Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

═══ Dulce Castigo ═══

.

.

.

A las afueras de Seúl, en lo profundo de un bosque olvidado por el tiempo, se alza una antigua mansión que los habitantes del pequeño pueblo evitan. Sus muros desmoronados están cubiertos por una espesa capa de enredaderas, sus ventanas rotas son como ojos vacíos que parecen observar a cualquiera que pase cerca de ella. Los aldeanos cuentan que hace décadas, algo oscuro y maligno fue desatado dentro de sus paredes, algo que nunca debió ser liberado.

Según las leyendas, la mansión fue el hogar de una poderosa familia que practicaba rituales satánicos, invocaban fuerzas oscuras que no comprendían y que no podían controlar. Una noche, sin aviso, todos los miembros de la familia desaparecieron sin dejar rastro y desde entonces, la mansión ha permanecido vacía... o al menos, eso es lo que parece. Muchos valientes entraron a la casa, pero estos jamás volvieron a salir.

En la actualidad, la historia de la mansión ha quedado como un cuento de advertencia para los curiosos.

En una noche fría de otoño, un grupo de estudiantes universitarios, liderados por Taemin, decidieron que finalmente enfrentarían el mayor reto de todos, del cual hablan mucho, entrar en la famosa Mansión Gyeonggi. A pesar de las advertencias de los locales, los chicos consideran las historias como meras leyendas urbanas, cuentos para asustar a los niños y mantener a los curiosos a raya.

Taemin junto a Lisa, Jimin, Jin, Becky y Annie se prepararon con linternas, cámaras y una mezcla de nervios y emoción. Era una de esas noches perfectas para una aventura. La luna estaba parcialmente oculta por las nubes, apenas iluminaba el sendero que conducía a la casa. A medida que se acercaban, el aire parecía volverse más frío y el silencio del bosque los envolvía, como si incluso los animales temieran acercarse.

Cuando llegaron a la puerta principal de la mansión oxidada y cubierta de musgo, una sensación de incomodidad cayó sobre ellos. La casa parecía aún más grande y más amenazante de lo que habían imaginado. Las paredes de piedra negra parecían absorber la luz de sus linternas y una brisa helada golpeó sus rostros.

—¿Están seguros de querer hacer esto? —preguntó Annie, quien siempre había sido la más cautelosa del grupo.

—Vamos, será divertido. Entramos, tomamos unas fotos y salimos. Nada del otro mundo — respondió Lisa, tratando de sonar confiada, aunque su voz revelaba duda.

Jin sin esperar más había comenzado a tomar fotos del exterior. Pero algo extraño llamó su atención. En una de las fotos, detrás de una ventana rota, juró ver una figura oscura que parecía observarlos. Parpadeó confundido y enfocó la linterna hacia la ventana, pero no había nada allí. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero decidió ignorarlo, quizás era su mente que le estaba jugando una mala broma.

—Vamos a entrar —dijo Taemin con un tono desafiante, mientras empujaba la puerta principal con fuerza. Un chirrido largo y perturbador resonó por toda la entrada de la mansión cuando la pesada puerta se abrió por completo.

Dentro, el aire estaba helado y húmedo. Las paredes se encontraban llenas de moho y símbolos extraños. Un olor a humedad mezclado con algo más que no sabían cómo describirlo, llenaba el ambiente. La linterna de Jin iluminó lo que parecía ser una enorme sala de estar, con muebles antiguos cubiertos de polvo y espejos rotos que reflejaban las luces de manera distorsionada.

—¿Ves? Nada de qué preocuparse —bromeó Jimin, aunque su voz sonaba menos segura ahora que estaban adentro.

Sin embargo, mientras avanzaban por los pasillos, cada uno comenzó a sentir una creciente sensación de ser observados, como si algo o alguien los siguiera desde las sombras. Los susurros empezaron a oírse, al principio eran suaves, pero conforme se adentraban iban aumentando, tornándose en palabras indescifrables que parecían resonar en sus cabezas sin ningún motivo aparente.

