintió, sin verse totalmente convencida de entrar a un camino tan solitario. Y esque el callejón era tan estrecho y oscuro, que nadie se atrevía a pasar siquiera por enfrente, sumándole el hecho de que tenía un par de callejones cruzados y sin salida en su interior, formando un pequeño laberinto lúgubre; daba miedo, pues parecía que te perderías dentro si decidías cruzarlo.
"Están locas, perfecto", pensó Jeon al verlas entrar por su cuenta. No tendría que preocuparse por meterlas al callejón por la fuerza, solamente debía encargarse de que no salieran de allí.
Aceleró el paso, ésta vez caminando a sólo un metro de distancia; Rosé, por su misma preocupación inicial, giró la vista hacia atrás, topándose con el chico peli rosa de ojos azules, el cual cargaba dos bolsas plásticas, y se mantenía siguiéndolas.
Por supuesto, le susurró un "ese tipo nos está persiguiendo" a su amiga Lisa, quien también decidió mirar detrás suyo para comprobarlo. Jungkook, al notar que ambas ya sabían de su presencia, se apresuró a cumplir su plan.
Ellas no escaparían de aquel callejón.
En un movimiento rápido, Jeon dejó sus bolsas en el suelo, y sacó una de las botellas de vino que había comprado; ni siquiera vació el contenido, simplemente caminó con el objeto en mano hasta las chicas.
Y al haber casi corrido hacia ellas, las alcanzó con mucha ventaja antes de que siquiera se acercaran al final del callejón.
—¡ROSÉ!—gritó Lisa, cuando su amiga fue bruscamente golpeada con la botella justo en la cabeza.
La chica cayó al suelo con la sangre comenzando a manchar sus cabellos plateados y el vino cubriendo su ropa rápidamente, mientras lanzaba varios quejidos de dolor.
Jungkook, tan sólo un segundo después del primer golpe, giró la muñeca sosteniendo la botella ahora rota, dándole con ésta a Lisa en la cara. Ambas amigas quedaron en el pavimento en cuestión de nada.
Rosé con una herida preocupante en el centro de la cabeza; Lisa sangrando debido a las cortadas profundas que se habían formado a lo largo de su frente, nariz, mejillas e incluso sus ojos. Sus lágrimas se mezclaban sin obstáculos con la sangre y el vino sobre ellas, formando una escena brutal. Ya no tenían manera posible de escapar, y Jungkook sonrió al ver que su objetivo estaba casi completo.
Jeon colocó el cuello de la botella entre sus labios, sosteniéndola firmemente.
Con sus manos, ya libres, tomó por el cabello a las dos chicas, tan fuerte que incluso comenzaron a llorar más que segundos antes; con toda su fuerza, arrastró a ambas hasta la parte más oscura del callejón, donde nadie podía ver ni escuchar nada de lo que allí sucediera. Jungkook jamás había tenido la intención de lastimar a una mujer, pues ante todo era un caballero; sin embargo, a esas dos chicas, y próximamente a Jennie, las quería asesinar costara lo que costara.
"Esas malditas habían cometido el peor error de sus vidas", pensaba, y sí, ninguna de las tres debió de haberse metido con Taehyung.
—¡Déjanos por favor!, ¡ni siquiera sabemos quién demonios eres!—gritó Rosé en medio del llanto. Lisa casi se ahogaba con su propia sangre, por lo que se mantenía concentrada en no dejar de respirar.
—No, pero yo sí sé a la perfección quienes son ustedes.—afirmó Jungkook, soltando a las chicas y dejando que sus cuerpos azotaran en el suelo nuevamente—Son el par de zorras que me quitaron a mi amor.
—¿De qué... Carajos hablas?...—articuló la rubia con dificultad. Tenía todo el rostro sangrando, evidentemente le estaba costando trabajo permanecer consciente.
—¡Taehyung es mío!, ¡mío y sólo mío!—gritó el chico, empuñando nuevamente la botella rota, amenazando a sus víctimas—¡Y todos ustedes se atrevieron a quitármelo!...—respiró hondo, y esbozó una perturbadora sonrisa—Pero... Van a desaparecer pronto, y Tae estará conmigo otra vez.
