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4

Despertó con el sonido de la alarma, se levantó y comenzó su día, cepilló sus dientes y cambió su pijama por el uniforme del instituto, desayunó una de las manzanas que le había quedado de ayer junto a un vaso con agua y se dirigió a la escuela tras tomar su mochila, cerrando la puerta detrás suyo.

—¡Lix! –Hyunjin chocó contra él, abrazándolo por la espalda y colgándose en sus hombros.

Estaban a una cuadra de llegar a la escuela.

—Salte que pesas –se quejó, bromeando y sonriendo nuevamente.

Ya no estaba sólo y había un sol que esperaba en la escuela.

—Me dueles mucho Lee Felix –fingió dolor en su voz, dramatizando todo y provocando leves risas de parte del pecoso, sonriendo al ver a su amigo con más ánimo.

—Eres tan dramático Jinnie –se burló, disfrutando del puchero del mayor.

Ambos detuvieron su paso, viendo a los demas alumnos entrar y Hyunjin tomó su rostro con cuidado, delineando con su pulgar por debajo de sus ojos, donde el rojo estaba presente por el llanto de la noche anterior.

—Dime cariño, ¿qué pasó? –dulzura, su voz estaba cubierta de caramelos y miel, de preocupación y adoración.

Su amigo siempre lo trataba con tanto cuidado, como si fuese frágil, como si supiera que estaba tan roto y lleno de grietas que en cualquier momento colapsaría, un fuerte toque y todas las piezas caerían y no sabe que pasaría.

Si se rompía, ¿esos pensamientos pasados regresarían? ¿Esas voces hablarían con más fuerza y nublarian toda su consciencia? No quiere eso, no quiere sucumbir a la oscuridad que lo rodea, no quiere volver allí y formar parte de esta.

Quiere avanzar, quiere encontrar su brillo, quiere bañarse en los cálidos rayos de su sol y disfrutar el amor.

No quiere romperse como su madre, no quiere colapsar, no quiere perder a la persona que más ama y apagarse.

—Oscuridad... –murmuró en respuesta y el contrario asintió, como si pudiera leer a través de todo el dolor en sus ojos, como si con una sola palabra comprendiese todo.

Quizás era así, no había nadie que pudiese leerlo tan bien como él. No había nadie que lo comprendiese como él.

—Tranquilo, ya no pienses en ello, la oscuridad se fue y no dejaré que te haga daño mientras este aquí contigo –tomó una de sus manos, entrelazando sus dedos con delicadeza mientras continuaba acariciando su mejilla con la otra.

Su pulgar trazando las manchas en su rostro, se preguntó si estaba dibujando, a Hyunjin le gustaba tomar un bolígrafo y trazar lineas, crear dibujos, unir las estrellas para formar constelaciones nuevas y únicas porque creía que Felix era algo único.

Felix sonrió, disfrutando del contacto, dejándose caer en su mano, adorando esta cercanía que había entre ellos.

Siempre estuvieron juntos, desde que se conocieron en el salón de la escuela en su primer año de primaria, no hubo nada que pudiese separarlos, incluso con toda la oscuridad que lo rodeaba, Hyunjin seguía ahí, calmando esos pensamientos, trayéndolo de vuelta a la realidad, a una parte de esta donde podría comprender que siempre estaría allí y nada cambiaría eso.

Hyunjin siempre sería su mejor amigo, incluso si algún día se animase a confesarse a Jisung y este lo rechazase, sabía que él siempre estaría a su lado para cuidarlo, para volver a unir todas las piezas como había hecho antes.

Tomaría cada trozo roto para volverlo a ubicar en su lugar como un rompecabezas, buscando las piezas correctas para que fuese como la imagen que era antes de desarmarse, incluso si se lastimaba en el proceso, incluso con bordes afilados que hiriesen sus dedos, Hyunjin seguiría allí, uniéndolo.

Hyunjin era tan cálido, tan amable, sus brazos eran un lugar seguro, no habría oscuridad mientras estuviese entre estos.

Pero Hyunjin no era como su sol, no era como Jisung. Oh, deseaba tanto ver a su sol en este momento, bañarse en sus rayos y Hyunjin lo comprendió, leyendo sus deseos a través de sus opacos ojos que anhelaban algún día brillar por su cuenta. El azabache soltó su rostro y comenzó a caminar, sus manos aún unidas mientras terminaban el recorrido a la escuela, adentrándose por los pasillos hasta que esa preciosa risa resonó por todas partes.

Esa dulce melodía provocaba que su corazón latiese envuelto en dulzura y calidez, amar era tan hermoso y quería sentirse así siempre.

De pronto, Jisung lo vio, sus miradas chocaron como ese día en el parque y alzó su brazo, saludándolo con la mano y el pecoso correspondió el saludo, sonriendo tímidamente

—No voy a rendirme.

Hyunjin volteó a verle

—No pienso perder contra ese hyung, me enfrentare a cada obstáculo y pelearé por su amor –sonrió determinado y su amigo despeino sus cabellos con cariño.

—Ese es el Lix que conozco.

Quiere este sentimiento, quiere que esa calidez este siempre presente, luchará y se enfrentará a todo el mundo si es necesario para poder continuar bajo los rayos de su sol.

Las clases terminaron, otro día tranquilo, había ido a la biblioteca de la escuela con Jisung para avanzar con la tarea, todo salió de maravilla, todo se sentía tan cálido y Jisung bromeaba tanto que no podía evitar reír, causando que al final la bibliotecaria los hechase del lugar por ser tan ruidosos pero no importaba, nada importaba cuando su mirada chocó con la del rubio y ambos sonrieron.

Quería quedarse en este momento para siempre pero Jisung tenía que volver a casa, así que se despidieron y quedaron en terminar los últimos diez puntos al día siguiente en casa del rubio.

Felix estaba sonriente, tan brillante mientras se dirigía a visitar a su madre, decidiendo tomar el autobús ya que estaba un tanto lejos. El viaje fue tranquilo y silencioso, llegando a su destino después de 20 minutos, bajó y terminó el recorrido, siguiendo los protocolos mientras ingresaba en el protegido edificio, sentándose en una de las cabinas disponibles, esperando pacientemente hasta que su madre apareció acompañada de un policia, se sentó en la silla que había del otro lado del vidrio que los separaba, ambos tomaron el teléfono.

—Hola mamá –saludó, correspondiendo la cariñosa sonrisa que le regalaba su progenitora.

—Hola cariño, es bueno verte, mamá estaba extrañando mucho a su pequeña estrella –pasó su mano por el pequeño hueco que había en el cristal, esperando a que su hijo la tomase.

Felix aceptó su mano, observando la unión entre ambas, la forma en que su madre acariciaba su palma transmitiendo todo el cariño que sentía por su hijo.

—Yo también te extrañe, te extraño todos los días mamá, hay tanto que contar pero no estas allí para escuchar y la tía Sana siempre está tan ocupada en el trabajo que apenas puedo verla.

—Puedes contarme ahora todo lo que quieras, mamá te escuchará hasta que el tiempo se acabe.

Sonrió, su madre seguía siendo la misma dulce mujer de siempre que adoraba a su hijo con todo su ser.

Sabía que ella siempre querría lo mejor para él.

—¿Te acuerdas de Jisung?

—¿El pequeño castaño que te ayudó con tu herida en el parque?

Félix asintió.

Jisung y él se conocieron hace mucho tiempo, fue cuando tenía 6 años, estaba solo en el parque sentado en uno de los columpios y un niño lo empujó provocando que cayese y raspase sus rodillas. Había comenzado a llorar por lo mucho que le ardía, deseando tener a su madre cerca para que lo ayudase pero no había nadie allí para él.

Una voz que no conocía se escuchó cerca suyo y lo vio, el pequeño castaño de regordetas mejillas estaba intentando calmarlo, enseñándole su carro de juguete, tomando su mano y proponiéndole jugar juntos.

Recuerda como el dolor desapareció como por arte de magia mientras reía al lado del otro niño, despidiéndose cuando la madre de este comenzó a llamarlo.

Aún recuerda esa felicidad y sorpresa que lo invadió cuando descubrió que Jisung iba a su misma escuela solo que a un salón diferente, recuerda como estaba a punto de acercarse y hablar con él pero se detuvo al verlo rodeado de personas.

Jisung siempre estaba rodeado de gente, de estrellas que querían brillar tanto como él pero que jamás lo lograrían. Todos disfrutando de su calidez, de sus rayos, deseaba acercarse pero no podía porque entonces lo opacaría con la oscuridad que lo rodeaba.

Comenzó a verle de lejos desde entonces.

—Si, ese niño, Jisung y yo terminamos haciendo un trabajo de matemáticas juntos y creo que le agrado, me considera su amigo –intentó aguantar sus ganas de chillar mientras sonreía tan ampliamente–. Creo que tengo una pequeña oportunidad o al menos quiero aferrarme a esa esperanza, estoy decidido, no pienso rendirme.

—Estoy muy orgullosa de ti mi pequeño, eso es grandioso, ve y lucha por tu hombre –bromeó y ambos rieron levemente.

—Te quiero mamá.

—Y yo a ti mi pequeña estrella, mi dulce niño –le dio un suave apretón a su mano–. Recuerda que no importa que suceda, mamá siempre estará aquí.

—Lo se –sonrió.

Continuaron con su pequeña charla hasta que la hora de visitas terminó y tuvieron que despedirse, un último apretón de manos antes de irse cada uno por su lado.

Deseaba poder pasar más tiempo con su madre, poder hacerle todas estas preguntas que rondaban por su cabeza, quería saber si ella sentía lo mismo, si se sentía tan vacía y perdida hasta que su padre apareció en su vida y le trajo la luz que estaba buscando.

Doble actualización ya que realmente ando muy inspirado je

Gracias por leer

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