Becky se detuvo de repente y sintió un escalofrío recorrer su espalda. — ¿Escucharon eso? — preguntó, pero todos la ignoraron, ya demasiado concentrados en mantener su propia calma.

Cuando llegaron al pie de una escalera carcomida, las luces de sus linternas comenzaron a parpadear. En ese momento, Jin, quien iba detrás, sintió una mano helada rozar su hombro. Al girarse, no vio a nadie. Un terror inexplicable lo invadió y su respiración se volvió agitada.

—Tenemos que irnos —murmuró, su voz temblaba a causa del miedo.

Pero antes de que alguien pudiera reaccionar, la puerta principal se cerró de golpe, resonando con un eco que hizo temblar la casa entera. 

Desde lo profundo de la oscuridad, las sombras comenzaron a moverse. No eran simples figuras abstractas, sino entidades con formas retorcidas y ojos brillantes, que los observaban desde cada rincón de la casa.

El caos estalló en cuestión de segundos. Las luces de las linternas parpadearon violentamente y las sombras de la mansión cobraron vida, extendiéndose como tentáculos oscuros que se enroscaban alrededor de cada uno de los chicos.

Annie fue la primera en ser arrastrada. Sintió una fuerza invisible que la atrapó por las piernas, jalándola hacia las profundidades de un corredor que parecía alargarse infinitamente. Gritó con desesperación mientras sus uñas arañaban el suelo de madera podrida, pero sus amigos no podían ayudarla; estaban atrapados en su propio infierno.

Jimin, que intentaba huir, fue arrojado hacia una habitación oscura por una entidad sin rostro que emergió de las paredes. La oscuridad lo envolvió y sus gritos desesperados se apagaron al instante cuando algo frío y viscoso cubrió su boca, sofocándola.

Jin trató de luchar contra lo que fuera que lo arrastraba por la escalera. Sus pies patinaban en el suelo, pero la fuerza era imparable. Vio por el rabillo del ojo una figura grotesca, de largos brazos y un rostro que se distorsionaba entre el de un humano y una bestia, mirándolo desde el fondo del pasillo. Sus gritos se hicieron eco en la mansión mientras era arrastrado hacia la oscuridad de los sótanos, donde las sombras parecían devorarlo.

Lisa y Becky intentaron correr juntas, pero algo los separó brutalmente. Lisa vio cómo Becky era levantada del suelo por una fuerza invisible, sus pies pataleaban en el aire. Gritó su nombre, pero no pudo hacer nada más que mirar cómo era lanzada a través de una puerta que se cerró violentamente tras ella. Los gritos de Becky resonaron por un instante, hasta que todo quedó en silencio.

Lisa jadeaba de terror, corrió hasta llegar a la sala principal. El eco de los gritos de sus amigos aún resonaba en su cabeza, pero la mansión, ahora sumida en un silencio sepulcral, parecía vacía una vez más. El único sonido era el latido acelerado de su propio corazón. Cuando escuchó un grito desgarrador que reconoció al instante, era Taemin.

Desesperada, Lisa siguió el eco del grito, adentrándose aún más en la oscuridad de la mansión. Lo que encontró la paralizó de terror. Taemin estaba en una esquina, su cuerpo estaba rodeado por una figura espectral, una criatura de ojos brillantes que se alimentaba de su miedo. Los ojos de Taemin se encontraban llenos de pánico, pero antes de que pudiera hacer algo, la criatura se desvaneció en las sombras, llevándose a Taemin con ella.

Y entonces, el silencio cayó de nuevo.

Lisa estaba completamente sola. Los gritos habían cesado y la mansión, ahora en completa oscuridad, se había convertido en una tumba viviente. Sabía que no quedaba nadie. Sus amigos habían sido consumidos por las entidades que habitaban la casa y ella sería la siguiente.



Jin había sido arrastrado por las escaleras hasta llegar al sótano. Su garganta ardía de dolor mientras se encontraba envuelto en la densa oscuridad. Desesperado, tomó su linterna, golpeándola varias veces hasta que logró encenderla. La sujetó con fuerza, pero sus manos temblaban. Justo cuando trataba de orientarse, una voz ronca y profunda lo interrumpió, haciendo que su piel se erizara al instante.

