
002.
Relamió sus labios mientras observaba junto a los demás estudiantes cómo transportaban los paramédicos el cuerpo inerte del chico hacia la ambulancia. Y los susurros y murmullos al respecto no tardaron en aparecer.
—Dicen que lo encontraron detrás del instituto... —contó un chico al otro.
—Mhm, no creo que haya sido un suicidio... —murmuró uno.
—¿Quieres decir que lo mataron? —preguntó el otro con ojos asustados.
—Sí. Y quién sabe si seremos los próximos...
Ambos chicos se miraron con temor.
Jimin quién les estaba escuchando de reojo, soltó un bufido rodando sus ojos para darse media vuelta y hacerse paso entre el montón de estudiantes para salir de allí.
—Serán los próximos si no cierran la maldita boca —pensó.
Finalmente logró salir y caminó hasta un pasillo casi echando humos de la rabia. Se sentía muy enfadado, consigo mismo y con el mundo, pero específicamente con Jeon Jungkook. Pues de no ser por ese idiota no tendría que estar pasando por todo esto. No tendría que estar combatiendo con el remordimiento y culpabilidad que no debería de sentir. Lastimaba su orgullo y dignidad como vampiro, se supone que no deben de tener piedad alguna. Pues los humanos sólo eran alimento y ya está.
Pero Jimin siempre fue diferente. Desde temprana edad, desarrolló cierta empatía hacia los humanos. Siempre que terminaba de beber su sangre, se sentía mal después al matarlos. Pues solo podía pensar en la vida que les acababa de quitar, en que tenían planes en el futuro que él ya había arruinado, en sus familias y amigos... Cosas que no deberían de importarle. Así que por eso había comenzando una extraña dieta de abstenerse a matarlos y sólo sobrevivir a base de los jugos que tomaba y la sangre que consumía libremente en su casa.
Sin embargo, había tenido que romper ese aguante por culpa de Jungkook y su maldita sangre deliciosa. De no ser por él, Jimin no se sentiría culpable de haber matado a un humano, ni tendría que conllevar con el peso que este traería.
Al cabo de unos minutos caminando se detuvo y se apoyó en un casillero mientras sacaba su celular y le marcaba a sus amigos para preguntarles donde carajos estaban, ya que el director había pasado un aviso diciendo que las clases estaba suspendidas por el resto del día y quería irse con ellos.
—Ahg, estos inútiles... —soltó molesto cuando llamó y nadie contestó.
—Vaya, vaya...
Inmediatamente sus sentidos se pusieron en alerta al escuchar aquella voz y levantó la mirada.
Encontrándose con la persona que más detestaba en el mundo: Jung Hoseok, un hombre lobo de cabellos castaños oscuros y mirada feroz que desde el primer día se había esmerado en hacerle la vida imposible.
Eran enemigos por naturaleza, debido a que desde hace siglos sus distintas razas combatían entre ellos por tener el mismo objetivo de querer apoderarse del mundo. Además, en un período de la historia, la energía de los licántropos se vio muy disminuida, ya que sus poderes transtornan sus mentes lo que no sucede con los vampiros. Derrotados los hombres lobo se convirtieron en sirvientes de los vampiros durante muchos años hasta que tiempo después se revelaron. Desde ese entonces, existe una rivalidad entre los licántropos y vampiros sobre quién era mejor, ya que ambos eran una muy buena competencia para el otro.
—¿Porqué tan solito, Park? —levantó una ceja— ¿Acaso te estás escondiendo como cobarde?
—No me estoy escondiendo —contradijo el peligris— ¿Y dónde está tu correa, perrito? Oh, tu dueño debe de estar taan preocupado —hizo un mohín.
Hoseok gruñó y oscureció su mirada.
—Maldito chupasangre.
—Perro pulgoso.
Antes de que continuarán insultándose el timbre de la institución sonó ruidosamente por todos los pasillos y los estudiantes comenzaron a salir en montón de sus aulas. Hoseok estaba observando a su alrededor cuando regresó su mirada hacia al frente y notó que el vampiro ya no estaba. Inmediatamente lo buscó con la mirada y quiso golpear algo al no verlo por ningún lado, parecía como si se hubiese esfumado en el aire.
—Malditos vampiros... —soltó entredientes.
[☠️]
Jimin se detiene al frente del portón negro de su casa en un santiamén, acomodando coquetamente su cabello el cuál apenas se había desordenado un poco, antes de dar dos pasos al frente y colocar su huella en el lector de la pared, es escaneada por dos segundos y después la aparta cuando produce un sonidito de aprobación. Al instante las puertas de la gran casa se abren lentamente y Jimin finalmente entra.
Con los brazos detrás de su espalda se toma su tiempo caminando por el sendero del gran jardín que comunicaba a la puerta principal de la mansión, observa los árboles a su alrededor y escucha los pájaros cantar. Era una tarde tranquila.
La propiedad donde vivía era ridículamente inmensa, los vampiros siempre habían tenido fama de estar poseados en dinero y nunca faltarles nada. Y esto era debido a que siglos atrás, acostumbraban a meterse a las casas de los reyes, emperadores o gente de clase alta para matarlos y de paso, robar sus joyas y dinero. Sí, era un acto insano, pero eso les permitió en el futuro a los vampiros actuales vivir cómodamente gracias a sus antepasados.
Cuando Jimin entra a la casa, lo primero que escucha es un grito agudo femenino provenir del fondo. Puede reconocer esa voz y lejos de estar preocupado o asustado, se cruza de brazos y apoya su peso en una pierna mientras hace un conteo.
—Uno... Dos... Tre-
—¡Odio mi puta vida!
Y ahí está, otra vez.
Jimin suspira y se dirige hacia el segundo piso donde se encuentran las habitaciones. Estando arriba, camina hasta la que está abierta y se apoya en el umbral de la puerta mientras observa dentro a su hermana menor llorar desconsoladamente, sentada a la orilla de la cama mientras cubría su rostro.
—¿Qué sucede, Suni?
La chica descubre su mirada al instante, enseñando sus ojos llorosos y sus labios temblorosos.
—M-mi cabello e-está horrible... —comienza entre sollozos— Y-y en unas horas saldré con-con Yeonjun... —finalmente rompe en llanto.
Jimin lucha contra no rodar sus ojos y avanza hasta su hermana, sentándose a su lado en la cama.
—Oh cariño, no llores por eso... —hace indicios de tocar su hombro pero al instante ella se aleja.
—¡No me toques! —chilla— ¡Tú no entiendes nada, seguro piensas que estoy loca!
—No pienso eso.
—¡Mentira! —contradice— ¡Nadie me entiende, ni tú ni papá! —finaliza volviendo a cubrir su rostro.
Jimin suelta un largo suspiro, pensando en cuánto tiempo duraría esta etapa pues ya lo tenía harto. Suni tenía 14 años y apenas estaba comenzando su pubertad, teniendo consigo cambios hormonales terribles y chicos por acá, chicos por allá. Jimin entendía que era un etapa complicada y difícil pero a veces su hermana llegaba a ser muy insoportable.
Intentando no perder la cordura, avanza nuevamente hacia ella.
—Suni —le llama con voz suave— ¿Quieres que te ayude con tu cabello?
La chica limpia sus lágrimas con su brazo y mira a Jimin por encima del hombro, asintiendo débilmente con la cabeza y con expresión derrotada.
Jimin sonríe y se sienta detrás de ella para tener mejor acceso a su preciosa y larga cabellera negra –la cuál no entendía porqué decía que estaba horrible– tomó un cepillo y comenzó a peinarla con delicadeza.
—¿A qué hora es tu cita?
—Es a las seis de la noche.
—¿Y tienes permiso, cierto?
La chica no responde y Jimin deja de cepillar.
—Suni... —insiste con un tono serio en su voz— ¿Le dijiste a nuestro padre?
—No —responde en un suspiro, volteándose a ver a su hermano.
—¿Porqué no? —interroga con el ceño fruncido.
—No iba a dejarme...
Jimin rueda los ojos.
—Joder Suni, sabes que nuestro padre se va a enfadar muchísimo si te escapas y más si es con un humano.
—¡Lo sé, lo sé! Pero Yeonjun me gusta mucho y realmente quería salir con él... —admite cabizbaja.
El mayor traga saliva, intentando ser compresivo con su hermana.
—Si papá se entera...
—¡Porfavor, no le digas nada! —interrumpe mirándole suplicante.
—No lo sé, Suni. Es muy peligroso y eres muy pequeña para salir sola en la noche...
—¡Vamos Jimin, porfavor, porfavor, porfavoooor! —junta sus manos, rogándole— Sé cuidarme sola, estaré bien. Te lo prometo, hermanito.
Jimin observa detenidamente el rostro de su hermana, perdiéndose momentáneamente en la gran belleza que esta poseía con su piel blanca como la nieve, sus ojos cafés como el mármol junto a sus mejillas rosadas y labios color cereza. Era realmente hermosa. Y a pesar de estar creciendo, en sus ojos se reflejaba aún la inocencia y un rostro de pequeña niña.
Levantó una mano, acomodando su flequillo detrás de su oreja y suspiró derrotado al no poder decirle que no a esa carita.
—Está bien, yo te cubro.
Al instante el rostro de Suni se ilumina y sonríe grande enseñando sus blancos colmillos.
—¡Sí, sí, sí! —chilla de felicidad, abrazando a Jimin— ¡Te amo! ¡Eres el mejor!
El peligris le corresponde con una sonrisa de satisfacción en su rostro al verla feliz.
Y rezando internamente con que sus acciones fueran las correctas.
1/2
El siguiente cap será publicado en minutos dónde una verdad será revelada.
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