chapter four. I pretend it's love
.˚ׅ ❛ capítulo cuatro
I pretend it's love ❜𓈒˙
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Cada paso era raro en el pasillo del pequeño castillo en Auradon que se les había atorado a mis padres cuando se unieron al trato de los Estados Unidos de Auradon hacia unos años ya, incluso antes de que yo naciera. Aunque mis padres solo utilizaban este castillo para vacaciones ya que ellos viven en Maldonia la mayor parte del tiempo cuando no están atendiendo el restaurante de mi mamá.
Abro la puerta gigante de madera hacia la sala de estar especial para la familia y miro a mis dos padres frente a mi bebiendo el té, mi madre está con la mirada abajo de unos apuntes con el título «Nuevas recetas para mamá Odie» y mi padre, que está frente a ella, parece intentar recordar algo.
—¡Y champiñones! Dile que le ponga y corte esos deliciosos champiñones del pantano, son exquisitos con salsa— dice, con una sonrisa de lado a lado.
Cuando me ven, ambos saltan en alegría.
—¡Honguito!— exclama mi papá, tomándome en un abrazo muy fuerte —Estabamos esperándote, creí que no querrías vernos hasta mañana en la fiesta de padres e hijos, ya sabes, para darle más emoción.
Rió un poco, abrazando a mi mamá —No pude esperar, lo siento, además quería que vieran antes a Ben.
Aquello hace que la sonrisa de mi padre se borre y sus músculos se tensen.
—Claro… esperen un segundo aquí.
—¡Naveen!— le regaña mi mamá, entre risas —Ya lo hablamos, no te preocupes, Navya, tu papá sabe que tiene que comportarse de cualquier modo mañana o no le voy a hablar por tres meses.
—Dos, dijiste dos— recuerda mi papá.
—Pues con esa broma ahora son tres.
Se cruza de brazos —¿Y dónde está el idi…— se interrumpe al mirar la expresión desaprobatoria de mi mamá —El lindo y maravilloso de tu prometido.
Sonrió —Esta afuera, quería que los saludara primero.
—¡Ah, hazlo pasar ahora mismo!— pide, haciéndole una señal al guardia real para que dejase pasar a Ben.
El mencionado entra unos segundos después de que el guardia real sale de la sala, está nervioso ¿Más canoso? No, creo que no, pero si que tiembla mucho a cada paso.
Le doy una sonrisa para que se tranquilice y parece que lo hace, pues hace una reverencia antes de hablar —Rey Naveen, reina Tiana, es un honor volver a verlos.
Mi padre se pone algo rojo, pero mira a mi mamá desde la distancia y hace un asentamiento con la cabeza leve.
—Ben, mírate, estás enorme ya— dice mi mamá, avanzando sus pasos para darle un ligero abrazo —Deja las formalidades, ahora somos familia y debemos tratarnos como una, ¿Cómo están tus padres? ¿Cómo te va en la escuela? Y ¿Cómo te sientes ahora que será tu coronación? ¡Debes estar nervioso! Naveen se cayó en el pasillo de los nervios antes de entrar a su coronación.
Mi padre ahora sí se pone totalmente rojo —¿Por qué le dices eso?
—Porque significa que hasta un rey puede cometer errores, ¿No es así, Ben?
El chico asiente a duras penas, temeroso de la mirada asesina que mi padre le da —S-Sí, por supuesto que sí, en ocasiones, eso creo.
Sonrió de lado a lado, mi mamá me toma del brazo y nos obliga a Ben y a mi a sentarnos juntos en un sofá, mientras mi padre se sienta en su lugar anterior y mi madre junto a él.
—Es un lugar muy lindo— halaga Ben la habitación.
Tiene un tapiz verde pastel con decoraciones blancas, cuadros pintados a mano de mis padres en su boda, otro después de ser oficialmente rey y reina, uno mío cuando tenía quince años y finalmente uno de toda la familia, donde se había añadido a mi tía Lottie, al tío Louis y dos estrellas al fondo azul: Evangeline y Ray, aunque en general no son familia de sangre, pero para mí lo es ya que he crecido con ellos toda mi vida.
—Muchas gracias, Ben— le dice mi mamá, dándole un codazo a mi padre de manera disimulada.
Él reacciona de inmediato y asiente —Sí, gracias.
Niego, poniendo los ojos en blanco mientras intento buscar otro tema de conversación para que esto no se base solamente en eso.
—¿Cómo está la tía Lottie?— pregunto.
—Ella está bien, está muy feliz por la noticia y no puede esperar a venir a verte— responde mi mamá.
—Ella va a apretar mis mejillas hasta que me las arranque, ¿Verdad?— digo con miedo y ella ríe, pero Ben nos mira sin entender así que procedo a explicarle —Mi tía Lottie es muy energética y la última vez que hice algo maravilloso, me dejó la cara roja por dos días.
—Por supuesto, ¿Ella vino con ustedes?— pregunta Ben.
Mi mamá niega —No, ella se quedó en Nueva Orleans para ver algunos asuntos de su familia, está muy ocupada ahora que administra los negocios de su papá.
La conversación se hace más larga —de milagro—, por lo que las horas se pasan un poco más rápidas luego de risas y una buena conversación. Ben termino apunto de irse con una canasta de pan recién horneado, ya que ahora mismo lo acompaño hasta la puerta.
—¿Te veré mañana?— inquiere, dándose la vuelta antes de salir.
