004.
Jimin abría el refrigerador, observando detenidamente las pilas de bolsas de suero llenas de sangre humana, obtenidas del trabajo de su padre al trabajar en un banco de sangre por las noches. Hizo una mueca, pensando en cuál tomar, pues las tipo A eran deliciosas al igual que las B, pero la AB era un magnífico manjar. Sólo que no habían de esas, lastimosamente.
Era de noche, su hermana: Suni, ya había salido hace unas horas con aquél muchacho sin embargo aún no había vuelto y aquello le estaba comenzando a preocupar. Su padre vendría en unos minutos, pues siempre pasaba por la casa para descansar un poco en sus recesos. Y sinceramente Jimin pensaba que su hermana iba a llegar antes de que él viniera. Pero al parecer estaba equivocado.
Al final se decidió por no tomar nada, la preocupación por su hermana quitándole repentinamente el hambre.
También tenía un poco de miedo por la reacción de su padre si se enterara. El vampiro mayor, estaba muy acostumbrado a las tradiciones y costumbres de hace siglos, por ello poseía una mente un poco anticuada y poco abierta. No estaba tan modernizado al mundo actual como sus hijos. Acostumbraba a cazar humanos frecuentemente, sin embargo en lugares lejanos y aislados. Dormía en un ataúd, por increíble que parezca, a él le parecía más cómodo que una cama normal. Al igual que a menudo estaba muy en contra de cualquier tipo de relación con los humanos. Aunque que le quedaba si vivía alrededor de ellos. En fin.
Los minutos pasaron y sólo fueron cuestión de segundos cuándo Jimin sintió la presencia de su padre detrás suyo, llegando a una velocidad increíble. Al instante se volteó, encontrándose con el vampiro quitándose la chaqueta mientras decía que estaba hambriento.
—No hay tipo AB —avisó Jimin al verlo dirigirse al refrigerador.
—Sí, ya veo... —murmuró el mayor observando las sangres con detenimiento— Tendré que traer más mañana —finalizó tomando una clase A.
Jimin asintió e hizo ademán de ir a su habitación, pero el señor Park le detuvo.
—¿Dónde está tu hermana?
Mierda.
—Ahm... Está con una amiga, se quedó a dormir en su casa o algo así.
Su padre le miró de reojo, enarcando lentamente una ceja.
—¿Y sin mi permiso? —dijo con voz algo más grave, demostrando su desaprobación y disgusto ante la situación.
Jimin tragó saliva, normalmente los vampiros no le temían a nada. Pero realmente su padre cuando se enojaba, y además de su aspecto normal, era bastante intimidante y aterrador. Daba muchísimo miedo para cualquier humano al punto de orinarse en los pantalones. A Jimin sólo le causaba un escalofrío por todo el cuerpo.
—No estabas cuando ella te lo iba a decir, me preguntó a mí y le dije que sí... —se encogió de hombros.
Su padre frunció el ceño, bajando lentamente la mirada y cruzándose de brazos.
—Estás mintiendo.
Jimin sintió su cuerpo paralizarse por un segundo.
—Nada que ver —se hizo el desentendido— Si no me crees, es tú problema.
—Problemas vas a tener si no me dices la verdad ahora, Jimin —espetó el vampiro mayor avanzando lentamente hacia él.
—Papá, es la verdad...
—Aquella chica es una humana, ¿verdad? —intuyó, deteniéndose— ¿Y qué si es una cazadora?
En ese momento Jimin bufó, rodando sus ojos.
—Porfavor, padre. ¿Cómo una niñita puede ser una cazadora?
—No te dejes engañar por la edad o por su apariencia inocente. Esos malditos están por todos lados, entre más amables e inocentes se vean, más probable es que lo sean. Sé lo que digo, he pasado por muchos siglos en esto. Aunque siempre encuentran nuevos métodos o trucos pasa pasarse desapercibidos, cada vez más inteligentes —le miró serio— Ya no podemos confiar en nadie, Jimin.
El peligris suspiró.
—Creo que estás exagerando un poco... Si hubiesen cazadores a nuestro alrededor ya nos hubiesen matado hace tiempo, ¿no crees?
Su padre soltó una risa seca.
—Eso es relativo, están por todas partes, planeando como matarnos, mudándose a diferentes ciudades sólo por cumplir con ese objetivo. Al pesar de los años, hay muchas cosas que aún no cambian. Y nuestra caza es algo que sigue en pie, ten cuidado porfavor...
—Lo tendré, padre —aseguró Jimin, sonriendo levemente— Ahora si me disculpas... —hizo ademán de irse.
—Espera —le detuvo nuevamente el hombre, cambiando a un semblante molesto— Dime dónde infiernos está tu hermana y con quién.
Jimin abrió la boca para responder pero justamente en ese momento la puerta principal es abierta, ambos vampiros voltearon instintivamente a ver a la recién llegada quién traía una sonrisa embobada la cuál cambió al instante al verlos.
—¿Ahm... Pasó algo malo? —preguntó soltando una risa nerviosa.
Jimin soltó un disimulado suspiro de alivio mientras que su padre avanzaba rápidamente a su dirección.
—¿Dónde carajos estabas, Suni? —interrogó al instante— ¿No que ibas a quedarte a dormir con una amiga?
La chica frunce el ceño y mira de reojo a su hermano quién le dice con la mirada "¡Sigue la corriente, estúpida!".
—A-ah s-sí... —miró devuelta a su padre— Sólo... Surgieron unas circunstancias y pues... Me tuve que devolver —sonrió inocentemente.
Sin embargo la expresión de pocos amigos del señor no se fue.
—De acuerdo, pero no vuelvas a salir sin mi permiso ¿entendido?
La chica entornó sus ojos.
—Claro, pa. Entendido.
—Excelente, ahora ve a tu habitación y date una ducha que apestas a puro humano —ordenó con desagrado.
Suni asintió y rápidamente comenzó a subir las escaleras a su habitación.
El señor Park miró de reojo a Jimin.
—¿Ves? Te lo dije —masculló con una sonrisa ladina, siguiendo después los mismos pasos de su hermana.
Por último escuchó a su padre resoplar fuertemente mientras maldecía y formulaba "Estos niños me volverán loco..."
[☠️]
Al día siguiente, Jimin se encontraba dentro de los vestidores junto a sus compañeros mientras se colocaba sus tenis para educación física, debido a que el día de hoy les tocaba correr.
Para él no era ninguna dificultad, sus poderes y máxima velocidad le ayudaban a siempre ganar y obtener el primer lugar. Aunque claro, debía correr a una velocidad que se viese "normal" y no a lo que realmente podría avanzar. Prácticamente podía llegar a la meta 5 segundos después de haber sonado el silbato.
Cuando terminó de ajustar el último cordón, sintió un bien conocido olor acercarse y de inmediato se levantó dispuesto a salir de allí antes de tener que verlo o algo parecido.
Sin embargo no se esperó casi chocar con él en la salida de los vestuarios, debido a que el contrario estaba a punto de entrar.
—Oh, disculpa —dijo Jungkook.
Jimin sólo rodó sus ojos.
—Como sea —avanzó unos pasos pero la voz del pelinegro a sus espaldas le detuvo.
—¡Hey Jimin, tus cordones están desatados!
El peligris se detuvo de golpe y bajó la mirada a sus tenis, confirmando lo que escuchó.
—¿Pero cómo...? —exclamó en voz baja, sorprendido.
Efectivamente sus agujetas estaban sueltas. Y no tenía sentido si acababa de amarrarlas. ¿Cómo era aquello meramente posible?
—Yo te ayudo.
Antes de poder decir algo, Jungkook ya estaba agachado al frente suyo, amarrando los cordones con en una rápida velocidad que ni siquiera le dió tiempo de reclamar.
—No era necesario, podía hacerlo yo solo —espetó molesto cuando Jeon se levantó.
—Se dice gracias.
Jimin bufó, rodando sus ojos.
—Gracias.
Hizo ademán nuevamente de irse pero una mano en su brazo le hizo detenerse de golpe y sentir su corazón latir como loco en cuestión de segundos.
—Espera —le dijo Jungkook— ¿Puedo preguntarte algo?
Jimin tragó saliva.
—Está bien pero primero suéltame.
Jeon obedeció.
—¿Conoces bien esta ciudad, cierto?
El vampiro frunció el ceño y se encogió de hombros, mirando a su alrededor.
—Sí, supongo. Yo nací aquí.
Jungkook sonrió.
—¡Genial! —se acercó— Bueno, seguro debes de saber que soy nuevo y pues... me gustaría que alguien de aquí me enseñara un poco de la ciudad.
Jimin abrió sus ojos como platos y retrocedió ligeramente.
—¿Cómo dices? —soltó, abrumado— ¿Y-y porqué yo? Puedes pedírselo a Seokjin... ¿No-no son amigos? —Mierda tenía que dejar de balbucear como estúpido.
—Sí, pero no tiene tiempo para eso... Y... muchos compañeros me dijeron que serías un perfecto guía. Así que quise ocurrir a ti —sonrió como un conejito.
Jimin parpadeó, sorprendido y sin saber exactamente qué hacer. Se suponía que había hipnotizado a Jungkook para que nunca más se le acercara, ¿entonces porqué estaba pasando esto? No entendía nada, aquella vez pareció como si al humano le hubiese hecho efecto pero al parecer no fue así. ¿Será que hizo algo mal en el momento que no le afectó? De todos modos, ¿cómo carajos iba a aguantar estar tanto tiempo con ese atractivo chico junto a su delicioso aroma? ¿Qué quería? ¿Qué cometiera una locura? Definitivamente no era buena idea.
—Oh, uhm... —mordió su labio inferior, lastimándose levemente con su comillo— No lo creo, Jungkook.
—¿Porqué no? —el pelinegro hizo un adorable puchero.
Jimin tragó grueso, poniéndose más nervioso conforme cada segundo. Y más al tener la presencia de Jeon tan cerca, mirándole fijamente a los ojos con aquella extraña aura que tanto le atraía de él.
—No te conozco, eres un completo extraño para mí... —excusó.
—¡Por eso! —levantó la cejas, alegre— Así nos conocemos mejor y todo eso. Últimamente me siento muy solo en este gran colegio, desearía tener más amigos. Y tú te ves una persona muy amable.
—No soy amable —mintió.
—¡Claro que lo eres! Te he visto, y me gustaría ser tu amigo.
Jimin se cruzó de brazos.
—Pues yo no.
La expresión de Jungkook cambió a una sorprendida y con algo de dolor en sus ojos. Jimin al instante se arrepintió de haber dicho eso.
—Oh... —Jeon bajó levemente la mirada— ¿Tan mal te caigo?
Jimin frunció el ceño.
—No me caes mal.
—¿Entonces porqué eres tan grosero conmigo?
—Yo... —relamió sus labios, pensando en una rápida y buena excusa, sin embargo no encontró una y no podía concentrarse si Jungkook le estaba presionando al frente suyo con la mirada. Finalmente suspiró en derrota y habló sin pensar— Está bien, te ayudaré.
Se arrepentirá después, lo sabe perfectamente. Pero por alguna extraña razón, sí quería pasar tiempo con aquél chico.
Jungkook abrió ligeramente su boca, sorprendido.
—¿Lo dices enserio?
—Sí —respondió con cansancio en su voz.
—¡Perfecto! —exclamó— Ya sabía que lo que tenías de guapo lo traías de amable...
Jimin quedó paralizado.
—¿Qué dijiste?
—Oh, nada, nada... —Jungkook pasó a su lado, hasta detenerse y mirarle por encima del hombro— Nos vamos mañana después del colegio, ¿te parece?
—Claro.
—Estupendo, gracias Jimin —dijo, guiñandole un ojo para después retomar su camino.
Por su parte al vampiro casi se le baja la presión debido a eso último, sintiendo sus mejillas arder extrañamente y su corazón latir desenfrenado.
¿En qué mierda se había metido?
¿Quién se negaría a esa carita?
Nos vemos, chau.
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