chapter five. the rose song
.˚ׅ ❛ capítulo cinco
the rose song ❜𓈒˙
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Toda la mañana, cada hora, minuto segundo distraje mi mente tocando el piano y cuando sentía que estaba apunto de romperme repetía el mismo ciclo que ahora.
Miro la pared, me concentro en el color, en la textura que debe tener, en la ventana, lo que hay allá afuera… entonces respiro profundo, limpio los rastros de mis lágrimas y bajo una vez más la mirada a las teclas. No debo decaer porque sé en lo profundo que no vale la pena hacerlo, ya no.
La puerta se abre de golpe, Hanna y Rochelle se adentran en este nuevo día luego del ensayo para la coronación. Me miran confundidas y yo les sonrió a ambos.
—Buenos días— saludo.
Hanna se sienta para quitarse las botas oscuras que lleva con su vestido sencillo hasta las rodillas, frunce el ceño al verme.
—¿Buenos días?— responde.
Voy directo a mi cama y les ofrezco el plato —Hay Beignets, ¿Quieren algunos? Pueden tomar los que quieran.
Ella salta y Rochelle también, prácticamente corren hasta mi para tomar uno del plato.
—¿Tiana volvió a hacer más? Creí que solo te daba una ración— dice Rochelle con tono confundido.
Niego —No, yo los hice.
Hanna devuelve lo que estaba masticando y lo deja en la palma de su mano —Con razón me daba un sabor a masa salada.
Rochelle le da un golpe en el brazo al ver mi expresión de decepción. Bajo la mirada e intento concentrarme en el color del vestido de Hanna.
Sonrió —Supongo que Kiran heredó la cocina— rió —Como sea, no iba a comerlos de todos modos.
Rochelle y Hanna se miran entre si y la más alta empieza a balbucear en busca de un tema diferente.
—Eh, ¿Y Kiran como está?
Dejo el plato sobre mi escritorio —Está bien, está en casa de mis padres y esperan que me les una antes de la coronación pero no lo sé, ¿Creen que sea buena idea?
—Si eso te hace feliz, Navy.
Hanna asiente —Sí, si yo fuera tu aprovecharía cada oportunidad que me dieran para faltar.
Sonrió —De acuerdo, me lo voy a pensar, gracias.
Resulta que es verdad, el aire fresco me funciona a todos o al menos lo hace conmigo. Tome la decisión de poner pausa a mis clases, a mi vida social y también a mis amigas, así que ahora estoy en la limosina que mis padres han enviado para mí y para que me lleve a casa.
Mantengo la cabeza en la ventana abierta, sabiendo lo que me espera los siguientes días en casa, se que no será fácil, era Ben, Ben era el indicado y lo supe toda mi vida, pero ahora ya es muy tarde. Él jamás pensó en mi de esa manera, siempre fue, es y será Mal, ellos van a casarse, serán rey y reina, y yo también lo seré algún día cuando encuentre a alguien a quien pueda querer tanto como lo hago con Ben o eso espero.
Cuando llegó a casa confirmo lo que creí: silencio, nada de ruido más que la música clásica a un volumen bajo que provenía del estudio de papá cuando trabajaba. Mi madre se mantenía ocupada también con cosas de su restaurante, así que en esta ocasión se vio obligada a viajar a nueva orleans una vez mas, dejándome sola en casa con mi padre y hermano.
En la segunda mañana de lunes, mi padre ha salido de paseo está mañana a caballo junto a mi hermano para hablar o al menos creo que han salido porque ambos se aparecen a mi puerta.
—Acompañanos— insiste mi hermano, luego de un largo silencio en el que estoy cerrando la puerta para volver a dormir.
—¿Por qué?— frunzo el ceño.
Kiran mira a nuestro padre y el tampoco sabe que decir, así que suspira frustrado.
—Solo ven con nosotros, honguito, te vas a divertir, tu padre es muy divertido.
Kiran encogió sus hombros —Bueno, tal vez si te caes del caballo lo seas más que yo, papá.
—No me hables en ese tono— refuto mi padre, señalandolo con un dedo.
—Esta bien— interrumpo antes de que puedan seguir discutiendo —Tan solo me cambio.
Mi padre sonríe satisfecho —Perfecto, te esperamos en cinco, no te pongas nada formal, solo es un paseo.
Y sin más cierro la puerta, mientras escucho a mi padre y a Kiran discutir. Ellos son la copia del otro o más bien, Kiran es una copia exacta de mi padre, misma sonrisa, mismos ojos, misma altura y mismo carácter.
Yo, peculiarmente, soy más como mi mamá, aunque ella es fuerte y sabe muy bien cómo hacer que las cosas le salgan bien, mientras que yo soy más sentimental, lloro cuando las cosas no me salen bien y me rindo si no me salen a la primera vez, supongo que esa parte es más de mi padre.
Más tarde, estoy cabalgando con mi hermano y mi padre por los jardines, mirando simplemente al suelo. Siento la mirada de mi padre y Kiran a mis espaldas, así que me giro y ellos fingen no estar mirándome.
—Digan ya lo que van a decir— les ordenó.
—Si tan solo supiera como te lo diría— murmura entre dientes Kiran.
—No debe ser muy difícil.
—Lo es— asiente, entonces suspira —Yo tomaré el trono.
Aquello me hace mirarlo con tanta rapidez que me muevo de manera brusca y el caballo nota eso, mi tensión, así que se alborota un segundo.
—¿Que dijiste?
Kiran mira a mi papá, quién habla: —Ya hicimos el anuncio oficial, tu hermano tomara el trono en lugar tuyo, ya estamos organizando su coronación para el otro mes.
Miro a mi hermano, asombrada por su decisión tan repentina.
Me sonríe —Supongo que vuelves a ser la hermana menor otra vez.
—¿Por qué cambiaste de opinión?
Encogió sus hombros —No es justo para ti, yo soy el hermano mayor y debo aceptar mis responsabilidades con Maldonia.
Sonrió —Es lo mejor que has hecho por mi.
Mis palabras le sorprenden pero sabe que son verdad, así que se limita a sonreír de oreja a oreja.
—¿Ves, papá? Te dije que le gustaría la noticia— presume con aire de grandeza, chasqueando y alejándose encima del caballo.
Mi papá me sonríe también —¿Cómo te sientes?
—¿Con esa noticia? Más aliviada, gracias.
—¿A mí? Yo no tuve que hacer nada— encogió sus hombros —Eso fue más bien de tu hermano y créeme cuando te digo que toda tu familia quiere lo mejor para ti, honguito.
Chasqueo al caballo y empieza a avanzar un poco más rápido que antes, siguiéndole el paso a Kiran.
Por la noche cenamos mi comida favorita: gumbo típico de Louisiana, el cual está en un caldo de salsa roja con pimientos, vegetales y en esta ocasión mariscos y pollo. Me dejó llevar para mantener mi boca ocupada y no tener que añadir nada a la conversación sobre vegetales o el restaurante de mamá.
—Algún día deberías venir conmigo, Navy— me dice mamá, ha vuelto de su viaje justo para la cena.
La miro desconcertada, estaba ocupada cortando a la mitad el pimiento verde —¿A dónde?
—Al restaurante, así podrías aprender un poco más sobre cocina y el cómo organizo todo para cuando un día te toque llevarlo a cabo— me sonríe —Aunque, por supuesto, solo es una invitación.
Dejo de lado el pimiento y asiento con la cabeza —Está bien, si, me gustaría.
—Perfecto, ¿Te apetece ir este fin de semana? Hay muchísimas personas, especialmente las noches del sábado— respondo con un asentamiento —¿Me quieres acompañar a preparar tu postre favorito más tarde?
Dejó caer la cuchara, no de una mala manera, me abrumó demasiado rápido últimamente y he estado algo irritable, pero intento controlarme en todo momento.
Cierro los ojos y parpadeo cuando vuelvo al control, sonriéndole a mamá.
—Me gustaría— le digo —Me gustaría mucho.
Y eso es todo, no digo nada más porque Kiran empieza a hablar sobre sus viajes para hacerme desaparecer el resto de la cena y lo cual sin duda agradezco demasiado.
Más tarde, cuando la cena se termina, mi padre nos dice que él limpiará el resto de la mesa, aunque existen lacayos que lo hacen, es más costumbre para él ya que mi madre le ha enseñado.
—Y tu también acompáñame— le dijo mi papá a Kiran.
—¿Tengo que hacerlo?— forma una mueca.
—Tienes que valerte por ti mismo, andando, no me resonges.
Kiran bufo y tomo los platos para empezar a caminar detrás de mi padre. Le sonreí una última vez antes de verlo desaparecer.
—Tu padre no quiere que ustedes crezcan como él— menciona mi mamá, quién se queda conmigo en la mesa —Quiere que aprendan a hacer las cosas por ustedes mismos.
—¿Cómo lavar los cubiertos?
Asiente —Si, ese tipo de cosas.
—Mi papá hace bien, supongo.
Mi mamá me sonríe —¿Quieres hacer ese postre ya?
Me lo pienso bien y creo que será una forma de desahogo, siempre dicen que si te sientes pensativo, triste o estresado, es una forma de comunicación y además ayuda a demostrar sentimientos. Sin embargo, no funciona del todo para mí, se me bate el chocolate por todos lados, tengo harina y chispas de chocolate en la cara y ropa, mientras mezclo con coraje.
—Tal vez deberíamos parar— escucho a mi mamá, pero no puedo parar.
Recuerdo todas las veces que lo imaginé, cada emoción que sentía al verme junto a Ben, juntos. Quizá no está enamorado de mi, pero creí que con el tiempo lo estaríamos, creí que con el tiempo dejaría de verme como su mejor amiga de la infancia y notaría lo enamorada que estoy en realidad. Pero no, nada de eso pasa, esto no es un «felices para siempre» como el de mis padres o los de Ben, esto ni siquiera es un final.
No, no es solo eso, es todo lo que he estado guardando las últimas semanas. Cada práctica que he hecho para ser la hija perfecta no tenía sentido, no soy perfecta, en realidad creo que jamás lo he sido por más que me esfuerce, siempre soy inferior a los demás. Supongo que no tengo que preocuparme más por eso pero es ¡Tan difícil! ¿Entonces quién soy? ¿Cuál es mi propósito? ¿Por qué debo luchar? ¿Por qué debo esforzarme tanto en conseguir un objetivo que sé que jamás conseguiré? ¿Por qué tengo que ser yo?
Estoy mezclando todo cuando mi mamá me toma la mano al ver que solo lo estoy batiendo todos fuera del plato. Empiezo a soltar unos ruidos extraños entre llantos, mi mamá me toma de los brazos y me vuelve a ella.
—Esta bien, puedes decirme— me susurra.
—Lo lamento, yo… siento que ya los he… decepcionado.
Ella niega, como si algo se rompiera en ella también y me abraza con mucha fuerza. Permanezco tanto tiempo en su pecho que se me hace eterno, pero no quiero irme jamás ya que pienso en ese mundo en el que yo no existo, en el que este dolor no existe y en el que yo pudiera tener otra vida.
No es solo el hecho de que Ben me dejara así nada más, es todo, absolutamente todo. Tanta presión me tiene sofocada, todas las opiniones y las expectativas que la gente tiene en mí, me duele saber lo que dirán si no las cumplo y más lo que mi padre pueda decir de mí, porque lo único que quiero es hacerlos sentir orgullosos.
No quiero sentirme así, pero por más que lo intento nada funciona, ninguno de mis esfuerzos funciona por más que estudie las líneas, las practique y escuché, nada, absolutamente nada me hará extraordinaria.
—Debí haberles dicho lo presionada que estaba— lloriqueo —Pero cada vez que intento decirles cómo me siento, es como si algo me dijera que solo exagero y que si lo hago ustedes me verán diferente.
—Eres nuestra hija, ¿Por qué te veríamos diferente?
Sorbo mi nariz —Porque ya los he decepcionado lo suficiente y lo lamento, si pudiera cambiar las cosas lo haría, si pudiera ser mejor lo sería.
Ella niega en mi cabeza —Sea como sea, Navya, estamos orgullosos de ti, aunque te despiertes y te desayunes un cereal, estamos orgullosos— se aleja de mi para tomar mis mejillas —Lo que sea que hagas, seas quién seas, siempre estaremos llenos de orgullo por ti y tu hermano.
—Pero siento que no es así— limpio mi rostro.
—Pues lo es, y si yo lo digo como tú mamá, debes creerlo.
—Quiero que ustedes... que se sientan felices por mi— formo una línea en mis labios —Lo intento, mamá.
—Lo sé, lo veo— me sonríe un poco —Siempre lo he visto.
Y el postre que tenía que preparar jamás se hizo, no pude seguir, mi madre me acompaña hasta mi cuarto y me quedo recostada hasta que me quedo dormida, ni siquiera me molestó en ponerme una pijama.
Al día siguiente despierto, siento la cara hinchada de llorar y mis ojos aún llorosos, cansados, como si no hubiera dormido toda la noche. Me quedo recostada hasta medio día, donde nadie me molesta, no entiendo en donde se han metido mis padres, así que salgo aún en pijama y los busco.
Entro a la sala y ambos están hablando ahí, cuando me miran se separan.
—Navya, hola, ¿Cómo dormiste?— inquiere mi mamá.
La miró sin entender, mi padre viene hasta mi y me abraza con fuerza —Buenos días, honguito.
Sonrió —Dormí bien, gracias, mamá.
—¿Quieres desayunar algo? Haré que te preparen algo.
Niego —Estoy bien, gracias.
Sin embargo, ella ya ha hecho la seña para que me traigan algo de desayuno.
—La tía Lottie vendrá está tarde— anuncia mi padre.
Abro los ojos de par en par —¿De verdad? ¿Por qué? ¡Es asombroso!
—Bueno, quiere ver a Kiran, tiene siglos que no lo mira.
En ese momento, mi hermano entra a la habitación —¿La tía Lottie viene? Merlin, me voy despidiendo de mis mejillas.
Rió un poco —Es una buena noticia, hace mucho que no veo a la tía Lottie.
—Dilo por ti— señala mi hermano.
—Voy a necesitar que sean amables con su tía Lottie, es muy lindo de su parte que venga a visitarnos para ver cómo están— dice mamá —Y quiere ir de compras contigo, Navya.
—Sí, bañate— suelta Kiran.
Entrecierro los ojos —Tu bañate.
—No saldrás así, ¿Verdad?
—Kiran, deja a tu hermana— reta mi papá, haciéndome sonreírle a mi hermano con burla.
Kiran le imita, pero mi padre no lo mira.
Aproximadamente a las tres de la tarde, la tía Lottie llega desde Nueva Orleans hasta Auradon, siempre tiene una energía muy pintoresca, así que cuando la recibimos lo primero que hace es apapacharnos y apretar nuestras mejillas.
A Kiran le queda la cara rojisima, lo cual me hace reír un instante antes de que Lottie me ataque a mi.
—¡Que linda te has puesto, Navya, no me lo creo!— apretó mis mejillas —Mirate, tan linda y elegante como siempre ¡Harás que explote!
Rió un poco —Es un gusto verte también, tía Lottie.
—No, no, el gusto es mío ¡No seas tan amable! Eso te hace perfecta— se cruza de brazos —Ahora, se que la boda será después, pero quería sugerirte unos consejos para una reina digna y aunque no soy reina, fui princesa hace unos años y ya sabes, la información se queda.
Miro a mi familia en busca de una respuesta, al parecer nadie le había dicho sobre lo que pasó, así que me veo envuelta en ello una vez mas.
—Tia Lottie— le llamo y ella se detiene de inmediato para mirarme —Ya no voy a casarme, lo lamento, creí que lo sabías.
Se le va el alma al piso, o eso parece, mira a mi madre con confusión —¿Y por qué nadie me lo dijo?
—Lo lamento, Lottie, fue tan repentino— se disculpa mi mamá.
Lottie manotea al aire —¡Bueno! Ya no importa, hay muchos príncipes que buscan a su princesa, así que sigamos buscando al indicado.
Sonrió un poco y todos nos adentramos hasta la casa.
Resulta que la llegada de Lottie iluminó un poco la casa, lo sé porque todos amamos a la tía Lottie, ella nos hace reír siempre y nos da mucho cariño. El primer día que se quedó hizo galletas para todos y nos habló sobre una pastelería que quiere abrir en Nueva Orleans.
—Todos necesitan un poco de pastelería en sus vidas, es como una medicina y ya estoy buscando establecimientos para comprar— cuenta —Sera asombroso, habrá muchos pasteles rosas y de todos los colores llamativos, paredes rosas ¡Ya quiero que lo vean!
No entiendo cómo es que nunca se casó, es linda y muy positiva en la vida, ve únicamente lo bueno.
—Es una buena idea, tía Lottie— le apoyo.
Ella me sonríe de lado a lado —¿Verdad que si? ¡Ah! Y puedes ayudarme si quieres, Navya.
Miro a mamá y ella asiente con la cabeza.
—Me encantaría hacerlo— digo —¿En qué te ayudo?
Se sienta junto a mi y toma mis manos —Seria de muchísima ayuda que alguien organizará todo, ya sabes que puedo ser algo acelerada y aunque ya tengo algunas cosas planeadas, quisiera que me ayudarás a organizarlas en una tabla para que todo salga perfecto y también puedes acompañarme a ver los lugares.
—Navya tiene que regresar a clases— recuerda mi papá.
—Es cierto, entonces te enviaré fotografías, ¿Que opinas?
Asiento —Estaria muy bien.
Lottie empieza a contar más sobre ese lugar con el que sueña algún día abrir, he de admitir que empieza a emocionarme también ya que me pide trabajar un par de horas durante vacaciones a lo cual le doy el si en absoluto.
Ella se queda en casa durante las próximas dos semanas que permanezco en casa, incluso se ofrece para llevarme a la escuela en lugar de mis padres y yo acepto porque me siento mejor. El clima incluso cambia, está más soleado y me ha dado tips secretos para hacer galletas.
—Te digo que solo es cuestión de los ingredientes, el azúcar y la mantequilla son clave para un buen resultado— sonríe, mientras empieza a doblar mi ropa sobre la cama.
Le estoy dando una limpieza al piano en mi parte de la habitación con mucho cuidado, pues está lleno de polvo.
—¿También debo calentar el horno antes, no?
Ella asiente —Sí, aunque sea unos minutos, la masa puede esparcirse en lugar de endurecerse.
Lo anoto mentalmente entonces. La puerta se abre en aquel momento y Rochelle aparece frente a nosotras, mirando su celular, hasta que sube la mirada y suelta un chillido al verme.
— ¡Navy!, ¡dioses te extrañaba!— exclama con emoción.
—¡Hola!— sonrió de lado a lado —Ay, yo también te extrañe muchísimo.
Avanzo mis pasos hasta llegar a ella y la apachurro en un buen abrazo. Después me separó de ella para mirar a mi tía Lottie.
—Un gusto volver a verla señorita Lottie— comenta Rochelle con una sonrisa.
—¿Señorita? ¡Ay, me haces sentir muy joven! Solo dime tía Lottie— pide, tomándose el pecho como halago —Tu eres Rochelle, ¿Verdad?
—Tía, ella es Rochelle, una de mis mejores amigas— digo —¿Recuerdas la travesura con la motocicleta? Fue su idea.
—Qué puedo decir, es solo el ingenio Rider— dice Rochelle sonrojada.
Ambas reímos —¿Cómo está Hanna? No la he visto desde que llegué— le menciono, cruzándome de brazos.
—Creo que ya debería irme, no quiero invadir su privacidad— dice mi tía, tomando el bolso que descansa sobre la cama.
Estoy apunto de protestar, cuando me toma de las mejillas y besa mi frente, seguramente dejándome una marca de labial.
—No digas que no, de todas maneras tengo que seguir planeando nuestra pastelería, buena suerte con tus clases, para ambas— me interrumpe.
—Muchísimas gracias… ¿tía? Lottie, suerte para usted también— contesta Rochie.
Lottie se acerca a ella y hace lo mismo, toma las mejillas de Rochelle y le dejo marcado en beso en la frente —Exacto, muchas gracias— se dirigió a la puerta y tomo la perilla —Y no se metan en problemas.
—Trataremos de no hacerlo— aseguro.
Dicho eso sale de la habitación, dejando a ambas solas.
—Dios Navya, creo que me enamoré de tu tía— comenta Rochelle con voz soñadora y tocando su frente.
Abro los ojos de par en par —¡Oye, es mi tía!
—Es ella o uno de tus padres— exclama la rubia— tu decides.
—Te los regalo si me das a tu papá— bromeo.
—No sé cómo se lo tomaría mi mamá— susurra ella mirando al suelo— pero bueno, ¿qué hacian tu y tu tía Lottie?.
—Estaba ayudándome a traer mis cosas devuelta, se ofreció de manera voluntaria porque no quería que mis padres me llenarán de preguntas— cuento —Y me daba consejos para hacer galletas, así que ya no tendrán que probar la harina con azúcar que siempre hago, ¿Cómo están ustedes? ¿Qué hicieron sin mi? Seguro deben estar muy tristes sin mí.
—Las dos estamos bien, diría genial pero nos faltabas tú— dice Rochelle abrazándome otra vez— no te vuelvas a ir.
Recargo mi mejilla sobre su hombro, sintiendo una punzada en el corazón.
—No volverá a pasar, lo prometo— le digo —Está vez pienso quedarme hasta terminar las clases, quizá en vacaciones puedan ir conmigo a Maldonia y quedarnos unos días allá, ¿Qué opinas?
—Me parece genial, aún tengo que pedir permiso al igual que Hanna pero no creo que nos digan que no a unas vacaciones en Maldonia— responde feliz.
—Eso sería genial, puedo hacer una lista de los lugares que podemos visitar— propongo, separándome de ella.
—¡Me encantaría, Navy!
—¡A mí igual! Pero antes de eso hay que comer, muero de hambre— le digo —¿Que hay para comer en la cafetería? Mataría por un muffin de chocolate con café.
—Navy, si sigues tomando café vas a empezar a temblar como terremoto. Pero hablando de la comida ya sabes, lo de siempre, hay lo que tu desees prácticamente— responde Rochelle.
—No tome café las últimas dos semanas, no creo que quieras prohibirme eso ahora— suspiro —De acuerdo, pero no le digas a nadie que tome café.
—No, no te preocupes, si quieres mañana te hago el café que te gusta que te haga— comenta la rubia con una sonrisa.
—Te regalo a mi tía Lottie si haces eso— bromeo, tomando el brazo de la chica para salir.
—¿A qué hora vas a querer el café a domicilio?— pregunta rápidamente Rochelle a la mención de Lottie.
Rió un poco, partiendo de la habitación con Rochelle.
Apenas habían pasado algunos días desde que volví a clases, todo parecía normal a excepción por las miradas de lástima que solía recibir en los pasillos. Mis profesores, sin duda, metieron más presión de la normal al estar a la mitad de la segunda evaluación del año y como estoy muy atrasada, es presión doble, así que no he visto mucho a mis amigas últimamente, al menos no hasta ahora, ya que Hanna y Rochelle organizaron una salida para relajarnos de tantas pruebas y estrés.
El verano estaba yéndose poco a poco, las hojas de los árboles dejaban de existir, pero el sol seguía quemando la piel de la misma manera como si fuera aún verano.
Las tres nos pasabamos por la carretera que siempre está vacía, en bicicletas separadas, hasta el lago encantado.
—¿Y cómo están sus familias? ¿Les está gustando el nuevo Auradon?— inquiero a ambas, haciendo que Hanna casi caiga del susto por escucharla de pronto.
Reí un poco internamente.
—Mamá y papá están genial, con todo lo que hablamos en el día de la familia me dijeron que la próxima primavera renovarán sus votos, y la verdad les dio un poco igual el nuevo Auradon— comenta Rochelle riendo un poco.
—Debe ser más lindo donde viven, ¿No?
—¡Si!, es genial la primavera y el verano en Corona— responde Rochelle, pedaleando.
—¿Y qué hay de tu mamá, Hanna?— llamo, frunzo un poco el ceño al ver a Hanna con la lengua de fuera y muy concentrada, casi como si estuviera jugando algún videojuego de manejo.
Ella se sobresalta al escuchar mi voz, haciendo que se caiga de lado.
—¡Ay!— exclama la menor mientras sostiene su cadera, la cual recibió la mayor parte del impacto — ¿Preguntaste algo?
Nos detenemos de inmediato, Rochelle se echa a reir de manera automática y yo evito hacerlo porque primero reviso a Hanna.
—¡Hanna!— exclamo entre carcajadas —¿Estás bien?
—Recuerden nunca más venir en bicicletas— habla la rubia —Y no, no estoy bien, mi cadera ahora estará del color del cabello de Mal.
—Bueno, la idea fue de Rochelle— señalo a la otra rubia, quién apenas se recupera de la risa.
— Perdón, fue mi error pensar que sabían andar en bicicleta— se defiende Rochelle.
Suspiro —¿Puedes seguir? Podemos ir caminando si quieres, de todos modos íbamos muy rápido.
—No se detengan por mi, si quieren ustedes adelantense un poco, de todos modos irían mas rápido sin mi.
Alzó ambas cejas —¿De verdad crees que te vamos a dejar en medio del bosque? ¿Acaso no hay suficientes cuentos que muestran lo contrario y peligroso que es? Vamos.
Tomo ambos brazos para ayudarla.
—Oh sí, ahora mismo saldrá el lobo feroz y nos devorará a las tres —responde Hanna con una risa.
Se pone de pie y empezamos a caminar por la carretera, está llena de árboles verdes con manzanos y arbustos con unas flores rosas.
—Cuento incorrecto amiga— dice Rochelle con un tono obvio.
—Sigue siendo un cuento— se defiende Hanna.
—Si pero no uno de nuestros padres, en mi caso quien saldría del bosque sería madre Gothel o los gemelos que querían matar a mi papá y secuestraron a mi mamá— comenta la rubia.
—En mi historia, se supone que saldría el Capitán Garfio, pero eso sería en el mar, así que no me preocupo por eso.
—Si estamos en una competencia entonces significa que debo convertirme en sapo antes de los veinte— bromeo de pronto —Pero entonces conocería a mi próximo rey de Maldonia, tal vez sea más fácil.
— No te preocupes Navy, yo sere tu beso de verdadero amor— coquetea Rochelle.
—Creo que Navy prefiere que la bese un sapo de verdad antes que a tú, Rochie— bromea Hanna, pero se detiene al ver a Rochelle corriendo hacia ella con la mano alzada —¡Era broma! ¡Navya, ayuda!
Rio —Creo que con que sea un príncipe es suficiente, funciono para mis padres.
Bajo la mirada con una sonrisa, aún sostengo mi bicicleta color blanco, justo cuando escucho algo familiar. Miro a Hanna y Rochelle, y caigo en cuenta que ellas también lo han escuchado, pero no nos movemos porque es casi imposible que un auto esté cerca.
—¿Qué es ese sonido?— cuestiono confundida —Creí que a está hora jamás había autos.
—Según mis conocimientos no, por eso escogí venir ahora— dice Rochelle mirando el reloj de su muñeca.
—¿De cuáles conocimientos estamos hablando?— bromea Hanna ganándose un golpe por parte de Rochelle.
—Que extraño, debe ser en la otra calle— supongo.
Me doy vuelta para seguir el camino, pero entonces me doy cuenta que el auto no está en otra carretera, si no frente a nosotras y está apunto de arrollarnos con la horrible velocidad en la que viene. De reojo veo que Rochelle y Hanna se alejan, pero yo me quedo en mi lugar, así que por inercia lanzó la bicicleta hacia la dirección contraria en la que me lanzó yo al pasto.
Caigo de golpe y me lastimó el brazo. Rochelle y Hanna se acercan para analizarme, pero no puedo moverme, mi corazón late con fuerza y temo haberme roto el brazo.
—¡Que idiota! ¡Y todavía está en sentido contrario!— exclama Hanna, acercándose hasta la ventana polarizada para golpearla —¡Oye! ¡Casi nos matas, estupido!
La puerta del auto se abre y un chico sale de este, igual de alarmado que nosotras.
—¡Lo lamento! ¡Lo lamento! ¿Están todas bien?— inquiere.
Rochelle se encogió de hombros —No lo se, siento raro en brazo, así que no creas que saldrás ileso.
Me giro y veo al chico, es alto, más que nosotras seguro y de cabello castaño, tiene las mejillas sonrojadas de la vergüenza y nos mira con sus ojos azules y asustados.
Me extiende la mano y yo la acepto con rapidez, casi por inercia y bastante confundida.
—¿Estás bien?— me pregunta.
Asiento y muevo el brazo con normalidad. —Sí, solo fue el susto, gracias.
—De verdad lo lamento, quería usar otra calle para llegar al colegio de Auradon, ¿Lo conocen?
—Sí, estudiamos allí, si quieres te podriamos guiar— dice Rochelle con cuidado.
Él niega, aunque luego parece que se lo plantea —Bueno, eso sería de gran ayuda, no se dónde me metí.
—Estás en el bosque encantado idiota— exclama Hanna, con mala cara.
Suspira —Sí, lo supuse y me llamo Stefan.
—¿Estudias en Auradon? Nunca te había visto ahí— menciono con curiosidad.
—Sí, entre hace dos años, supongo que por eso, ya que desde entonces evito cualquier baile, son horribles— forma una pequeña mueca —¿Y ustedes cómo se llaman? Creo que tampoco las he visto por ahí.
—Navya— me señalo —Ellas son Rochelle— señalo a la más alta —Y Hanna— después a la más pequeña.
—Solo Hanna para ti— advierte la mencionada.
—¿Y de quien eres hijo?— pregunta Roch, sacando su celular.
—Anna y Kristoff de Arendelle
—Uhm, asi que somos primos lejanos, es bueno saberlo.
—Dejame adivinar, Rapunzel y Flynn, ¿Verdad?
—Sí.
—¿Son parientes y no lo sabían?— susurra Hanna.
Asiente —Solo lo supuse, por el cabello, no somos muy cercanos más que con mi tía, pero eres muy parecida y solo los he visto en pinturas pero es muy fácil reconocer sus rostros, ¿Que hay de ustedes?
Parpadeo un poco al perderme en la conversación, quizá sea el golpe, debe ser el golpe.
—Y-Yo de…— aclaro mi garganta —Naveen y Tiana de Maldonia.
—Vaya, siempre quise visitar Maldonia y nueva Orleans, ¿Visitas mucho nuevo Orleans?
—Solo cuando voy al restaurante de mama, es un lugar muy lindo, deberías ir— sonrió de modo amable.
Sonríe —Lo tendré en cuenta.
Rió un poco, dejando un silencio hueco entre eso.
—¿Tinkerbell?— cuestiona Stefan a Hanna, creo que es bastante obvio ya que lleva el rostro aún rojo del coraje.
Hanna le mira asombrado pero intenta ocultarlo —¿Es tan obvio? Pero si, hija de Tinkerbell.
—Bueno, lo único que puedo hacer es llevarlas hasta Auradon, ¿Qué opinan?
—Ah, no íbamos a Auradon— recuerdo —Por eso ibas en sentido contrario, en realidad vamos al lago encantado.
Rochelle asiente —Sí, pero gracias de todas maneras e intenta no atropellar a nadie, ¿Quieres?
Stefan empieza a retroceder cuando ve que empezamos a retomar nuestro camino. Voy hasta mi bicicleta, pero Stefan se me adelanta y la toma antes que yo, entregandome dicho artefacto.
—¿Segura que estás bien? Me asusté más de lo que parece— menciona casi en un susurró.
Asiento —Sí, de verdad estoy bien, gracias— sonrío —Y evita este camino, casi nadie lo usa porque hay muchas personas caminando, no vayas a matar a alguien de verdad.
Stefan ríe un poco —Lo tendré en cuenta a partir de hoy, fue un gusto conocerte.
No digo nada más, tomo mi bicicleta y me voy con Rochelle y Hanna, despidiéndome únicamente de él con un ademán.
—¡Y que no vuelva a pasar!— gruñe Hanna, subiéndose otra vez a su bicicleta —¿De verdad es tu primo?
Rochelle la mira —Lejano, pero sí, lo supuse porque mamá siempre habla de su familia.
—Pues tu primo es un poco idiota, eh — admite, luego pone la mirada en mi —¿Que te susurró?
La miro —¿Qué?
—Vi que te dijo algo.
—Ah, no es nada importante— aseguro, subiendo a la bicicleta —¡La que llegue al final es una manzana podrida!
Dicho eso arranco lo más rápido posible y ellas me siguen el paso algo confundidas. Vamos a tanta velocidad que nos adentramos a la parte principal del parque, luego por la bajada hasta el lago encantado, donde intento bajar la velocidad hasta que la llanta de enfrente se dobla por una roca y yo caigo directamente al lago encantado con todo y bicicleta.
Mis amigas empiezan a reírse cuando salgo del agua, bastante asustada.
—¡Por los santos sartenes Navy!, ¡volaste!— exclama Rochelle agarrandose el estomago de la risa.
Hanna se sostiene el estómago también junto a ella.
—¡Dios mío! ¡Siento como mi estómago arde de la risa! —exclama Hanna.
Finjo que me ahogo —¡Babosas, no se nadar! ¡Ahhh, me ahogo!— grito con todas mis fuerzas, alzando mis brazos hacia ellas —¡Ayuda! ¡Ayuda!
Cuando digo aquello, Rochelle corre hacia mi para ayudarme, cayendo primero en mi trampa. Le tomo el brazo y la jalo hacia mi, pero ella toma el hombro de Hanna y ambas caen al mismo tiempo.
Me empiezo a reír como desquiciada, viendo como ambas intentan salir a tomar aire.
—¿Cuantas veces me han escuchado contar que mi familia ama ir a nadar?— me burlo.
—¡Idiotas! ¡Yo de verdad no sé nadar! — Hanna grita.
—Eres una tonta, Navya— exclama Rochelle— subete a mi espalda Hanna, yo si sé nadar.
Hanna al escuchar eso, hace lo que ella le indica.
—Eres la más experta, Hanna— le recuerdo, peinando mi cabello empapado hacia atrás —Casi naces nadando.
—Eso es mentira, mamá me enseñó una sola vez, y no lo volvió a hacer nunca más.
Resoplo —Además era para hacerlas callar, de verdad no vi esa estúpida roca.
Al decir eso, solo ocasiona que las chicas lo recuerden y se echen a reír una vez más.
—Ya me dio hambre— murmura Hanna, quién sigue en la espalda de Rochelle.
—Cuando no— responde Rochelle, divertida.
—También me dió frío.
Asiento —Será mejor que almorcemos y luego podemos volver a nadar un poco mas, bueno, nosotras porque Hanna se mata después.
—¡Te escuché!— me acusa, dándome un jalón de cabello cuando ambas estamos en tierra.
Suelto un chillido, empezando una pelea de manotazos que solo termina con Rochelle gritando que paremos.
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