Al darme cuenta de que todo en el mundo mortal estaba de cabeza por mi madre me sentí terrible.

Recuerdo como Hades hablaba con Hermes cuando entré a la estancia del trono, era el primer Dios que veía del exterior en todo aquel tiempo además era un buen compañero y muy bromista cuando no estaba tan ocupado, había sonreído en dirección a ellos, no sin antes fijarme que Hades no se veía bien, parecía cargar el peso del cielo en sus hombros, su mirada se notaba tan afligida y cansada que un sentimiento de protección se instalo en mi pecho, no me gustaba verle así, lo odiaba.

-¿Que sucede? - había preguntado curiosa pues no era normal la situación, cuando el Dios de los viajeros venía de visita al inframundo no duraba tanto, siempre estaba ocupado, observe al Dios mirarle de forma acusadora.

-¿No le has dicho nada de lo que ha echo la loca de su madre? - pregunto sorprendió e irritado, parecía que le mataría en cualquier momento.

-No tenía por qué saberlo - contestó el en un susurro triste, no entendía nada de lo que pasaba, solo tenía una pequeña parte de la información.

Mi madre, ella hizo algo terrible...