Jungkook no las dejó responder nada más, Lisa y Rosé solamente pudieron gritar y llorar hasta que sus cuerpos ya no resistieron.
Fue primero contra Rosé, ya que la rubia estaba a nada de caer desmayada, por lo que no haría tanto ruido al ver morir a su amiga.
Jeon golpeó a la chica con fiereza, incrustando los picos de la botella en su pecho, rostro, abdomen y cuello principalmente; no se detuvo hasta que Rosé dejó de moverse y de emitir sonidos.
La peli plateada había quedado destrozada, prácticamente irreconocible, con su cuerpo astillado, golpeado y deformado a más no poder. Un gran charco de sangre se había extendido sobre y bajo ella, acompañado de algunos pequeños trozos de vidrio, pedazos de piel y algunas partes de los órganos dañados de Rosé —ojos y lengua, básicamente—.
Y después de cometer el primer asesinato, giró la vista a su segunda víctima, mostrándole una abierta sonrisa de conejo.
—P-por favor... Déjame ir...—rogó Lisa en un hilo de voz, totalmente aterrada por la escena anterior.
Ver como Jungkook destrozaba a golpes a su amiga, era en definitiva lo peor que Manoban había presenciado. Y por desgracia, también lo último.
—Querida rubia oxigenada, después de lo que acabo de hacer, ¿piensas que tengo sentido de misericordia?—Jeon se acercó peligrosamente a ella, y colocó su mano libre sobre el cuello de la chica, apretando.
La botella que sostenía ya no tenía manera de usarse, pues sólo quedaba intacto un trozo de la parte superior. Y ahí, Jungkook decidió que usaría la fuerza de su puño para terminar el trabajo.
Soltó el objeto, apretó su diestra al tiempo que ejercía más fuerza con la izquierda sobre Lisa, y agrandando su sonrisa psicópata, comenzó a golpearla.
Impactó su puño cerrado en su rostro repetidas ocasiones, sin detenerse; la asfixió al mismo tiempo, provocando que la piel de Lisa fuera quedando de un tono azulado por la falta de aire. Ella ni siquiera pudo quejarse por mucho tiempo, pues ya estaba muy herida desde el inicio, y no tardó demasiado en morir por los golpes y las diferentes hemorragias que Jungkook le estaba provocando.
En aquel callejón, solamente podía escucharse el eco de los constantes impactos, junto al característico sonido viscoso y crujiente de la carne y sangre.
Jeon no paró de repartir golpes en la anatomía de la rubia hasta que la vio completamente deformada; nariz, mandíbula, ojos, clavícula, cuello, todo estaba destrozado sin compasión.
Y sólo entonces, al ver a ambas como simples cuerpos deshechos, regresó en sí.
—¿Lo ven?... Eso pasa cuando son tan zorras.—comentó Jungkook entre un suspiro de cansancio, y una leve risa.
Ahora, debía ocultar la evidencia, y se dio un golpe mental por no haber pensado en esa parte desde un principio.
Para su fortuna, creía tener una solución rápida para su error, y sólo tenía que regresar por las bolsas de compras que había dejado al inicio del callejón.
Había adquirido, además de los ingredientes necesarios para los cupcakes, una cajetilla de cerillos sin una razón fija. Es decir, todos en algún momento necesitamos cerillos ¿no?, es común comprarlos y tenerlos en la cocina por si acaso.
Y en ese instante, Jungkook los vio como su única manera de finalizar los asesinatos del día.
Con cuidado de no ser visto por nadie que transitara la calle, volvió a mitad del callejón por sus bolsas, realmente no tardó nada en ir por ellas.
Tendría que gastar su última botella de vino, pero bueno, podría comprar otra al día siguiente o por la noche; daba igual usarla, al final, aquel asunto que había salido de imprevisto también era de suma importancia.