—¿Quién anda ahí? —preguntó con voz entrecortada, tratando de sonar valiente, pero el temblor en sus manos lo traicionaba.

La voz volvió a resonar, más cerca esta vez, más profunda y cargada de algo que Jin no lograba descifrar. El eco de las palabras rebotó por las paredes.

—No deberías estar aquí...

La oscuridad pareció engullir el aire a su alrededor y Jin sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho. Con cada segundo que pasaba, la tensión crecía, como si la atmósfera misma estuviera viva. Se obligó a dar un paso adelante, la linterna iluminaba un poco el camino, pero el brillo era insuficiente para disipar sus miedos.

—¿Quién eres? —insistió, tratando de mantener la voz firme.

Silencio. Luego, un movimiento en la penumbra atrajo su atención. Un par de ojos brillantes lo observaron desde las sombras, destellos de luz que parecían moverse, deslizándose hacia él con sigilo. Jin retrocedió, la linterna temblando en su mano mientras el sudor comenzaba a resbalar por su frente.

—Eres un intruso... —la voz, aún más cerca, resonó con una mezcla de advertencia y desafío. — No deberías haber venido aquí.

Jin trago saliva, sintiendo el nudo en su garganta hacerse más apretado. Sabía que estaba atrapado.

—No busco problemas —dijo, levantando la linterna como un escudo—. Solo quiero salir de aquí.

La figura emergió de las sombras, revelando a un hombre alto, con un aire intimidante y una mirada penetrante. Su presencia era tan intensa que Jin sintió que el aire se volvía escaso a su alrededor.

—Salir... —repitió el hombre, sus labios se curvearon en una sonrisa—. Eso es lo que todos dicen. Pero aquí, nadie sale sin pagar un precio.

Jin no sabía cómo responder ante aquella respuesta, lo único que sabía era que tenía que salir; sin embargo, al ver al hombre, se dio cuenta de que no sabía realmente qué era. Pero de lo que sí estaba seguro era que era endemoniadamente hermoso. Su rostro estaba esculpido con una perfección casi irreal, con rasgos angulares y una mandíbula definida. Sus ojos, profundos y oscuros, parecían absorber la luz de la linterna, dándole un aire misterioso y cautivador. Se encontraba en una encrucijada, el terror de no saber que era lo que quería y la repentina atracción de aquella persona frente a él, si es que era una persona. La voz del demonio lo trajo de vuelta a la realidad.

—¿Sabes lo que has interrumpido? —preguntó, su tono de voz suavizándose un poco, como si estuviera interesado en Jin más allá de ser un intruso.

Jin tragó saliva, su mente luchando por encontrar una respuesta. No podía confiar en él, pero la curiosidad lo mantenía ahí, paralizado en su lugar.

—No sé de qué hablas... —dijo, intentando mantener la calma. Pero su voz sonó más débil de lo que esperaba.

El hombre dio un paso hacia adelante y la luz de la linterna lo iluminó de lleno. A pesar de la situación, su presencia era tan hipnótica que Jin se sintió aún más atraído a él.

—Aquí, las decisiones tienen consecuencias —continuó el hombre, su voz ahora un susurro cargado de promesas y amenazas a la vez—. Y tú, querido Jin, has cruzado un umbral del que es difícil regresar.

—¿Como sabes mi nombre? —preguntó Jin ignorando el miedo que sentía en ese momento.

—Se muchas cosas pequeño y una insignificancia como tu nombre es pan comido para mi —respondió con un tono divertido en su voz.

Jin sintió un escalofrío recorrer su espalda. La realidad de su situación se hacía más clara. Tenía que encontrar una forma de salir, antes de que fuera demasiado tarde. El demonio se acercó a Jin y este por instinto, retrocedió. El ser sonrió divertido ante la actitud del humano.

—Los humanos son tan obvios —comentó el demonio, acercándose aún más mientras Jin se encogía, asustado—. Miedo... deseo... poder...

Jin sintió cómo su espalda tocaba la fría y húmeda pared del sótano, atrapándolo entre su propia ansiedad y la presencia imponente del ser. La linterna temblaba en sus manos y sus ojos se abrieron de par en par mientras el demonio se inclinaba hacia él, casi como si pudiera leer sus pensamientos más oscuros.

—¿Qué deseas realmente, Jin? —preguntó el demonio, su voz suave y seductora, como si estuviera entonando un canto hipnótico. Sus ojos brillaban con un fulgor extraño, haciendo que Jin se sintiera aún más vulnerable.

—No... no sé de qué hablas —respondió Jin, su voz apenas salió un susurro, intentando contener el miedo que amenazaba con desbordarse.

El demonio se río suavemente, un sonido que resonó en el sótano como una melodía enigmática.

—Te gustaría ser valiente, ¿verdad? Liberarte de este lugar, de tus miedos... —murmuró, mientras su mirada se intensificaba, como si buscara penetrar en el alma de Jin.

—¿Qué quieres de mí? —preguntó Jin, su voz temblaba ante las palabras del demonio.

—Solo tu sinceridad —respondió el demonio, acercándose aún más, su aliento cálido rozando el rostro de Jin—. Todos los deseos tienen un precio y solo tú puedes decidir si estás dispuesto a pagarlo.

La tensión en el aire era palpable y Jin sintió una mezcla de miedo y curiosidad. Tenía que encontrar una forma de salir de ese lugar, pero la fascinación que sentía por el demonio lo mantenía cautivo. Jin mordió su labio inferior, deseando negarse, pero su cuerpo parecía tener voluntad propia. Una de las manos del demonio sostuvo su mentón, obligándolo a mirar sus ojos intensos.

—Dime, pequeño, ¿cuál es tu respuesta? —preguntó, su voz era suave y seductora. Jin parecía hipnotizado, comenzando a cerrar los ojos y a levantar los labios en una respuesta que no quería dar.

El demonio sonrío, confiado y victorioso, cuando de repente, Jin tomó una decisión. Con un movimiento rápido, sujetó con fuerza su linterna y golpeó la cabeza del demonio. El golpe resonó en el aire, interrumpiendo el encantamiento que lo envolvía.

El ser se tambaleó hacia atrás, sorprendido y divertido por la acción del humano. Jin no perdió ni un segundo; giró sobre sus talones y corrió hacia la puerta, el pánico impulsando cada paso.

—¡Eso es, pequeño! —gritó el demonio, riendo con una mezcla de admiración y burla.

Jin apenas escuchó las palabras mientras su corazón latía desbocado. La risa del demonio lo seguía, resonando en sus oídos como un eco aterrador. Tenía que llegar a la puerta antes de que el ser recuperara el equilibrio. El sótano parecía extenderse infinitamente ante él, pero no podía detenerse.

Cuando Jin finalmente llego a la bendita puerta, intento abrirla, pero esta no cedía, si no por el contrario, parecía que la sujetaban con fuerza para que no saliera, en un intento más, se vio aplastado contra ella. El demonio estaba justo detrás de él, colocando una de sus grandes manos contra la puerta y su cuerpo aplastando el suyo propio, impidiendo que esta se abriera.

—Lo hiciste bien, pequeño —dijo el demonio, su voz resonando en el espacio cerrado—. Pero mereces un castigo por el golpe.

El corazón de Jin se hundió al escuchar aquellas palabras. La risa del demonio había desaparecido, reemplazada por una amenaza palpable. Su mente corría a mil por hora, buscando una salida, pero la presión de la mano y su cuerpo del demonio contra la puerta era abrumadora y su respiración se volvió más rápida.

—¿Por qué no simplemente me dejas ir? —preguntó Jin, su voz aun temblaba, pero intentó mantener la calma, aunque el terror comenzaba a invadirlo nuevamente.

—Porque eres interesante —respondió el demonio, su aliento cálido rozando la piel de Jin—. Nunca había conocido a un humano que se atreviera a desafiarme. Eso merece un poco de diversión, ¿no crees?

