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chapter three. be a queen

.˚ׅ ❛ capítulo tres
be a queen ❜𓈒˙













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El lunes por la mañana del primer día de clases voy muy temprano a la oficina del hada madrina para solicitar una videollamada con mis padres, que aunque prácticamente podría hablar con ellos desde otro medio, prefiero hacerlo lo más decente que puedo.

—Puedes hablar con ellos hasta cuando quieras pero no después de clases, ¿De acuerdo, querida?— el hada madrina tomo mi brazo y asentí.

—Claro, solo será un momento, debo decirles algo.

Y ella enciende la gigante pantalla donde aparecen mis padres, el hada madrina nos da privacidad pero nos quedamos al menos diez segundos en silencio.

—¿Se atoro?— inquiere mi papá —Espera, creo que se congelo la pantalla, demonios, jamás entendí estás cosas tontas.

—No me congelé— consigo hablar.

—¡Ey, hola, cariño! ¿Cómo estás? ¿Ya te aburriste del primer día de clases?— inquiere mi papá con una sonrisa de lado.

Niego —No en realidad, solo quería hablar un momento con ustedes.

Mi mamá cambia su expresión —¿Está todo bien, Navya?

—Sí, honguito, nos preocupas, ¿Que pasa?— añade mi papá.

Sonrió un poco —Bueno, no es nada malo en realidad, quería informarles que estoy finalmente comprometida.

Mi papá suelta un chillido, como si le aplastaran los pulmones y se sostiene de mi mamá del brazo, quién por cierto, parece estar congelada está vez. Estoy apunto de añadir algo más cuando escucho un tercer chillido pero de emoción.

—¡Dios, no me lo creo!— el cabello rubio de mi tía Lottie toma la pantalla —¿¡Quién?! ¿¡Quién es el apuesto chico!? ¡Dímelo todo, dímelo!

Mi expresión de aligera y las palabras desaparecen de mi boca, por más que lo intento, abro y cierro la boca como si estuviera tartamudeando.

—Yo... ¡Eh! Bueno, voy a casarme de-despues de mi coronación p-por supuesto— aclaro mi garganta —Ben m-me lo propuso y le dije que sí.

—¿Ben Florian?— exclama mi papá detrás del fondo.

Lottie mira a mi mamá —¿Quién es?

—El hijo de bella y bestia— recuerda ella y entonces mi tía Lottie asiente.

—¡Ah, ya lo recuerdo!

—¿Entonces quieren casarse? ¿Están totalmente seguros?— inquiere mi mamá y asiento, lo más segura que puedo.

—¡Maravilloso!— Lottie suelta otro chillido, volviéndose a mis padres —¿Ya ustedes que les pasa? ¡Si única hija va a casarse, aquí es cuando se ponen felices por ella y la felicitan!

Aquello hace reaccionar a ambos, pues mi mamá me sonríe de lado a lado.

—Si pudiera te abrazaría ahora, pero felicidades, cariño— me dice ella —Seras la mujer más hermosa del mundo.

—Y viuda muy pronto— murmura mi papá con desden, Lottie le da un codazo y él me sonríe —Digo, eh, y una reina muy pronto, por supuesto— mira a Lottie —Ya hablaremos en la reunión de padres e hijos.

Tomo aire —Muchas gracias y creo que sí deberíamos hablar en la reunión, necesitamos ver algunos puntos sobre mi boda.

—¡Yo la organizo!— salta Lottie —Yo me encargaré de todo, cariño, sabes que soy una amante de las bodas.

Sonrió —Sabia que lo propondrías y mi respuesta es sí, también quisiera que la abuela me hiciera un vestido para ese día y para la fiesta de compromiso, quiero que todo salga bien.

—Y lo será, hija— asegura mi padre —Creeme que lo será, cuando ponga mi ukelele sobre-

—¡Naveen!— regaña mi tía Lottie, haciéndome reír un poco —No le hagas caso a ti papá, honguito, solo son celos de padre.

Rió —No lo haré entonces, ¿Los veré en la reunión?

Mi mamá asiente —Por supuesto.

Y los tres desaparecen de la pantalla, dejándome en aquel salón sola y en silencio. Ahora que lo pienso, no ha salido tan mal como creí, pues por suerte mi tía Lottie se puso de mi lado.

Camino por el pasillo con mis apuntes y mi libro del club de lectura «amor místico» al cual me había inscrito junto a Hanna y Rochelle desde el semestre pasado. Iba directo a las canchas de tourney para reunirme con Ben, cuando escucho una vez bastante familiar.

—Piensa Rochie, piensa Rider— murmura mi amiga, Rochelle.

Esta mirando sus apuntes, como si tratara de buscar la respuesta en las hojas delgadas con rayas azules, sola y muy estresada a mi parecer.

—¿Estás hablando sola otra vez?— le pregunto con un tono agradable y cómico, a lo que Rochelle se vuelve a mi en un salto.

—Por los santos sartenes Navya de Maldonia, no se te ocurra volver a hacer eso— dijo Rochelle agarrándose el pecho.

Reí, adentrándome al salón —Lo lamento, ya puedes guardar el sartén que ibas a lanzarme a la cabeza— bromeo, sentándome junto a ella al mismo tiempo que dejo mis libros sobre la mesa —¿Necesitas ayuda en algo? ¿O por qué hablas sola?

—Nada, solo no entiendo muy bien este problema, y estoy mas estresada porque es el ultimo que me falta y tengo entrenamiento en un rato mas— exclama Rochelle en un tono estresado.

Miro la hoja frente a ella y la analizo unos segundos, luego a los problemas restantes y recuerdo algo —A mi también me dejaron esto en la clase de matemáticas, si quieres te doy los apuntes, lo hice desde ayer, ¿Que dices? Porque te explicaría pero ni yo sé cómo los hice.

