3
Su mirada estaba perdida, fijada en algún punto entre el suelo y el andar de sus pies, lo observaba como si fuese lo mas interesante en el mundo aunque su mente estaba en cualquier otra parte. Su cabeza era un ruido constante, había tantos pensamientos hablando a la vez que no podía concentrarse en uno solo, aunque era mejor de esta forma, porque sabia que su cabeza estaba siendo cruel en este momento.
Este extraño sentimiento no abandonaba su pecho, era pesado y molesto, hacia que sus ojos se oscurecieran y sus labios permanecieran en una linea recta, sin ninguna emoción en su rostro.
Quería que ese extraño sentimiento desapareciese, no le gustaba, lo dejaba confuso y perdido, no lo comprendía y tampoco deseaba comprenderlo porque sabia que no era algo bueno, que solo lo lastimaba profundamente y podría lastimar a otros a su alrededor.
Quizás podría estar más brillante y su cabeza en silencio si no se hubiese enterado que su amado sol había faltado a la cafetería para estar con Bangchan. Lo sabía, sabía que no debía ilusionarse, que Jisung amaba a otra persona y esa persona era ese tímido y callado australiano de un grado mayor que era constantemente intimidado por un chico de otro salón.
No sabía que veía Jisung en él, ¿qué tenía Chan que él no tuviese? Quizás al rubio le gustaba la gente más calmada, callada y sumisa. Felix podría serlo, podía cambiar.
Quizás prefería los hoyuelos a las pecas y el cabello negro que su cabello rubio, podía intentar cambiarlo, podía cubrir las manchas en su rostro y teñir su pelo.
Podía cambiar, podía convertirse en lo que Jisung desease, podría ser cualquier cosa con tal de recibir una pequeña mirada. Que esos bellos ojos tan llenos de amor y cariño dejasen de lado a Bang y se centrasen en él.
Dios, desearía no haberle preguntado a Jeongin si había visto a Jisung durante la hora del almuerzo, así nunca se hubiese enterado de que no había ido con sus amigos para quedarse atrás conversando con Bangchan.
Desearía no haberle seguido en el segundo receso para encontrarlo intentando iniciar conversación con el australiano, ofreciéndole la sonrisa más brillante que había visto y una mirada llena de amor. Un amor tan puro y sincero, reflejado en cada parte de su rostro y sus acciones mientras ayudaba al chico a acomodar su carpeta, las hojas que habían sido desparramadas por todo el patio, producto seguro de ese chico Kim quien siempre lo molestaba.
Apretó su puño con fuerza, arrugando la tela de su camiseta, un horrible sabor en su boca, los celos y la envidia lo carcomían junto a ese extraño sentimiento.
¿Qué era eso? ¿Qué cosa le estaba provocando esta ira y malos pensamientos?
Su cabeza era un desastre y las uñas se clavaban en la palma de sus manos, quizás el dolor podría distraerlo, podría hacer que pare.
Para, por favor, para.
Risa, una hermosa risa que reconocía a la perfección sonaba cerca suyo, alzó la mirada, sus ojos posándose en Jisung quien se divertía leyendo algo en su celular mientras se balanceaba en uno de los columpios del pequeño parque de juegos que estaba instalado para los niños.
De pronto ese sentimiento desconocido se marchó, sus ojos recuperaron su característico brillo y la sonrisa de a poco comenzó a crecer. La calidez recorría cada parte de su cuerpo.
La vista frente suyo era tan preciosa, si tuviera una cámara en este momento estaría tomando una foto para enmarcarla.
Solo era Jisung siendo Jisung pero algo en la forma que los rayos del sol bañaban su rostro o la forma en que su sonrisa se extendendia en un pequeño corazón, o quizás era esa pequeña risa que intentaba calmar, cubriendo su boca con su mano mientras sus ojos brillaban llenos de diversión al mirar su celular. Quizás era el conjunto de todo esto el que provocaba que su corazón latiese como loco.
Jisung brillaba tan intensamente que si se acercara un paso más, podría quemarse completamente.
Jisung hacia que su mundo girase, que su vida adquiriera un sentido, lo era todo para Felix y deseaba poder acercarse, hablarle, dejar de ser un cobarde.
Pero está asustado, tiene miedo de arruinarlo todo. De que los peores escenarios en su cabeza se cumplan y su amado sol lo odie.
Pero, ¿por qué lo odiaría? No había nada malo con él, solo lo rechazaría, el rechazo no significa odio, pero el rechazo duele y pensar en eso lo deja confuso.
Prefiere vivir en su fantasía, atesorar las pequeñas interacciones, observar desde lejos y disfrutar de los rayos del sol sin quemarse.
Le gustaría tanto hablar con su madre en este momento, preguntarle si ella sentía lo mismo cuando se enamoró de su padre, si se sintió tan asustada por la idea de ser rechazada, de que aquellas duras palabras rompiesen con su burbuja llena de fantasías que mantenían a su corazón a salvo de la cruel realidad que podría esperarle.