Con un movimiento rápido, el demonio giró a Jin, forzándolo a mirarlo a los ojos. La intensidad de su mirada lo atrapó una vez más y Jin sintió que su voluntad se debilitaba.

—Solo quiero salir —insistió, tratando de aferrarse a un atisbo de valentía.

—Y yo quiero jugar —dijo el demonio, su sonrisa burlona volviendo a sus labios—. Te haré una oferta, juguemos y si ganas, podrás irte. Pero si pierdes, tendrás que quedarte un tiempo aquí conmigo.

Jin tragó saliva, su mente debatiéndose entre la desesperación y la posibilidad de escapar. El demonio, a pesar de su naturaleza amenazante, parecía divertirse con la situación y eso lo inquietaba aún más.

—¿Qué tipo de juego? —preguntó Jin, sintiendo que no tenía otra opción.

El demonio inclinó la cabeza, sus ojos brillando con emoción y peligro.

—Un juego de acertijos. Y créeme, no será fácil. Pero si eres lo suficientemente inteligente, podrás escapar.

Jin no lo pensó ni dos veces negándose rotundamente, sabía que no había posibilidad, era malísimo para ese tipo de juegos, pero por otro lado no podía permitirse el quedarse más tiempo en ese espantoso lugar, además de que debía ir por sus compañeros, no sabía que hacer bueno si sabía, pero aceptar el juego de ese demonio, definitivamente no era una opción.

—¿Y si no quiero jugar ese juego? —preguntó Jin, su voz sonando más firme de lo que se sentía por dentro.

El demonio sonrió. Con un movimiento rápido y fluido, utilizó su otra mano para sujetar la pequeña cintura de Jin. Este se estremeció ante el contacto cálido del cuerpo del demonio contra el suyo propio.

—Entonces pasaremos al siguiente juego —susurró el demonio cerca de los labios de Jin, su voz seductora y cargada de tensión.

Jin sintió su rostro arder, una mezcla de vergüenza y miedo inundaba sus sentidos. Estaba tan cerca que podía sentir el aliento del demonio acariciar su piel y su corazón latía con fuerza, casi un eco en la penumbra. La situación se tornaba más peligrosa y no sabía si el demonio lo haría sufrir o si había una oportunidad de escapar.

—¿Qué tipo de juego es este? —preguntó, tratando de mantener la voz firme a pesar del temblor en su interior.

—Un juego de seducción —respondió el demonio, su sonrisa ensanchándose—. Quiero ver hasta dónde estás dispuesto a llegar para evitar lo inevitable.

Jin tragó saliva, sintiéndose atrapado entre el deseo de liberarse y la atracción innegable que sentía hacia el ser. La luz de la linterna temblaba, creando sombras que danzaban a su alrededor, reflejando la confusión en su mente.

—No tengo intención de ceder, pero tampoco me agrada ese juego—dijo, aunque la duda se asomaba en su tono.

El demonio se acercó aún más, su rostro a solo centímetros del de Jin, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y desafío.

—Eso es lo que veremos, pequeño. Te prometo que este juego será mucho más divertido de lo que imaginas.

La tensión entre ellos se hacía insoportable y Jin sintió que el suelo temblaba bajo sus pies. Tenía que encontrar una forma de salir de este enredo, antes de que el demonio decidiera que había ganado.

—Antes de jugar, debo saber tu nombre —preguntó Jin, intentando empujar el pecho del demonio, pero se dio cuenta de que era imposible.

—Tengo muchos, pero tú puedes llamarme Namjoon —respondió el demonio y al instante se alejó de Jin. En cuanto lo hizo, este respiró más tranquilo, sintiendo que, al menos por un momento, la presión había disminuido.

—Namjoon —repitió Jin el nombre del demonio, aún cohibido por la revelación, tan facil.

—Tomaré eso como un sí y si, ese es mi nombre, me asegurare de que lo recuerdes todo el tiempo que estemos jugando—respondió Namjoon con burla, chasqueando los dedos. En ese instante, la habitación se iluminó con una luz cálida y tenue, revelando un entorno opulento.