Rochelle rio un poco —Eso suena bien, si quieres yo te paso mis apuntes de historia, como quiera, son sobre Corona— dice Rochelle con una sonrisa —Pero dejémonos de cosas escolares y pasemos a lo importante, ¿como estas?, y no me vengas con que bien, quiero la verdad Navy.

Formo una mueca —¿Soy tan obvia?— le pregunto y Rochelle asiente, moviendo sus rubios cabellos que le caen hasta los hombros —Bueno, estoy bien, algo abrumada porque ya les di la noticia a mis padres.

—¿Y qué dijeron?— inquiere preocupada.

—Mi papá dijo que hablaría con ambos en la reunión de padres e hijos y mi mamá me dijo que me felicitaba, pero la tía Lottie casi explota de la emoción— relato, formando una pequeña sonrisa —Aunque les tomo un poco reaccionar, estoy segura de que me apoyarán, solo es el impacto de la noticia, pero creo que exageran un poco, ¿O solo soy yo la que exagera?

—Yo pensé que Naveen reaccionaría diferente, digo, eres su única hija, creo que esperaba aunque sea un desmayo de su parte, pero creo que para el tamaño de la noticia reaccionaron demasiado bien— dio su punto de vista Rochelle.

Asiento —Posiblemente se desmayó pero mi mamá lo estaba sosteniendo, ahora creo que está buscando ukeleles en internet para romperlo en la cabeza de Ben— admito —Como sea, ya está hecho y eso significa que tendré mi final feliz, sin necesidad de ser un sapo o algo así, como sea, dejemos de hablar de mi por un momento porque tú también reinaras algún día, ¿No te pone eso nerviosa?

—Sí, pero trato de no pensar en eso, porque de solo pensarlo se me revuelve el estómago y las náuseas aparecen— asegura tímidamente.

—Que suerte, pero serás una buena reina, de eso estoy segura— le sonrío —Como sea, deberían estar en el campo de tourney ahora mismo, Ben me espera, quiere que pasemos más tiempo juntos por alguna razón, ¿Te veo en la noche? Tal vez necesite mil pijamadas después de hoy.

—Sí, suerte con Ben Navy Wavye— se despide Rochie de mi.

Le doy un beso en la mejilla y me voy casi corriendo del salón para alcanzar un buen lugar en las gradas, aunque de todas maneras no hay muchas personas a esta hora.

Intento concentrarme en la lectura de este día durante mi primera hora libre del día, cuando el juego se pone intenso o eso creo, porque llama mi atención y subo la mirada encontrándome con Ben en el campo, el chico me sonríe y me saluda con ademán que correspondo.

Me alegra que esté feliz a pesar de que Jay lo haya tirado de espalda unas cinco veces los últimos minutos desde que empezó el entrenamiento.

—¡Navya!— salta una voz dulce que me hace girar.

Jane, la hija del hada madrina intenta subir las gradas con su vestido azul y sus tacones delgados, así que le hago un espacio donde estoy sentada.

—¿Esta todo bien?— me preguntó, mirándola respirar con pesadez por tantas escaleras.

Jane asiente —Si, gracias, no creí que te vería aquí— mira la cancha, donde empezó otra vez el juego —Pero entiendo, necesito que me ayudes a firmar un par de cosas y a revisar otro par.

Mi ceño se frunce —Yo no estoy en la sociedad del alumnado, pero si son por las tutorías que doy de español y ciencias humanas está todo organizado en un tablero, no tengo alumnos hasta que terminen las solicitudes por el inicio del semestre.

—No hablaba de tus tutorías, Bella me comentó que ahora Ben y tú serán los siguientes reyes ¡Por cierto! Felicidades por tu compromiso— se da una pausa para sonreírme y darme una palmada en el hombro —Y volviendo al tema, necesito que leas todo esto...— me pasa unas carpetas color rosa con tantas hojas que es difícil contarlas a simple vista —Y que firmes en donde lo indica, también hay un par de preguntas y así, pero si tienes dudas puedes preguntarme.

—Jane, me siento como en un examen, ¿Que es todo esto?— señalo.

—Ah, no es nada, solo cosas de reina, me avisas si tienes dudas y necesito que me digas si tienes pensado algo para el baile de coronación, es muy importante que vistas elegantemente porque vendrá todo el reino de Auradon y más— me da una última sonrisa y se va, dejándome con un montón de hojas.

Su lugar lo toma un Ben sudoroso de tanto entrenamiento, quién se sienta junto a mi y me mira con una sonrisa.

—Te va a dar el patatús— le digo, entregándole una botella de agua.

Ben me agradece en voz baja y toma toda la botella de agua —De todo no voy a extrañar los entrenamientos luego de mi coronación, ¿Que es eso?— menciona, señalando los papeles sobre mi regazo.

Encogí mis hombros —Cortesía de Jane, quiere que lea y firme esto, dice que son «cosas de reina».

Ríe un poco —Déjame ver, quizá pueda ayudarte.

—¿No debes bajar a entrenar?

Niega —Ya estoy cansado y nada que un calambre falso no pueda controlar al entrenador— asegura, cuando le entrego los papeles y los empieza a leer: —Elegir a dos acompañantes.

—Hecho— finjo hacer una marca de cotejo en el aire.

—Estar comprometida con el pueblo y saber con exactitud sobre la historia de este mismo.

—Hecho, un poco pero sí— repito mi acción.

—Saber y hablar diez idiomas.

Me detengo en seco —Yo no sé muchos idiomas ¡Espera! ¿Que pasa si no los se?

Ben busca entre las páginas, yendo hasta la última —Quedaras desterrada.

Mi cara se vuelve a una de pánico y después ruedo los ojos cuando Ben empieza a reprimir una sonrisa burlona. Golpeó su hombro, lo que le provoca una carcajada a él.

—¡Creí que me desterrarian!— cubro mi rostro con ambas manos.

—No debes preocuparte por nada, Navya, tu ya eres una buena princesa y serás una buena reina, no tengo duda de eso— suelta, para él no es nada pero a mí me hace sentir diferente.