Tal vez haya tiempo para visitarla, contarle sus pensamientos y buscar refugio en la dulzura de su madre.
Oh, pobre corazón, era tan doloroso amar a Jisung pero luego este reía nuevamente y volvía a iluminar todo su mundo.
Amaba el sentimiento de estar enamorado, amaba lo vivo y brillante que lo hacia sentir pero odiaba la parte mala que acompañaba esto, odiaba los celos, la oscuridad, la niebla que nublaba sus sentidos y lo dejaba confuso.
Lo mejor seria regresar a casa, ya pasó demasiado tiempo mirando a Jisung y no quería ser descubierto.
Estaba por avanzar, continuar con su silencioso paso pero esa preciosa voz lo detuvo.
—Hey, Lix –llamó el rubio y el pecoso volteó, su corazón latiendo rápidamente ante esa sonrisa.
El cabello de Jisung se movía con la suave brisa del viento, sus ojos estaban cerrados en bellas medialunas y su sonrisa era amplia, su lindo lunar a la vista y sus mejillas regordetas tan adorables como siempre.
Oh, desearía tanto tener una cámara en este momento o tener las habilidades de Hyunjin para poder pintar un cuadro de esto y colgarlo en algún museo para que todos apreciasen lo que era el verdadero arte. Pero si todos lo veían entonces todos lo querrían y Felix estaba agradecido con ser el único que estaba aquí, admirando a Jisung cuando su objetivo principal era ir a la tienda a comprar frutas y volver a casa, tenía la bolsa de manzanas en su mano pero no continuaba avanzando, en vez de eso, caminó hasta el sol que lo estaba llamando, palmenado el columpio vacío a su lado.
Se quemaría profundamente por esto pero que importaba, no podía desaprovechar esta oportunidad, solo debía tener cuidado de no llegar a opacar los rayos con su propia oscuridad.
—Hola –murmuró nervioso, intentando calmar sus latidos.
Era difícil hacerlo cuando Jisung buscaba entablar una conversación con él y no solo dar un simple saludo amistoso cuando te encuentras algún conocido.
—¿Qué haces por aquí? – Jisung pregunta con genuino interes, sus ojos fijos en Felix.
—So-solo vine al mercado por un poco de fruta –respondió, su voz era temblorosa al igual que la mano que se alzaba para mostrar la bolsa de tela donde se hallaban las manzanas– ¿Q-qué haces tú aquí?
—Nada realmente, solo quería caminar y terminé aquí, es un lindo día –sonrió relajado, cerrado los ojos por un momento.
El silencio los envolvió por unos segundos, Felix se dedicó a admirar el rostro de Jisung por unos segundos mas para luego acompañarlo, cerrando igualmente sus ojos, disfrutando la calidez que irradiaba su sol, escuchando el propio sonido de sus frenéticos latidos.
—¿Qué opinas de hacer el trabajo de matemáticas ahora? –Jisung volteó a verlo y sus miradas chocaron.
Había tanto brillo e inocencia en los ojos de su amado mientras él hacia su mayor esfuerzo por no dejar que su amor se desbordase, todo lo que deseaba en este momento era extender su mano, tocar su rostro, gritarle al mundo que lo amaba pero amar asusta.
Amar es dulce pero da tanto miedo.
—¿Ahora?
—Sip, mi casa no está tan lejos y mis padres aún no vuelven del trabajo así que tenemos un momento de tranquilidad para terminar al menos una parte, ¿qué opinas? –le ofreció una sonrisa y Felix asintió.
Nunca podría decirle que no a su sol.
—Bien, vamos –se levantó, extendiendo su mano para que el pecoso la tomase y él lo hizo, se aferró unos segundos a ella mientras se levantaba.
Sintió la punzada en su pecho cuando el rubio lo soltó y comenzaron a caminar, Jisung era tan parlanchín como siempre, hablando sobre cualquier cosa que llegase a su cabeza, podría quejarse sobre como la clase de historia fue tan aburrida y luego cambiar de tema a la película que había visto anoche y como lloró con esta porque los filmes sobre perros siempre lo ponen muy sensible; y después reiría escandalosamente mientras le mostraba un vídeo de Changbin tropezando y cayendo al lodo.
Y Felix escuchó, disfrutando de oír su voz, de caminar a su lado y sentir su presencia, la oscuridad que antes había se disipaba, no había más niebla, todo lo que había era luz.
Tras unos minutos de caminata llegaron a la casa del coreano, adentrándose a esta, dejando sus zapatos en la entrada y caminando a la habitación de Jisung una vez este tomó unas botellas de agua del refrigerador.
Fue acogedor, todo en la casa reflejaba calidez y dulzura, una feliz y alegre familia, Felix se sentía extraño.