Asiento —Por supuesto, no me perdería para nada está fiesta, además mis padres están emocionados también.
—De acuerdo, por cierto, creo que le caigo mejor a tu papá, dejo de mirarme feo a la hora.
Rió —Solo es cuestión de tiempo, ya verás que luego te invitará a esos conciertos en Nueva Orleans que tanto adora.
—Espero que sí, me gustaría conocer más Nueva Orleans y sobre tu familia— me sonríe —Son muy unidos, me recuerda a la mía.
Aquello me hace sonreír aún más, abro mis brazos y rodeó los hombros de Ben, mientras sus brazos me aceptan automáticamente en un abrazo. Me permanezco así varios minutos hasta que finalmente creo que es suficiente, cuando me estoy separando de Ben, deja un cálido beso sobre mi mejilla que me toma por sorpresa, pero que aumenta un sentimiento en mi pecho.
Sé que estoy tan roja como un tomate, así que evito mirarlo.
—Gracias por invitarme— me dice.
—Y a ti por venir.
Abro la puerta con lentitud y él desaparece con la limusina y el guardia real siguiéndole el paso.
Creo que voy a explotar, pero por alguna razón no lo hago, porque se ha sentido tan bien pero tan extraño al mismo tiempo que me alborota el estómago. Me recargo de la puerta, cabizbaja, pues cuando subo la mirada veo a mi padre al otro lado del pasillo, fulminandome con la mirada.
—Desde hace cuanto estás ahí?— pregunto, sosteniéndome el estómago.
Mi padre se cruza de brazos, encogiendose de hombros —Tal vez horas, tal vez segundos, nadie lo sabe.
Entrecierro los ojos —Acabas de llegar y no viste nada.
Se queda en silencio, abriendo un poco la boca para contradecirme pero, al ver que tengo razón, se queda callado.
—Ve a tu habitación— y se da media vuelta para irse a la siguiente habitación.
Rió un poco pero terminó aceptando su orden.
Esta misma tarde, tengo mi clase de bondad de la semana antes de que sea la fiesta de padres e hijos, obviamente todos están emocionados por la llegada de sus padres a Auradon, pues si bien es la fiesta favorita de casi todos. Yo, en lo personal, adoro pasar tiempo con mis padres, especialmente en la cocina, cuando preparamos los platillos que mi abuelo le dejo a mi mamá en un libro de recetas o cuando añadimos nuevas recetas al libro como una reliquia.
Hoy, el hada madrina se paseaba por el pasillo con sillas y mesas llenas de alumnos, explicando un tema que pasaba todo a mi cuaderno con rapidez.
— ¿Cuál sería su primera proclamación como reyes o reinas?— pregunta la Hada Madrina y la mitad de los alumnos levantan la mano, incluyéndome — ¿Rochelle?.
— Eh… creo que juzgaría el contexto del pueblo del momento y de ahí veria cual podria ser mi primera proclamación, pero si pudiera decir una en general, sería que la educación fuera gratuita, para todas las edades y accesible para todos en Corona— responde Rochelle.
—¡Muy bien!— le felicita el hada madrina, así que bajo mi mano y vuelvo a mis apuntes —Tu punto sobre la educación para todo el mundo es excelente, pensar en los demás es una idea muy esencial para el futuro de todos los reinos…
El hada madrina se gira al pizarrón para escribir más, por lo que empiezo a escribir con más rapidez y a susurrar en mi lugar.
—¿No se te va a caer la mano?— inquiere Hanna, que está sentada detrás de mi.
La miró con el ceño fruncido —¿Por qué?
—Tu pluma está por quedarse sin tinta —Hanna tragó su galleta—, eso dice bastante.
—No importa, comprare mil más— asiento decidida —Además ustedes se copian de mis apuntes, así que ayúdenme.
—¡Navya!— me grita el hada madrina, haciéndome saltar de inmediato en mi lugar —¿Cuáles son las tres señales de que una fruta está envenenada?
Aclaro mi garganta con la mente en blanco «¡¿Por qué siempre se me olvidan estás cosas cuando estoy en crisis?!»
—E-El color, la forma y…— miró a mis amigas con miedo.
—¿El olor?— interrumpe Hanna.
El hada madrina asintió —En efecto, muy bien señorita, ahora pongan atención a la clase.
Las tres guardamos silencio hasta que el hada madrina se gira al pizarrón.
—Gracias— le susurró a Hanna, arrastrando mi mano para tomar una de las galletas que tiene en la mesa.
—No me lo agradezcas a mi, agradecele a los apuntes que me prestó Lonnie.
—Volviendo al tema— llama Rochelle —¿Qué van a usar para la coronación?
—Un vestido, duh— bromeó.
—¿Me tengo que reír?— me amenaza Rochelle.
—Yo no sé —interrumpe Hanna—, Evie hará mi diseño, y yo haré el de ella.
—¿Ves eso? ¡Nos está cambiando!— exclama Rochelle, con aire ofendido.
Abro los ojos de par en par —No puedo creerlo, creí que no pasaría hasta dentro de diez años y que nos cambiaría por sus perros.
—Oh, y esperen a que tenga pareja, que no me verán por mucho tiempo si eso sucede — bromea la menor.
Recargo mi mejilla en mi puño —No quiero ni imaginarme otras cosas, pero si es así entonces te vamos a secuestrar, ¿Verdad, Roch?
La mencionada asiente —Recuerda que mi papá me enseño muchas cosas, así que cuidado.
—Cuento con la protección de siete hadas, las cuales cada una tiene diferentes habilidades. Dudo que me puedan hacer algo —responde Hanna con sarcasmo.
—Sí, pero por algo existe la discreción— murmuro—Ni tú te darás cuenta de que estás en una habitación oscura.
—Entonces para eso estará mi novio ¿Sabes? Cada día mis ganas de conocer a alguien aumentan un cinco porciento.
—¿Cómo pasamos del tema de la coronación a esto?— inquiere Rochelle, con el ceño fruncido.
Encogí mis hombros —Son las cosas de la vida, Hanna sueña con su príncipe azul pero cada vez que se le acerca un chico le hace caras de miedo— digo, riendo un poco y volviendo a mis apuntes sin dejar de escuchar a mis amigas.
Hanna me mira indignada —No es mi culpa que los chicos no sean como los que me gustan, además, si fueran amables como un príncipe azul sería diferente— mira el reloj —¿Cuánto falta para salir a comer? Muero de hambre, ¿Me cubren para salir a la cafetería?
—Ya es la quinta vez que lo hacemos en la semana— frunzo el ceño —Ve, yo te cuido.
— Dios, sabía que algo así pasaría, pero me traes una malteada de chocolate— pide Rochelle con una sonrisa.
— ¿Con o sin crema batida?
— Con— responde Rochelle viendo asentir a la más baja.
Más tarde, Hanna se escabulle por el salón de clases y con la excusa de ir al baño que el hada madrina le da permiso.
— Bueno… volviendo a lo importante, ¿como vas con Carlos?— inquiero a Rochelle, moviéndome un poco para verla mejor.
— Pues voy bien, ayer estuvimos platicando un rato pero fue todo— contesta, con un toque triste en su voz.
—¡Tienes que hablar con él! Se ven muy lindos cuando hablan— exclamo.
— Es que me da pena hablarle— agacha la cabeza — le hablaría si lo viera solo en el campus, pero siempre está junto con sus amigos.
—Por Merlin— suspiró con estrés —, ¿Entonces cómo quieres que lleguen a ser algo, si los dos son iguales? Ambos son vivos ejemplos de la vergüenza.
Ella reprime una sonrisa, y el rubor sube a sus mejillas lentamente, haciendo que suelte un chillido al verla así.
— Pensé que el ponerse roja era algo de Hanna— admito, riendo un poco.
— Cállate— me susurra con las manos en la cara.
El sonido de un golpe en la pizarra hace que ambas saltemos una vez mas, me acomodo en lugar con el rostro pálido.
—¡Señoritas! —exclama en Hada Madrina hacia nosotras — ¿Están prestando atención?
— Eh… si, solo que Rochelle no podía respirar— respondo, tratando de buscar una salida fácil, porque que el hada madrina te llamé la atención una vez en su clase está bien, dos ya significa detención.
—¿Qué estás haciendo? Yo puedo respirar perfectamente —susurra Rochelle, mientras le doy unas palmaditas en la espalda.
—Callate, intento salir de este aburrimiento— susurró de vuelta.
Rochelle al escuchar aquello, empieza a toser como si le faltará la respiración y yo asiento con aprobación, mirando con mi expresión más preocupada al hada madrina, todo para que sea más creíble.
— ¡Oh por¡ Merlín!— grita el Hada Madrina —¡Navya! ¡Acompaña a la señorita Rider a la enfermería!
Me quedo en mi lugar unos segundos y al ver aquello, el hada madrina explota.
—¡¿Qué están esperando?! ¡Vayan!— nos empuja levemente, lo que nos hace pararnos a ambas — No se preocupen por sus apuntes, todo está justificado. Ahora si ¡Vayan!
Sin más, tomo a Rochelle del brazo, entrelazandolo con el mío y ambas empezamos a correr hasta el pasillo, donde nos echamos a reír al inicio, pero luego intento callarla al hacerle una señal, ya que aún estamos bastante cerca del salón. Más tarde, nos encontramos con Hanna en la cafetería, quién nos mira confundida con la malteada y un par de dulces en las manos.
—¿Cómo llegaron aquí?— inquiere Hanna, poniéndose pálida luego de un segundo —No me digan que el hada madrina me descubrió.
Niego —No, a Rochelle le faltaba el aire por pensar en su amorcito y el hada madrina nos dejó salir a la enfermería, así que si pregunta, estamos en la enfermería las tres porque nos encontramos contigo y te preocupaste.
Hanna asiente —Entendido.
Entrelaza su brazo con el mío y empezamos a caminar juntas.
—Espera— nos pide Hanna — toma tu malteada Rochie, aunque no entiendo para que quieres más azúcar, si tu ya eres demasiado dulce.
Al escuchar eso, nos echamos a reír, haciendo que Hanna estallé en risas igualmente.
— Dios Hannie, aquí no, todos nos pueden ver— dice Roch, tapándose la boca con gracia mientras con la otra sostiene su malteada.
—Aún hay tiempo para que la clase termine— menciono, mirando mi reloj de bolsillo —¿Quieren ir a pasear, a mirar al novio de Rochelle en el entrenamiento de tourney o a criticar la clase de los maestros en la cafetería?
— ¿Por qué no hacer ambas?— pregunta Rochelle tomando de su malteada— pero mejor vámonos al lago encantado, no quiero asolearme el día de hoy.
