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III

Kyungsoo es capaz de ver como los colores se disuelven, como se funden haciéndose cada vez más oscuros, hasta que al final, no hay una pizca de luz que lo ilumine.



Apenas es capaz de recordar como el sonido del timbre fue su última oportunidad de salir corriendo de aquello, un solo segundo en que sus pies se movieron listos para correr, pero la puerta abierta lo detuvo.




— Bienvenido , hyung...



Kyungsoo no recordaba haber visto alguna vez algo tan erótico...



¿De verdad aquel niño estaba usando un crop top color rosáceo ciñéndose a su piel? La boca se le hizo agua cuando su vista bajo por la esbelta cintura que se expandía al inicio de sus caderas.



Kyungsoo no recuerda haber dado una respuesta, es más,es consciente de que su habla se estancó en cuanto sus pies entraron a aquel lugar de ensueño.



Paredes pulcramente pintadas de blanco, pequeñas decoraciones un tanto infantiles en ese maldito tono rosa que estaba comenzando a causarle pavor.


Sus pulmones quejosos se expandían acostumbrados ya al aroma a dulce.



— La cena está lista, de seguro hyung tiene mucha hambre, ¿no?




Kyungsoo asintió mirando a su anfitrión, un tirón en su estómago le advirtió al ser tomado de la mano, pero sus pies siguieron al pequeño joven hasta la mesa vestida de rosa pastel con un par de platos perfectamente servidos, como sacados de un revista de cocina.


Demasiado perfecto que todo apetito se fue.





— Hyung, toma asiento...



Kyungsoo se sentó tal como lo indicó el menor, sus manos se quedaron extendidas sobre la mesa mientras el otro acomodaba sobre sus piernas la servilleta y colocaba los cubiertos entre sus manos.





—Come hyung...






La forma en que su cuerpo obedecía, la forma en que sus labios se movían masticando, probando cada bocado que le sabía a nada y a todo, amargo y dulce, lo hacían enloquecer.


Cada bocado hasta vaciar el plato, hasta dejarlo insatisfecho y asqueado.



— Muy bien...¿tienes sed?




Su cerebro ordenó negar, pero su cabeza afirmó mirando la forma tan descarada en la que el joven se inclinaba frente a él buscando algo en un mueble de madera oscura, exponiendo sus glúteos apretujados por esos pantalones negros que contrastaban con su piel.



Una botella rosácea apareció del viejo mueble y el par de copas solo erizó más su piel.



¿Por qué su joven anfitrión tenía guantes de látex puestos?




— Es un vino especial, especial para ti...para personas que son especiales conmigo...como tú...





La forma en que esos labios le sonrieron llegaron a cautivarlo, Kyungsoo jura haber sentido un poco de simpatía por la forma en que esos ojitos se nublaron de lágrimas momentáneas.





— Solo un poco... Tiene que ser lento, ir poco a poco hasta estar listos para arremeter con fuerza...¿no es así hyung?, ¿no es así como pensabas en mí?



Kyungsoo frunce el ceño, no entiende si debe tomarse aquello como un reproche o un coqueteo, pero la forma en que el vidrio de la copa rozó sus labios, abriendo su piel...le cautivó...




Oh Sehun sonriendo, abriendo los labios con ese nuevo brillo en los ojos, uno lascivo que lo llevaron a imitarlo, pese a que el sabor de su sangre comenzará a expandirse por sus papilas.




El sabor amargo de aquella sustancia espesa lo estremeció, huele a dulce, a bombones, lo hizo convulsionar contra la silla.




¿Cuándo había sido atado contra ella?




El escozor le impidió gritar, su voz se había ido y quizá el dolor en su garganta tuviese algo que ver con ello, tal vez la humedad bajando de su pecho hacia todo su cuerpo, creando un charco rojizo tuviese algo que ver.




— Hyung está de rojo... Me gusta el rojo más que el rosa...





Las imágenes comienzan a difuminarse, en su mente solo recuerda que el color rosa es abominable, que el aroma del líquido era el mismo que el perfume que percibía cada mañana en el elevador.




Que ese mismo cuerpo que se sienta sobre la mesa, frente a él, se había movido cual víbora para seducirlo, para hinoptizarlo y llevarlo a su cueva.




— El rojo es fascinante...¿sabes qué color queda cuando intentas limpiar el rojo con el blanco?





Auxilio...




— Así es hyung...



Otro roce más de aquel vidrio teñido de rojizo y sus ojos se llenaron de lágrimas recordando como todos sus vecinos lo miraban con lástima, como sabiendo el futuro de su vida.





Una mano tocando su pecho, a la altura de su corazón y las uñas hundiéndose hasta sangrar su piel, como reclamando su cansado corazón.





— El rosa hyung...¿y sabes cuál es su sabor?




Kyungsoo intenta tragar en vano, la abertura es tan grande en su cuello que el más simple movimiento apresura el baño de sangre.



—Dul-Dulce...



— Exacto, hyung...es dulce, dulce pero...





Amargo.

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