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Capítulo 7

Las visitas se habían acabado y para JungKook era difícil tener que ver a sus hyungs partir sin él. Los abrazó una última vez sin hacer ningún escándalo esta vez, caminando a su habitación se encontró a WooBin sonriéndole un poco.

— Se siente bien cuando vienen a verte, ¿Cierto?

— Supongo—suspiró mirando aquel pasillo recordando algo— ¿Has visto a SooMin?

— No, tampoco la vi con nadie.

JungKook mordió su labio comenzando a pensar en que tal vez ese día nadie había ido a ver a la chica.

[...]

Por la noche, en el comedor durante la cena la chica no apareció y las dudas de JungKook junto a WooBin comenzaron a ser las mismas. Cuando las luces estaban apagadas y los pacientes dormían en sus habitaciones, JungKook se tomó el atrevimiento de salir de su cuarto mirando a ambos lados de ese pasillo oscuro, todo estaba en silencio, miró la puerta frente a él, esa que era de WooBin, por un momento pensó en pedirle que le acompañara, pero luego prefirió ir solo.

El chico llevaba su ropa para dormir, no se sentía lo suficientemente cansado para descansar, tal vez WooBin tenía razón, ver a las personas que quieres siempre te hace sentir mejor.

SooMin estaba en el quinto piso, debía ir por las escaleras y subir en silencio, notó algunos del personal haciendo guardia con sus linternas en mano asegurándose de que todo estaba en orden. Cuando llegó a la puerta de la chica pensó en tocar, pero eso se fue al carajo cuando dos enfermeras estaban revisando ese pasillo, entró rápidamente cerrando detrás de sí.

Calmó su corazón respirando profundo, giró sobre sus talones encontrándose con un cuarto diferente al suyo, SooMin tenía algunas flores junto a su ventana, máximo cinco, no había cuadros ni fotos, no había espejo, no había mesa de noche y tenía colores diferentes al suyo, ésta era blanca con un color salmón suave. Frunció el ceño con algo de curiosidad, en una esquina, justo en el escritorio de madera, encontró algunas casitas para pájaros del mismo material.

Cierto, SooMin estaba en el taller de carpintería.

Antes de admirar su trabajo se fijó en algunos frascos de pintura abiertos o cerrados, pinceles de diferentes tamaños y hasta simples accesorios para decorar aquellas casitas.

"Tiene mucho talento para ello, pero... ¿Por qué solo casitas para pájaros?"

La puerta del baño se abrió tomándolo por sorpresa, JungKook dio un respingo cayendo casi al suelo y SooMin lo miró incrédula, ella también llevaba su pijama puesta.

— ¿Qué demonios haces en mi cuarto?

— Lo siento, yo...—sus mejillas ardieron, él ni siquiera se había percatado de que la cama estaba vacía, JungKook había sido tan despistado como TaeHyung—Sólo...quería saber si tú...estabas bien.

Jeon JungKook nunca ha sido un Don Juan en mujeres, podría tener muchas fanáticas muriendo por él, pero en sí, JungKook no ha experimentado lo que es enamorarse o amar a alguien, sentía que no estaba preparado para eso, estar rodeado de idols femeninas le colocaba nervioso además de ansioso, pero claro, cuando sus problemas emocionales comenzaron lo menos que le importaba era aquello.

Que él se preocupara por esa chica podía ser un milagro.

— ¿Casi a mitad de la noche? —levantó una de sus cejas queriendo una excusa más lógica— ¿Por qué estaría mal de todos modos? ¿Cómo llegaste aquí? Nunca has venido a mi cuarto...

— WooBin—contestó—Por favor, no te enojes con él—pidió— ¿Vinieron tus padres al fin?

— No, no vinieron—tomó una bocanada de aire luciendo cansada—Será mejor que regreses a tu habitación antes de que Matthew vea que no estás allí.

Pero JungKook no pensaba irse.

— Así que te gusta hacerles un hogar a las aves—señaló llamando su atención, SooMin sonrió algo avergonzada acercándose a una de ellas, la tomó entregándosela al chico quien no dudó en echarle un vistazo, aquella casita tenía un techo, dos agujeros pequeños perfectos para el cuerpo diminuto de ellos y dos palos pequeños para que éstos se pararan sobre él—Son realmente hermosas, SooMin.

— Los pájaros me recuerdan a Sarah, así se llamaba la nieta del director Kwang—suspiró—Ella decía que le gustaba mucho ver como volaban o extendían sus alas—JungKook la miró notando una sonrisa linda en sus labios, sus ojos se iluminaban cuando hablaba de su amiga y hasta ahora es que escuchaba su nombre—Incluso había pensado en hacerse un tatuaje en la muñeca.

— ¿De pájaros?

— Sí, era una pulsera donde aquellas aves danzaban en el hilo que rodeaba la muñeca—especificó—Cuando ella murió pensé en hacerme uno en su honor, pero es doloroso, ¿Sabes? Soy cobarde con eso.

— Me gustan los tatuajes—opinó dejando la casita en el escritorio, JungKook tomó algunos frascos de pintura mirándolos—He querido tatuarme desde hace un tiempo, pero mis hyungs dicen que estoy bien así.

— ¿Tu agencia lo aprueba?

— No lo sé exactamente, a veces temen que pierda la apariencia dulce y buena que las ARMYS tienen de mí...

— Eres humano, no siempre serás dulce y bueno—miró aquel perfil atractivo—No eres un niño, JungKook, eres un hombre.

Aquellas palabras le avergonzaron de cierta manera, pero sabía que tenía razón. A pesar de tener la habitación a oscuras, el ambiente era agradable entre esos dos.

— ¿Los pintas aquí? —cambió el tema señalando los frascos en su mano.

— Mi profesor descubrió que pintar calma mi ansiedad—explicó—Me gusta pintar, no sabía de qué era capaz hasta que llegué aquí—se encogió de hombros—He querido pintar las paredes de este cuarto, pero el director no lo permitió, a cambio me dejó tener esto en mi cuarto.

— Eso es bueno—asintió dejando aquello en su sitio prosiguiendo con los pínceles— ¿Por qué hay tantos?

— Todos tienen una función—explicó— ¿Ves estas líneas negras que van por cada borde del techo creando formas ovaladas? —el maknae asintió—Se hace con el más delgado de todo, suelo usarlo para añadir esos detalles.

— Tienes buen pulso para no salirte de su lugar—comentó.

— ¿Quieres que te enseñe?

— Sí.

SooMin tomó asiento en la silla frente al escritorio, encendió la luz de la pequeña lámpara de allí para poder ver mejor, JungKook apoyó su mano del respaldar de la silla y de la mesa apreciando los movimientos de la joven que olía a fresas.

Ella comenzó a mostrarle e indicarle como solía pintar y aplicar uso a cada pincel o pintura, JungKook se mantuvo con la boca entreabierta notando a los minutos que aquella casita tomaba vida propia con colores tan simples como los de esos frascos, sonrió inconscientemente mirando como SooMin mordía su labio de vez en cuando o los humedecía dejando la punta de su lengua a la vista viéndose adorable.

Algo extraño pero lindo pasó esa noche y era que JungKook comparaba esa casita consigo mismo, él había llegado allí sin colores que lo llenaran de vida, ¿Acaso SooMin había añadido el primer color en él? Porque no negaba que desde hace un mes esa chica viene volviéndose en su mejor compañía.

SooMin siempre le escuchaba o le colocaba ejemplos, además de que le gustaba lo directa que era sin importar qué. JungKook comenzaba a sentirse normal.

Y tal como al principio, en ese centro de rehabilitación no era un idol, allí nadie le estaba siguiendo ni le presionaba con cada cosa que hacía.

Allí estaba siendo realmente libre o eso creía él.

Quizás si le ayudaría ese lugar después de todo.

•••

Escribí esto escuchando Epiphany 💙

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