Al día siguiente, apenas llegar al instituto la albina interceptó, corriendo y emocionada, a una dormida Sucrette, quién se sobresaltó por el choque.

—¡Ay, Ro! Me asustas, ¿qué pasó?

—¡Anoche no pude escribirte, mi cel murió antes de poder decírtelo! ¡¿Te has enterado, Emi?! —empezó a hablar Rosalya.

—¿De qué cosa? —preguntó la muchacha rubia con mucha curiosidad en sus palabras. El sueño matutino había pasado a segundo plano, ahora quería saber qué pasaba.

—¡Alexy y Kentin están saliendo desde hace un mes! —dio saltitos emocionada—. Alex me lo contó ayer, dice que al fin son muy muy muy oficiales.

Ah, entonces sus sospechas eran ciertas.

Aun así, se alegró por sus dos amigos, claro que sí. Los felicitó nada más verlos, realmente orgullosa de que aceptaran de manera libre sus gustos.

Y más tarde, iría a por Armin.