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chapter six. who seems to care

.˚ׅ ❛ capítulo seis
who seems to care ❜𓈒˙













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Al llegar a Auradon, estamos totalmente empapadas, esperaba secarme con el sol pero no sucedió así. Todas se detienen de golpe, dejándome confundida, así que miro en su dirección y me doy cuenta que Stefan está siendo regañado por el Hada Madrina justo a cierta distancia de nosotras.

El chico está junto al auto que manejaba y con el que casi nos deja como tortillas, mientras mantiene las llaves en la mano y espera a que el sermón de la directora termine.

—Eso le pasa por ser un zoquete— opina Rochelle, encogiéndose de hombros.

—Es tu primo del que estás hablando, Rochie —interrumpe Hanna.

—¿Segura que es tu primo? Es que no se parecen mucho— inquiero, con el ceño fruncido.

—Lados diferentes de la familia— aclara Rochelle escurriendo un poco su falda.

—Claro, con razón— asiento —¿Qué les parece si ya nos cambiamos? Siento que me enfermare en cualquier momento y es lo que menos quiero.

—No se diga más— dice Hanna mientras comienza a caminar a las escaleras, donde se encontraban el Hada Madrina y Stefan hablando.

—Por favor, siento que si paso otro momento más con esta ropa me enfermare— dice Rochelle acariciándose el brazo con frío.

Hanna —quien estaba más adelantada— es detenida por el Hada Madrina, lo cual me deja quieta en mi lugar.

—Por Merlin, Hanna ¿Qué te pasó? —inquiere la mayor, Hanna nos mira y luego al Hada Madrina —¿Ustedes también?

Miro a Rochelle y ella a mi, con un solo pensamiento: huir y lo más pronto que podamos.

—¿De qué habla, Hada Madrina?— inquiere Rochelle con falsa inociencia.

Asiento —Sí, nosotras estamos tan normales.

Hanna se nos une —Bueno, algo así, pero no sé a qué se refiere, de hecho, íbamos a estudiar ahora mismo.

—¡Hasta luego!— me despido, dando la señal para las tres de huir.

El Hada Madrina toma del brazo a Hanna, haciendo que todas nos detengamos.

—¿Qué les he estado enseñando chicas? «Honestidad», vamos, díganme qué sucedió en verdad.

—Bueno, ¿Conoce algo llamado huida del colegio? Porque nosotras absolutamente no hicimos eso— respondo.

El Hada Madrina abre los ojos de par en par al tan solo imaginarse ese escenario —¡Señorita, Maldonia!

—¿Lo dije o lo pensé?— formo una mueca.

—No fue nada de eso Hada Madrina, fuimos a checar algunas plantas para la materia de herbología— trato de convencer Rochelle está vez.

—Nosotras no llevamos herbología, Rochie— susurra Hanna.

—Callate Hanna.

—Bueno, veo que tienen mucha energía, así que me gustaría que la gastaran ayudándome en las decoraciones para la celebración de la coronación junto a su compañero— señala el Hada Madrina a Stefan, quién sigue detras de ella como si esperara su castigo —Eso, sin duda, les mostrara algo de honestidad.

—¿Y eso como seria?— susurro con el ceño fruncido.

—Ayudando así que ¡Andando! Jane les dirá que hacer, vayan a cambiarse y las verá en el pasillo de las habitaciones en veinte minutos.

Formo una mueca con incomodidad, no me castigan mucho en la escuela, incluso evito eso, pero ahora resulta extraño.

— Nos llevó el bibidi babidi bu— susurra Rochelle con los ojos cerrados.

—Callate, Rochelle— Hanna golpea la frente de su amiga —Bien, nosotras nos vamos a cambiar de ropa ¡Hasta luego!— comienza a caminar con nosotras siguiéndole el paso, pero se detiene en seco— No fue un gusto conocerte, Stefan.

Le sonrió al mencionado y entonces me voy también.


Durante el descanso que Jane nos da por lástima, decide dejarnos solos con nuestro trabajo en el castillo y con la excusa de que tiene que supervisar otros pendientes.

—Definitivamente Jane tiene el gen del hada madrina— murmuro cuando se va, pues ha estado dando órdenes durante los siguientes diez minutos.

Ahora mismo organizo el papel crepé que irá en el techo.

—¿Alguien me puede pasar pegamento?— pide Hanna mientras intenta no caerse de la escalera en la cual esta.

—¿Cómo vas a usar pegamento?— inquiero —Se va a despegar, necesitamos el tape mágico.

—Pues pásame una grapa, o algo, pero que sea rápido.

Le lanzó la grapadora —Suerte con eso y con llegar hasta allá.

—¿Alguien necesita esto?— interfiere Stefan, quién carga con la escalera más alta que puede existir y la deja junto a Hanna, justamente donde se va a subir.

—Sí, que ya no atropelles a chicas en el bosque— exclama Rochelle pintando el logo de Auradon en un cartel —Dios, Mal deberia usar su tonto libro en ocaciones como estas.

Miro a Rochelle ante la mencion de la chica, sin embargo, decido no añadir nada más.

—Yo creo que podemos con esto si trabajamos en equipo— opino.

—Lo dijiste tal como tú mamá— recrimina Hanna, tratando de pegar el papel.

—Lo se Navy, y perdón— se disculpa Rochelle por mencionar a Mal, supongo que soy muy obvia.

Niego como respuesta, dándole una sonrisa.

—No quiero ser metiche o chismoso pero, ¿Por qué odiamos a Mal? Creí que la mitad de la escuela aceptaba ya a los hijos de villanos— recuerda Stefan.

Hanna niega —No es «odiamos» y creo que ni siquiera lo hacemos, ¿O sí?

—No, no la odiamos— aseguro —Solo… es difícil de explicar.

—No es odio, es resentimiento— contesta Rochelle.

Stefan se mantiene pensativo unos segundos, con la mirada perdida y tratando de recordar de que se ha perdido los últimos días seguramente, pero no hay nada que explicar.

—Claro, tu ibas a casarte con Ben, ¿No? Y te abandono por Mal a unas semanas de su coronación, lo cual no lo hizo muy bien, a mi parecer eso es humillacion— adivina el chico.

—Es un idiota Stef, eso es lo que es, y concuerdo contigo— dice enojada Rochelle, antes de seguir pintando el cartel.

—¿Qué? Es la verdad, no es justo que lo hiciera frente a toda la escuela, eso dice mucho de él.

Bajo la mirada —Sí, yo también estoy de acuerdo, pero ya no importa, se casará con Mal y si la ama más, eso está bien.

—¡No puede ser!, ¡ya te recuerdo Stefan!— exclama una emocionada Rochelle.

El mencionado frunce el ceño —¿Apenas?— inquiere ofendido, haciéndome reír.

—No te puedes enojar, nos dejamos de ver a los siete— se justifica — yo hacía los pasteles de lodo y tu… y tu te los comías.

Me echó a reír con Hanna, mientras él rostro de Stefan se pone rojo de la vergüenza.

—Sí, luego me dio una infección en el estómago y casi muero, ¿Por qué tenías que decirlo?— murmura aquello último, pero al estar a mi lado lo escucho a la perfección.

—Porque eras mi primo favorito creciendo, ¿recuerdas a Percy?— pregunta Rochelle.

Deja la escalera una vez que Hanna baja y se dirige hasta el papel —Sí, ¿Esa cosa todavía vive?

Me alejo cuando Percy salta detrás de Stefan y mere si lengua en la oreja del chico, lo que lo altera.

—Ya vi que sí— dice Stefan —Hola, Percy, ¿Ya puedes hablar o todavía me miras feo?

—No le digas cosas Stefan, después te atormentará toda tu vida— exclama Hanna.

—Anotado.

—¡Ay! Casi me grapo el dedo— llama Hanna, soltando un chillido, le doy una leve mirada —No, esperen ¡Si me grape el dedo! ¡Me voy a desangrar!

—Vamos, Hanna, no pongas excusas para no trabajar— le pido, pero cuando veo la sangre me alteró —¡Ah, te vas a morir!

—¡Rochelle, haz algo! Flor que da fulgor, o no se ¡Pero has que pare! —grita Hanna.

Rochelle corre a ayudarla, mientras Stefan le pone un trapo para que deje de sangrar. Intento buscar algo para ayudar a cerrar la herida, pero no veo nada.

—Deberíamos llevarla a la enfermería— propongo.

—Si Navy, yo te acompaño— apoya Rochelle.

—¿Me dejaran solo?— inquiere Stefan.

—Volveremos en cuanto atiendan a Hanna— aseguro.

—¿Y si el Hada Madrina se da cuenta? A mí no me va a creer.

—Yo digo que se queden, yo puedo acompañar y cuidar de Hannie— dice Rochelle.

—Chicas, ya no siento mis piernas— dice Hanna con tono dramático y asustadizo.

Asiento rápidamente —Está bien, vayan y me avisas de todo.

Rochelle asiente y ambas chicas se van hasta la enfermería juntas, dejándome con la decoración y Stefan.

—¿Se va a reponer?— me pregunta Stefan, noto que está algo asustado.

—Sí, Hanna es fuerte— suspiró —Bueno, hay que terminar aquí lo más rápido que podamos para ir a verla.

Stefan acepta y descubro que somos buen equipo, mientras yo pego los últimos arreglos sobre el techo, él se encarga de terminar de pintar el símbolo del que Rochelle se encargaba antes.

—Creo que viene de familia— menciona, mirando la pintura —¿Que opinas, Navya?

Lo miró, bajando las escaleras —Esta muy lindo, ese va en aquella pared— señalo a nuestra izquierda.

Cuando lo hago, noto que estamos demasiado cerca y no se si es por alguna inercia, pero él se acerca más a mi espacio, así que retrocedo.

—Lo siento— me dice —No sé que fue eso.

—¿Seguro que puedes seguir con esto? No estoy mal si lo hago sola— reto, no sé por qué, pero me ha dejado descomcertada por su repentino cambio y además, es familia de Rochelle, jamás me haría algo así.

—Lamento si te incomode.

Niego —No, está bien, no eres tú— formo una mueca —He estado algo a la defensiva desde que me fui.

—¿Por qué?

—No tiene caso, solo tengo muchas cosas en la cabeza ahora mismo— encogí mis hombros.

—Bueno, si quieres podemos salir a comer algo— propone y lo miro, así que levanta sus manos como si estuviera apunto de lanzarle un puñetazo —No lo malinterpretes, solo como amigos o bueno, conocidos en este caso.

Sonrió —Claro, está bien por mi.

—¿De verdad?

—Sí, aunque primero necesito decírselo a Rochelle para que no lo malinterprete también.

—No tengo problema en eso— asegura.

Si alegría se me pega —¿Y que opinas del lunes? Podemos ir por una nieve, aquí cerca hay un lugar donde venden muchos postres, hasta pastel con nieve y pastel de nieve.

—¿El lunes después de clases?

Asiento —Y del castigo.

Ríe —De acuerdo, te veré ahí.

Tantas cosas en mi cabeza me perturban, sigo recibiendo miradas de lástima y eso me molesta al punto que no dejo de pensar en eso, así que oculto mi cabeza sobre el casillero y la dejo reposar.

«¿Por qué a mi? ¿Por qué a mi?» me repito una y otra vez.

—¿Hay algo divertido ahí dentro?— escucho una segunda voz.

Levanto la cabeza y me golpeó con el techo del casillero, tomo mi cabeza adolorida y miro al causante.

—Hola, Stefan— saludo —No hay nada, intentaba huir de...

A nuestro lado pasa un pequeño grupo murmurando un par de cosas que no alcanzo a escuchar hasta que me miran con tristeza.

Ruedo los ojos —Eso.

Stefan frunce el ceño —Algún día te dejarán en paz.

Bufo —Eso espero o estoy por congelar a alguien— bromeo, riendo un poco —¿Entiendes? Cómo tú... Olvídalo.

El chico sonríe —¿Cómo mi tía lo hizo con Arendelle?

Asiento —Sonaba mejor en mi cabeza, lo lamento.

—Está bien, todos tenemos malos días— se recarga sobre la puerta del casillero —¿Aún sigue en pie lo de hoy?

Frunzo el ceño —¿El que c-? ¡Claro! Nuestra salida para después de clases.

«lo olvide, sí, lo olvide».

—De acuerdo, tan solo termino unas cosas y te veo después.

Asiento, viéndolo irse. Miro el reloj y veo que tengo aproximadamente dos horas para cambiarme de ropa y advertirle a Rochelle y Hanna sobre todo.

Cierro el casillero con rapidez y salgo corriendo por el pasillo hasta la habitación compartida, por suerte, Hanna y Rochelle ya están ahí.

—¡Oigan!— llamo.

—¿Sí? —pregunta Hanna mientras ajustaba un alfiler en el vestido que tiene frente a ella —¿Pasó algo mientras nos ausentamos?

Asiento —Bueno, como saben a mí me pasa de todo pero eso no es lo que quería decirles— miro a Rochelle, buscando una manera de decirlo ya que después de todo Stefan es su primo —¿Recuerdan al primo de Rochelle con nombre raro?

Rochelle asiente —Stefan— dice —¿Qué hay con él?

—Me invitó a una cita, por una malteada, después de clases— hago pausa en cada oración —Y no quiero ir, quiero decir, sí quiero, pero no sola ¡Es difícil de explicar!

Me dejó caer sobre el sofá detrás del piano enorme, soltando un chillido al hacerlo, cubro mi rostro con ambas manos.

—¿Escuche bien? Tú, Navya de Maldonia, ¿Irás a una cita con el chico que casi te atropella? Vaya, y yo que pensé que la etapa de superar era la peor de todas.

Reí —Bueno, si lo dices así suena peor.

—Yo solo digo los hechos —la menor eleva sus hombros.

Rochelle se levanta —¿Y qué planeas que hagamos por ti?

—Primero, ¿Estás segura de que debería aceptar?

Ella me mira confundida —¿Lo dices por mi? Porque yo digo que aceptes, créeme, solo quiero lo mejor para ti y aunque no conozco mucho a Stefan, sé que es un buen chico, viene de familia— me guiño un ojo, sonrió.

—Yo solo quiero la malteada, así que sí, acepta esa cita— interviene Hanna.

—¡Esta bien! Lo haré, pero solo con ustedes— acepto —Así que pónganse algo bonito, ya es hora de que todas tengamos alguien que nos regale flores, ¿No creen? ¡Dios! Sone igual que mi tía Lottie.

—Yo iré mientras que el pague —habla de nuevo la rubia—, no me dan mi paga hasta la siguiente semana, y ya me termine lo de esta.

—Pobre— susurro —Yo pago lo tuyo.

—¡Entonces es un trato!— exclama Hanna, pero hace una pausa para volver a hablar —Y por favor déjame vestirte, parece que acabas de enterrar a alguien.

Le echó un vistazo a mi ropa, está llena de tierra por no decir que es en su mayoría color negro.

—Mientras no sea nada incómodo, está bien, quiero ir cómoda y no arruinar nada— tomo una gran bocanada de aire —¿Creen que es lo correcto? Literalmente acabo de salir del trauma de Ben y se que ya lo pregunté mucho, pero quiero estar segura con esto.

—Si me lo preguntas a mí, Navy, yo te diría que primero analices las cosas —comienza a decir Hanna—, Ben fue tu mejor amigo, y se gustaron desde pequeños, por mucho que lo niegues.

—Sí, Navy, lo que menos queremos que pase es que te lastimes a ti o a alguien mas por querer superar tus sentimientos por Ben— exclama Rochelle, mientras se sienta.

Asiento, dándole la razón —Bueno, lo de Ben ya pasó y lo acepte, Stefan es lindo y es un buen chico pero no quiero apresurar nada como la última vez, así que creo que salir como amigos es una buena idea, ¿No creen? Nada serio, solo amigos.

—Agrega a la lista de cosas sobre Stefan, que es el primo de tu mejor amiga. Es decir; terreno prohibido.

La miró con tanta rapidez que me duele el cuello.

—Por dios, Hannie, no asustes a la pobre de Navya, ¿no ves que si le haces otra broma de esas se desmayara del miedo?— habló Rochelle hacia la más baja reprimiendo una risa.

—Era una broma— admite, dándome una sonrisa.

—¡Bien! Hay que hacer esto, es mejor que empecemos, no quiero llegar tarde— finalizo, levantándome de mi lugar.

—¡¿Es hoy la cita?!— pregunta alarmada Rochelle.

Me detengo —Sí… ¿No lo dije? ¡Les dije que estoy emocionada y nerviosa, no me juzguen!

—No, Navya de Maldonia, no nos dijiste, son detalles importantes que no puedes dejar pasar, pero te lo pasare esta vez, a la proxima que quieras que metamos nuestra cuchara a de mal tercios y no nos avisas te dejare con el corte de cabello de Blanca Nieves.

—¿Y tu quién eres? ¿Su madre? —pregunta Hanna divertida— ¿Que no ves que la pobre chica ya esta quedándose sin pelo de los nervios?

Entrecierro los ojos —Exacto, así que es hora ¡Muevanse! O no pago nada está vez.

—¡Yo el helado no lo dejo pasar! —exclama Hanna, dejando el alfiler en el tocador junto a su cama.

—Cuidado con darle permiso a Hanna de escoger lo que quiere que te dejara pobre— me susurra Rochelle.

Reí un poco —Lo anotaré en las cosas que no debemos dejar hacer a Hanna por su bien y el de nuestras billeteras.

Finalmente todas nos ponemos en marcha para estar listas. Me muevo para que Hanna busque algo en mi clóset, pero en lugar de ello la veo recostarse sobre su cama, así que me lanzó una de las primeras almohadas que encuentro.

—¿Pues a qué hora te citó? —pregunta Hanna, fastidiada por el golpe.

—¡No importa! Te tardas un año eligiendo un cambio de ropa— le señalo.

—Esta vez serán dos años entonces —le miró confundida —. Escogeré tu ropa, y no acepto un no como respuesta.

—La hada de la comedia señoras y señores— exclama Rochelle, viendo un vestido lila.

—Navy— miro a Hanna, ella trae una falda verde claro entre sus manos — ¿Qué opinamos de esto?

—Creo que combinaría perfecto con algo color blanco, ¿No? ¡Y unos tacones bajos del color!— opino.

—¡Si! —exclama emocionada— Sabes, ahora que lo pienso así me visto yo. Ya sabía que adoras como me visto Navy, pero tomarme de ejemplo es un total halago.

Le doy un pequeño golpe en la frente a Hanna —Eres una boba.

Cuando estamos decentes para salir, Hanna, Rochelle y yo nos dirigimos hasta el vestíbulo de las habitaciones, en donde Stefan espera.

—Hola primito— dice Rochelle moviendo los dedos de su mano de manera extraña.

—Hola Rochelle— contesto este.

—Espero no te moleste que vayamos todas— menciono, tomando aire y con una sonrisa.

Stefan niega —Por supuesto que no, me están cayendo mejor y además quiero conocer mejor a mi familia— sonríe a Rochelle —¿Cómo están tus padres, Rochelle?

—Están vivos— susurra Hanna—, cosa que casi no logramos nosotras

—Y de puro milagro— completo, haciendo bufar a Hanna como respuesta.

—¿Cuántas veces me tengo que disculpar?— inquiere Stefan con cansancio.

—Unas mil— asiento —O hasta que se te caiga la mandíbula.

— Y comprándonos algo, ya sabes, también en parte para comprar mi silencio— dice Rochelle con una sonrisa —No querrás que tía Anna se enteré, ¿verdad?.

—Cómprame un helado y te lo diré —sigue Hanna.

Stefan ríe —De acuerdo, yo invito.

Extiende su brazo hacia mi y estoy apunto de tomarlo cuando una voz familiar me da un espasmo en todo el cuerpo. Ben.

—¡Stefan! Que sorpesa— Ben se abre paso en el grupo —Hola ¡Hola! ¿Cómo están, chicas?

No respondo, no me muevo durante unos segundos y siento que me voy a desmayar en cualquier momento. Lo odio, no a él, la situación.

Me escondo detrás de la primera persona que encuentro; Rochelle, quién al ver mi acción me cubre con su cuerpo.

—Hola, Navya— me saluda Ben en un susurró.

Sé que me mira, pero yo no lo hago, así que me limito a sonreír.

—Ben, que alegría verte aquí— exclama Rochelle con una sonrisa forzada que parece mas una mueca y voz sarcástica.

Hanna reprime una carcajada, lo cual me hace mirarla con desdén.

—Ben— ella ríe un poco— ¿Acaso el morado ya no te gustó?

La sonrisa de Ben se borra un poco —Bueno, es que he estado algo ocupado con los preparativos de la coronación, también es un gusto verlas, chicas.

Stefan frunce el ceño —¿De qué… me perdí?

—De nada— respondo con rapidez —Nosotros ya deberíamos… eh, deberíamos irnos, se hace tarde.

—Quisiera hablar contigo— pide Ben, con ambas manos unidas —Solo será un minuto, no los retrasare tanto, lo prometo.

Lo miró y antes de hacerlo, sé que se refiere a mi. Ben me mira suplicante y como si tuviera muchas cosas por decir.

—Lo siento Ben, pero necesitamos a Navy— se apresura a decir Rochelle agarrando mi brazo.

—Esta bien, Rochelle— susurró a duras penas —Pueden adelantarse, iré en un momento.

—Oh no me digas eso —interrumpe Hanna —. Sabes que si me dejan sola, para el momento en el que llegues no habrá más helado en la tienda.

Le doy una mirada de seriedad y ella lo entiende, así que ella, Rochelle y Stefan empiezan a moverse, pero no sin antes que Rochelle le pise el pie a Ben por accidente con su tacón, este suelta un chillido.

—Ay, perdón, no te vi— dice Rochelle sonriente.

No se si estoy lista para esto, no se si estoy lista para enfrentarlo luego de casi un mes. Sin embargo, aún así camino junto a él a cierta distancia del grupo y me quedo quieta hasta que él habla.

—Sé que estás enojada— empieza, ¿Es un buen inicio? —Lamento cómo pasaron las cosas y... no fue mi intención herir tus sentimientos, jamás ha sido mi intención hacerte daño, lo sabes, ¿Verdad?

Junto valentía y lo miro —S-Sí, de todos modos no era nada, ¿Verdad?— repito.

—No, supongo que no— Ben baja la mirada —Supuse que lo entenderías, me alegro mucho que puedas seguir adelante y quisiera que fuéramos amigos otra vez, sabes, nos conocemos desde que somos niños y no quisiera romper esa amistad solo por eso.

—Claro— sonrió.

—Buena suerte con Stefan.

Frunzo un poco mi ceño —¿Por qué?

—Ah, no lo malpienses, somos buenos amigos y él es un buen chico, quizá pueda ayudarte con él— ríe un poco entristecido.

Niego —Estoy bien, gracias, ya me tengo que ir de todas maneras.

Ben asiente —Seguro, hasta luego y que bueno que pudimos arreglar esto.

«Esto»

Me despido de Ben con un ademán y sigo el camino del resto, sin hablar más del tema. Resulta que la cita sale perfecta, la nieve cuando alguien está triste es acogedora y bastante.

—¿Cómo se conocieron?— me pregunta Stefan de pronto.

Estamos ambos solos en la mesa que elegimos, mientras Rochelle y Hanna juegan con burbujas a unos metros de nosotros.

—Fue en la primera semana de clases, nos habían puesto en la misma habitación— cuento —Fue porque intentaban no poner a los amigos en las mismas habitaciones ya que así hay más posibilidades de que hagan fiestas o ese tipo de cosas ilegales— ríe un poco —Pero resulta que nos llevamos bien, yo no conocía a nadie más que a Ben, Rochelle conocía a todo el mundo y Hanna apenas conocía el camino a la cafetería, así que empezamos a hablar y a hablar hasta ahora.

Stefan me sonríe —Suena como una buena amistad.

Suspiró —Lo es, ¿Que hay de ti? ¿Por qué no has conseguido muchos amigos?

—No soy muy sociable, mi mamá dice que es por parte de mi tía— menciona —Pero estoy bien así, me siento en paz, además Ben es mi amigo.

Bajo la mirada de manera inconciente, Hanna está intentando entrar a una burbuja, pero se rompe apenas la toca.

—¿Que pasa contigo y él?— inquiere Stefan de pronto.

Lo miró —¿Qué?

—Olvídalo, no quiero ser grosero, es claro que algo pasa entre ustedes pero no es de mi incumbencia, supongo que con la información que dieron es suficiente.

—Bueno, no es nada que toda la escuela no sepa— aclaro —Ben y yo estabamos comprometidos, antes de que le pidiera a Mal ser su novia frente a toda la escuela.

Stefan abre los ojos de par en par, bastante sorprendido por la naturalidad de mis palabras.

—Eso es horrible de su parte— opina.

—Sí, pero no pasa nada, de todas maneras solo fue una mala idea que nació de una mala broma— bromeo, haciendo que me mire confuso —Fue un plan de ambos para salir de la presión de nuestros padres.

Asiente —Claro, ahora lo entiendo, lo lamento entonces, creo que ni siquiera debí haber preguntado en primer lugar.

—Ah, no, está bien sentir curiosidad.

—Siempre digo que: las cosas pasan por algo y, si Ben y tú no terminaron juntos debe ser por algo o quizá aún no es momento de que estén juntos.

Frunzo un poco el ceño —¿Que quieres decir?

Encogió sus hombros —Que quizá solo es una pausa entre ustedes para tratar de adivinar qué sienten, se nota que Ben está arrepentido y tú dolida, pero no significa que no se quieran.

—No creo que Ben me quiera— bufo.

—Yo sí, quiero decir, creo que si te quiere o te sigue queriendo, lo sé porque solo conozco a Ben un poco, pero nunca lo había visto como hoy— admite —Pero si tú crees que debes seguir, eso está bien, ¿Tiene sentido para ti?

Asiento —Sí, un poco.

Sonríe —Que bueno, porque yo no me entendí.

Reí, volviendo la vista a mis amigas.


Pasamos un buen rato estando en aquel lugar, me compro un pastel de nieve de chocolate y me lo devoró en segundos, sin embargo, al volver, empiezo a experimentar lo que viene después de la adrenalina, solo que no es dolor, es una serie de sentimientos combinados como ira, tristeza y confusión. Todo por la conversación que tuve con Ben después de semanas.

Me encierro en el baño en cuanto Hanna, Rochelle y yo pisamos nuestra habitación. Es obvio que a ellas les extraña tanto mi actitud como a mi, así que no me sorprende cuando empiezan a llamarme por la puerta, la cual he cerrado con seguro.

—Solo queremos saber si estás bien, Navy— insiste Rochelle.

—De verdad, voy a tirar la puerta— le escucho decir a Hanna.

—¿Y si te rompes?

—Valdrá la pena, ¡Aléjate de la puerta, Navya!

Suspiró, abro la puerta y vuelvo a mi lugar en el suelo.

—Estoy teniendo un deja vú— susurra Rochelle.

—Juraste no volver a abrir la boca sobre eso— Hanna la miró indignada—. Juro no volver a llorar a causa de un hombre.

Frunzo el ceño, soltando una carcajada que las deja confundidas.

—Ya se le soltó la canica— susurró Hanna.

Sin embargo, la puedo escuchar y no puedo evitar reírme aún más por alguna razón.

— Dios, ya empezó a delirar Navya, yo sabía que tanta cafeína la llevaría a la locura— exclama preocupada Rochelle.

—Loca ella ya estaba, el café solo fue la gota que derramó la taza.

Cubro mi rostro con ambas manos, empezando a reír un poco más.

—Ben se disculpo, es todo— suelto, dejando a ambas calladas —, dijo que… no quería hacerme daño y… y ya, cree que salgo con Stefan ahora, se miraba triste y eso me hizo enojar, él no merece estar triste, soy yo la que debería estar enojada y triste con el pero… no lo sé— suspiró al terminar de hablar.

—Eso es fantástico, me refiero a que esté triste, aunque él no lo merece, él fue el que te rompió el corazón— dice Rochelle.

—El chico debería ir al doctor. Tantos cambios de humor me ponen a pensar en si realmente yo estoy loca o no— dice Hanna.

Niego con la cabeza —No creo que haya sido él aquel día, ustedes dijeron que estaba embrujado o algo así ¿No? ¿Y si es así y ahora está arrepentido?

—Oh sí, yo sigo con esa corazonada —habla Hanna—, me recordaran cuando Ben admita haber sido hechizado.

—Se me había olvidado esa parte, pero hechizado o no yo lo quiero ver sufrir— añade Rochelle con una voz calmada.

—Supongo que nunca lo sabremos— encogí mis hombros —Deberíamos ver una película o algo, necesito un café.

—Son las ocho— recuerda Hanna.

—¿Y qué?

—Todavía nos falta preguntarle a la voz de la razón— dice Rochelle mirando a ambas.

—¿Al Hada Madrina?— pregunta Hanna confundida.

—No tontita, a Percy— cuando Rochelle dice esto, solo puedo darle la razón.

—Eso solo asustara al Hada Madrina, nadie quiere que al futuro rey de Auradon lo hecho en tan fácil, metería a Ben en problemas— opino, negando levemente.

—En problemas se metió cuando decidió empezar una falsa relación contigo —interrumpe Hanna—. El pobre nunca se espero tener que aguantarnos como las futuras madrinas de sus hijos.

—Eso fue idea de los dos— recuerdo —Yo tambíen acepte, creo que fue mi culpa haberme ilusionado tanto.

—Oh, y apuesto a que fuiste tú lo propuso.

Ruedo los ojos y decido no decir nada más.

—¡Lo sabía! Te conozco como la palma de mi mano, Navya de Maldonia.

—¿Veremos esa película o no?— insisto —No quiero hablar más de eso, dejémoslo en donde debe estar: el pasado.

Me levanto del suelo y salgo del baño hasta mi cama, tomando el control remoto que cuenta con cien botones para todo y busco algo en la pantalla gigante que no sean los programas de tejido que Hanna ve.

Me mantengo viendo la televisión hasta que me quedo total y profundamente dormida en la comodidad de mi cama.

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