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SWEET CREATURE
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chapter one; GREEN SWEATER
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En algún lugar de Nueva York
Jueves, 2018
- ¡Cerise! ¡¿Viste mi sweater verde por algún lado?!- gritó Elliot desesperado, tirando las prendas de ropa por todo el departamento.
Ames se apoyó en el marco de la puerta al entrar a la habitación, un cepillo de dientes rojo colgando de su boca llena de espuma.
El recién llegado frunció el entrecejo y apuntandolo con el cepillo dijo:
- No puedes ir con un sweater de Winnie Pooh, lo sabes... ¿verdad?
Elliot dejó de buscar y lo miró con una mezcla de incredubilidad y exasperación, unos segundos antes de dirigirse al mueble de la izquierda, y empezando su búsqueda otra vez.
- ¡Es mi sweater de la suerte!, no lo sé, lo taparé con algo- exclamó, la ansiedad comenzando a inundarle el pecho.
Ames, dándose cuenta de lo que estaba pasando, se acercó a él y le colocó una mano reconfortante en la espalda. Elliot se tranquilizó casi de inmediato.
- No necesitas un pedazo de tela para que te vaya bien; tú eres el que tiene talento, ¡no el sweater!- dijo Ames, haciendo que el contrario se riera suavemente.
- Tienes ra- ¡Winnie Pooh!- Elliot se interrumpió a sí mismo, viendo la prenda de ropa tirada en el suelo. Se separó de Ames con rapidez y lo tomó del lugar, colocándoselo casi al instante.
Ames rodó los ojos y empezó a colocarse el abrigo de cuero al mismo tiempo que Elliot se ponía su campera azul marino. Dirigió su mirada al reloj que estaba en su muñeca mientras el rubio tomaba el estuche de su violín.
- Son casi las diez, será mejor que nos vayamos- anunció, abriendo la puerta del departamento.
Ambos bajaron por las angostas escaleras uno al lado del otro, salieron del edificio apresuradamente y comenzaron a caminar por las concurridas calles de Nueva York.
- "Que armonioso pasar esta magnífica tarde con un alma tan dulce como la suya, Señorita Mariah"- recitó Ames, mientras hacia gestos y muecas-. ¿Estuvo bien?- le preguntó a Elliot.
- Si, pero creo que debería ser más dramático- respondió él asintiendo, leyendo el guión que se encontraba en sus manos.
- Está bien, lo probaré de vuelta- dijo, tomando aire y colocando una de sus manos en su pecho como si estuviera haciendo una promesa muy importante-. "Que arm-
- Beep beep, llegamos- lo interrumpió Elliot, observando el enorme letrero que rezaba "TEATRO EVERGREEN"
Se quedaron parados allí por unos segundos mientras las personas les chocaban los hombros y gritaban groserías, Ames hubiera muerto allí si no fuera porque Elliot lo arrastró hacia adentro tomando una de sus manos.
Al entrar, un grupo de personas se voltearon a mirarlos, pero ellos no pararon de caminar por las filas de asientos ni por un segundo hasta quedar frente a ellos. No eran más de doce personas, pero la situación era un poco muy intimidante.
- Llegan tarde- habló un hombre alrededor de sus cuarenta años, llevaba unos lentes de pasta gris que eran demasiado grandes para su cara.
- Lo sentimos- se disculpó Elliot-, fue mi culpa, no encontraba mi-
- No me importa, quiero al actor arriba del escenario en cinco minutos- anunció el señor Lancaster, sentándose en la silla del medio de la primera fila con sus piernas cruzadas.
Los dos chicos colocaron sus cosas en una silla vacía y comenzaron a sacarse los abrigos lo más rápido que pudieron.
- ¿Cómo haces para no estar nervioso?- le susurró Ames.
- Tengo mi sweater de la suerte- respondió copiando las acciones del otro y sonriendo traviesamente.
Ames se subió al escenario de un salto y se colocó en medio de este. Cuando empezó a actuar y recitar las líneas que tanto había ensayado, sintió como sus nervios comenzaban a desaparecer poco a poco, dejando lugar a pura diversión.
Elliot miraba la interpretación con una sonrisa de oreja a oreja, aunque se había hartado de escuchar las mismas palabras una y otra vez cuando ayudaba al rubio a practicar, en ese momento ya no le importaba, porque Ames lo estaba haciendo perfecto y estaba cien por ciento seguro de que él obtendría el papel.
- Muy bien- habló el señor Lancaster cuando la interpretación acabó, escribió un par de cosas en una libreta actuando desinteresado, pero Elliot pudo ver como una pequeña sonrisa se formaba en en su rostro.
Ames comenzó a bajarse del escenario, dirigiéndose a dónde el otro se encontraba.
- El artista- siguió el director, señalando a Elliot con su dedo índice-. Sube- indicó el escenario.
- Suerte, Elly- le susurró su amigo antes de que él se parara de su lugar.
El nombrado tomó su violín y, a diferencia de Ames, él decidió subir por las escaleras, dándole una pista al señor Lancaster sobre su personalidad.
- ¿Qué nos tocarás hoy, artista?- preguntó el serio hombre, alzando su barbilla.
- Um, es algo que compuse yo mismo- contestó rascando la parte trasera de su cuello con un poco de nerviosismo.
- Interesante- anotó algo en la libreta otra vez-. ¿Cómo se llama? Lindo sweater, por cierto- se burló el hombre, pero Elliot ya no lo escuchaba.
Comenzó a sacar el violín de su estuche y se lo apoyó en el hombro antes de recostar su barbilla en el objeto.
- "En algún lugar en el sur de Francia"
El ojiazul empezó a tocar, la melodía era una mezcla de dulzura y nostalgia todo al mismo tiempo. Todas las personas del teatro prácticamente podían sentir el césped del hogar de Elliot en sus espaldas y el sol calentando su piel de una forma que te podía hacer dormir como una canción de cuna que te cantaba tu madre a los cinco años.
Ames sonreía de par en par, amaba con toda su alma la canción que Elliot había compuesto con tanto cariño. Habían hablado de todo lo que esa melodía significaba para Elly; su madre, el cerezo, los atardeceres, las flores, los habitantes del pueblo, todo.
Y era tan, pero tan perfecto.
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