Porque, Ben y yo jamás nos habíamos visto así, jamás nos habíamos tratado de este modo, apoyándonos el uno al otro... se siente tan... bien, como si mi mente se creyese esas palabras y las convirtiera en mil estrellas que flotan en mi cabeza cuando me quedo viendo su rostro mientras lee el resto de las hojas.

No puedo evitarlo, es tan adictivo que me dan ganas de gritar de alegría. Mi rostro está rojizo, es diferente porque es Ben, no mi mejor amigo de la infancia, no el chico que veía en clases libres, Ben, un hombre (o casi) y el futuro rey. Sabía que algún día seríamos rey y reina pero jamás pensé que sería del mismo lugar.

Hay tantas diferencias entre nosotros, pero también tantas cosas en común.

Me despierta su voz, haciendo que parpadee varias veces —¿Q-Qué? ¿Perdón?

—¿Que si tienes clases más tarde?— repite.

—¿Clases?— «¿Qué es eso? ¡Ah, sí!» —¡Ah! Sí, ya voy tarde, creo, será mejor que me vaya, no quiero llegar tarde.

—Buena suerte— me sonríe y yo no encuentro qué hacer, así que solo corro con la esperanza de no caerme.


A la primera clase, química es una de las pocas clases que yo comparto con Hanna, además del club de lectura y bondad con el hada madrina, la cual comparto con Rochelle también. El profesor está frente al pizarrón, explicando algo sobre balanceo químico o eso escuché, no lo sé, porque me pierdo a la mitad del procedimiento y entonces mi mejor amiga aparece por la puerta media hora tarde.

—¿Qué son estás horas de llegar a clase, señorita Hanna?— inquiere el profesor, con ambos puños en su cadera.

Hanna respira con pesadez —Lo siento tanto, profesor, pero antes de llegar a clase vi una pobre tortuga tratando de salir del basurero y no me resistí en ayudarla, ojalá lo entienda.

Intento no reírme por la excusa tan pobremente argumentada de Hanna, sin embargo, el profesor se lo cree y la deja pasar.

—Oh, de ser así ¡Vamos, tome asiento!— dice y Hanna corre hasta mi lado.

Intento ocultar mi sonrisa con la palma de mi mano recargada sobre la mesa cuando miro a la chica.

—¿Una tortuga en el basurero? ¿En serio?— rió un poco —¿Fue lo mejor que se te ocurrió?

Se encogió de hombros —Me quedé dormida, no podía decirle eso.

—Entendible.

Me doy por vencida tan rápido con el tema de balanceo que me quedo el resto de la clase mirando por la ventana, en espera de que una pobre alma se apiade de la mía. Pienso en todo lo que ha sucedido y apenas llevo un día de clases, no me puedo imaginar cuando se acabe el semestre.

—Hey, Navya —Hanna chasquea sus dedos hacia mis ojos —, la respuesta no estará en los arbustos ¿O sí?

Parpadeo un par de veces —No, pero no entiendo nada tampoco— dejó caer mi cabeza sobre mi libreta.

—Oh vamos, no es posible que la futura reina no sepa balancear ecuaciones— le doy una mala mirada —. Bien, era una broma —Hanna alza sus brazos como manera de disculpa, y luego empuja su libreta hacia mi —, es realmente sencillo, de hecho, podría decir que es la clase más fácil hasta el momento.

Abro la boca con indignación —¿La clase más sencilla? ¿Acaso hay algo más difícil todavía? ¡No puede ser!

—¡¿Has estado en la clase del Hada Madrina?!— exclama en silencio —Es el verdadero infierno ¿Cómo esperan que reaccione a situaciones que me ponen los pelos de punta? Es como si Chad en este momento llegará y me pidiera ser su novia.

Rió un poco ante la mueca que forma —Bueno, no lo invoques tampoco, pero de verdad necesitas explicarme esto si le entiendes o no saldré de la clase hasta mañana— le pido.

Hanna me explica a detalle todo sobre el balanceo, tan lento para que pueda entender pero debo admitir que no entiendo hasta la tercera vez.

—¿Por qué nadie me dijo que era tan fácil?— bromeo luego de entender.

—Yo te lo dije— Hanna eleva sus hombros —, que no me hayas querido escuchar es otro tema.

Ambas reímos y nos callamos tan rápido cuando el maestro se vuelve hacia nosotras.

—Señoritas ¿Qué les causa tanta gracia?— pregunta, llamando toda la atención de la clase hacia nosotras.

Aclaro mi garganta, buscando una buena excusa —Nada, profesor, de hecho, decíamos que su clase y su materia es la mejor del mundo. Tal vez debería volver a... Eh— miro a mi mejor amiga en busca de algo.

—Volver a explicar como despejar ambas ecuaciones —interviene la rubia—. Uh, a eso se refería Navya ¿Cierto, Navya?

Asiento lo más rápido que puedo con una sonrisa de lado en mi rostro.

—Claro, gracias por decir la verdad al no entender los temas— el profesor mira al resto de la clase —Y he aquí un ejemplo de honestidad, muchachos, aprendan más sobre eso, les servirá mucho en su vida y la química también, así que empecemos desde el inicio...

El profesor se vuelve al pizarrón entonces y empieza desde el inicio de su tema, mientras yo me rió junto a Hanna. El profesor apenas y puede con el tema, pues también se revuelve un poco al momento de explicar preguntas que le hacen.

Al sonar la campana, Hanna y yo tomamos nuestras cosas y salimos para nuestras siguientes clases separadas, la de Hanna es matemáticas, mientras que yo cuento con hora libre. Al salir, me detengo en seco al mirar a Ben al otro lado del pasillo en espera de mi. Cuando me ve me sonríe.

Hanna nos mira a ambos —Yo... Yo vivo por allá, adiós.

Me despido de ella con un ademán, cuando se aleja entre los alumnos.

—¡Adiós, Hanna!— se despide Ben y la rubia se vuelve unos segundos para devolver el saludo con un ademán. Entonces Ben vuelve su atención en mi —¿Cómo estuvo la clase de química?

—Agh, asquerosamente mal— formo una mueca —No entendí una palabra de lo que dijo el profesor, incluso ahora odio la palabra química, quí-mi-ca ¡Agh!

Ben ríe, lo cual por alguna razón me hace sonreír, quizá sea escuchar su risa en mis oídos, es como una serie de notas musicales como fusa o corchea.

—Bueno, ¿Que te parece si tenemos nuestra primera cita oficial la otra semana? O quizá está, para que te sientas mejor— me propone, colocando su mano frente a mi, así que la tomo para empezar a caminar por los pasillos.

—Me parece buena idea— opino —Creo que es lo que me hace falta, podemos ir al lago encantado o al kiosko del castillo.

—Déjamelo a mi, yo organizaré todo en la semana, así puedes concentrarte en tus clases.

Sonrió un poco más —No me parece justo, tu también tienes tus deberes, al menos déjame preparar los beignets de mi mamá.

—Aceptaré solo porque son beignets y sabes que adoro los beignets— me señala.

Entonces ambos estamos en el patio del colegio en la primera hora del día, nos sentamos uno frente al otro para empezar a estudiar o a realizar nuestros deberes pendientes. Hemos hecho esto incluso antes de estar con la loca idea del compromiso, por lo que me es raro tener un tema de conversación en esta ocasión referente a una boda, especialmente porque se trata de la nuestra.

—¿Les dijiste a tus padres?— inquiere Ben, dejando de escribir —Lamento que tuvieras que hacerlo sola, pero esa reunión era bastante larga.

Niego —Si, se los dije y no te preocupes, entiendo.

—¿Y que dijeron?

Suspiró —Bueno, creo que deberías llevar contigo un paraguas porque mi papá querrá lanzarte el primer instrumento que se le cruce— bromeo —Dijeron que vendrán al evento de padres e hijos, que entonces podríamos hablar, pero yo estaba pensando en que aceptarán tarde o temprano, solo es la conmoción.

Ben asiente —Asi como con mis padres, lo entiendo, les ha tomado de sorpresa.

Rió —Si, pues hace una semana éramos solo mejores amigos, es obvio que es una sorpresa— encogí mis hombros —Solo quiero que mi abuela Eudora haga mi vestido, ella amará la idea.

—Creo que es una idea perfecta— asegura, dándome una media sonrisa.

Coloca su mano sobre la mía, el dorado anillo aún sigue sobre mi mano y brilla con la luz del sol, lo miro por un segundo y después a Ben, que está mirándome todo el tiempo. Su tacto en mi piel me hace sentir escalofríos, siento que el aire se me va y por alguna razón siento el impulso de hacer algo al respecto, pero me quedo como planta sobre mi lugar, porque recuerdo que esté es solo un plan de ambos, pero no puedo evitar sentirme así, tan rara y comoda a su lado al mismo tiempo, sabiendo que no puedo hacer nada como besarlo porque después de todo Ben sigue siendo mi mejor amigo.

Me aclaro la garganta y aparto mi mano de la suya, lo cual refleja en su expresión algo de decepción.

—Si, bueno, también le pediré a mi tia Lottie que organice la ceremonia y quizá la fiesta, ella ama las bodas y se emociono mucho cuando escucho la noticia— añado —¿No te molesta, verdad?

Ben nego —Por supuesto que no, le diré a mi padre y a mi abuelo Maurice que me ayude a preparar mis votos y a mi madre que organice un poco de la ceremonia también, estoy seguro de que se llevará de maravilla con Lottie.

Aquello me hace suspirar, aunque es extraño, ¿Debería sentirse así?


No puedo dejar de repetirme que está mal, que no debe suceder así y que pensar demasiado en Ben es una mala señal. ¡Pero mi mente no coopera! Me he atrapado tres veces durante el día imaginando mi boda con Ben, el vestido que llevaré, el pastel y la ceremonia, de pronto todo me emociona más.

Intento leer, comer e incluso respirar pero todo me lleva a él.

La desesperación viene a mi así que estoy saliendo de la habitación vacía cuando encuentro a la chica de cabello púrpura apunto de llamar a la puerta.

—¡Hola!— me saluda con un fingido entusiasmo —Navya, ¿Verdad?

Me toma tres segundos recuperar la razón.

—Sí, tu eres Mal, ¿Verdad?

Ella asiente, chasqueando la lengua —Sí, esa misma.

Asiento —Lo lamento, no soy la mejor anfitriona últimamente, ¿En qué te puedo ayudar?

—Bueno, tus amigas nos dijeron a mis amigos que nos ayudarían en lo que necesitarán pero me parece que no están.

—No, deben estar en clases, pero puedo ayudarte— le sonrió.

Me hago a un lado para dejarla pasar.

—Wow, ¿Esta es su habitación? ¡Es tan...— mira a su alrededor —Ustedes!

Rió un poco —Sí, si miras los detalles te das cuenta que cada una tiene una personalidad diferente o... Gustos diferentes.

—Por supuesto, incluso en los colores— señala el color verde oscuro del lado de Hanna y el verde pálido de mi lado —Aunque no mucho.

Me siento sobre banco del piano, mientras ella se recarga para admirarlo por dentro.

—¿En qué necesitas de mi ayuda?— le pregunto con un tono amable.

Ella niega, —Solo tenía unas dudas sobre este magnífico lugar, pero quiero aprovechar para disculparme por mi horrible comportamiento en la bienvenida, ustedes trataban de hacer lo mejor.

Aquello me sorprendió bastante, pero decidí guardarme mis comentarios sarcásticos para mí por dos razones, una: no conozco a mal lo suficiente, así que no se de qué manera podría reaccionar y dos: solo son chistes muy malos.

—Gracias— suspiró —Solo quería ser lo más humilde posible, no quiero que se sientan fuera de lugar por la magia y todo eso.

—¡Eso! La magia, me pareció tan raro que no la usen más— niega —¿Sabes por qué?

Encogí mis hombros —El hada madrina dice que la vida es mejor sin magia.

Bufa —¿Y tú lo crees?

—Bueno, no apruebo la brujería pero sin ella no estaría aquí— bromeo, haciéndola reír.

—Por supuesto, eres la hija de Tiana y Naveen— me señala —El doctor Facilier tiene muchas historias de tus padres.

—¿De verdad? Me parece que no es mutuo— forme una mueca.

—¿Y donde guardan su magia? Digo, en un lugar tan grande deben existir un montón de escondites.

—Eso no lo sé, supongo que en museos o algo así, nunca he ido de excursión pero debe ser muy bonito ir algún día.

Ella empieza a retroceder —Por supuesto, bueno, eso resuelve todas mis dudas.

La miro abrir la puerta —¿Segura? Porque tengo matemáticas hasta después.

—¡Sí, segurisima, adiós!— dicho eso cierra la puerta de golpe.

Dejándome así, otra vez con mis pensamientos.


Aún faltaban veinte minutos para volver a matemáticas después de la hora de la comida, pues tenía esa clase antes y después del horario de descanso, así que me acerque corriendo hasta mi casillero para sacar un par de libros más para mis siguientes clases porque seguramente tendría que quedarme las dos horas restantes que me quedaban de la materia.

Estoy cerrando el casillero cuando Ben aparece para sacar un par de cosas del suyo, ya que compartimos matemáticas así que debemos volver en veinte minutos.

—¿Cómo van tus problemas que pusieron?— me pregunta luego de un saludo.

Suspiró —Abre mi cabeza y dime si aún tengo cerebro.

Ríe, haciéndome sonreír —Puedo ayudarte si quieres, no soy muy bueno explicando pero lo intentaré para ti.

—No podría pedirte eso, además, ya casi termino— asegure —Me falta el uno, el dos y el... cuatro y tres, ya casi.

—Que bueno, porque a mí me falta todo— admite —Es muy difícil con entrarse cuando tienes a Chad a lado tuyo hablando de su tratamiento de cabello todo el día.

Aquello me hace reír —¿De verdad hablo de eso las últimas dos horas?

Asiente, tomando un mechón de mi cabello que está junto a mi mejilla. Su piel toca mi rostro por un segundo y yo me quedo mirándolo sorprendida, estoy casi segura que el aire ha desaparecido de mis pulmones, pues no siento que esté respirando realmente.

Entonces Ben pone esa cara que Chad siempre tiene —En serio, Ben, deberías tratarlo con aguacate, hace milagros y más con lo brilloso que se te ve ahora mismo, si me hicieras caso tendrías el cabello digno de un príncipe como yo...— dice en tono soñador y presumido como el de Chad, haciéndome reír y que mi rostro se ponga tal tomate.

—Eres el único que puede imitarlo tan bien— tomo su mano para retirarla de mi rostro, un segundo más y me desmayo aquí mismo.

—No quiero ser malo, pero que insulte mi cabello es pasar los límites.

—Puedes sentarte conmigo si quieres— propongo.

—¿Me dejarías? Serías mi salvadora si lo haces.

Asentí, justo cuando una de mis amigas viene corriendo hasta nosotros y rompe la burbuja, apenas me doy cuenta que tengo la mano pegada a la de Ben, así que la retiro con rapidez.

—Ben… Navya… — nos dice Hanna, mirando mi acción — ¿Llegue en mal momento?

Tanto Ben como yo la miramos confundidos y algo asustados por la interrupción pero negamos en unisonido.

—¿Que pasó?— inquiero con tono preocupado al mirar a mi amiga.

—Mi pregunta va más dirigida hacia Ben, pero supongo que también puedes escuchar tu, Navy, ya sabes, futura reina— dice con una risa, la cual le devuelvo —. Volviendo al tema, Ben, quería platicar sobre algo, o más bien alguien.

Ben asiente, prestando toda su atención —¿Qué pasa, Hanna? ¿Tienes problemas con alguien?

—Con Chad, pero ese no es el tema —Hanna niega con su cabeza divertida—, es sobre Evie, me di cuenta que tiene diseños de ropa que son realmente buenos, y quería ver si era posible que se pudiera inscribir al Club de diseño de modas. Ya que las chicas no están en ninguno, pero claro, solo si estas de acuerdo.

Ben me mira un segundo y luego asiente —Por supuesto, hablaré con el hada madrina para que haga la papelería, ¿Quieres que tenga el mismo horario que tú?

—¡Sí! —dice Hanna exaltada, la miro divertida — Quiero decir, sí, si es posible, gracias.

Ben ríe un poco —De acuerdo, entonces así será.

—¿Por qué cuando te dije que quería entrar también me dijiste que la música se me daba bien?— entrecerre mis ojos.

—Navy, no quiero sonar grosera, pero tus dibujos parecen hechos por mamá Odie.

Abro la boca con indignación, escuchando como Ben reía a mi lado  —Le voy a decir a mamá Odie para que ya no te haga ese guiso que te gusta— le dije.

Hanna me dio una mirada indignada —Haces eso, y le diré a tía Vidia que vaya a estropear tu jardín con sus vientos y solo quede el bonito recuerdo de las flores.

—¡No te atreverías!— le acuso.

—¿Están peleando de verdad o…?— la frase de Ben queda en el aire.

—¡Calla!— le interrumpimos ambas, haciendo que salte en su lugar.

—Espero y ya te hayas despedido de tus flores, Navy— me dice Hanna retante.

—¡Y tú de tu forma humana, porque una más y te convierto en sapo!— le señalo con el dedo.