Regresó a su escena del crimen, decidido a deshacerse de toda la evidencia; usaría el vino —el cual era bastante inflamable— y la cajetilla de cerillos para prenderle fuego a los dos cuerpos. De ese modo, aunque alguien las llegara a encontrar, nadie podría identificar quienes eran ni al autor del acto.
El fuego lo borraría todo, y además, ese lugar siempre se mantenía abandonado; lo más probable era que nunca se sabría lo que pasó allí.
Jungkook vació estratégicamente el líquido transparente sobre lo que quedaba de Lisa y Rosé, asegurándose de cubrir la mayoría de sus cuerpos. Una vez que las dos estuvieron lo suficientemente mojadas, y la botella se había terminado, tomó los cerillos.
Sacó uno, guardándolo en su bolsillo; empezó entonces a repartir los demás sobre ambas chicas, procurando no dejar tantos espacios libres de fósforos, para así crear un fuego más potente.
Al finalizar, tomó el cerillo que había apartado, y con la cajetilla lo encendió. Sólo esperaba que su idea realmente funcionara.
—Cuatro personas de un tiro, ¿quién lo habría pensado?—susurró para sí mismo, y lanzó el fósforo prendido a su fogata humana.
Rápidamente, todos los cerillos comenzaron a encenderse, y el alcohol del vino hizo que las llamas fueran más grandes y duraderas; el ambiente se llenó de un aroma algo vomitivo, una mezcla entre el vino, la sangre, los fósforos y la carne quemada. Sin embargo, a Jungkook le pareció relajante, bastante soportable.
A algunas personas les gusta oler el diésel, o la gasolina; bueno, a Jeon le gustaba el aroma de la carne humana al quemarse.
A todos nos agradan cosas extrañas aveces ¿cierto?
Una hora y media después, Jungkook regresaba a su hogar, con las bolsas de compras, y completamente manchado de sangre por todos lados.
Se había quedado a mirar como el fuego consumía a sus víctimas, y vaya que había tardado algo de tiempo; pero al final, los restos que aún lograron sobrevivir al incendio, eran partes totalmente irreconocibles. Su idea había funcionado, y estaba feliz por ello.
Quizá lo más difícil de todo fue llegar a su casa, pues había mucha gente en las calles debido a la hora; por suerte, logró hallar atajos entre callejones para evitar que alguien lo viera claramente.
Luego de cerrar su puerta y ventanas con toda la seguridad que podía, acomodó sus ingredientes en la cocina. Se sentía algo cansado de caminar, así que no iría por más vino esa noche, prefirió esperar al día siguiente.
Además, ya no podía contener más sus ganas de bajar al sótano y comenzar la verdadera diversión.
De su cajón de cubiertos, tomó los cuchillos más grandes y afilados que tenía, e incluso se tomó a la tarea de frotarlos entre sí para darles aún más filo. Además, también llevó consigo un gran tenedor de dos picos, con el cual aveces cocinaba filetes.
Pensó que sería genial encontrarle un uso con sus prisioneros.
Antes de bajar por fin, lavó su cara y manos para retirar la sangre seca que le había salpicado, dejando su piel igual de suave y blanca que siempre. Le gustaba el contraste tan bonito que tenía el rojo sangre con su tez pálida, pero le incomodaba la sensación acartonada que provocaba aquel líquido cuando se secaba.
Y así, luego de preparar sus armas y arreglar su rostro, se dirigió a paso animado al sótano. Obviamente, Yoongi y Namjoon lo miraron con miedo y confusión al ver su ropa totalmente manchada, y sobre todo, al repasar con sus pupilas los objetos punzocortantes que Jungkook llevaba entre las manos.
—¡Volví!, lamento la demora, tuve un asunto que resolver de camino a casa.—explicó llegando frente a ellos—¿Se portaron bien?
—¿De quién... Es esa s-sangre?...—preguntó Namjoon, atónito y ya algo débil.
—Ah, de Lisa y su amiga Rosé, ¿adivinen qué?, ¡las encontré en el supermercado!, y bueno, no iba a desaprovechar, ambas estaban en mi lista.—sonrió Jungkook—Más tarde tacharé sus nombres.
—¿Qué les hiciste?...—cuestionó Yoongi en voz baja.