Jin parpadeó, asombrado y aterrado. Ante él se extendía una cama amplia, adornada con suaves telas que parecían susurrar a cada movimiento. A su alrededor, había una mesa grande y elegante se erguía y las paredes de mármol brillaban con un resplandor casi irreal. Sin embargo, lo que realmente lo heló fue la visión de diversas herramientas dispuestas meticulosamente alrededor de la habitación, cada una pareciendo tener su propio propósito inquietante.

Jin tembló en su lugar, el pánico comenzando a inundar en su pecho.

—Vamos a jugar —dijo Namjoon, su voz resonando como un eco seductor en la habitación—. Y te aseguro que lo disfrutarás.

El tono de su voz prometía diversión, pero también una profunda amenaza. Jin se sintió atrapado, con la sensación de que había cruzado una línea de la que no podría regresar. La combinación de la belleza del entorno y la oscuridad del demonio que lo habitaba lo dejó en un estado de parálisis momentánea, su mente luchando por encontrar una forma de escapar o, al menos, de sobrevivir a lo que vendría.

Jin se encontraba con el pecho pegado sobre la mesa, su respiración era entrecortada mientras sus manos temblaban, apoyadas sobre la fría superficie. El mármol bajo su piel parecía absorber el calor de su cuerpo, intensificando la sensación de vulnerabilidad que lo invadía. Cada segundo que pasaba, su corazón latía con más fuerza, como si el eco de sus latidos resonara en la habitación silenciosa.

Namjoon estaba detrás de él sujetando firmemente aquella pequeña cintura mientras penetraba al chico que intentaba controlar sus gemidos, el sonido de la piel golpeándose con frenesí junto con el de las bolas de Namjoon golpear el trasero de Jin se escuchaba en toda la habitación.

—Tienes que aprender a no desafiarme —susurró Namjoon, mientras mordía el lóbulo de su oreja, su voz vibraba con una mezcla de poder y diversión.

Jin intentó moverse, pero le era inútil, su cuerpo no parecía responder y menos ahora. La situación lo superaba y por más que quisiera encontrar una salida, no veía cómo podría escapar de aquella realidad en la que se encontraba atrapado.

Mordía con fuerza sus labios, intentado silenciar los sonidos que querían salir de su garganta, no quería ver el rostro de satisfacción de Namjoon al ver que lo disfrutaba y se odiaba a sí mismo por aquello, como podía disfrutar, el que lo estuviera violando un tipo que no conocía.

—Porque no los dejas salir, sé muy bien que lo disfrutas.

La voz ronca de Namjoon vibro en todo su ser, llevo sus manos a su boca cubriéndola cuando sintió como una estocada golpeaba su punto G.

—Ya que no pareces cooperar tendré que obligarte.

Namjoon sujeto los dos brazos de Jin y los coloco detrás de él, su mano sujeto con fuerza sus muñecas, después comenzó a penetrar a Jin de forma acelerada, empujaba su pene con tal fuerza que las paredes del chico envolvían a su miembro de una manera deliciosa, le encantaba ver como este desaparecía entre aquel par de duraznos, el abdomen del chico se inflaba cada vez que Namjoon enterraba su miembro para luego volver a ser plano cuando este salía de su interior.

Jin no podía callar sus gemidos, su boca estaba abierta y sus ojos parecían perdidos mientras un filo hilo de saliva descendía por sus labios, su cuerpo se encontraba sudoroso y su cabello estaba pegándose en su frente, los rápidos empujes se volvieron pesados, el movimiento y la viscosidad que cubría su miembro lo estaba volviendo loco. Sus pieles comenzaron a hacer un ruido sonoro al chocar y de ahí todo amenazaba con encenderse aún más.

El cuarto que al principio estaba helado ahora estaba hirviendo, el sonido constante de las pieles chocar contra sí, junto al sonido de la mesa chirriando, envolvían el espacio en una conexión íntima y sutil.

—Jin te reprimes demasiado —susurró Namjoon en su oído para luego soltar sus manos.

—Que —preguntó Jin contestando ante la pregunta.

Namjoon sonrió y giro a Jin quedando justo enfrente de él. Lo cual le permitió a Jin recuperar el aliento por un instante, vio como Namjoon se desprendía de su ropa poco a poco, ahora los dos se encontraban desnudos. La vista de Jin contemplo el cuerpo desnudo de Namjoon y sintió como su entrada palpito al ver el tamaño del pene de Namjoon. Su boca salivo notando como la mano de Namjoon sujetaba la base de su miembro y comenzaba a frotarlo de arriba hacia abajo.

El rostro de Jin enrojeció aún más si era posible, cubrió sus ojos y aquello solo provocó una risa divertida por parte de Namjoon el cual se acercó y sujeto la cintura de Jin después deslizo sus manos hasta sus muslos y sujetarlos, para después sentarlo sobre la mesa.

—Vamos a empezar.

Jin palideció y trato de bajarse, pero fue inútil. Namjoon se metió entre sus piernas y coloco la base de su miembro sobre la entrada dilatada de Jin, metiendo su pene por completo dentro de él. Las paredes abrazaron al miembro de Namjoon, este gruñó complacido mientras Jin hecho la cabeza hacia atrás y enterraba sus uñas en la espalda ancha de Namjoon, un gemido agudo broto de lo profundo de su garganta ante la intromisión.

El vaivén comenzó, primero fue lento y suave para después comenzar duro y rápido, las puntas de los pies de Jin estaban curvadas, sus manos se sujetaban firmemente de la mesa mientras su entrada se encontraba siendo profanada por el miembro del demonio. Jin podía sentir aquel pedazo de carne llegar hasta su abdomen y llenarlo para luego sentir un vacío profundo cuando lo sacaba. Su cuerpo tembló y sin pensar apretó sus piernas alrededor de la cintura de Namjoon. Las constantes penetraciones a su punto dulce llevaron a Jin a una explosión de éxtasis sintiendo su orgasmo venir junto al caliente semen de Namjoon llenándolo por dentro, su mente se nubló y se recostó sobre la mesa observando un punto fijo del techo mientras recuperaba el aliento.

Namjoon sonrió complacido y se hecho el cabello hacia atrás viendo el desastre que era Jin y como un hilo de semen descendía desde su trasero.

—Te dije que lo ibas a gozar pequeño.

Jin no podía ni hablar, su cuerpo aun temblaba por las sensaciones y su mente se encontraba perdida. Namjoon observó con una sonrisa divertida en sus labios, tomó la mano de Jin y lo levantó con suavidad. Al instante, sus labios se encontraron en un beso que sorprendió a Jin. Al principio, él se resistió, parpadeando con incredulidad ante la audacia de Namjoon, pero pronto la sorpresa dio paso a una calidez que lo envolvió.

Fue un beso tierno al principio que poco a poco comenzó a tornarse más agresivo y sediento, la lengua de Namjoon comenzó a explorar la boca de Jin, el cual intentaba seguirle el beso. Jin tenía los ojos cerrados, dejándose llevar por el momento, sintiendo que su corazón latía con fuerza, sus brazos pronto rodearon el cuello del pelinegro, las manos de Namjoon viajaron hasta las nalgas del Jin las cuales moldeo y apretó a su antojo, un gemido de Jin quedo atorado en su garganta. Finalmente, ambos se separaron, Jin se mantenía con los ojos cerrados mientras Namjoon lo contemplaba.

Sujeto su cuerpo y lo giró quedado Jin con su espalda pegada al pecho de Namjoon, sujeto su pierna izquierda y la levanto al aire mientras contra su otra mano alineaba nuevamente su miembro a su entrada y lo volvía a introducir, Jin gimió ante la intromisión y hecho su cabeza hacia atrás mientras su mano se sujetaba de la mesa y la otra la ponía sobre el brazo de Namjoon que mantenía su pierna levantada.

—¡Espera!

Gimió Jin al sentir la mano de Namjoon sobre su propio miembro mientras al mismo tiempo lo penetraba.

