「 f o u r」
Tres semanas después, Jennie había decidido olvidar los sentimientos que tenía por Lalisa.
No sería nada fácil, puesto que llevaba dos años enamorada por Lalisa Manoban.
Aún recuerda la mañana en la que Lisa le había dicho lo bella que se veía con aquel suéter con un decorado de líneas blancas y un color parecido al lila pastel, junto con un bordado de una pequeña luna de color amarillo en la esquina. Las mangas eran lo suficientemente largas para tapar gran parte de sus manos, por lo que podía ocultarlas con facilidad.
Un solo "te ves muy tierna" había cambiado la vida de Jennie por completo.
Ninguna persona a excepción de sus padres, le había dicho algo así y eso realmente le afectó porque se sintió bonita.
Cosa que ella no creía ser.
Después de esto, comenzó a intentar acercarse a la chica, pero esta siempre le ignoraba olímpicamente o se limitaba a asentir, frente a cualquier cosa que decía.
Ahora recordando aquellas veces, se siente una completa inepta.
Jamás le gustó a Lalisa Manoban.
Definitivamente, quería que Lisa se liberara de ella por completo.
Por otra parte, Lisa no entendía lo que estaba pasando con Jennie. La chica había dejado de saludarle y la evitaba a toda costa, como si hubiera pasado de ella.
Lisa no sabía qué hacer.
Ella creía que Jennie estaba enojada porque aquella sopa que le hizo, había quedado mal o tal vez la había intoxicado.
Pero qué equivocada estaba.
Ella no dejaba de mencionar a Jennie y cada que tenía oportunidad, le pedía consejos a su novia para que pudiera saber qué hacer con su compañera.
Una vez entre estos días, ella sugirió lo suficiente para que Lisa comenzara a dudar de sus sentimientos.
— ¿Y si te gusta la chica? — Había sugerido en un tono sarcástico.
Esto fue el detonante para que Lisa dudara de sí misma, inconscientemente.
A ella no le podía gustar Kim Jennie.
O eso quería creer.
Desde que había conocido a Jennie, había creído que la chica era un encanto y por esto le había dado aquel pequeño cumplido. Jennie era una chica preciosa, pero Lisa se había dejado cegar por su padre.
Ocultando lo que realmente sentía.
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