Sacaron sus cuadernos y se sentaron en el suelo, sobre la esponjosa alfombra en forma de ardilla. Avanzaron mucho y Felix pudo comprender varias cosas que no entendía gracias a la ayuda de Jisung, quien le explicaba como se realizaba el ejercicio si es que lo entendía y cuando llegaba algún punto donde ninguno de los dos tenía idea de que hacer, terminaban viendo un vídeo en youtuble explicando sobre las fórmulas. Tan pegados, tan cerca, su corazón se alteraba, su piel quemaba al sentir el brazo de Jisung pegado al suyo.
—Creo que ya entendí, ¿y tú? –Jisung volteó, su rostro a escasos centímetros del suyo, sería tan fácil romper con la distancia pero no.
No debía dejarse llevar por estos pensamientos que dictaba su corazón.
Asintió, alejándose nervioso y continuando con la tarea.
Lograron hacer 10 ejercicios de los 30 asignados, decidiendo descansar por ahora, los libros dejados a un lado mientras se recostaban contra la cama de Jisung.
—Siento que he estado hablando mucho durante toda la tarde.
—Está bien, no soy tan hablador de todas formas –ademas, Felix sin duda disfrutaba de escuchar la voz de Jisung.
—Aunque me gustaría saber sobre ti.
—¿Sobre mi? –el contrario asintió.
Esta era una gran oportunidad, podría abrirse a su amado, pero si decidía contarle todo ¿cómo lo miraría Jisung?
Era un chico sin padre, criado por su tía desde que tenía 8 años y cuya madre estaba en la cárcel, no había nada bueno que contar sobre él.
Siempre había sombras rodeándolo y voces murmurando.
—Mi segundo nombre es Yongbok –fue todo lo que se le ocurrió que podría decir, era un lindo nombre que le había dado su abuelo.
—Yongbok, me gusta, podría llamarte Bokkie –sonrió.
—¿Bokkie?
—Sip, es un apodo de amigos.
Amigos, Jisung lo consideraba un amigo.
—¿Qué ocurre? ¿No te gusta? –su voz sonaba preocupada, Felix no quería que el dulce tono de voz de su amado cambiase.
—Me encanta –sonrió, se permitió sonreír tan ampliamente que por un momento se preguntó si él también estaba brillando.
Hyunjin solía decirle que su sonrisas eran brillantes, que cuando se dejaba llevar y expandía sus labios mostrando su blanca dentadura creaba una imagen que rivalizaba con el sol.
¿Jisung pensaría lo mismo? ¿Podría convertirse algún día en su sol?
—Tu puedes decirme Ji o Hannie, mis amigos suelen llamarme asi.
—Está bien, Hannie.
Que dulce es el amor, tanto como la jugosa manzana que le estaba compartiendo a Jisung.
Pasó una hora entre pequeñas charlas hasta que el sonido de la puerta de entrada abriéndose los interrumpió, los padres de Jisung habían regresado y ambos bajaron para saludarlos.
Felix pudo presentarse a quienes se imagaba que serían sus futuros suegros.
Tonto, no debe pensar en estas cosas ahora, sus mejillas deben estar ardiendo de vergüenza mientras intenta actuar respetuoso y genial frente a los adultos.
Ambos eran tan amables y acogedores, invitándole a quedarse a cenar.
Fue un hermoso y cálido día al lado de la persona que más amaba, habló con Jisung, rió con Jisung, se despidió con un suave abrazó y se fue a casa.
Cada parte de su cuerpo ardía con emoción, jamás pensó que esto podría suceder, hacer unas horas su cabeza estaba llena de pensamientos pesimistas y la idea de que nunca podría acercarse a Jisung porque no se lo merecía.
Pero ¿ahora? Ahora su mente estaba llena de grandes ideas, de confianza, quizás podría intentar algo, quizás el también podría brillar algún día al lado de Jisung.
La oscuridad algún día desaparecerá y todo lo que quedará es una brillante luz que se esconde en el fondo.
Pero cada pequeña ilusión se rompía al llegar a su hogar y abrir la puerta. La soledad y el silencio lo recibían.
Las voces volvían a murmurar, la oscuridad nublaba sus sentidos nuevamente mientras las sombras lo abrazaban y llevaban de vuelta a donde pertenecía.
Debía ya estar acostumbrado a esto, creció toda su vida así pero luego de un día tan hermoso bañado de calidez y una familia acogedora, todo se sentía tan... Doloroso.
La realidad lo golpeaba tan fuerte, su mundo y el de Jisung eran tan diferentes.
Tal vez por eso Jisung jamás se fijaría en él, porque él no podía brillar, sin importar cuanto Hyunjin le dijese que tenía un brillo único y especial, sabía que todo era una dulce mentira.
Solo había oscuridad para él, oscuridad en todas partes.
Las lágrimas fluyeron como cascadas por su rostro mientras avanzaba hasta su habitación y se acostaba en su cama, abrazando el peluche de pollito que su amigo le había regalado, ahogando sus sollozos.
Deseaba algún día poder brillar.
Realmente ando inspirado con esta historia je
Estoy disfrutando de escribirla ^^
Espero que a ustedes también les esté gustando mis queridos lectores ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro