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26

Estaba sentado, jugueteando con sus dedos mientras escuchaba la música que se reproducía en la sala de espera, la misma simple melodía sonando una y otra vez.

Mirate, regresando con la señora Choi luego de lo que hiciste hace apenas unos días, definitivamente estas loco.

Se burlaban pero Felix hizo todo lo posible para callarlos hasta que fue su turno, ingresando al consultorio, aún recordaba este lugar aunque por supuesto había cambiado con el tiempo.

Se sentó en uno de los sofás y la amable psicóloga enfrente suyo, acomodando sus lentes y sosteniendo su libreta y lápiz, Felix desde pequeño se preguntaba que era todo lo que escribía en ella, cuantas cosas mal en él estaba viendo, que tanto podía arreglarse y cambiar.

—Realmente fue una sorpresa el verte, ha pasado mucho tiempo, Felix –ella aún lo recordaba, su sonrisa era calmada.

—Yo... Me disculpo por haber dejado las sesiones hace mucho tiempo –murmuró sin verla a los ojos, concentrando su mirada en sus propias manos.

—Está bien, ahora dime, ¿qué te trajo aquí?

¿Qué lo llevó hasta aquí? No está seguro realmente.

—No lo se –atrapó su labio entre sus dientes.

—¿Y por qué no lo sabes? –comenzó a escribir.

—Solo no lo se, quizás quiero saber si estoy bien.

—¿Te sientes mal?

—No lo se, no se que me sucede, no se como me siento ni quien soy realmente –sus uñas se clavaron en sus palmas, dejando pequeñas medialunas en su piel.

—Felix, ¿has estado tomando tu medicamento en todo este tiempo? –sus miradas volvieron a encontrarse.

—No... Porque no lo necesito, porque sé que no estoy loco.

Ella seguía escribiendo, el sonido del lápiz contra el papel lo ponía ansioso.

—Tomar tus pastilla no te vuelve una persona loca, Felix, lo sabes, buscar ayuda nunca está mal, por eso viniste aquí, a buscar ayuda otra vez.

—Yo no necesito ayuda –alzó un tanto la voz–. No necesito nada de esto, solo quiero que me diga que estoy bien.

—Yo no puedo decir como te sientes, solo tú sabes como estas y quien eres.

—Pero ya no lo se –las lágrimas ardían, amenazaban con caer pero lo aguanto, tratando el nudo en su garganta que lo estaba ahogando.

Él ya no sabe quien es, solo desea que alguien se lo diga, que le confirmen que sigue siendo la misma persona de siempre aunque era obvio que ya no lo era. Porque el Felix que fue no hubiera hecho lo que este Felix hizo, no hubiera asesinado a tanta gente, no hubiese lastimado a sus amigos.

¿Cómo estas seguro? Siempre lastimaste a Hyunjin, siempre quisiste lastimar a los demás pero él te detuvo.

Cierto, por más que intentaba negar aquello y borrar esa parte de sus recuerdos, sabía lo mucho que había lastimado a su amigo, las veces que sus ataques lo llevaron arañar los brazos de Hyunjin o incluso tuvo arrebatos donde llegó a golpearle el rostro.

Pero también, con el tiempo llegó a calmarse, a estar bien, porque Hyunjin estaba allí y luego Jeongin también, y entonces las cosas cambiaron.

¿Realmente lo hicieron?

—Felix –le llamó la mujer, trayéndolo de vuelta a la realidad–. Quizás deberías retomar el tratamiento, puedo hablarle a tu viejo psiquiatra.

Negó con la cabeza repetidas veces.

Estás loco, ella lo sabe, ¿por qué esperabas que lo negara? Nadie va a mentirte diciendo que estas bien.

Se levantó, deteniendo las palabras de la señora Choi.

—Felix, esto es lo mejor para ti.

—No, no necesito esto, yo realmente estoy bien, no estoy loco, no estoy mal –lo repitió como un mantra, esperando algún día llegar a creer sus propias palabras, alejándose sin escuchar a la mujer que intentaba detenerlo.

Nada de esto servía, nada de esto cambiaría lo que pasó, nadie le diría que estaba bien porque todo dejó de estar bien hace mucho tiempo.

—Hannie –lo llamó, acercándose hasta él.

Su amado sol estaba parado al borde de la azotea de la escuela, sus manos sujetando la reja, su mirada perdida en el cielo.

—Minho prometió que nunca me dejaría... Pero él también desapareció –murmuró el rubio.

Felix se posicionó a su lado, mirándolo, observando a su precioso sol quien lograba que las voces desapareciesen; pero el sol se estaba apagando con el pasar de los días, con cada persona que perdía, Jisung ya no tenía la misma fuerza de antes y todo fue su culpa.

Pero en el momento en que Jisung sostuvo su mano y entrelazó sus dedos, toda la culpa quedaba pasajera, llevándola al fondo para concentrarse en esos hermosos ojos que le miraban con cierta suplica.

—Eres lo único que me queda, por favor Bokkie, tú nunca me dejes.

Jamás pensó que algún día Jisung le diría esto, que algún día su amado le suplicaría que se quedase a su lado, que tomaría su mano y le sonreiría suavemente a través de todo el dolor.

Su corazón latió entre sentimientos conflictivos, las voces tenían razón, el plan funcionó, Jisung era solo suyo, pero también estaba esta presión, la forma en sus órganos se revolvían y todo dolía tanto.

¿Realmente valió la pena? Cerró sus ojo, lágrimas comenzaron a caer y sintió las calidad manos de Jisung tomar su rostro con cuidado.

—¿Qué sucede? –le preguntó con suavidad.

—Desearía volver el tiempo atrás... Cambiar tantas cosas –murmuraba en respuesta, sollozando.

Daría todo por recuperar lo que perdió, por traer de vuelta su propia luz y la de Jisung. Si pudiera retroceder el tiempo, si tuviese una segunda oportunidad, cambiaría las cosas.

¿Estas seguro de ello?

—Yo también deseo que todo fuese una pesadilla –el sollozo del rubio lo hizo abrir de vuelta sus ojos.

Ambos tenían lágrimas nublando su visión, ambos eran un desastre, estaban rotos, los pedazos se esparcían por todo el lugar y ya no había nada que pudiese unirlos de vuelta. La luz se apagó y ahora el ave que tanto soñaba con admirar, se encontraba sin alas atrapada entre sus manos.

—Pero al menos nos tenemos y debemos ser fuertes –intentó animarlos Jisung.

—Nunca soltare tu mano, voy a estar aquí para ti siempre –le prometió, acariciando su mejilla, no pudiendo evitar la forma en que su corazón se aceleró cuando el rubio dejó caer su rostro en su palma, tomando cada caricia.

Mira lo que tienes ahora, ¿realmente cambiarías lo que pasó? ¿Realmente estarías dispuesto a peder a tu sol?

Miró el rostro de Jisung con atención, las ojeras bajo sus ojos, la resequedad en sus labios, el dolor en todo su rostro. La forma en que ahora le miraba, como si fuese lo único que le quedaba y lo era, ya no tenía nada, ahora Felix por fin se convertía en todo el mundo de Jisung.

Ahora Felix al fin lo tendría por siempre a su lado, ¿realmente estaría dispuesto a perder a su sol si pudiese retroceder el tiempo? No lo sabe, y esa duda deja a su estómago retorciéndose porque una parte le dice que volvería a repetir todo las veces que fuese necesario si al final lograría tener a su amado en sus brazos mientras esa otra pequeña parte dejaría atrás a Jisung por recuperar la felicidad que perdió.

—Te amo... –le susurró, observando esos tristes ojos.

—No creo poder ahora amar a alguien en un tiempo...

Dolía, el rechazo aún dolía tanto, tenía a su sol a su lado pero jamás tendría su corazón de vuelta.

—Está bien, no importa.

Siempre podrá esperar el tiempo que fuese necesaria. Siempre podrá seguir apartando a más y más personas del camino hasta que solo ellos dos quedasen, hasta que los ojos y corazón de Jisung nunca pudiesen estar con otra persona que no fuese él.

Se dejó caer al suelo, mirando el desastre que era su cuarto, había tirado todo, la pantalla de su computador eataba rota y había relleno de peluche por todos lados. Todo a su alrededor era un caos como su propia mente mientras intentaba callarlos, pero por más que presionase sus palmas contra sus oidos jamas podría detenerlos.

—Ya es suficiente, Jisung es todo mío ahora –les decía.

Aún no es suficiente, aún queda alguien y lo sabes.

—Ya no quiero seguir con esto –gritaba, golpeando sus puños contra el lugar donde solía estar su alfombra, la llave ya no estaba allí y lo sabía, sabía quien la tenía.

Pero ya no quiere continuar con esto, ya no quiere seguir perdiéndose a si mismo, quiere cambiar, quiere olvidar todo y seguir adelante con Jisung.

Arruinará todo si la verdad sale a la luz, debes detenerlo, debes mostrarle a la gente un culpable, solo así podrás avanzar.

Miró sus manos, con pequeñas heridas producto de sus largas uñas.

—Solo una vez más y todo será suficiente –se prometió, mirando había el techo.

Deseaba que realmente fuese suficiente pero la realidad es que jamás lo sería, nunca sería suficiente para ellos, ya nada podría detener al monstruo que llevaba dentro.

Ni siquiera su sol podría calmarlo ahora, ya no era Lee Felix, ya no sabe que pasó con él, todo lo que sabe es que quedó atrapado en algún lugar de su cabeza y otra persona tenía el control. Se había perdido en su propia oscuridad tal y como su madre había hecho.

Al final, por más que lo negase, estaba tan loco como ella.

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