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15

Por primera vez desde que comenzó este desastre, sentía que era un día tranquilo, aún había gente que murmuraba y la policía incluso había interrogado a varios alumnos del instituto para tener alguna pista de lo sucedido, pero fuera de eso, el día era agradable.

No era demasiado caluroso ni muy helado, el sol brillaba en lo alto de forma agradable y la suave brisa refrescaba su rostro al mismo tiempo que removía su azabache cabello, permitiéndole cerrar los ojos y respirar hondo, ignorando un presentimiento que le venía molestando desde que habló con Felix hace dos días.

La tía del rubio vendría a Corea en unos días y se quedaría una semana, podrían hablar con ella y Felix retomaría su tratamiento, mejoraría y todo podría volver a como era antes.

Sintió unos brazos envolverse alrededor de sus hombros y un peso en su espalda, riendo levemente al saber de quien se trataba.

—Eres malo Jinnie, no me esperaste –se quejó su rubio amigo con un lindo puchero en su rostro y las cejas fruncidas, se veía tan adorable que no pudo resistir el impulso de darse la vuelta para soltarse de su agarre y pellizcar esas pecosas mejillas que tanto amaba.

—Y tú te quedaste viendo a Jisung como un tonto enamorado otra vez –se defendió, escuchando los ruidos de queja del más bajo y apreciando ese tenue rubor.

Realmente se sentía como un día normal, con Felix persiguiendo a Jisung con la mirada como siempre, yendo a almorzar con Jeongin, riendo y divirtiéndose entre los tres, ignorando los problemas que había alrededor, encerrándose en una burbuja donde la felicidad estaba presente y solo eran los mismos chicos de siempre, porque a veces vivir en una fantasía es mejor que afrontar la cruda realidad, vivir en la ilusión de que los días eran como antes es mejor que recordar que ya nada lo era y entre esta calidez de tres amigos se ocultaban secretos, nada cambiaría que Chan está muerto y que aquel adorable chico que tanto amaba era el culpable de este crimen.

Nada cambiaría realmente que Felix ya no era su pequeño sol ni su estrella, ya no era la persona que solía conocer.

—Ten –sacó del bolsillo de su mochila una lata de gaseosa y el rubio la tomó, sonriendole agradecido.

—Muchas gracias Jinnie~ aceptaré este soborno por ahora –ambos rieron, no había murmuros ni oscuridad cuando estaban juntos, siempre habían tenido esta fuerte unión donde todo lo demás desaparecía y solo eran ellos dos.

Comenzaron a caminar en dirección a la casa de Hyunjin.

—Mi mamá estará muy feliz de verte, se queja de que debes ir a visitarla más seguido, ya sabes que ella te adora como si también fueras su hijo.

—La señora Hwang es muy dulce –su sonrisa y expresiones eran tan genuinas a su lado.

—No le digas señora o sabes que te regañara –otra suave risa.

Era maravilloso este pequeño momento, donde podían bromear y reír al lado del otro como siempre, molestandose, empujándose, entrelazando sus dedos con la idea de que el otro no se escape de sus manos porque como podría Hyunjin afrontar un mundo sin su sol y como podría Felix mantenerse cuerdo sin la ayuda de su mejor amigo.

Realmente deseaba que todo mejorase, dejar esto como una pesadilla donde ambos estarían de acuerdo que nunca pasó, nunca hubo un crimen, Felix nunca apuñaló a Chan y Hyunjin nunca supo sobre esto. El pecoso retomaría su tratamiento y todo estaría bien pronto, deseaba que todo estuviese bien pronto.

Y si, sabía que era egoista y que estaba mal el solo ignorar lo que sucedió pero era capaz de hacerlo si eso permitía traer de vuelta a su pequeño sol.

Pronto llegarían a casa de Hyunjin, almorzarian con sus padres en un ambiente lleno de calidez y pequeñas risas, para luego terminar en una pelea de agua del fregadero mientras limpiaban los platos y todo se tornaba en un agradable y humedo desastre, escuchando ambos los regaños de su madre y la orden de bañarse y cambiarse por ropa cómoda y seca.

Pronto vería a Felix lucir su pijama, las mangas largas cubriendo esas pequeñas manos que empezarían a jugar y golpear a Hyunjin con estas, comenzando una nueva pelea hasta cansarse, hasta terminar en la noche dormidos en los brazos del otro mientras veían un maratón de películas de Pixar.

Pero el pronto se sentía tan lejano en el momento en que las luces se acercaron, en el momento en que todo el tiempo se detuvo y esas suaves manos lo soltaron, el dolor golpeando contra todo su cuerpo. Ya no existía un pronto mientras sentía esos cálidos brazos volver a sostenerlo, esa mirada llena de culpa y dolor chocar con la suya, una rota voz llamarle constantemente mientras pedía perdón una y otra vez.

Deseaba poder decirle que todo estaba bien, que le perdonaba, que no importa que hiciese jamas podría odiarlo, deseaba tener más tiempo, deseaba ser él quien lo abrazase con fuerza, pero apenas tenía la fuerza suficiente para levantar su mano y acariciar su mejilla con tanto cariño y cuidado.

Su labios se movieron pero no sabía que su voz sonó al mismo tiempo que sus pensamientos, fue un susurro que se sintió como un grito en una escena llena de silencio, quedándose de a poco dormido porque estaba tan cansado, todo era un ruido sordo a su alrededor y esa voz se sentía tan lejana.

Desearía poder haber mantenido todas sus promesas.

El pequeño azabache ingresó a su hogar tomado de la mano del rubio, su madre quien estaba preparándose para cocinar algo, volteo a verle curiosa.

—Mamá, este es Felix, es mi amigo –lo presentó sonriente el niño, la mujer muriendo de dulzura ante la alegría de su hijo.

Se acercó al tímido pequeño, quien se escondía detrás de Hyunjin con ojos grandes y brillantes.

—Así que tu eres el famoso Felix, es un gusto conocerte –le sonrió la amable mujer y el pecoso correspondió esa sonrisa.

Felix se quedó en casa de Hyunjin esa noche, habiendo disfrutado de una cálida cena en familia, donde los señores Hwang lo trataron como si fuera parte de aquí, como si perteneciese, esto se sentía tan distinto de cuando estaba con su madre.

—Jinnie...

—Ya no llores Lixie, aquí estas a salvo, jamás te voy a soltar.

—¿Lo prometes? –esos ojos lo miraban con tanta ilusión y anhelo.

—Lo prometo.

—Jinnie –movía con desesperacion el cuerpo en sus brazos–. Lo prometiste.

Todo se sentía borroso, a pesar del fuerte ruido de las sirenas y la gente, ningún ruido llegaba hasta sus oidos, atrapado en esta escena hasta que los brazos de unos hombres intentaron apartarlo, forcejeando y peleando, dando todo para no alejarse del cuerpo que yacía tirado en el asfalto, rodeado de sangre, con huesos fuera de su lugar. Miraba la sangre en sus manos, la garganta seca y sus ojos llenos de lágrimas mientras continuaba suplicando.

—Jinnie, tenemos que llegar a tu casa –sollozaba, enloqueciendo cuando intentaban alejarlo–. P-por favor abre los ojos, tu mamá nos está esperando.

Esto se sentía como una película, donde las escenas cambiaban de repente y en un pestañeo estaba sentado en la sala del hospital, el olor a desinfectante demasiado fuerte al igual que el llanto de una madre al perder un hijo.

Miraba sus manos, anteriormente manchadas por la sangre de su amigo, su respiración demasiado agitada mientras las presionaba contra sus oídos, suplicando por una vez que las voces regresasen porque el ruido era mejor que este silencio, esos murmuros eran mejor que la voz rota de la señora Hwang y las sombras podrian obstruir su visión de los ojos rojos y llenos de lágrimas del señor Hwang.

Desearía escuchar las voces porque así tampoco tendría que escuchar su propio llanto ni su voz que suplicaba que esto fuese una pesadilla, que al abrir los ojos despertaría en los brazos de Hyunjin y este lo calmaría con su suave voz, dejando un pequeño beso en su frente que detendría el dolor. Pero no importa que tanto se pellizcase o que tanto cerrase y abriese sus ojos, esta era la realidad.

Nunca llegaron para comer la comida casera del señor Hwang ni el postre de la señora Hwang, nunca llegaron a limpiar los platos ni pelear, nunca durmieron abrazados y sus manos al final se soltaron.

—Hyung, por favor, abre los ojos –una suave voz lo llamaba.

Abrió sus ojos, rojos y llenos de lágrimas, mirando al chico que estaba sentado en su cama y sostenía sus hombros. Jeongin siempre era tan sonriente y brillante pero en este momento lucía tan roto como hace tres días.

—Jeoginnie –murmuró, tomando el celular que descansaba en su almohada para ver la hora, levantándose de la cama–. Tenemos que apresurarnos o llegaremos tarde a la escuela y Jinnie nos va a regañar y lo sabes –rió levemente mientras se acercaba a su armario, sin comprender porque las lágrimas no se detenían mientras se estaba cambiando.

Intentó secarlas desesperadamente pero simplemente seguían cayendo, fluyendo por sus mejillas mientras Jeongin lo abrazaba.

—N-no entiendo que me pasa –intentó reír pero con el nudo en su garganta todo era demasiado difícil.

—Hyung... –fue todo lo que dijo Jeongin mientras le abrazaba con mayor fuerza, permitiendo que el rubio se derrumbase en sus brazos.

—Lo si-siento –la palabra se había repetido tantas veces desde esa noche que Jeongin se quedó.

—Está bien.

Pero nada estaba bien.

Hyunjin había muerto.

—No tienes la culpa.

Todo fue tu culpa.

Se que me desaparecí por un gran rato pero también andaba con un enorme bloqueo del cual aún estoy saliendo, este capítulo no quedó tan bien como esperaba pero ya lo he modificado muchas veces y quiero poder seguir avanzando con la historia.

Espero a estés le haya gustado y les siga interesando este simple fic, intentaré que los próximos capítulos sean mejores ^^

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