—¡Eres mío ahora! —gruñó Namjoon en su oído sin detenerse.

—No...no soy tuyo... —su voz era entrecortada a causa de las sensaciones— Voy... voy a salir de aquí —gemido tras gemido Jin no paraba de gemir, sus ojos estaban brillosos a causa del placer.

Sus mejillas sonrojadas y su cuerpo sudoroso, la mano de Namjoon subía y bajaba contra su pene envuelto entre ella y sus paredes eran estiradas por el miembro de Namjoon.

—No lo entiendes —gruñó Namjoon mordiendo su oído— No vas a salir de aquí, ni tu y mucho menos tus amigos.

Jin abrió los ojos gimiendo alto cuento sintió como Namjoon lo empotrada contra la mesa y sujetaba su cintura para darle más fuerza las penetraciones, podía sentir como los testículos de Namjoon golpeaban los suyos, su boca se abrió en busca de aire el cual se le estaba negando a causa de la atmósfera tan ardiente que había.

Viscoso se encontraba todo haya abajo. Jin enterraba sus uñas sobre la mesa, sentía que lo partiría en dos con cada embestida, de hecho, le sorprendía que la mesa siguiera de pie, los constantes golpes en su interior le estaban causando estragos qué lo perturbaban, estaba gimiendo como puta encelo pidiendo más y más. Se desconocía en ese instante. Prácticamente estaba llorando de placer.

—¡Mmm! ¡Ahg!

—¡Eso es gime para mí! —exclamó Namjoon con voz ronca.

Las piernas de Jin temblaban, todo su cuerpo lo hacía, su mente estaba hecha un caos no podía pensar en nada más que no fuera la polla de Namjoon llenando de nuevo su interior, sabía que debía resistir, pero no podía, la tentación era enorme y estaba perdiendo.

—Mira.

Namjoon levantó la cabeza de Jin de la mesa y Jin pudo notar como sus amigos estaban igual o peor que él. Alrededor de ellos se proyectaron varias imágenes en la cuales se encontraban los compañeros de Jin. El cual en vez de estar preocupado se encontraba excitado. Pudo ver como Jimin se encontraba montando a un chico pálido de cabellera color menta sobre una cama enorme, su amigo se encontraba gimiendo mientras el chico sujetaba sus muslos con fuerza.

En otra de las imágenes observaba a Annie siendo penetrada por dos chicos uno de cabello rojo y otro de cabello morado. Ambos la tenían sujetada de los brazos y cadera mientras gemía alto. Becky era otra que estaba siendo penetrada salvaje mente contra la pared por un chico de cabello rubio. Sus compañeros estaban en la misma situación que él o al menos ellos, del resto desconocía y temía preguntar.

—Mis...

Jin no termino de hablar su mente se nublo por el placer y pudo jurar ver estrellas cuando llego nuevamente al orgasmo, pero esta vez fue más intenso y hasta cierto punto doloroso, no resistió más y soltó un grito sordo cuando sintió el semen de Namjoon escurrirse entre sus muslos.

Namjoon sonrió sintiendo como se derramaba dentro de él una vez más.

—Eres mío por la eternidad —gruñó Namjoon.

En ese instante, un símbolo en forma de león apareció en el hombro de Jin, provocando un escalofrío que recorrió su cuerpo. Sintió un temblor y una extraña energía lo envolvió. Sus ojos comenzaron a sentirse pesados, como si una niebla densa lo arrastrara hacia la oscuridad. La última imagen que captó fue la silueta de Namjoon, pero algo estaba mal; su figura se transformaba ante sus ojos.

De su cabello brotaban cuernos, afilados y oscuros, mientras que unas enormes alas negras emergían de su espalda, desplegándose majestuosamente. Jin sintió un miedo palpable, pero también una fascinación inexplicable. Los ojos de Namjoon brillaban con un intenso resplandor rojizo y en un instante, el mundo a su alrededor se desvaneció. Lo último que sintió fue el eco de una risa profunda y resonante que vibraba en su pecho, como si algo antiguo y poderoso despertara dentro de él.

.

.

.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro