28
Cuando era pequeño, Seungmin conoció a un amable y tímido niño, su encuentro fue en un callejón vacío, el niño estaba tomando la mano de una anciana, soltándola para acercarse hasta él en el momento en que sus miradas chocaron.
Seungmin nunca dijo que pasó, como llegó hasta allí, cual era toda su historia, tan solo lloró en los cálidos brazos de ese niño quien se había presentado como Bangchan, un extranjero que hace pocos meses se había mudado a Corea.
Su primer encuentro llevó a muchos más y comenzaron a conocerse, no bastó mucho tiempo para que se convirtieran en grandes amigos. Seungmin nunca se había sentido tan feliz y seguro al lado de alguien.
—Las cosas mejoraran –fue su promesa.
Seungmin pronto escaparía de ese lugar, pero cuando llegó el día, Bangchan no estaba allí esperándolo como debía pasar. Su tío se escuchaba borracho, gritando su nombre, estaba enfadado y no sabía porqué. Usó todas sus fuerza para mover la cama contra la puerta, rogando que lo detuviese el tiempo suficiente.
Siguió esperando, escucho los golpes contra su puerta cada vez mas fuertes pero nadie vino, se acercó a la ventana, mirando hacia el suelo, la distancia era demasiado alta y le daba miedo, sus cortos brazos todavía no llegaban hasta la rama del árbol. No podía bajar, no podía escapar, pero en un momento de desesperación, intentó hacerlo, se lanzó al suelo, su pierna cayó mal, provocando una fractura y comenzó a llorar.
La gente que pasó cerca lo escucho, acercándose para ayudarlo pero su tío fue mucho más rápido, lo tomó en brazos, le regaño con falsa dulzura y todos le creyeron.
Jamás podrá olvidar esa noche, el dolor que vino luego de volver del hospital y poner un yeso en su pierna.
Estaba tan débil e indefenso contra la bestia que no pudo hacer nada para protegerse y su corazón se marchitó, todo en él se rompió y la rabia reemplazó la pureza del pequeño niño.
Al crecer el niño solo se llenó de más odio, nunca dispuesto a escuchar lo que su viejo amigo quería explicar. Lo golpeo, lo insultó, lo humilló una y otra vez porque no soportaba ver su rostro que le recordaba la persona que solía ser.
No soportaba lo mucho que quería dejarse abrazar por Chan otra vez, lo mucho que extrañaba a su hyung.
Y luego Bangchan desapareció, se juntó con Felix, lo vio brillar de la forma tan magnífica en que Chan siempre brillaba pero un día la luz se esfumó. Su rostro en las noticias, su nombre susurrado en todas partes y Seungmin tan sólo guió su mirada hacia el pecoso que lloraba en el hombro de su amigo.
Cuando Changbin comenzó a hablar de Felix no le prestó mucha importancia, no estaba para involucrarse en asuntos de otros cuando ya tenía bastantes problemas con lo que lidiar. Pero entonces Seo tuvo que hacer más cosas que solo hablar, tuvo que entrometerse, intentar ser el héroe de la historia creyendo que podría ganar y ese fue su error.
Seungmin odiaba las promesas porque sabe que no todas podrán cumplirse, le prometieron libertad y aún sigue encerrado en su hogar. Le prometieron estar a su lado siempre, regresar sano y salvo pero jamás regresó.
—¿Por qué no podías solo hacerme caso? –murmuró mirando la lápida donde tulipanes descansaban.
La rabia y la tristeza se mezclaban dentro de su cuerpo. Cada recuerdo era demasiado doloroso pero servía como impulso, cada pequeño momento a su lado era valioso y esa última noche durmiendo en sus brazos por siempre quedará grabado en su memoria junto a sus últimas palabras.
—Tú también me gustas...
Su mirada en el cielo, sus ojos ardiendo.
Es momento de dar comienzo a su plan.
—Te prometo hacer justicia y ganar –susurró antes de marcharse del lugar.
Seungmin fue quien realizó el primer movimiento, teniendo mucho cuidado a la hora de mover sus piezas, averiguó el camino, investigó sus horarios, ideó todo un plan y se puso en marcha cuando creyó que era el momento adecuado para hacerlo.
No puede permitirse demorar mucho tiempo tampoco, quizás cometa algunos errores por apresurarse pero debe ser rápido o Felix ganará sin que él pueda hacer algo.
Escapa por la ventana de su cuarto, es tarde, la luna brilla en lo alto del cielo, iluminando su camino junto a los postes de la calle, se detiene en la parada de autobuses y espera hasta que llega su transporte. El viaje tarda unos 20 minutos en llegar a su destino, camina un poco más hasta detenerse enfrente de una abandonada casa.
No hay nadie cerca, las personas que conozcan la historia de este lugar probablemente evitan pasar cerca e igualmente es bastante tarde para que alguien ronde por aquí. Se acerca a la puerta, abre la mochila en su espalda y saca sus materiales, logrando abrir la puerta.
