16
Tarareaba una melodía en su mente, la campana ya había sonado indicando el final de sus clases y el pequeño pecoso se preparaba para guardar sus útiles dentro de la mochila y salir del salón como el resto de sus compañeros, hasta que unos dedos golpeteando su hombro detuvieron su acción de meter la cartuchera, volteando en dirección a la niña que había llamado su atención.
—Disculpa, antes de que te vayas, quería preguntarte si me dejarias copiarte el punto 7 de matemáticas –preguntó con una sonrisa tímida en sus labios, quizás avergonzada de admitir que pedía la tarea para copiarla.
—Claro, no hay problema –respondió el rubio con su brillante sonrisa, sacando su carpeta de donde ya estaba guardada, sin notar que había un pequeño peso extra en uno de los anillos, sacando de allí no solo su cuaderno, sino también un frasco que cayó al suelo.
La niña miró con curiosidad el objeto caído y antes de que Felix se diese cuenta, esta se agachó para recogerlo, dándole una vista rápida al frasco de plástico anaranjado que contenía unas cuantas pastillas dentro.
—Aquí tienes, se te cayó –le entregó el frasco mientras recibía la carpeta con la otra mano.
—Oh, no lo note, gracias –rió levemente, sentándose en su lugar mientras esperaba a que su compañera terminase de copiar y guardando de vuelta sus pastillas en uno de los bolsillos.
—Disculpa, se que no va al tema pero, ¿estás enfermo?
—Oh, no, mi psiquiatra me recomendó estas pastillas, dijo que ayudarían con mi estado –estaba concentrado en otro lado que no notó la forma en que las cejas de la niña se arrugaban y su expresión cambiaba.
—Tu... ¿Estás loco?
Felix volteó a verla al escuchar esa pregunta, su tono de voz disgustado y quizás un tanto temeroso.
—Yo no estoy loco –frunció el ceño.
—Los psiquiatras son solo para la gente loca –lo acusó la chica.
Eso no es cierto, la madre de Hyunjin le había dicho que no sólo la gente loca asistía a esos lugares, que también la gente normal iba de vez en cuando para buscar ayuda con sus problemas. Felix no estaba loco solo por decidir recibir ayuda.
—No deberías hablar con él –una nueva voz se hizo presente, rompiendo con el tenso silencio que se había instalado– ¿Acaso no oíste que su madre fue arrestada? Seguro está tan loco como ella.
—¡Eso no es cierto!
—¡Si lo es! ¡La gente normal no asiste a esos lugares y no toma pastillas para estar bien! –los gritos se hicieron cada vez más fuertes y con ello las voces en su cabeza intentaban hacerse presente, susurrando tan molestamente como siempre.
Se negó a escucharlos pero los sentimientos eran tan fuertes que no podía callar a esa parte oscura de su conciencia y empujo al niño que lo acusaba, su espalda chocando contra los bancos, este se levantó furioso luego del aturdimiento, tomándolo del cuello de la camisa para luego impactar un puño en su rostro.
Sabía que se formaría un moretón luego, estaba listo para devolver el golpe pero un señor de la limpieza entro al curso, deteniendo la pelea y gritando con que fueran a casa.
Felix tomó su carpeta y se marchó, encontrándose con Hyunjin en la salida quien estaba preocupado al ver el verde que iba apareciendo en la piel de su mejilla.
—Jinnie... ¿Crees que estoy loco? –había murmurado contra el pecho de su amigo esa noche, envuelto en la calidez de sus brazos.
—Por supuesto que no, no estas loco Lix, ¿acaso alguien dijo que lo eras? –Felix se negó a responder, simplemente preparándose para dormir luego de escuchar el suspiro contra su cabeza.
Al día siguiente las cosas no fueron mejores, sentía tantos pares de ojos clavarse en su persona y escuchaba murmuros en cada rincón, todos susurrando lo loco que estaba, como el niño que fungía ser normal terminaría igual o peor que su madre, el rumor esparciéndose rápidamente y con ello la ira del pequeño.
—¡Si no estoy loco entonces por qué tengo que tomar estas estúpidas pastillas! –le gritaba a Hyunjin, su mirada borrosa debido a las lágrimas provocadas por la rabia.
—Son por tu bien Lix, no estas loco por buscar ayuda.
—¡No las necesito! ¡No necesito estas pastillas ni una estúpida psicóloga! ¡No necesito nada de esto! –arrojó el frasco por la ventana antes de caer tembloroso sobre sus rodillas, su manos aferrándose a la alfombra del suelo, sollozando fuertemente.
Hyunjin corrió a su lado, abrazándolo con fuerza, permitiéndole desahogarse en su pecho como siempre lo hacía.
—No estoy loco –repetía constantemente como un mantra, buscando convencerse a si mismo y no dejar que las palabras de los demás lo afectasen.
—No lo estas –murmuraba el azabache, reprimiento la mueca en su rostro al sentir las uñas del menor clavarse en la piel de sus brazos.
Se cambió de escuela días después de lo sucedido, fue complicado pero su tía siempre sabía como resolver las cosas.
—Todo estará bien, no estás loco –repitió frente al espejo, sus manos sosteniendo con fuerza las correas de su mochila, saliendo del cuarto y dejando en la basura otro frasco desperdiciado.
Para este nuevo comienzo, sonrió mas ampliamente, conversó con sus compañeros y rió ante cualquier tontería, ayudó a los demás, hizo grupos de estudio y se esforzó por mostrarle a todos que él era un niño normal, incluso si las voces se hacían cada día mas fuerte cuando al salir de clases se encaminaba a una de sus tantas viejas escuelas que asistió, mirando escondido detrás de un árbol, al hermoso sol que reía mientras se colgaba de los hombros de otro chico.
—No estás loco –se miró al espejo, las ojeras bajo sus ojos, sus labios un tanto agrietados, su garganta seca, cansada de gritar, de llorar, de suplicar que volviese.
Lo estás, estás tan loco como tu madre.
—¡No es cierto! –gritó, agarrando los mechones de su cabello y tirando con desesperación.
¿Entonces por qué lo hiciste? ¿Por qué los mataste?
Mataste a tu rival, mataste a tu mejor amigo.
—Y-yo no lo hice, no maté a Hy-hyunjin –negaba con la cabeza bruscamente, su cuerpo temblaba y los músculos comenzaba a doler.
Lo hiciste y lo sabes, viste el auto aproximarse rápidamente y soltaste su mano para empujarlo.
—No, no, no, callate –suplicaba, su respiración agitada y dificultosa por culpa de las lágrimas, las imágenes del accidente seguían atacándolo incluso dos semana después de lo sucedido.
En un momento tenía a Hyunjin sonriendo a su lado, contandole un mal chiste y al otro había sangre, tanta sangre por todas partes.
Fue tu culpa.
—¡Callate! –agarró lo primero que encontró su mano, tirando la barra de jabón contra el reflejo que se burlaba de él, las grietas que aparecieron solo crearon más reflejos, más personas riendose.
Cayó al suelo, desesperado porque se callasen, abrazando sus piernas contra su pecho, susurrando el nombre de alguien que ya no estaba, ya no vendría a su rescate porque fue su culpa.
Él lo había empujado porque Hyunjin había roto su promesa y lo iba a alejar de Jisung, lo iba a encerrar en ese lugar lleno de locos y lo iba a dejar pudrirse allí como el resto, lo abandonaría, lo separaría de su sol, dejando solo una estrella apagada, un contenedor vacío.
No, Hyunjin jamas le hubiera abandonado, él no era ese tipo de persona y Hyunjin le había dicho que no estaba loco, le había hecho una nueva promesa, que todo mejoraría, pero ya no estaba aquí y nada iba a mejorar.
¿Entonces por qué siempre te incitó a ir a buscar ayuda? Psiquiatra, psicólogos, centros psiquiátricos, tomar tus pastillas, cosas que solo los locos hacen porque la gente normal no lo haría.
Tus compañeros tenían razón y Hyunjin siempre lo supo, estás tan loco.
Seguía negando, ahogándose con cada bocanada de aire, no estaba loco, la señora Hwang como doctora le había dicho tanto a él como a Hyunjin la importancia de cuidar la salud mental aún si es tabú para el resto de gente.
No importa si estas loco, no importa si los asesinaste, hiciste lo correcto.
¿Lo correcto? Le había arrebatado su hijo a una madre y su nieto a una abuela.
Había matado a su mejor amigo, a la persona que siempre estuvo a su lado sin importar que tan roto esté, él único que lo aceptaría con cicatrices y todo; y a un chico que incluso llegó a considerar verdaderamente un amigo, alguien que tras esas capas de timidez y miedo se encontraba una persona tan amable que solo quería seguir adelante.
Lo hiciste por Jisung.
Por un momento todo se detuvo, su sollozos, sus pensamientos, la culpa. Se sintió parado en el tiempo, la gotera de la ducha se detuvo igualmente.
Al final, todo valdrá la pena porque tendrás a tu sol a tu lado.
Casi se sentía como si los murmuros se tornaran de horribles ruidos a la dulce voz de su madre, dejándose arrullar por estos.
Recuerda sus palabras, recuerda lo importante que es tu sol, recuerda que mientras sea tuyo, sin importar porque medio sea, podrás brillar al final.
Asintió, dejando que la oscuridad siguiese consumiéndolo hasta que llegue el momento en que su sol esté únicamente a su lado y lo salve de allí.
Ahora sabes lo que debes hacer.
Asintió.
Las voces tenían razón, todo valdrá la pena al final con tal de tener a Jisung por siempre en sus brazos, disfrutando de quemarse lentamente hasta arder completamente en llamas.
Se levantó del suelo, mirando los fragmentos de su reflejo en el espejo mientras secaba sus lágrimas, cepillaba su cabello y ocultaba las ojeras bajo maquillaje.
Salió de casa con el sonido de su tercera alarma, encontrándose con Jeongin esperándolo apoyando en la pared al lado de la puerta, ojeando su celular con sus ojos apagados. Se acercó, envolviendo sus hombros con su brazo y sonriendo ampliamente mientras se dirigían a la escuela.
Sonrió, rió, hizo grupos de estudio y entregó su tarea, almorzó y jugó a la pelota con sus compañeros, como una persona normal.
Porque Felix no estaba loco y todo lo que hacía, lo hacía por amor.
Dirigió sus ojos a Jisung cuando se acercó, sentándose a su lado en la banca, consolándose mutuamente por el dolor de la perdida que ambos compartían, disfrutando de como su sol le permitió que recostase su cabeza en su hombro, sintiendo la calidez de Jisung filtrándose por su espalda junto a la mano que ofrecía palmadas amables para calmarlo.
Sonrió levemente.
Ok, las cosas se irán poniendo más intensas sns
Espero la historia les esté gustando, aún hay mucho que contar~
Gracias por leer ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro