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SWEET CREATURE

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chapter one; MOVIE NIGHT

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En algún lugar en el sur de Francia

Viernes, 2004

- ¡Timmy! ¡Espera!

Ya eran pasadas las 18:00 cuando ambos niños decidieron salir de sus casas en busca de acaparar su pesado aburrimiento.

Aunque casi nunca se les acababan las ideas, y además, siempre que el tedio les nublaba la mente, casi siempre encontraban algo para hacer, y volvían a tener una sonrisa permanente en sus rostros luego de cinco minutos.

- ¡Vamos, joues douces! ¡Nos lo perderemos!- le gritó el castaño, girando su rostro sin dejar de correr para mirar a su amigo, acompañado de una gran sonrisa alegre.

Los dos mejores amigos corrían apresuradamente por una pradera que estaba completamente inundada con margaritas. Timothée sin cuidado alguno, tratando de llegar a su destino lo antes posible, y Elliot trataba de ser lo más cuidadoso posible con las frágiles flores.

En cuánto Timothée alcanzó a tocar el verde césped que rodeaba aquel cerezo que ambos conocían tan bien, se recostó sobre la madera del árbol colocando ambos de sus brazos detrás de su cabeza, sin dejar de mirar a Elliot con una sonrisa mientras este se sentaba a su lado con las piernas cruzadas.

- ¡Te gané otra vez, joues douces!- exclamó burlescamente Timothée picando las mejillas regordetas de Elliot.

- ¡Ni siquiera estábamos haciendo una carrera!- respondió él riendo, tratando de retirar las tercas manos del mayor.

Ambos rieron y hablaron por unos segundos más, hasta que el castaño casi calla al otro de una cachetada, porque había comenzado la causa por lo que habían ido hasta allí:

El atardecer.

Sin decir nada, se acostaron sobre el césped uno al lado del otro, Timothée ahora con sólo un brazo donde estaba antes y Elliot con ambas de sus manos descansando en su pecho.

El cambio de ciclos parecía durar para siempre, de día a tarde, y de tarde a noche. Sentían que se quedaban congelados en el tiempo, pensando que era porque habían visto el mismo gramo de sol al mismo tiempo, y ahora eran sólo ellos dos en el planeta.

- Tuve uno de esos sueños otra vez- susurró el rubio, sin quitar sus ojos del cielo. Habló tan bajo, como si fuera a despertar al mundo entero si respiraba lo suficientemente fuerte.

Timothée giró su rostro para mirarlo de vuelta, sus ojos levemente entrecerrados.

- ¿Qué eras esta vez?- preguntó él. Diría que fue un reflejo, pero eso sería mentir. Timothée siempre había escuchado sobre los extraños sueños que Elliot tenía, y nunca le importaría oír uno más.

- ¿Sabes, esa parte curveada que está dentro de una lámpara de luz?- cuestionó el menor, uniendo sus cejas, como si le costara recordarlo.

El castaño asintió luego de unos segundos y dijo, genuinamente interesado:

- ¿Cómo se sentía?- Elliot se giró para devolverle la mirada recostando su rostro en una de sus manos.

- Raro... era como si... como si estuvieras atrapado en un frasco, como un insecto. Aunque no era malo, sólo... raro.

Timothée asintió con una sonrisa, pensando que debe ser divertido soñar que eres un objeto inanimado.

Elliot tuvo ese tipo de sueños desde que tenía memoria, y Timothée recuerda escuchar todo de ellos desde el principio.

- Estás demente- dijo Timothée, mirándolo con una sonrisa. Elliot se giró bruscamente mirándolo con incredubilidad, pero se largó a reír unos segundos después. El castaño se unió a las carcajadas casi al instante.

Luego de observar el atardecer, los dos mejores amigos caminaron tranquilamente por el campo de flores en un cómodo silencio, mirando las brillantes estrellas que estaban por encima de sus cabezas cada tanto.

- Te acompañaré a casa- anunció Timothée antes de llegar al punto donde debían separarse, más como una afirmación que como una pregunta.

- Bueno- Elliot se encogió de hombros.

Unos momentos después, llegaron a la casa del rubio.

Todas las casa de pueblo estaban pegadas entre sí, y eran más altas que cualquier otra cosa. La mayoría era de color amarillo antiguo, con la pintura gastada y maltratada, pero algunas personas, que buscaron destacarse entre el resto, las habían pintado de cualquier otro color, haciendo del pueblo un arcoíris en medio de una tormenta.

- ¿Crees que tu maman me dejará quedarme a dormir?- preguntó Tim, tocando las flores que cubrían la pared delantera de la casa, pero sin dejar de mirarlo a los ojos.

El chico había pensado que acompañar al contrario habría sido suficiente para calmar su necesidad de querer estar con él, pero siempre se sorprendía a sí mismo cuando encontraba un vacío en su pecho a la hora de dejarlo ir.

- No lo sé, es noche de películas. Creo que rentó la nueva de Harry Potter- respondió él, mordiendo el interior de su mejilla derecha.

El castaño lo miró emocionado.

- ¡Oh, vamos! ¡Sabes cuánto me gusta Draco!- Elliot rió y se inclinó hacía adelante como si le fuera a contar un secreto.

- Está bien, tengo un plan, ven conmigo.

Abrió la puerta de su casa y trató de actuar lo más naturalmente posible, caminando por el pasillo hacia la cocina.

- ¡Maman! ¡Ya llegamos!- gritó el menor al entrar, caminando con Timothée detrás suyo.

- ¿Qué haces aquí, Tim?- preguntó la mujer sin saludarlos, señalándolo con el cuchillo que estaba usando para cortar tomates.

Elliot fingió estar exasperado e irritado.

- ¿Lo olvidaste de nuevo, maman? ¡El miércoles me dijiste que Timmy podría venir a dormir!- mintió él, aprovechando la bondad de su madre para hacerla sentir culpable por hechos anteriores.

- ¿Estás seguro? Creo que lo recordaría- respondió ella, frunciendo el ceño en el intento de recordarlo.

- Dijiste lo mismo cuando te olvidaste de mi cumpleaños el año pasado- reprochó, cruzándose de brazos. Aunque ya lo había superado.

- ¡Sabes que no fue intencional!- exclamó Rose.

Timothée sólo se quedó detrás de su amigo riendo en silencio, ya había perdido la cuenta de cuántas veces Elliot había usado la misma situación para extorsionar inofensivamente a su madre. Y Rose caía cada vez.

Elliot alzó ambas cejas mirando a su madre a los ojos. Hasta que ella suspiró con pesadez y rodó los ojos divertidamente.

- Sé que no es verdad- dijo ella, pasando su mirada entre los dos chicos repetidamente, hasta que sus azules ojos se clavaron en el castaño-. Pero renté la nueva de Harry Potter y, Tim, sé cuánto te gusta Draco Malfoy, así que no querría ser tan cruel- el nombrado sonrió ante esto y ambos corrieron hasta la habitación de Elliot con una mueca alegre en sus rostros.

- ¡Gracias, Sra. B! ¡Gracias maman!- exclamaron ambos al unísono en el camino, mientras Timothée empujaba al otro por la espalda.

- ¡No se duerman tarde!

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june's note

si les dio paja buscar los términos en francés,
acá están

joues douces: sweet cheeks o mejillas dulces

maman: mamá

Elliot de pequeño:

Timothée:


¿qué les va pareciendo? Yo estoy
super emocionada y feliz por
esta historia

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