—Definitivamente te confundiste de cuento ¡Aquí la única que se convertirá en sapo eres tú!— exclama la rubia.

—¡Con eso no!— grito con tono dolido.

—¡De acuerdo!— interrumpe Ben, tomando el brazo de Hanna y el mío  —Dejemos la conversación finalizada, ¿Quieren ir por una nieve a la cafetería?

—Una nieve no se le niega a nadie —Hanna eleva sus hombros.

—Pero que sea de chocolate— acepto.

—La de chocolate es la peor —interviene Hanna haciendo una mueca de asco.

Me cruzo de brazos —¿Cómo te atreves a decir eso?

—Bueno, tengo clase— se despidió Ben, retrocediendo sus pasos al otro lado del pasillo.

—¿Crees que lo espantamos?— me preguntó cuando miro a Ben irse a la dirección contraria.

—No, simplemente creo que somos muy insoportables a veces, Navy— respondió Hanna.

Asiento —¿Aún quieres esa nieve? Porque yo sí

—Por supuesto que sí, Benjamin solo me dejo con el antojo de una nieve de frambuesa.

Tomo el brazo de Hanna y ambas empezamos a caminar a la cafetería.


Estoy volviendo luego de la cena, con la mochila colgando de mi hombro y el cansancio siguiéndome los pasos. Abro la puerta de la habitación, encontrándome con Rochelle leyendo aquel libro del club de lectura.

No digo nada, me dejó caer sobre las cobijas y me recuesto ahí, mirando el techo.

—La vida apesta— suelto un quejido, entonces miré a Rochelle bastante concentrada en el libro —¿Apenas vas en la mitad?

—De hecho no, me falta muy poco para terminar el libro— respondió, negando —, pensé que el libro estaba aburridisimo, pero enserio me atrapo y con una hora de lectura llevó casi todo el libro.

—Qué suerte, yo lo terminé esta mañana cuando fui a ver a Ben en su entrenamiento— miro al techo para ocultar lo rojo que estaba poniéndose mi rostro —Me gusto el final del- ¡del libro! por supuesto

—Yo acabo de llegar del entrenamiento pero ¿cuánto crees que lleve Hanna? ¡y no quiero spoilers!— apuntó Rochelle en un tono alto.

Encogí mis hombros, mirando el reloj  que marcaban más de las ocho, —No tengo ni la menor idea, ya debería estar aquí o eso creo, ¿Quieres reportarla como desaparecida? seguro se volvió a perder en los pasillos buscando el baño.

—¡Ja!, me acordé cuando se perdió por ver a un chico guapo— se rio Rochelle dejando el libro de lado.

—¿Cuánto tardamos en encontrarla aquella vez? Como una hora, será mejor que la busquemos— suspiro, acomodando la almohada en mi cabeza —Después de que me eché una siesta.

Cerré mis ojos, relajándome un momento cuando escuché la puerta abrirse luego de unas pisadas. Hanna entro con los ojos rojos y empapada en lágrimas.

Mi impulso me obligó a levantarme y verla cerrar la puerta de golpe, entonces se sentó sobre el suelo.

—¿Qué pasó Hannie?— preguntó preocupada Rochelle parándose de su cama.

—¿Qué te paso? ¿Qué te hicieron?— imite su acción.

—Chad— comenzó a decir Hanna, secándose la lagrima que salía de su ojo —, eso paso.

Mire a Rochelle y ella a mi, ambas igual de confundidas. Me levanté de mi cama y le dije: —Muy bien, Rochelle, ve por tres sartenes a la cocina, ese chico no amanece por haber hecho llorar a una de nosotras.

—¿Qué te hizo ese maldito rubio teñido, acaso ya le llegó el oxígeno a la cabeza?— preguntó enojada Rochelle mirándome caminar de un lado a otro —Y, Navy, deja agarro mi sartén.

—Él... me… dijo… — suspiro Hanna — que por más que lo intente, jamás seré cómo ustedes, jamás seré una princesa. Dijo que nadie nunca se fijará en mi, y comenzó a hablar mal de mamá.

Hanna comenzó a sollozar, y varías lágrimas escurrían por sus mejillas, lo cual solo me hizo enfurecer a cada segundo. Estoy casi segura de que el rostro se me puso colorado de tan solo imaginarme aquel escenario.

—Es un engreído, Hanna, las personas como Chad no valen la pena— intento tranquilizar a Hanna, tomando el hombro de mi amiga.

—¿quieres que le hagamos algo?, porque por más ilegal que sea aceptaremos— propone Rochelle, abrazando a Hanna.

—Por supuesto que haremos algo— me levanté del suelo —Yo digo que lo lancemos a un río y que despierte ahí, ¿Qué opinan?

—Por más que quiera hacerlo, mis aprendizajes de la clase del Hada Madrina me dicen que eso nos dejaría en un calabozo de por vida— Hanna intenta reír, pero solo suelta un sonido raro.

—¡¿Eso qué tiene que ver Hanna?!, soy capaz de pasar lo que me resta de vida a un calabozo si algo te llega a pasar a ti o Navy— comenta Rochelle.

—Lo que Rochelle dijo, iremos hasta la Isla de los Perdidos mientras tu estés bien y no haya nadie en el mundo que viva o aprenda la lección que nadie debe meterse con una de nosotras— tomo aire —Si Chad se mete contigo, entonces lo hace con las tres y no vamos a permitir eso, hay que hacer algo.

—¿Pero qué?— pregunta Hanna, echando su cabeza para atrás.

Vuelvo a mirar a Rochelle, escarbando entre mis ideas algo que le afecte bastante a Chad pero que tampoco sea tan ilegal como para meternos en problemas.

—Lo que mas ama Chad en el mundo…— empiezo.

—Que no sea el mismo, claro— menciona Rochelle con ironía —¡Su motocicleta!

Asiento —Rochelle, ¿aún tienes la pintura en aerosol que tu mamá te regaló el año pasado?