—Las golpeé, apuñalé y quemé, nada muy grandioso en realidad.—respondió el peli rosa, encogiendo los hombros—Lo malo es que gasté el vino que había comprado, así que tendré que ir por más mañana.
Para ese momento, Yoongi y Namjoon ya no se sorprendían tanto de los actos de Jungkook, sin embargo, seguían sintiendo ese nudo en la garganta acompañado de una punzada en el pecho; era totalmente horrible lo que Jeon hacía sólo por un amor enfermizo, pero ya no se atrevían a cuestionarle nada.
Yoongi desde el inicio intentó no hacerle preguntas de ese tipo. Namjoon aprendió rápido a no continuar haciéndolo.
Aunque claro, su extraño sentimiento de "estar acostumbrados a sus actos" se esfumó en el aire cuando Jungkook volvió a hablar.
—En fin, ¡que empiece la diversión!, ya los hice esperar mucho.—acomodó sus utensilios en una mesa larga que había colocado en el sótano desde el principio—Pero, hay que ser ordenados, así que el gatito Min va primero.
—¿Q-qué?...—articuló el pálido con la voz entrecortada.
—Tú llegaste primero aquí, así que tú jugarás conmigo ahora, después sigue Namjoon.—explicó Jungkook con obviedad, como si fuera una cosa normal.
—N-no... Pero... He sido a-amable contigo... ¿Eso no cuenta?...—dijo Yoongi con lágrimas empezando a recorrer sus mejillas.
—Mmm... No.—se acercó al peli negro.
Ignorando las súplicas ruidosas de Min, Jungkook desató un poco las cuerdas que retenían al chico, únicamente para separarlo de la silla y hacer que se pusiera de pie. Sus manos permanecieron amarradas, mientras que sus piernas ahora estaban libres; Jeon lo sujetó de los brazos, colocándose detrás suyo, para así evitar que intentara escapar y para poderlo guiar hasta la mesa.
—¡No por favor!, ¡Jungkook, Jungkook escúchame, déjame ir!—gritaba Yoongi con la vista nublada gracias a su llanto—¡Prometo que no le contaré de ésto a nadie!
—No lo sé, dame una buena razón para que tenga piedad de ti.—el peli rosa lo obligó a subir a la mesa, azotando su espalda contra la madera.
Y mientras Yoongi luchaba por pensar en una frase coherente para responderle, Jeon amarró sus manos y pies a las patas de la mesa de forma rápida, para que su víctima no tuviera ninguna oportunidad de huir.
Jungkook quería lastimarlo, escuchar al menos un grito cargado de dolor ser emitido por su boca, sólo deseaba verlo sufrir al menos un poco.
Y aunque no le gustara mucho la idea, el pobre chico tenía ciertos puntos a su favor como para pensar en darle piedad. Claro que no se la dejaría fácil, pues no le iba a decir "está bien, ya puedes irte"; pero contando los intentos de "convivir" que Yoongi había tenido con él en su poca estadía, realmente existía una posibilidad fuerte de no lastimarlo tanto.
—Tic tac Min Yoongi, ¿cuál es tu razón?—insistió Jungkook cuando terminó de someterlo.
—¡Yo podría ayudarte!, he sido amigable contigo ¿no es así?, ¡quizá yo sea de ayuda para ti!—al estar luchando por su vida, el pálido ya ni siquiera entendía bien las palabras que salían de su boca—O si no... ¡Podría ser tu amigo!, todos necesitan amigos... No saldré de la casa, no hablaré con nadie, ni siquiera miraré la ventana, dormiré aquí abajo... Por favor... Déjame vivir...
Aquello, por alguna extraña razón, removió las cuerdas sensibles de Jungkook; Yoongi había sido amable, o condescendiente, en todo momento, y en realidad no parecía ser una amenaza para él.
Y si podía conseguir a un chico obediente que limpiara el sótano y que además pudieran hablar como "amigos", quizá podría considerar la opción de misericordia.
Pero, por supuesto, no le daría el gusto tan fácil.
—Mmm... Suena bien, pero escucha, no lo aceptaré así sin más.—Jeon acercó su rostro al contrario—Debes probar que estás lo suficientemente comprometido conmigo.
—¿Qué quieres que haga?, lo haré, lo prometo.—respondió Yoongi, con un pequeño brillo de esperanza en sus ojos.
Sin embargo, ya debería saber que las peticiones de Jungkook no serían por ningún lado buenas o inocentes.
—Para demostrar que puedo confiar en ti, tendrás que aguantar un poquito de dolor, al menos para que valga la pena el haberte secuestrado.—comenzó el peli rosa.
—Te escucho...—susurró Min.
—Con unas pinzas te arrancaré tres uñas, una por cada semana que estuviste con Taehyung... Y sí, no fueron las tres semanas completas, pero casi, eso cuenta.—frunció levemente el ceño—Si soportas el dolor y te mantienes consciente mientras las quito, ganarás mi piedad.
—N-no sé si podré...—respondió Yoongi, sintiendo su cuerpo entero temblar por el miedo que aquella propuesta le generó.
Aunque, no tenía otra alternativa, era perder tres uñas, o morir.
—Entonces, serás un pastelito de vino.—anunció Jungkook con una leve sonrisa. Y justo cuando éste se giró un poco a su derecha dispuesto a empuñar el primer cuchillo, la voz temerosa del pálido lo detuvo.
—¡Está bien!... Está bien... Yo... Acepto lo que dices...—Min tragó duro tan sólo con imaginarse el horrible dolor que estaba a punto de sufrir—Aguantaré...
—¡Perfecto!, traeré las pinzas.—le mostró sus bonitos dientes de conejo, y caminó a una esquina del sótano.
Mientras todo ésto sucedía, Namjoon intentaba no voltear a verlos; le daría asco definitivamente, y su imaginación no le estaba ayudando en nada al escuchar toda la conversación.
Decidió mantener la mirada fija en la pared, sin emitir ruido, y pensando que quizá él también podría tener una oportunidad de piedad.
Estaba muy errado, pero no lo sabría hasta un rato después.
Jungkook tomó de aquella esquina su caja de herramientas, la cual siempre guardaba en ese sitio; de allí, sacó las pinzas más duras que tenía, y esperaba que éstas tuvieran el agarre óptimo para no fallar en su misión.
Yoongi comenzó a hiperventilar cuando vio a su captor regresar a su lado con dicho objeto metálico, pues ni en sus peores pesadillas pudo concebir algo tan grave.
Estaba a punto de dejar que un enfermo mental le arrancara tres uñas, una por una, con unas malditas pinzas para apretar tuercas. Y lo haría, con tal de vivir, aunque fuera en ese oscuro sótano.
—Muy bien, antes de iniciar, debo pedirte algo más.—habló Jungkook, tomando la mano izquierda de Yoongi—No me gustan las caras tristes, así que por favor, sonríe.
—De acuerdo...—¿cómo carajos sonreírle a un loco así?, y aún peor, mientras éste lo hería.
Claro, lo intentaría, pero parecía algo sumamente imposible de lograr.
Jungkook posicionó las pinzas sobre la primera uña, en el dedo índice, y agradeció que Yoongi las tuviera algo largas, pues así tendría mejor agarre con el metal; Min tembló y comenzó a sudar frío al sentir como la uña era presionada, ese dedo se mantenía derecho e inmóvil por como era sujetado, mientras que el resto de su mano continuaba con temblores constantes.
Pronto, Jeon dio un tirón bastante fuerte, arrancando de lleno dicha zona, incluso logró traer en aquel movimiento un poco de la carne bajo la uña desprendida. Por supuesto, el sangrado no se hizo esperar, y con él, Yoongi tuvo que morder sin cuidado su labio inferior para callar sus gritos de dolor.
Y aún sintiendo su propio pulso a través del hueco en su dedo, logró aguantar y sonreír para Jungkook.
—Vas bien, faltan sólo dos.—anunció el peli rosa correspondiendo el gesto de forma diabólica.
Siguió el mismo procedimiento con el dedo de enmedio, ésta vez siendo un poco más brusco a la hora de arrancar la uña.
La mano ya se encontraba llena de sangre —que no paraba de brotar— y Yoongi a duras penas seguía consciente; el dolor era muy intenso, tanto que en ese segundo desprendimiento sintió que se desmayaría.
Sin embargo, lo logró soportar con una pequeña sonrisa torcida, mientras sus ojos ya no veían claramente por la gran acumulación de lágrimas que poseían.
—Una más, descuida, ahora será lento... Porque quiero que escuches bien lo que te diré, y quiero que te lo grabes perfectamente en esa pequeña cabeza, ¿entendido?—sentenció Jungkook, tomando con las pinzas la uña del dedo anular.
—S-sí...—respondió Yoongi en un susurro, luchando consigo mismo para mantenerse despierto y sonriente.
—Taehyung es mío, él me salvó, me cuidó, me amó... No, él me ama, y ni tú ni nadie tiene derecho alguno de quitármelo.—Jeon comenzó a jalar lentamente las pinzas, viendo como la uña se desprendía poco a poco—Repite conmigo.
Min intentó conservar aquel bosquejo de sonrisa, mientras lo veía a los ojos lo más que podía. No podría soportar aquel dolor agudo por mucho tiempo, y lo único que quería era que Jungkook terminara.
—Kim Taehyung le pertenece a Jeon Jungkook.—dio otro tirón, y el peli negro trató de repetir la oración.
—K-Kim... Taehyung le pertenece... A J-Jeon Jung... Kook...—dijo de forma forzada, apretando los ojos al sentir como la carne de su dedo era nuevamente jalada.
—Nadie puede acercarse a Taehyung.—finalizó Jungkook, y esperó a que Yoongi lo repitiera.
—Nadie... P-puede acercarse... A... T-Taehyung...—y al terminar la oración, Jeon arrancó con un sólo movimiento la última uña.
Yoongi no aguantó más, y lanzó un grito bastante alto y desgarrador, provocando la aparición de un fuerte ardor en su garganta. Sus lágrimas mojaban todo su rostro y la madera bajo él, mientras la sangre de su mano escurría desde la extremidad hasta topar con el suelo. Pero, para su mayor fortuna, había cumplido con la petición de Jungkook, pues no se había desmayado ni había quitado la sonrisa hasta que el tormento acabó.
—¡Bien hecho gatito!, lo lograste.—el peli rosa dejó las pinzas de lado, mostrándole una expresión con toques de orgullo—Has ganado mi piedad, podrás vivir, pero espero te quede claro que lo más lejos que llegarás será al baño allá arriba.
—C-claro... Muchas... Gracias Jungkook...—susurró Yoongi apenas audible.
Namjoon, por su parte, los miró nuevamente cuando su compañero de celda pronunció lo último, sintiendo náuseas al ver la mano de éste; ensangrentada, con tres huecos alarmantes y aún con espasmos por los temblores que tuvo. Además, casi vomitó cuando observó las uñas arrancadas en el suelo, junto al gran charco de líquido escarlata.
Se contuvo a duras penas, y sólo logró salir de su trance de asco y miedo cuando Jungkook le dirigió la palabra.
—Namjoonie, sigues tú~—lo llamó con un tono juguetón, dejando a un casi inconsciente chico aún atado a la mesa.
Ahora sí, comenzaría lo peor.
Pero al menos, Yoongi se había salvado, por ser el mejor prisionero jamás visto.
Capítulo largo y fuerte dedicado a las personas que lo pidieron en mi tablero: TumishaSioSi, AzuriNing y Viurbina16
Aclaro que yo no soy una conocedora de vinos, pero sé que contienen etanol, y por lógica, son inflamables. Igualmente, el vino blanco es fuerte, aunque probablemente aproveche los hechos del capítulo para cambiarlo por el vino tinto más fuerte.
P. D: Si quieren dedicatorias en mis historias, solamente basta con que dejen lluvia de comentarios y pidan alguna actualización en mi tablero.
Los amo❤
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