30
Caminaba sin un rumbo fijo, la policía pronto llegaría a su hogar y lo sabía, desde el momento en que su mirada chocó con la de Seungmin, supo que había perdido porque decidió dejarse ganar tan fácilmente. Pronto su rostro estaría en todas partes, llamarían a su tía, entrarían a su hogar, buscarían por su escuela, explorarían cada rincón hasta encontrarlo y llevarlo tras las rejas.
Iba a pagar por todos sus crímenes, las voces gritaban alteradas.
Como pudiste dejar que ganase, ahora lo perderás todo, Jisung te odiara cuando descubra toda la verdad.
Miró hacia el cielo, la luna estaba oculta, ni siquiera ella quería verlo. No había ninguna luz en su vida ahora.
Todo fue su culpa, él se merece esto, debía dejar de correr y enfrentar su destino pero no pudo hacerlo, no pudo dar marcha atrás. Si mañana todo desaparecería al menos quería disfrutar su última noche.
Se detuvo enfrente de la puerta, tocó tres veces y fue recibido por un despeinado y adorable Jisung quien le miró entre cansado y preocupado, sin comprender porque le había llamado tan de repente a esta hora y preguntado si podía quedarse en su hogar.
No habló mucho sobre ello, no dio ninguna explicación y Jisung no insistió, respetó su silencio y lo invitó a su cuarto. Le ofreció un poco de chocolate caliente y ambos se lo bebieron en silencio, sentados sobre el cómodo y blando colchón, mirándose de reojo.
—Hannie, realmente disfruté cada momento a tu lado –habló de repente, sonriendo.
—Yo también la paso bien estando contigo –correspondió su sonrisa.
Dejaron sus tazas en la mesa de luz al terminar de beber, acostándose juntos.
Incluso entre todo el desastre que se avecinaba, Felix se sintió libre al estar entre los brazos de Jisung esta noche, escuchar su voz, disfrutar del sonido de su risa, al fin podía ser el dueño de todas sus sonrisas. Al menos por esta noche, Jisung sería todo suyo y le querría tanto como él.
—Te amo, realmente, te amo –sus ojos brillaban al ver el rostro cansado del rubio.
Jisung no respondió, tan solo acercó su mano, limpiando las lágrimas que habían escapado sin que se diese cuenta. Lo acercó a hasta su pecho, ofreciéndole un lugar seguro mientras se quedaba dormido.
El corazón de Felix latía con fuerza y correspondió el abrazo, disfrutando de su calidez, disfrutando esta última noche, admirando el rostro de su amado hasta que el sol comenzó a asomarse.
Se levantó con cuidado, besó la frente de Jisung y salió de la casa en silencio.
Pasó una semana, la policía seguía buscándolo, su rostro apareciendo en cada noticia. El crimen de su madre volviendo a la boca de todos, las personas murmurando, todos asustados ante lo peligrosos que eran madre e hijo.
Felix logró ocultarse todo este tiempo pero estaba demasiado cansado para seguir haciendolo, extrañaba a Jisung, extrañaba su sonrisa, sus brazos, su dulzura, extrañaba a su sol y se preguntaba, si apareciese ahora ¿con qué rostro lo vería? ¿Cuál sería su expresión? ¿Traición, disgusto, odio?
No estaba pensando cuando llegó al instituto, no estaba pensando cuando ingresó por la puerta y caminó por los pasillos vacíos, todos los demás alumnos ocupados en sus clases. No estaba pensando cuando subió a la azotea y se encontró con Jisung, sin soprenderse de verlo, después de todo, el mismo lo había citado aquí.
El rostro de su amado estaba vacío, no había brillo en su mirada ni una mueca en sus labios. Parecía tan tranquilo, observando cada uno de sus pasos, observando su rostro mientras se acercaba y se encontraban frente al otro.
—¿Por qué? –fue su única pregunta.
—Porque te amó –sonrió entre las lágrimas que cayeron.
Se dejó caer al suelo, llorando, sujetando la camisa del uniforme del rubio con fuerza mientras repetía lo mucho que lo amaba.
—Todo lo que hice, lo hice por amor –le miró a los ojos, sonriendo, acercando su mano a su rostro–. Yo realmente te amo, tú eres mi sol, mi salvación.
Sus dedos rozaron su mejilla y Jisung se agachó a su altura, mirándolo a los ojos, dejándolo tan indefenso.
—Yo solo quería que me amaras de vuelta... Quería que me liberases de esta oscuridad, quería que me miraras solo a mi... –seguía hablando sin esperar una respuesta, ahogándose con cada sollozo.
Su rostro era un desastre de lágrimas y mocos, seguramente se veía tan horrible pero de nada servía mantener las apariencias ahora.
Todo su mundo se estaba derrumbando, todo en él estaba completamente roto y los fragmentos se transformaron en polvo, ya nada podría unirlo, ya nadie lo salvaría de si mismo.
—Hannie por favor, di algo, dime que me odias pero no te quedes callado –rogaba por una respuesta, ya no podía seguir soportando su indiferencia.
Tú eres el único culpable de todo esto. Tú solo arruinaste tu vida.
Si pudiera volver el tiempo atrás, cambiaría las cosas y tomaría el camino correcto al corazón de Jisung.
Desea una segunda oportunidad, desea volver al primer día de clases y descubrir que asistiría al mismo salón de su sol, quería volver a admirar su espalda, pensar en lo suave que seria su cabello bajo su palma, quería regresar a esos días donde Hyunjin bromeaba y le decía que diese un paso hacia Jisung.
Quería cambiar las cosas, seguir siendo amigo de Bangchan, disfrutar de los abrazos de Hyunjin, bromear al lado de Jeongin. Quería seguir admirando la sonrisa tan brillante de Jisung a los lejos, quien se divertía con Minho y Changbin.
Quería todo de vuelta pero esta la vida real y sus acciones no pueden ser cambiadas, dejó que la oscuridad ganase, dejó que su mente se corrompiese y cometió todos estos horribles actos. Y lo peor de todo es que a veces se pregunta ¿realmente hubiera cambiado las cosas si pudiese retroceder el tiempo?
—Hannie –su frase fue cortada por unos suaves labios.
Sus ojos se abrieron como plato, su corazón se detuvo, su cuerpo tembló y todo en lo que podía pensar y sentir eran los labios de Jisung contra los suyos, apenas moviéndose, un beso que fue suficiente para bajar toda su guardia.
Cerró sus ojos, disfrutando este momento, imaginándose que hubiese ocurrido en un escenario diferente.
El cuchillo clavándose en su abdomen, la sangre empapando su ropa, sus ojos mirando aquellos vacíos pero llenos de odio al mismo tiempo.
Sonrió, acariciando el rostro de su amado, acercándose para abrazarlo y permitir que el cuchillo se enterrase profundamente. Un hilo de sangre corriendo de su boca.
Cerró sus ojos, disfrutando lo tranquilo que empezaba a volverse todo. El viento soplaba llevándose lejos sus preocupaciones, las voces estaban calladas y ya no sentía nada. Al fin podría descansar, al fin la oscuridad se detendría.
Su madre estaba equivocada cuando asesinó a su padre, su madre jamás podrá disfrutar lo que Felix está viviendo ahora, este hermoso sentimiento. La belleza de la vida escapando de su cuerpo trayéndole la paz que tango anhelaba conseguir.
Morir en los brazos de su amado por sus propias manos ¿hay algo más precioso que eso?
—Hannie, te amo... –murmuró antes de quedarse sin fuerzas, antes de que el sueño ganase.
Llevaría hasta el infierno este bello recuerdo, los firmes brazos, los suaves labios, sus ojos vacíos y sus frías manos.
Al fin es suficiente...
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