【 026 】
୨ ♡ ୧
Devon estacionó su motocicleta afuera de la florería donde trabajaba su madre. Era un local pequeño pero junto a las demás tiendas, lucía hermoso y lleno de vida.
Apagó la motocicleta y se quitó el casco mientras miraba el local. Sabía que su madre quería abrir su propia pastelería pero era algo bastante complicado pues implicaba una gran cantidad de gastos. Devon esperaba algún día poder ayudarle de alguna manera. Quería que el mayor sueño de su madre se hiciera realidad.
Luego de reunir un poco de valor, caminó hacia el local y al abrir la puerta resonó una campana por todo el lugar. Había muchísimas plantas por todas partes y aunque Devon ya había estado en ese lugar muchas veces antes, podía notar los cambios de la última vez.
—Bienvenido, en un segundo estaré con usted —escuchó la voz de su madre en la parte de atrás. No pudo evitar sonreír un poco mientras seguía avanzando hasta la caja registradora.
No pasó más de un minuto cuando vio a su madre salir de una puerta que seguramente la llevaba al almacén. La mujer frunció el ceño al ver a su hijo en ese lugar. No se suponía que debiera estar allí.
—¿Necesitas ayuda con eso? —preguntó Devon señalando la caja que llevaba en las manos.
La mujer negó mientras la dejaba en el suelo. Estaba vacía a caja. Miró a su hijo entre molesta y preocupada.
—¿Qué haces aquí? Se supone que deberías estar en la escuela. ¿Pasó algo? ¿Estás bien, Devon?
Devon la miró con tristeza. No era realmente muy unido a ella pues recíen la estaba conociendo pero aún así, le hubiese gustado seguir a su lado un poco más.
Hubo un momento de silencio, silencio que fue muy desesperante para la mujer pero aún así se mantuvo calmada esperando a que su hijo dijera lo que tuviera que decir.
—Hay algo... hay... algo que quiero decirte —murmuró Devon.
La expresión de la mujer cambió a una de preocupación y sin dudarlo, dio unos pasos al frente hasta estar frente a su hijo.
—¿Qué sucede, cariño?
Devon no quería alargar más el momento y aunque no era el mejor lugar, decidió que era mejor decirlo ya.
—Desde hace un tiempo lo he estado pensando... desde lo de Eugene —Devon bajó la mirada ante el recuerdo— la verdad no me he sentido muy bien desde entonces. Mi mente siempre está en otro lugar, no tengo ganas de nada y aunque estoy rodeado de amigos y familia... no puedo evitar sentirme solo —se aclaró la garganta y miró a su madre— le agradezco a Charlie todo lo que ha hecho por mi, y te agradezco a ti por ser la madre que siempre quise. Pero... he pensado en que quisiera darme un año sabático. Quiero dejar la escuela por un tiempo y viajar tanto como pueda para tratar de sanar. Si es que eso tiene sentido —dejó salir una risa sin gracia y volvió a mirar el suelo— no quiero decepcionarte pero realmente no tengo ni idea de lo que quiero para el futuro y ahora mismo siento mi cabeza a punto de explotar por tantas cosas por las que he pasado... además... —
—Está bien —su madre lo interrumpió y Devon la miró con sorpresa. Tenía los ojos llenos de lágrimas— sé que no he sido una buena madre para ti, cariño y no tengo el derecho de obligarte a hacer algo que no quieras —su voz se rompió— pero no dudes en que siempre te apoyaré incondicionalmente pase lo que pase. Y si quieres irte está bien... de todo se aprende algo.
Devon intentó sonreír pero no lo logró por completo y sin pensarlo, abrazó a su madre.
—Gracias, mamá —susurró— prometo que estaré bien. Llamaré siempre que pueda.
Se separaron luego de un momento y la mujer limpió su rostro con el cuello de su playera.
—No tengo mucho dinero pero puedo darte... —
—No es necesario —interrumpió Devon— ya tengo todo lo necesario.
Amy asintió y las lágrimas se volvieron a acumular.
—Entonces está bien. ¿Te despedirás de Charlie?
Devon lo pensó un momento. Era muy extraño, pero sentía que había creado un lazo más fuerte con Charlie que con su propia madre y le dolía mucho mas decirle adiós a Charlie. Nunca podría agradecerle lo suficiente, pero al menos le debía eso.
—Sí. Lo iré a ver cuando salga de aquí y luego pasaré a casa por mis cosas.
Amy asintió con una sonrisa.
—No olvides que te amo, Devon. Pase lo que pase, siempre seré tú madre y estaré esperando tu regreso cuando te sientas listo.
—Gracias, mamá.
Sin mas palabras, Devon salió del local y se subió a su motocicleta para dirigirse a la comisaría. Esperaba que Charlie estuviera ahí.
Amy también salió del local y observó a su hijo mientras se alejaba y las lágrimas brotaron sin parar. Lo amaba pero estaba segura de que eso era lo mejor. Quería que su hijo fuera feliz y si lo era lejos de ella, entonces podría aceptarlo.
Devon se detuvo esta vez frente a la comisaría. Era un edificio bastante pequeño pero había varias patrullas afuera. Trató de no pensar mucho en las cosas y rápidamente se acercó al lugar.
El guardia de la entrada lo miró con el ceño fruncido.
—Hola, busco al sheriff Swan.
Asintió.
—En su oficina, al fondo.
—Gracias.
Dio pasos lentos pero firmes mientras se acercaba. No quería decirle adiós a Charlie. No era un adiós para siempre... pero aún así. Charlie fue el padre que siempre deseó tener y dolía mucho dejarlo ir.
Una vez frente a la puerta de madera, vio la placa con el nombre de Charlie y llamó un par de veces con suavidad.
—Adelante —escuchó del otro lado.
Devon abrió. Charlie estaba escribiendo algo en unos documentos. Parecía bastante ocupado.
El hombre terminó de escribir algo y miró a Devon, sorprendiéndose por su repentina presencia.
—Devon, ¿no deberías estar en la escuela? —el nombrado sonrió un poco al recordar las exactas palabras de su madre.
—No fui a clases —hizo una pequeña mueca— ¿podemos hablar un momento?
Charlie parecía preocupado, pero aún así asintió.
—Por supuesto, muchacho. Toma asiento.
Devon se sentó frente al escritorio con la mirada baja tratando de pensar en sus palabras. Charlie lo miraba expectante pero no quiso presionar.
—Vengo del trabajo de mamá —comenzó y miró al hombre— hablé con ella antes de venir aquí.
Charlie asintió.
—¿Está todo bien?
Devon no contestó por un largo momento.
—Le dije a mamá que quería abandonar la escuela. Tal vez no tanto como abandonarla... sólo quisiera darme un descanso. Un año sabático —Charlie frunció el ceño y asintió ligeramente confundido— me he sentido muy cómodo desde que mi padre decidió botarme... pero no sé. Me gusta este lugar aunque han pasado muchas cosas y mi cabeza es un completo desastre. Desde la muerte de Eugene y... —desde que él mismo murió— otras cosas que han pasado... siento que no puedo más. Quiero crecer y tratar de conocer a otras personas y otros lugares. Los quiero mucho a ti y a mi madre y nunca podré agradecerles los suficiente lo que han hecho por mi. Pero decidí irme hoy mismo de la casa.
Charlie quedó en shock por un momento. No lograba procesar por completo las palabras de Devon. Pero lo sabía... dijera lo que dijera, no podría evitar que Devon se marchara y tampoco quería ser horrible y retenerlo en un lugar donde no era feliz.
—No eres mi hijo —habló Charlie por fin y Devon sintió una cuchillada en el corazón— pero te amo como si lo fueras.
Carajo. Le había dado un susto de muerte, ¿eso era posible? Probablemente no.
—Sé que has pasado por cosas muy difíciles, Devon —continuó Charlie— lo supe desde aquella vez en el hospital cuando te dislocaste el hombro y vi todas esas cicatrices en tu cuerpo. No sé exactamente lo que ese hombre te hizo pero ningún niño merece ser tratado de esa forma. Todos merecen amor y respeto sin importar nada. Y yo te quiero y siempre te querré. Y si quieres abandonar la escuela y viajar por el mundo de mochilero, te apoyaré. Pero quiero que sepas que siempre tendrás un hogar al cual volver.
—Gracias, Charlie —murmuró. Sí. Definitivamente Charlie era el padre con el que siempre soñó.
—Solo no olvides llamar de vez en cuando para saber que estás bien. No quieres preocupar a tu madre, ¿cierto?
Devon sonrió con un asentimiento.
—Cierto.
Devon se puso de pie y luego de un asentimiento en forma de despedida, salió de la oficina sin mirar atrás. No tenía ni idea de cuando los volvería a ver pero en algún momento regresaría.
Devon salió de la comisaría y se subió a su motocicleta antes de colocarse el casco. Así, fue rumbo a su hogar para empacar algunas de sus cosas e irse a la residencia Cullen. No tenía nada que decirle a Bella, así que decidió que lo mejor era no despedirse de ella.
Al llegar a la residencia Cullen, Devon se encontró con Carlisle y Esme en la entrada guardando un par de maletas en un auto. Esme le dirigió una sonrisa a Devon mientras se acercaba a él.
—¿Cómo te fue? —acarició suavemente su brazo.
—Tan bien como podría. Pensé que sería más difícil tratar de convencerlos.
—Tranquilo. Sé que los volverás a ver.
Devon asintió.
—Gracias, Esme.
—Si quieres entra. Le estábamos ayudando a Rosalie a subir algunas maletas a su auto pero no tardarán mucho en irse.
Devon le sonrió sin saber qué decir en ese momento y se adentró a la casa. Rosalie y Emmett iban de un lado a otro empacando algunas cosas.
Entonces apareció Edward quien miró a Devon sin estar muy seguro de qué decir.
—Puedes quedarte en mi habitación o la de Ronan mientras tanto. Como dije, esperaremos a que todos los demás se vayan y... no sea tan complicado para Bella.
Devon asintió y sin decir nada continuó con su camino a la habitación de Ronan.
—Por cierto —le habló Edward de nuevo, Devon lo miró— Ronan te dejó un obsequio. Está en su habitación.
—Gracias —murmuró.
En un momento estuvo en la habitación de Ronan. Nada había cambiado, como si no hubiera querido llevarse nada de ese lugar pero en la cama había una caja de regalo, envuelta con un bonito papel azul oscuro mate. Devon dejó caer su mochila en el suelo y se sentó en la cama tomando la caja entre sus manos.
¿Pueden adivinar qué le regaló? 🌚
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