Rochelle a la mención de las pinturas empieza a correr hacia un lugar en su habitación— hablas de… ¿estas pinturas?— pregunta con una sonrisa llena de maldad.

Ambas nos empezamos a dar prisa, caminando de un lado a otro en busca de todo lo necesario para nuestro plan que ya se está llevando a cabo.

Sin embargo, como Hanna no sabe leer mentes, se queda sobre el suelo confundida y sin mucha seguridad sobre lo que sea que tengamos en mente.

—¿Están seguras que nadie se dará cuenta? Quiero decir, claro que me quiero vengar, pero, ¿Si alguien se entera no te meteras en problemas con la corona, Navya?— inquiere.

Niego —No tendrán pruebas de que fuimos nosotras, la mitad de la escuela odia a Chad y además, ¿Quién le creerá a alguien como él teniendo a la futura reina de Auradon diciendo lo contrario?

—E igual, si alguien se da cuenta existe algo llamado corrupción, tenemos al próximo rey de nuestro lado— comenta con soberbia Rochelle.

Hanna se levanta del suelo, y rápidamente busca algo en su armario. Se da la vuelta, y nos lanza gorros de color negro.

—Siempre a la moda ¿Recuerdan?

Frunzo mi ceño —No… voy a preguntar de dónde los sacaste y para qué.

—No voy a decir nada...— murmura mi amiga.

Las tres salimos con mochilas de lentejuelas cargadas de pintura hacia el pasillo, con nuestros gorros en mano para no levantar sospechas aunque, no es normal ver a tres chicas caminar por los pasillos luego de la cena con mochilas pesadas y gorros para delincuentes.

Estamos dando la vuelta cuando alguien o más bien dicho, Ben, me toma de los hombros para que no choquemos el uno con el otro.

—Hola, Navya— me sonríe —Y hola, chicas.

—Me siento como la tercera rueda— susurra Rochelle.

Ben ríe —Oh no te preocupes, Navya y yo solo somos buenos amigos, ¿Verdad, Navya?

«auch» asiento con la cabeza, ya bastante embobada como para moverme más.

—Sí, solo amigos— me vuelvo a Rochelle cuando reacciono.

Hanna se aclara la garganta detrás de mi para llamar mi atención, así que sacudo mi cabeza y le sonrió a Ben.

—Bueno, ya tenemos que irnos, un gusto verte, buenas noches— palmeó su pecho un segundo como despedida.

Ben frunce el ceño —¿A dónde van?

Las tres nos miramos una a la otra.

—Vamos a ver las estrellas, Hanna tenia ganas de apreciarlas— responde Rochelle.

—Suena como algo muy lindo, ¿Las puedo acompañar?

—¡No!— gritamos en unisonido, haciendo que a Ben le cambiará la expresión de golpe.

—Quizá en otro momento Ben, ahorita solo hablaremos sobre… chicos, chicos, y más chicos. Especialmente sobre Rochelle y sus problemas amorosos— miente Hanna tomando de los hombros a Rochelle, al mismo tiempo que la sacude de manera brusca.

Yo me encargo de asentir solamente —Si, te vas a aburrir y no entenderías nada de lo que decimos.

Tomo a Rochelle del brazo y ella a Hanna, formando una cadena entre las tres antes de correr por el pasillo antes de que Ben haga otra pregunta que nos llevará a más mentiras.

—¡Hasta luego Ben!— Hanna le grita mientras se despide del joven con su brazo libre— ¡Eso estuvo cerca! —exclama una vez que estamos lo suficientemente alejadas del lugar— De verdad, Navya, tienes que controlar a tu prometido.

Decido ignorar el sentimiento que me provoca de un salto aquel comentario y no me detengo un solo segundo hasta que más tarde estamos en el patio del colegio en busca del estacionamiento.

Hanna, Rochie y yo nos perdemos una... dos o al menos tres veces en el estacionamiento, los dormitorios de los chicos y el patio. Damos tantas vueltas que comienzo a creer que salimos del colegio hace media hora, sin embargo, Hanna grita que encontró la placa con las iniciales de Chad y nos detenemos en seco para realizar nuestra travesura.

— ¿Enserio? Bueno, creo que no podía esperar menos de Chad— dice Rochelle, un poco sorprendida al ver que las placas de la moto de Chad eran “CH4D”.

Formo una mueca con ambas cejas alzadas —Ese chico si que tiene problemas.

—¿Podemos empezar ya? Me muero de hambre— murmura Hanna.

Rochelle me pasa una botella de pintura en aerosol y empezamos pintando la motocicleta. Decido dejar una frase que en mi cabeza sonaba mejor: “los idiotas no estudian, los idiotas se suben a esta moto” y dibujo corazones rosas o garabatos.

—Y el toque final— menciona Rochelle de pronto, entonces le pasa una bolsa de azúcar a Hanna.

—¿Acaso quieres atraer insectos, Rochie? ¿Esto para qué es? —pregunta Hanna.

—Mi papá una vez me dijo que si un cretino con moto me molestaba le pusiera azúcar en el tanque— responde la rubia abriendo la tapa del tanque.

Alzó ambas cejas —Que raro, mi papá me dijo que buscará el ukelele más grande y lo golpeará.

—¿Qué tiene tu papá con los ukeleles?— me inquiere Hanna con el ceño fruncido.

Encogí mis hombros —Es que es su instrumento favorito.

A continuación, Hanna empieza a vertir una gran cantidad de azúcar en el tanque, cerrando este mismo luego de vaciar toda la bolsa.

—A la cuenta de tres nos echamos a correr, una, dos, ¡tres!— exclama Hanna y yo no dudo en correr junto a ambas.

El aire vuela y apaga nuestras risas cuando llegamos al patio frente a la biblioteca, gritamos por la adrenalina pero nos callamos de inmediato cuando creemos que se ha encendido una luz en el castillo. Finalmente, Hanna cae al suelo del pasto, luego arrastra a Rochelle y finalmente ella a mi, riendo entre nosotras por la caída repentina y chistosa de Hanna. Esto me hace sentir viva.

