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From now on (final)

🐺 Loma plateada, 2021 🐺

KyungSoo despierta con la cálida luz del sol a través de su ventana. Su pequeño aún está dormido en sus brazos, respirando tranquilamente. Es una imagen hermosa, él podría quedarse todos los días de esa manera si le fuera posible, pero debe ir a hacer sus labores como omega de la manada durante la mañana.

Se levanta de la cama y va directo al baño para darse una ducha rápida y salir.

—Soo, ¡qué bueno que despertaste! —MinJeong se acerca corriendo hacia él—. Me acabo de enterar de algo y tengo que contártelo.

El omega sonríe.

—¿Otra vez con los chismes? ¿Qué hemos dicho sobre eso?

La bonita beta hace un tierno mohín y sus mejillas se inflan.

—Sí, ya lo sé, pero esto no es un "chisme", es algo que andan diciendo con un noventa por ciento de probabilidad.

Hay una breve pausa incómoda entre los dos.

—¿Qué?

—¡Déjame decirte! —insiste—. Es sobre la guerra.

Eso sí que le interesa, por lo que arrastra una silla del comedor y se sienta sobre esta para escuchar con atención.

—Continúa.

La muchacha imita su acción y se sienta justo frente a él.

—Verás, desde hace un tiempo vienen diciendo que la guerra estaba llegando a su fin, pero no fue hasta el día de ayer que encontraron a uno de los guerreros cerca de la frontera. Al parecer había sido mandado para dar un mensaje, pero está tan herido que al momento no ha cobrado consciencia.

El corazón del omega comienza a acelerarse y casi puede sentir el sudor en sus manos por los nervios.

—No sé si mientras te estoy contando esto ya habrá despertado, pero tengo tanta curiosidad por saber.

KyungSoo se pone de pie tan pronto como puede.

—MinJeong, será mejor que sigamos con nuestras actividades del día. Si ocurre algo, El Concejo se encargará de informarnos.

La beta hace una adorable mueca y también se pone de pie a regañadientes para volver a sus tareas.

—Nos vemos luego.

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KyungSoo no es de los que se deja llevar por los rumores o suposiciones de los demás. Siempre ha decidido esperar por un comunicado oficial de parte de las personas encargadas. Todo eso es debido a que odia hacerse ilusiones y que estas sean vilmente fulminadas por la cruel realidad. Por ello, no quiere cantar victoria antes de tiempo, así que continúa con su día como si fuera otro común y corriente.

Se dirige al ex refugio en donde los omegas están aprendiendo cosas que antes no eran enseñadas, tales como defensa personal, clases de canto y el manejo de instrumentos. Mientras que otros se encargan de administrar la manada y realizan labores como tesoreros, contadores y administradores.

KyungSoo se siente orgulloso de lo que han logrado juntos, lo lejos que ha podido llegar cada integrante de su pueblo. Este es el futuro que esperaba para las nuevas generaciones, crear un lugar en el que su hijo pueda crecer sano y salvo, lejos de los prejuicios. Solo falta que acabe la bendita guerra y que su esposo regrese sano y salvo a casa.

—¡Oigan! Dicen que el mensajero acaba de despertar —anuncia uno de los omegas del lugar—. ¡Vengan! ¡Vamos a ver!

KyungSoo se ve tentado a seguir a la multitud, pero decide que lo mejor será esperar. Si aquel hombre les da una mala noticia, definitivamente no estará preparado para aceptarla.

—KyungSoo, ¿no vienes? —pregunta la última omega que quedaba.

El nombrado niega con la cabeza.

—Iré luego —miente y la muchacha no insiste más.

No irá, está decidido.

Termina de realizar sus actividades y parte hacia casa. Antes de llegar, siempre se dirige primero al pozo para sacar un poco de agua, nunca está demás llevar otra tanda aparte de la que seguramente MinJeong ya habrá recolectado.

Cuando llega al pozo, se dispone a llenar un par de baldes, esta vez no le será tan difícil porque no lleva a su niño en brazos. Sin embargo, se equivoca, cuando quiere cargarlo, un dolor punzante viene a su espalda, como dagas incrustándose en ella. Realmente, está muy lastimado, ha sobre esforzado su cuerpo durante varios días sin tener descanso alguno.

Empieza a masajear la zona afectada y a hacer leves estiramientos para mejorar.

—Debería regañarte por cargar eso cuando te duele tanto la espalda.

Esa voz... No puede ser.

Se niega a voltear porque ya le ha pasado en ocasiones anteriores, cuando creía verlo, pero eran solo su anhelo que le hacía imaginar cosas.

—¿No vas a verme? ¿Debo suponer que no me extrañaste?

Pero la voz se siente real, además, esas no son preguntas que un imaginario JongIn diría.

Decide girarse, lentamente, conteniendo las lágrimas y con mucho miedo a que cuando se gire por completo, no encuentre a alguien detrás de él. No obstante, cuando lo hace lo ve, ahí está, de pie frente a él con ese cabello color negro azabache revuelto que tanto le gusta acariciar, y esa sonrisa que le trae calidez y seguridad a su corazón.

—¿Soo? —pregunta con un ligero tono de preocupación, pero el omega no responde—. Ahora en serio estoy preocupándome.

El omega da ligeros pasos hacia él. Mientras se va acercando cada vez más, extiende uno de sus brazos para tocar el rostro del alfa.

—¿De verdad eres tú? —pregunta incrédulo al tiempo que acaricia el rostro ajeno—. ¿En serio estás aquí?

El pelinegro sonríe dulcemente y asiente, colocando su mano sobre la de su pareja.

—En serio soy yo y estoy aquí.

—¿No es otra de mis alucinaciones?

Esa pregunta entristece al alfa, ¿su omega lo ha extrañado tanto que hasta tiene alucinaciones?

—No, Soo, no soy producto de tu imaginación. Soy real y estoy aquí, no me volveré a ir.

El omega se encuentra al borde del llanto, pero necesita algo más.

—Pruébalo.

JongIn sonríe y no se le ocurre mejor idea que tomar la nuca de su pareja para acercarlo y darle un profundo beso que dura hasta que a ambos se les acaba el aire. KyungSoo sonríe entre lágrimas, las diferentes emociones lo abruman y termina llorando aun más fuerte, por lo que el alfa lo estrecha entre sus brazos, mientras lo deja llorar sobre su pecho y se embriaga del aroma de su compañero.

—La guerra terminó, cariño —confiesa sosteniendo al muchacho—. Somos libres, esta vez lo seremos para siempre.

Son libres, su pueblo ya no corre peligro, ya no más, y su esposo ha vuelto a casa en una sola pieza.

—Vamos a casa, amor. Quiero abrazar a mi hijo.

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—Ella es MinJeong, la beta de la que te comenté en mis cartas —dijo KyungSoo , presentándole a la muchacha—. Me ha ayudado tanto con San y con la casa.

—¡Dios mío! ¡Has llegado! —exclama muy emocionada la beta—. No sabes lo mucho que me hablaron de ti. Al fin, KyungSoo y San tendrán completa su familia.

—Gracias por apoyar a mi esposo y cuidar de nuestro hijo.

—Ay, no, no tienes que agradecerme por nada, en realidad es KyungSoo quien me ha ayudado muchísimo.

No miente, KyungSoo le ha brindado un techo, comida, educación y, sobre todo, una familia, una de verdad.

—¡Traeré a San para que lo veas!

Sale corriendo hacia la habitación del menor, dejándolos solos por unos momentos.

—Tengo miedo, KyungSoo —admite el alfa.

—¿A qué le temes, Nini?

—¿Si mi hijo no me reconoce o si está enojado por haber estado ausente tanto tiempo?

KyungSoo comprende lo que dice, pero no tiene que preocuparse de nada, está bastante seguro de eso.

—Créeme, fierita, ese niño te ama demasiado, nunca te odiaría.

Pasitos apresurados se escuchan por el pasillo hasta que un hermoso niño se asoma de la mano de la beta.

—Mi amor, ven aquí. —El omega lo alza en brazos y lo acerca a su padre—. ¡Mira San! Papá está aquí, ha llegado para quedarse con nosotros.

El pequeño lo observa en silencio durante unos segundos, tiempo que a JongIn le parece una eternidad, hasta que el nene extiende sus pequeños bracitos hacia él.

—¡Papá, papá! —chilla por querer ir a sus brazos.

KyungSoo se lo entrega a su esposo para que este lo cargue tal y como demanda su bebé. JongIn lo hace y el pequeño no puede dejar de mirarlo. Lágrimas cubren sus ojos, pero las retiene porque no quiere que su hijo lo vea llorar, solo desea abrazarlo y llenarlo de besos.

Cuando el alfa ve a los ojos a su cachorro, entiende que su lucha ha valido la pena, que toda su vida en el bosque sin una manada que lo protegiera también ha valido la pena. Todo, absolutamente cada cosa en su vida ha valido la maldita pena porque lo ha llevado hasta este punto, y no lo cambiaría por nada del mundo.

—Regresé por ustedes, bebé —le dice a su niño—. Ustedes me trajeron a casa.

KyungSoo ve la preciosa escena que se desarrolla en la sala de su casa, y puedo comprender que el hecho de que sus padres lo abandonaran a un lado de la carretera, fue lo mejor que le pudo haber pasado. Que TaeYeon lo encontrara y lo entregara a una amorosa familia, fue una bendición de la madre luna. A pesar de las despedidas, las luchas y desprecios por los que ha pasado, a pesar de todo lo que ha sucedido en su vida, no cambiaría nada si eso le permitiera poder apreciar, siquiera un momento, esta cálida escena protagonizada por su esposo y su dulce criatura.

—Eso es todo —dice el omega esbozando una enorme sonrisa en sus labios.

JongIn levanta su mirada para encontrarse con la de KyungSoo, y su pequeño hace lo mismo, ambos prestando atención a las palabras del omega.

—Ustedes son todo lo que necesito.



F I N

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