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⠀⠀diluc

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chapter six | 甘い ❜
ARREBOL ♥︎ diluc !

── dispuesto a amarte hasta que su corazón dejase de latir.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀EL ROJO VIVO DEL ATARDECER se había apropiado de las transcurridas calles de Mondstad, bañando la ciudad con una cálida luz anaranjada, brillante y hermosa, pero que poco a poco de iba apagando con el paso de las horas, alcanzando su auge sobre el hombro de Barbatos, otorgándole una sombra que hacía de la estatua algo más divino, si es que era posible.

⠀Aunque, si había algo realmente divino para tus bellos ojos, era la presencia de aquel hombre en la taberna. Se movía con gracia entre las mesas, compartiendo vagas palabras entre los clientes, recogiendo botellas vacías a su paso y colocando sillas que estaban fuera de lugar, formando corros o simplemente en un sitio que no les correspondía. El Obsequio del Ángel siempre fue y será un punto de reunión, donde no hacía falta tener extrema suerte para toparte con un bardo que en sus delirios cantara canciones vergonzosas sobre algún habitante de la ciudad de la libertad o sobre las hazañas de algún héroe enmascarado que obraba por la noche, lejos de las miradas de todos, pero cuya labor era más que reconocida.

⠀El sol aún brillaba en el exterior, manteniendo el atardecer sobre el cielo. Tiempos cálidos arrastraban aquella bella imagen hasta tarde; sin embargo, a diferencia de otros días, la bulliciosa taberna se iba quedando poco a poco en silencio, pues indirectamente, el joven tabernero, de característica melena rojiza, iba echando uno a uno a los rezagados que habían sucumbido al alcohol desde muy temprano.

⠀No quería seguir trabajando, no quería continuar respirando el olor a alcohol o seguir escuchando leves riñas entre los clientes que olvidaban la razón a causa del alcohol; no obstante, Diluc no era de descuidar sus obligaciones, mas en un día como aquel lo que menos quería era seguir trabajando hasta entrada la noche.

⠀Y no fue hasta que el campanario sonó ocho veces que su impecable presencia abandonó la taberna, arreglando su cabello mientras que de su brazo colgaba una cesta y, una vez estuvo listo, le dio la vuelta al cartel, dejando indicado en tiza blanca que el local estaba cerrado. Las quejas a su alrededor ante el pronto cierre no supusieron malestar ninguno para él, que fue incapaz de reprimir una tenue sonrisa cuando te vio. Estabas somnolienta, sentada en una de las mesas exteriores de la taberna, recién llegabas de una travesía en las lejanas tierras de Liyue y, en una carta, habías estimado tu llegada para aquel día.

⠀Aquel era el asunto que tan ocupado mantenía el día y los pensamientos de Diluc que, con la calma que el viento mecía los dientes de león, se acercó hasta ti, rozando con la punta de los dedos aquella nueva cicatriz que adornaba tu rostro. Su simple roce te hizo despertar de tu sueño ligero y una sonrisa atacó tus labios. Diluc estaba frente a ti, carecía de su largo abrigo oscuro y llevaba la camisa remangada, con dos botones superiores abiertos; sus típicos guantes seguían cubriendo sus manos y una se mantenía extendida hacia a ti, para ayudar a levantarte; su cabello, brillaba más que nunca con la luz del atardecer y parecía que había intentado peinarlo, en vano pues mantenía aquel aspecto desenfadado y desordenado tan característico de él.

⠀Los rubíes que tenía por ojos no se apartaban de ti y su imponente figura no decaía aún cuando te abalanzaste a sus brazos para abrazarlo, sintiendo como con fuerza rodeaba tu cintura y su mentón se apoyaba sobre tu hombro. No era de aquellos hombres que a simple vista se caracterizaban como alguien afectuoso en público, prefería mostrarse en momentos más íntimos, pero tal era su gozo que ni se esforzó en reprimirlo, susurrándote unas cálidas palabras al oído.

⠀Así fue como gustosa dejaste que te guiase hasta la falda del enorme roble ubicado en la zona del Levantaviento, donde Diluc maldecía no haber traído una manta, pero importándote menos su descuido, volviste a abrazarlo, dejando caer todo tu peso entre sus brazos, causando que ambos cayesen sobre la hierba verde, aunque ahora se teñía de tenues tonos naranjas, reflejando aquel arrebol sobre sus cabezas. Entre tus risas Diluc solamente sonreía, pasando su mano por tu cabello, oyéndote repirar y hablar calmadamente sobre su pecho, contándole tus aventuras, la gente que habías conocido, lo que habías aprendido. Él te escuchaba, miraba al cielo y apartaba alguna que otra hoja del roble que caía sobre tu pelo.

⠀Se deshizo de uno de sus guantes y sentiste como su mano había pasado de tu cabello hacia tu mejilla. Sus manos eran ásperas y contaba con múltiples cicatrices que se solapaban unas sobre otras, algunas de quemaduras a causa de su mandoble, pero Diluc agradecía que aquello no te importase, porque simplemente así era él.

⠀Parecía no ser alguien muy afectuoso, mucho menos cariñoso, pero estando contigo se dejaba ver cómo realmente era, alguien amable y dotado de los más puros sentimientos, dispuesto a amarte hasta que su corazón dejase de latir.

© keeishi 2O22

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