—¡Ya quiero ver su cara!— exclama Hanna —¡Necesito ver la cara de idiota que pondrá!

—Ocupó las cámaras— dice riendo Rochelle.

La miro con una sonrisa, mirando el edificio frente a mi y teniendo un sentimiento gigantesco de que no tendré otra oportunidad para ser honesta. Tal vez así es como se siente aquello que mi tía Lottie me habló durante años, pero fui demasiado ciega hasta ahora.

—Tal vez podamos verla mañana en la mañana, deberíamos volver y escondernos para verlo ¡Y llevemos una cámara! Así podemos repetir una y otra vez ese bello momento… ¿Navya, que te pasa? ¿Por qué no te ríes?

Miro a Hanna con una sonrisa, encogí mis hombros —Estoy riéndome en mis adentros.

—Uh, creo que alguien está pensando en Ben— canto un poco Rochelle mientras movía sus hombros y reía.

Reí junto a ambas, pero negué con la cabeza.

—De hecho tengo algo que confesar— admito, subiendo y bajando su pecho con nerviosismo —Bueno, creo que esto de fingir estar comprometidos ha llevado a algo más, de mi parte, no creo que de la de Ben pero… aún así tengo momentos donde quiero que sea algo más que solo fingir, ¿Tiene sentido? Creo que…

—¡Por todos los cielos de Auradon!— murmura Rochelle, llevándose una mirada de Hanna.

—¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Acaso los vestidos están en descuento? —cuestiona la chica.

—Navya está enamorada de Ben— suelta Rochie y ambas buscan una respuesta en mi, a lo que me dedico a asentir con la cabeza solamente.

—Lo sé, está mal porque es mi mejor amigo y no debería sentirme así, ¿O si?— trago en seco.

—Por fin lo admites— dicen Rochelle y Hanna al mismo tiempo.

—Me debes cinco dólares— exclama Rochelle extendiendole la mano a Hanna, a lo que está de mala gana saca su billetera y le da lo que le debía.

Frunzo el ceño ante aquella acción.

—Maldita suertuda —refunfuña Hanna —. Los conseguiré de vuelta

Niego —Esto está mal, chicas, Ben es mi mejor amigo ¡no debería enamorarme de él! Se supone que eso no pasaría…— me detengo cuando siento que se me forma un nudo en la garganta.

—¿Cómo estás tan segura de que él no siente lo mismo?— me ataca Hanna.

—Porque es mi mejor amigo.

— Por Dios Navya, ¿qué no has visto la manera en la que Ben te mira?— exclama Rochelle.

—Sí, se parece a ti cuando miras una taza de café— me señala Hanna.

Vuelvo a negar —No se supone que pasaría así— suspiro, sintiendo las lágrimas bajar hasta mis mejillas —Y sí tienes razón, Rochelle, entonces tampoco debería pasar así, no quiero vivir el resto de mi vida casada con alguien que podría o no amarme.

—Navy, los sentimientos son así, un momento no puedes seniat mas que asco por una persona pero al siguiente sientes todo por esa persona, y eso es lo mágico y lo que apesta de los sentimientos, que no los puedes controlar— comenta Rochelle.

Toma de mis mejillas, limpiando las lágrimas que bajan poco a poco. No es que me sienta triste, más bien culpable por sentirme de este modo, Ben ha dejado en claro muchísimas veces nuestra amistad y yo también he marcado un límite entre ambos, diciéndome una y mil veces que algo jamás podría pasar.

Y ahora... ahora siento que he echado a perder todos mis esfuerzos.

Hanna asiente de acuerdo —Rochelle tiene razón, nos pasara a todas, nos merecemos nuestro final feliz con las personas que nos quieran.

Les sonrió a ambas —¿Creen que debería decírselo? ¿Correr el riesgo y decirle lo que siento?

—¡Si! —exclama Hanna sin pensarlo.

—Por supuesto, porque sé que esa cabecita tan hermosa solo piensa las probabilidades negativas, pero imagina vivir siempre con el “que pasaría si” cuando puedes hacer algo para que eso que te imaginas pase— finaliza Rochelle.

«qué pasaría si...» me quedo ahí, pensando en todas las posibilidades.

—Diablos Rochelle, ¿cuando te volviste tan poética?— pregunta una confundida Hanna.

No puedo evitarlo y me rió —Creo que leer mucha poesía nos hace daño a todas, deberíamos dejar el club de lectura.

Hanna y Rochelle ríen, pero las tres nos quedamos calladas cuando escuchos un ruido de varios pasos. Me levanto de golpe y miro a Evie, Mal, Jay y Carlos correr por el patio del colegio. Nos quedamos mirandonos el uno al otro hasta que Rochelle y Carlos rompen el silencio en unisonido: —¿Qué hacen aquí?

Miró confundida a ambos chicos.

—¿Qué hacen ustedes aquí?— inquiero está vez.

—Salimos a pasear— responde Mal.

—Sí, la noche se pone muy interesante cuando es de… noche— Jay forma una mueca ante lo que acaba de decir y yo también.

—Pasear al museo y golpear la puerta para abrirla ¿Es salir a pasear? —pregunta Hanna, levantando una ceja— Oh vamos chicos, sé que tienen mejores excusas.

—¿Como sabes eso?— le ataca Mal a Hanna.

—Si ustedes no dicen nada nosotros tampoco— propone Evie, entrecerrando los ojos.

—Hecho— finaliza Rochelle y cada grupo se dirige a direcciones opuestas.

Ya han sido muchas travesuras por ahora, lo único que quiero es irme a dormir y olvidarme de todo por un momento.












━━ author's note: holis, solo paso a recordarles que no se olviden de comentar y de votar 🫶🏼

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