Fue hace poco que descubrió que la llave no abría la puerta principal pero si alguna de las otras puertas del lugar, está seguro de ello, su instinto se lo dice y es tonto que siempre le decía a Changbin que deje de confiar en algo como un instinto cuando ahora eso es lo que está haciendo.
Suspira e ingresa, encendiendo la luz de su celular y comenzando a explorar. Camina con cuidado, evitando que sus pasos hagan demasiado ruido, observa con atención cada rincón de la casa, hay polvo descansando en la superficie de los muebles pero no el suficiente como para decir que está abandonada, puede notar que se limpia con regularidad si el leve olor a desinfectante en el aire dice algo.
Es cuidadoso al abrir cada una de las puertas, explorando los cuartos vacíos, apenas con una cama, armario y escritorio en el lugar. Observa viejas fotografías que siguen colgando de las paredes, una madre con su hijo, a veces el pequeño solo y en otras solo la mujer. Hay una descansando con tranquilidad encima de la mesa de luz, una foto familiar, el hombre se ve cansado a pesar de su sonrisa. Puede deducir que se trataba del padre de Felix, aquel que murió en manos de su ex mujer.
Frunce su ceño en disgusto, de tal palo tal astilla supone.
Saca fotos a lo que considera que puede servir como una pista pero sus acciones se detienen al momento de escuchar unos golpes provenir de abajo, mira hacia el suelo, se arrodilla y presiona su oído contra la madera, se escuchan pequeños golpes. Intenta guiarse a través del ruido hasta detenerse en una alfombra, está sucia y descuidada, la mueve de lugar y se encuentra con una pequeña puerta camuflada.
Saca la llave de su bolsillo y la encaja en la cerradura, la puerta se abre luego de dos giros y Seungmin se adentra, teniendo cuidado al bajar por las escaleras.
El lugar está oscuro y huele mal, las paredes son negras y dificultan la iluminación que le da su celular. Continua bajando hasta el último escalón, casi tropieza con el mismo al distraerse intentando ver algo a su alrededor pero mantiene el equilibrio. Pisa con cuidado el suelo a sus pies, otro golpe, está vez mucho más fuerte, esta cerca, apenas a unos pasos de donde se encuentra y no puede evitar el escalofrío que recorre su cuerpo. Sus vellos se erizan, una parte suya tiembla con cierto miedo pero se calma, no puede temer ahora, no puede flaquear, el prometió que ganaría y lo hará.
Camina, tanteando la pared a su lado y consiguiendo dar con el interruptor, el foco está desgastado, la luz apenas ilumina un poco del cuarto pero es suficiente para notar la persona que yace atada en una silla, sus pies golpean por última vez el suelo antes de detenerse, exhaustos.
Seungmin se acerca con cuidado, iluminando el rostro de la víctima.
—Minho –susurra, agachándose frente suyo, palmeando su rostro y buscando que reaccione–. Mierda, abre los ojos –intenta mantener su tono de voz bajo y mueve el cuerpo del mayor.
Se ve bien en su mayoría, hay ojeras bajo sus ojos y probablemente se ha negado a comer en estos días si el plato con carne a su lado le dice algo, sus muñecas y tobillos están atados con horribles moretones en la zona. Hay una pequeña herida a un lado de su cabeza pero nada demasiado grabe.
Los ojos del pelinaranja se abren lentamente, cerrándose cuando el flash impacta contra su rosto por lo que Seungmin aleja su celular.
—¿K-kim? –lográ susurrar el mayor y el castaño asiente con la cabeza.
—Soy yo –le confirma y comienza a rebuscar entre las cosas de su mochila la navaja con la que cargaba, esperando romper las cuerdas y liberar al chico pero este le detiene.
—No, no lo hagas...
—¿A qué te refieres? No voy a dejarte aquí, vamos a salir juntos y contarle todo la policía.
—No lo entiendes, esto es una trampa, al igual que tú, él ahora se esta moviendo, debes regresar a casa.
Antes de que el castaño pudiese decir algo, su teléfono comenzó a vibrar, lo sacó de su bolsillo y leyó la pantalla, un número desconocido le estaba llamado y supuso de quien se trataba.
Alzó la mirada, sus ojos encontrándose con los de Minho quien movía su cabeza en dirección a la salida, señalando que escapase. Antes de que Seungmin se levantase, liberó sus muñecas y dejó en sus manos un objeto, ambos asintiendo con la cabeza.
Tuvo mucho cuidado a la hora de escapar, decidiendo tomar otra ruta en caso de que la entrada principal no fuese segura. Ingresó a uno de los cuartos, abrió la ventana, escapó y empezó a correr, no había mucho tiempo ahora, su celular seguía vibrando, la llamada no se detendría hasta que respondiese. Felix probablemente lo estaba provocando, el rubio seguramente sabía que lo había hecho y ambos realizaron sus movimientos al mismo tiempo, era cuestión de minutos saber quien ganará ahora.
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