—Bueno, está algo lejos, pe- — me interrumpe el hecho de que Hanna me jala del brazo para empezar a caminar.
—Fue tu idea la de salir— recuerda Hanna —. Aunque apoyo a Rochie en esto, no me quiero asolear.
Termino rindiendome porque se que es verdad y además, algo de aire libre no nos afecta a ninguna.
Para la fiesta de padres e hijos estoy usando un vestido azul hasta la rodillas con zapatos bajos, ya que caminar en el pasto es difícil con tacones, planche mi cabello castaño hasta los codos y me puse una pequeña corona con diamantes azules que resalta con mi maquillaje plateado y azul, la mejor combinación de colores, aunque de todos modos solo estoy en la fiesta para comer junto a mis dos amigas, mientras nuestros padres hablan entre ellos. Me devoró un pastelillo de chocolate, lamiendo todo rastro de chocolate de mi boca cuando el padre de Rochelle se dirige a nosotras, especialmente a su hija.
—¿Entonces si pusiste a prueba el hack de la azúcar?— pregunta emocionado a Rochelle.
—Sí, papi— contestó ella con una sonrisa.
Forme una línea en mis labios, tratando de no soltar más información sobre la travesura a la motocicleta de Chad.
—¿Del azúcar?— inquiere mi papá con el ceño fruncido y con un vaso de ponche de frutos en su mano.
—Si es que… preparamos algo de café, y obviamente necesitábamos azúcar ¿Cierto chicas?— dice Hanna mirando con una pizca de diversión a ambas.
Asiento de inmediato —¡Sí! Ya sabes, papá, amo el café más que a todos ustedes.
—Si Naveen, no pienses mal de las pequeñas sanguijuelas— añade el señor Rider, haciendo más creíble nuestra historia.
—Por más que quiera creer que las chicas no hicieron nada— comienza Tinkerbell, la madre de Hanna—, tengo la pequeña sensación que una travesura fue hecha.
—Deberíamos ir por más café, ¿No?— miro a Hanna y Rochelle.
Tomo a mis dos amigas del brazo antes de que puedan responder algo, empezando a caminar entre la multitud.
—Eso estuvo muy cerca— suspiró, con los ojos de par en par.
—Deberías controlar tu adicción por el café, Navy— me dice Hanna con una sonrisa —. Está comenzando a convertirse en una excusa no muy creíble.
Suelto a mis dos amigas, girandome para caminar hacia atrás mientras les digo: —Deberían agradecerme, porque el café y yo somos uno mismo, si algún día me da un infarto ya saben por qué me lo dio, además-
Me quedo callada cuando chocó con alguien, a quien solamente miro un segundo antes de disculparme y sacudir mi mano al aire.
—Además…— frunzo el ceño al verlas mirar detrás de mi con asombro —¿Que? ¿Qué miran?
—Detrás de ti— señala Rochelle.
No tengo tiempo de girarme cuando lo escucho: —Me parece que tú adicción al café no ha cambiado.
Me quedo estática porque reconozco la voz mascula que está detrás de mi y no tengo que girarme a verlo porque sé quién es, se que es el inombrable de mi hermano mayor, cuyo nombre y persona muy pocos conocen en la familia y, que si fueras un desconocido, no sabrías de su existencia.
Me vuelvo lentamente a él, el chico es más alto que la última vez, pues yo le llegó al hombro. Tiene su piel morena de la familia, los ojos azabache, está más fornido que la última vez que lo vi, su cabello le llega al cráneo lo que significa que se pelono hace unas semanas y me mira con una ceja alzada, característica de él.
—Rochelle— él señala a la rubia más alta —Y Hanna, ¿Verdad?
Hanna y Rochelle sonríen levemente, y asienten con su cabeza.
—Kiran— suelto, en un tono confuso —¿Qué haces aquí?
—Desgraciadamente me he enterado de tu compromiso por terceras personas, ¿No vas a presentarme a tu prometido? Hay tantos chicos aquí que no puedo ubicar a nadie y nuestros padres me darán un sermón por no avisar antes de venir.
Me vuelvo a mis dos amigas, tratando de buscar alguna ayuda.
—Es muy pronto para eso Kiran, si, puede que Navya y Ben esten tan apresurados de casarse porque no pueden con su amor pero Navy ahora está algo ocupada— Rochelle me toma de los hombros.
—Si, mejor hablemos de ti ¿Qué tal te ha tratado el mundo? ¿Alguna anécdota por contar, Kiran?— inquiere está vez Hanna, cambiando de tema.
El mencionado mira de un lado a otro conforme las chicas hablan —Eh, bueno, no existen suficientes anécdotas que me gustaría contarles después de un paseo con mi hermanita.
Me extiende el brazo que no acepto, al menos no al inicio, porque sé que lo necio viene de familia y él no se detendrá hasta que de ese paseo con él así que, lo tomó del brazo y empiezo a caminar junto a él.
En nuestro camino, es obvio que noto demasiadas miradas de mis compañeras, aunque no solo a mi si no a mi hermano Kiran, quién es cuatro años mayor que yo y quién es reconocido por ser un alma libre que jamás se ve en la familia. Esta en al menos dos fotografías familiares de cuando yo tenía diez y trece años, por lo que no lo he visto hace tres años, cuando él era un adolescente de diecisiete años.
—¿Por qué todos nos están mirando?— murmura Kiran.
Encogí mis hombros —Tal vez tengas un moco en la nariz.
Por inercia se limpia el rostro pero al no encontrar nada me da una mala mirada.
—Dejame adivinar— dice, mirando a Ben que nos mira a nosotros desde la distancia con los ojos bien abiertos —Ese es tu prometido.
—No, él es B— Kiran me toma del brazo y me jala hasta Ben.
A paso rápido nos acercamos al chico, el pobre se acomoda su traje una y otra vez, como si tuviese alguna imperfección.
—Kiran de Maldonia, tu debes ser Ben Florian— mi hermano le extiende la mano para estrecharla —Hijo de la bella y la bestia, dieciséis, ¿Verdad, muchacho? ¿No eres muy joven para ser rey?
Ben trago en seco —Mucho gusto.
—Kiran, él es Ben— le interrumpo —Aunque veo que ya sabes.
—Por supuesto, como hermano mayor tengo que asegurarme que estés bien, ¿Tu que opinas, Ben?
La expresión de Ben sería chistosa en otro momento, pero ahora mismo parece apunto de desmayarse.
—¿Hermano mayor?— me mira un segundo, pero después a Kiran, como si apartarle la vista fuera un delito —Claro que si, el estado de Navya es algo que me importa muchísimo a mí también.
Le sonrió y mi hermano nos da una mala mirada a ambos.
—Ya, es una respuesta clara— encogió sus hombros —Es un no tan placer conocerte, lástima que me he enterado de su compromiso a último momento.
Yo estoy totalmente muda, así que miro de Ben a Kiran y de Kiran a Ben. Al parecer Ben nota eso, pues me extiende su mano, la cual tomo con fuerza al colocarme a su lado.
—Lamento mucho oir eso— le dice Ben —Pero Navya y yo estamos, eh, enamorados y ya no quisimos ocultar lo que sentíamos.
Mi corazón da un vuelvo cuando Ben termina de hablar, lo miro sin palabras alguna pretendiendo que es de amor.
—Sí, pero es bueno que vinieras— logro decir —Aunque como sabes, aún no será la boda.
Niega —No, por supuesto que no, necesitan la bendición de mamá y papá.
—Ya la tenemos— recuerdo —Pero aún no nos vamos a casar, primero quiero hacer mi coronación luego de la graduación.
Mi hermano logra despegar la mirada de Ben —Me parece un buen momento, para entonces ya podré establecerme en Maldonia y podré venir a la boda.
Mi expresión se aligera —¿Planeas quedarte?
Asiente —Sí, pero no voy a tomar tu puesto, de eso no te preocupes, hermana, solo vine a sentar cabeza, casarme e irme a vivir muy lejos.
Rió con aire irónico —Nuestros padres van a matarte.
—Espero que me perdonen— me sonríe, extendiendo su brazo una vez más, así que lo tomó —Fue un gusto haberte conocido, Ben.
Él asiente —El gusto es mío.
Y nos marchamos lejos del Ben nervioso apunto de desmayarse.
—¿Dónde habías estado?— lo miro —Creí que no volverías hasta que fueras un anciano.
—Estuve viajando mucho, hermana, yendo por todos lados, quedándome en todos lados y conociendo personas de todos lados— me mira también —Te traje muchos regalos que espero que aceptes.
Bufo —Conmigo puedes dejar tu lenguaje educado, sabes que nos criamos la mitad de nuestras vidas juntos.
—Estaba esperando a que me dieras permiso a decir verdad, pero gracias por hacerlo, no soportaba seguir hablando como un idiota.
Rió un poco —Ahora no encuentro la diferencia.
—¡Ja, ja!
Veo nuestro camino y veo a nuestros padres junto a una de las tantas mesas del patio, ellos hablan con Bella y Bestia ahora, por lo que de inmediato siento que mi hermano se tensa.
—Por Merlín, escondeme— me pide, ocultándose detrás de mi.
Ruedo los ojos —Sabes que no vas a poder ocultarte abajo de mi toda la vida, estás del doble de tamaño que yo.
Maldice en voz baja —Odio decir que tienes razón, será mejor que enfrente esto ahora.
Asiento como si estuviese orgullosa —Muy bien dicho, ve y tómalo campeón.
Suelta un bufido, empezando a caminar hasta mis padres quienes, por obvias razones, están tan asombrados como yo hace un momento. Sin embargo, mi padre lo recibe de maravilla y se pone muy feliz al verlo, mi madre está apunto de echarse a llorar pero se resiste, supongo que su castigo vendrá después.
—¿Cómo estuvo la bienvenida de tu hermano?— me pregunta Ben en cuanto me mira.
Me toma de los brazos, así que me dejó —Fue un poco extraña, creí que gritarían pero no, supongo que lo castigarán llegando a casa.
Ríe un poco, haciéndome sonreír —¿Y tú como te sientes al respecto? Entiendo que puede ser algo extraño, así que si quieres planear una cita haré espacio en mi agenda.
Niego —Me siento extraña también al tenerlo aquí, siento que una parte de mi no lo conoce y la otra lo hace, pero sobre la cita, me parece una buena idea, llevamos semanas planeandolo, ¿Recuerdas?
—Sí, haré cupo para esta semana sin falta, lo prometo— deja un delicado beso sobre mi mejilla, lo cual hace que el sonrojo no tarde en venir a mi rostro.
—Es lindo, ¿Sabes? Me gusta como van las cosas, creo que después de todo fue una buena idea— suelto sin pensar.
Ben me sonríe de lado a lado y yo intento buscar alguna señal de afecto en sus ojos.
—Fue la menor idea— murmura.
—¿Lo fue para ti? Quiero decir, ¿Estás cómodo con todo?
Frunce el ceño un segundo —Por supuesto, jamás me arrepentiría.
—¡Tu!— grita una mujer, así que vuelvo la mirada y veo a Audrey junto a su abuela frente a Mal y entonces entiendo que habrá problemas —¿Que estás haciendo aquí? No entiendo, ¿Cómo estás tan joven?
Ben corre de inmediato y yo siguiéndole el paso, todos las princesas, príncipes, reyes y reinas nos están mirando, especialmente a Mal y a la reina Leah.
—Reina Leah, está bien, Maléfica aún está en la isla— dice Ben —Ella es su hija, Mal, ¿Recuerda mi proclamación para darle la oportunidad a la nueva generación?
La reina Leah alza ambas cejas —¿Lo dices de verdad? Nos destruirán— me mira —¿Cómo pudiste permitir eso?
Abro la boca para hablar —Eh, yo…
—¿Qué pasa, Navya? ¿Todo el mundo, ya lo olvidaron? ¡Manzanas envenenadas! La magia, su magia— se detiene al hablar, creo que va a sollozar pero se contiene de hacerlo —Mi hija, fue criada por hadas por la maldición de tu madre… sus primeras palabras, sus primeros pasos, ¡No estuve con ella!
Se vuelve a Audrey y el hada madrina, quienes la consuelan. Mal intenta acercarse pero Chad se le interfiere, entre Ben y yo intentamos protegerla de lo que sea que se me ocurra hacer a Chad.
—No hagas esto, Chad— le reto.
—¿Que? Los criaron sus padres, Navya, ¿Que crees que le enseña un villano a su hijo? ¿Bondad? ¿Juego limpio? No lo creo— mira a Evie —Tu, te gusta lastimar— entonces mira a Jay —Y a ti, solo te importa el dinero y engañar.
Evie avanza con su espejo, apuntándole la cara a Chad, sin embargo, este le lanza un manotazo y es lo que colma la paciencia de Jay, quién le toma de la camiseta con molestia. Todo pasa tan rápido, Evie le lanza un hechizo a Chad que lo deja inconsciente, así que me quedo con Mal, pero Evie le toma de la mano y se la lleva, así que me quedo con Ben y sus padres.
—¿Estás bien?— me pregunta, bastante alterado por la situación.
Asiento, aceptando sus brazos que me rodean. El resto del mundo nos mira, los amigos de Ben se marchan bastante molestos y la situación parece no tener nunca un control.
Las noches de pijamada son lo mejor de la semana con mis amigas: Hanna y Rochelle, porque es como un momento de paz entre la escuela y las órdenes de ser una princesa y futura reina, así que yo siempre las califico como perfectas aunque termine siendo la última en dormir, me divierto mucho dibujando bigotes, corazones o arcoiris en los rostros de Rochelle y Hanna, especialmente Hanna, quién es la primera en dormirse.
Sin embargo, en esta noche calida, recién estaba empezando la hora de la comida de gasolinas, pan y chocolate, además estamos hablando sobre chicos, por lo cual me quedé simplemente escuchando.
—Es muy buena persona, independientemente de quién es su madre, pero hay algo que me pasa cada vez que le hablo— dijo Rochelle mientras comía palomitas. Está vez, la conversación no iba de cualquier chico, si no de Carlos, quien parece conquistó el corazón de Rochelle, aunque ella no lo quiera admitir. — pero no sé qué es.
—Yo sé lo que es— le dice Hanna mientras toma un puñado de golosinas—, se llama estar enamorada, Rochie.
—Callate Hanna, no puedo estar enamorada, muy apenas lo conozco— se apresura a decir.
Yo formo una “o” en mi boca —Eso decía yo y mírame, el amor es muy raro pero si lo estás, te apoyaremos aunque todos los estados de Auradon se pongan en tu contra— le apoyo —¿Verdad Hanna?
Le doy un golpe en el hombro a la mencionada, pero veo que está durmiendo se con la cabeza metida en el balde de nieve de fresa, quizá pueda dibujarle una fresa en la frente.
—¿Qué yo qué?— Hanna levanta la mirada —Uh, si, te apoyaremos pase lo que pase, Rochie.
—Dios, que difícil situación— suspira Rochelle para después tirarse a la cama de manera dramática.
—Oigan, no quiero interrumpir su momento de problemas amorosos— comienza a decir Hanna —, pero ya no queda más nieve.
—Si quieres voy yo por más, a menos de que me quieran acompañar— propone Rochelle, parándose de su cama para ponerse sus pantuflas.
Me dejó caer al suelo —Vayan ustedes, yo me quedaré a echarme un sueñito aquí en lo que van, además, que miedo salir a esta hora.
—Si tienes sueño Navy no tienes que poner excusas, ¿verdad Hannie?— le preguntó Rochelle a su amiga rubia.
—De eso nada— responde —, si nos matan a una nos matan a todas.
Entonces empieza a jalar mi brazo, suelto un quejido de cansancio absoluto en el suelo, peor entonces viene a mi mente esas deliciosas chispas de chocolate y termino levantándome del suelo con más rapidez de la que deseo.
—Esta bien, está bien— suspiro —Solo si me robo unas chispas de chocolate para acompañar la nieve.
—Navya, eres la próxima reina, creo que tienes permitido robarte chispas de chocolate mi lady— se burla Rochelle.
—Navy tiene permitido robar de todo, incluso el corazón de Ben —Hanna soltó una risita y le interrumpo la risa con un fuerte golpe en la frente.
Las tres caminamos por el pasillo oscuro y solo en silencio, con nuestros brazos entrelazados para no perdernos y también para no sentir tanto miedo de caminar a altas horas de la noche. Nos metemos a la cafetería y nos detenemos frente a la puerta de la cocina, la cual siempre está cerrada con llave por las noches, pero que Rochelle sabe abrir a la perfección
—¿De verdad tu papá te enseño a abrir puertas con eso?— le cuestionó, cruzándome de brazos mientras Rochelle intenta abrir la puerta con uno de los broches que llevaba en la cabeza, parece que la está convirtiendo en una llave o algo así, pues entra muy bien en la perilla.
— Eh… si, pero si pregunta mamá entonces no— responde ella.
La puerta se abre con rapidez, pero no entramos ya que alguien más nos ha ganado la idea de robar la cocina, pues están los cuatro hijos de villanos frente a un plato hondo donde revuelven algo.
—¿Qué cocinan?— Hanna se adelanta, dejando la confusión de lado.
Encogí mis hombros, haciendo lo mismo y cerrando la puerta detrás mío.
—¿Eso son galletas?— inquiero, asomando mi cabeza a la mezcla con emoción.
—Si, son galletas, nada espe- ¡Espera!— exclama Mal cuando meto un dedo a la mezcla para probar, es algo común al preparar galletas para ver qué tan dulces deben quedar o si les falta algo para que sean dulces.
Los cuatro me miran asustados, pero frunzo el ceño sin entender.
—¿Que? No voy a probar otra vez, solo quería saber— les digo, tratando de aligerar su miedo.
—¿Sientes algo?— inquiere Evie hacia mi, niego con la cabeza.
—Siento que le faltan chispas, ¿qué dices Navy?— pregunta Rochelle y entonces ahora asiento
—Definitivamente le faltan chispas— sacudo mis manos.
—¿Que es lo que dijeron?— inquiere mal, con aire alarmado.
—Chispas— insiste Rochelle — así es la receta de mamá.
—Es lo más importante de las galletas— le ánimo —Mi mamá suele comprar dos bolsas de chispas porque a mí ya papá nos encantan las galletas con chispas, así que siempre digo que no son galletas sin chispas de chocolate.
Me acerco a Mal y echo todo el frasco de chispas en la mezcla, dejando un poco para compartir con Hanna y Carlosz quienes están comiéndose lo último de nieve que había en el refrigerador.
—¿Sus mamás nunca les prepararon galletas con chispas de chocolate? Cómo cuando te sientes triste y están bien calientes con un enorme vaso de leche, y ella te hace reír, y todo cobra una nueva dimensión— exclamó Rochelle con una sonrisa.
Los cuatro chicos la miran con tristeza, algo que me deja algo triste y confundida. Triste porque significa que ellos nunca han tenido ese sentimiento de sentirse amados o apoyados por sus padres, nunca han olfateado el aroma a galletas hechas por mamá o la leche con chocolate que te hace sentir mejor en días tristes.
—¿Qué pasó, dije algo mal?— inquiere Rochelle— perdón, a veces suelo ser impertinente.
—Nuestra vida es diferente— murmura Mal.
—Creí que hasta los villanos amaban a sus hijos— añado.
Es clara la respuesta, ninguno había recibido amor nunca.
Bajo la mirada, desanimada por el cambio de humor que hemos ocasionado. Rochelle suelta un pequeño sollozo que deja a todos tristes, al menos hasta que Carlos se acerca hasta ella, le limpia las lágrimas y Mal empieza a mezclar más.
—¡Sí, qué pena! Pero hay que poner las galletas en el horno— interfiere Mal, como si nada hubiera pasado —¡tengan una buena noche, hasta mañana, sueñen mucho!
Confundidas, Evie nos toma de las espaldas y nos da un pequeño empujón hasta fuera de la cocina, dejándonos afuera. Sacudo las manos al aire, vacías y sin mi comida.
—No obtuve mis chispas— menciono a ambas.
—Voy por ellas— anuncia Hanna, mientras abre nuevamente las puertas de la cocina.
Espero unos segundos y ella sale con un bowl de chispas de chocolate, entonces caminamos otra vez sin mencionar otra vez el tema, esperando que las clases que la mayoría serán canceladas por el partido, vayan bien.
El partido de tourney de la escuela contra invitados se vio favorecido cuando Jay entro al campo junto a Carlos, así que ahora nos encontrábamos Hanna, Rochelle y yo animando al equipo de la escuela como siempre, gritando emocionadas cuando anotaban y en silencio cuando no. El calor era evidente y entonces comencé a plantearme la idea de volver a la escuela ya que había aire acondicionado dentro de los pasillos.
Cuando creí que perderíamos, Jay arrasó con el juego y termino haciendo que ganaramos el partido por esta ocasión, finalmente y de la emoción, Ben fue directo al micrófono, basta re exaltado por los sucesos.
—Quiero decir algo— comenzó.
—¿Perdió la cabeza?— murmura Rochelle curiosa.
Niego —No, yo la veo en su cuello todavía.
—¡Denme una M!— exclamó y todos hicieron lo mismo —¡Denme una A!
—¿Esta…?— dejo la frase al aire con el ceño fruncido pero… al llegar a la última letra es cuando entiendo casi todo.
Esto no tiene nada que ver conmigo, si no con Mal.
—¡Te amo, Mal! ¿Acaso nunca te lo había dicho?
Suena como eco en mi cabeza, cuando todos gritan confundidos pero emocionados, miran a Mal, quién se ve bastante confundida y feliz, especialmente feliz. Bajo la mirada cuando mis amigas me miran, en lugar de quedarme entre las miradas de todos los que conocemos, corro lo más rápido que puedo por las escaleras de las gradas y me voy directo al baño, con el rostro sonrojado y la respiración acelerada.
Me sostuve del lavamanos, mientras Rochelle y Hanna se encerraban conmigo, en mi reflejo podía ver qué sudaba y lloraba al mismo tiempo, mis labios temblaban, así que me digne a cerrar los ojos.
— ¿Qué pantuflas le pasa a Ben?— pregunta enojada Rochelle.
No respondí.
—Definitivamente estaba bajo un hechizo— dice Hanna enojada— ¡¿Cómo es posible que haya dicho eso, cuando es más claro que el agua que tu eres a quien de verdad ama?!
—Pues no se que diantres haya sido eso, pero juro que matare a Ben y a todo Auradon en busca de respuestas— exclama Rochelle en tono enojado.
—Yo llevo las armas —añade Hanna decidida a hacer algo.
— Me parece rarisimo que el idiota de Ben hace unas horas haya estado suspirando por Navy pero ahora resulta que esta enamorado de Mal.
Hay un silencio, en el cual solo se escucha mi sollozo en eco todavía, como si no se hubiera quedado en el estadio. Siento la mano de Hanna en mi hombro, que me atrae hasta su cuerpo para abrazarme con fuerza y yo me dejó, porque se que lo necesito. Formo una mueca de tristeza y luego me limpio el rostro, porque sé perfectamente que un día esto podría terminar, que la farsa que creamos Ben y yo no podría llegar hasta la boda, hasta ese día, hasta que fueramos rey y reina, y sin embargo, creí que duraría más.
Todo el tiempo creí lo que mis amigas me dijeron, me ilusione y ahora estaba con el corazón rotos, pero no podía dejar que nadie se diera cuenta lo tonta que fui al creer que podríamos ser algo más que solo amigos, porque es estúpido, yo siendo así soy estúpida.
Termino por recuperarme y me vuelvo a mis dos amigas, porque entiendo que quieren respuestas que solo yo les puedo dar, así que me mantengo firme frente a sus miradas confusas.
—Él no estaba enamorado de mi— digo por fin —Ni yo de él, todo fue un plan de ambos, los sentimientos no existían por parte de ningún lado, ¿Entienden?
—P-Pero tu dijiste…— tartamudea un poco Rochelle.
Niego, tomando todo el aire que me es posible para mirarlas a los ojos —Lo que dije ya no importa— le interrumpo —Nunca importo, solo estábamos buscando una salida fácil a esto así que no importa, era algo que podría pasar de todas maneras— miró el anillo sobre mi mano, tan reluciente como aquel día —Solo fingimos que era algo, pero ya no importa.
—¿Estás bromeando, cierto?— me dice Hanna, con ironía— Lo que ha estado pasando entre tú y Ben, ha sido mi claro ejemplo de que el amor verdadero todavía existe. No dejes que se vaya por la borda, cómo en los barcos piratas.
Me quedo en mi lugar. «amor verdadero» ¿Existe o es un mito? Porque todo tiene un final, tarde o temprano todo, queramos o no.
—Como dije, solo fingimos que era amor y lo hicimos bien si todos se lo creyeron— suspiro —Ustedes son mis amigas y dijeron que me apoyarían en todas las decisiones que tomará y está es una de ellas.
—¿Quieres que te dejemos a solas un momento?— pregunta Rochelle, con un tono triste.
—¡Para nada que la dejaremos sola, Rochelle!— exclamó Hanna — Tu misma acabas de ver lo que paso, esto esta del todo menos bien. Ben no puede fingir de un momento a otro que lo que siente por Navy solo fue una farsa.
Sonrió, a pesar del nudo en mi garganta —No, estoy bien de todos modos— me quitó el anillo dorado y se los extiendo a ambas —¿Podrían entregarle esto a Ben?
Ninguna lo toma y eso me vuelve impaciente, solo quiero salir e irme a llorar a otro lado. Finalmente, Rochelle toma el anillo y yo se lo entrego antes de salir corriendo del baño. Cierro la puerta detrás mío y suelto otro sollozo que se convierte en un suspiro disimulado cuando entro al pasillo lleno de alumnos que no asistieron al partido.
Tal vez sea la confusión, tal vez sea lo abrumador de todos los sentimientos y el agujero en el estómago que siento, pero es que Ben fue muy lindo, perfecto y fácil conmigo que no pude evitar enamorarme. Ojalá hubiera fingido tan bien como él, pero estoy bien, estaré bien y no son solo excusas, sé que con el tiempo Rochelle y Hanna lo creerán y me dejaran en paz, en mi mente y con lo abrumador que es, incluso si sé que no puedo mentirme de la misma manera en la que Ben lo hizo.
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