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Devon estaba de pie al fondo de la habitación con un traje negro y las ojeras más marcadas que jamás haya tenido en toda su vida. Era el funeral de Eugene, le había pedido permiso a su madre de ir y la mujer ni siquiera lo dudó en dejarlo asistir. Entendía por lo que su hijo estaba pasando.

Entonces Devon había regresado a Pittsburgh por unos días, siendo recibido por Margo. Al parecer su padre estaba fuera del país por cuestiones de trabajo y eso fue bastante afortunado ya que Devon no tenía ganas de lidiar con ese hombre en un momento así.

Desde su lugar pudo ver a los padres de Eugene llorando pero no se atrevió a acercarse a ellos para darles el pésame. Aún se sentía algo culpable y se conformaba con que le hubieran permitido asistiría a ese funeral.

Las lágrimas se volvieron a acumular pero las limpiaba antes de que pudieran derramarse. El solo ver la foto de Eugene allí hacía que su corazón pesara más de una forma dolorosa.

Pasaron un par de horas y poco a poco los presentes se comenzaron a retirar. Logró ver a algunos estudiantes de la escuela que eran amigos de Eugene pero no se acercó a ellos ni ellos a él. Sin embargo, había escuchado que le harían una pequeña ceremonia en la escuela.

—¿Devon? —regresó a la realidad cua el escuchó que alguien lo llamaba. Vio a la madre de Eugene frente a él.

Él asintió.

—Sí —murmuró.

La mujer le dirigió una sonrisa triste y sacó algo de su bolsillo. Era una hoja de cuaderno. Ella se lo entregó junto con una cajita de madera.

—Gracias por venir —le dijo la mujer con un tono de tristeza en su voz— me hubiera gustado conocerte en otras situaciones. Pero... mi Eugene de verdad te quería, no dudes de eso. Él tenía mas problemas de los que crees, y no quiero que te sientas culpable de lo que pasó. Eso sólo fue la gota que derramó el vaso.

Devon asintió tratando de ahogar un sollozo y tomando la hoja y la caja.

—Lamente su pérdida, señora Kennedy. Eugene era una chico genial. Realmente lo quería mucho.

La mujer asintió y se marchó lentamente junto a su esposo. Entonces Devon miró la hoja con tristeza y con miedo de ver lo que contenía.

Tardó un momento hasta que finalmente la abrió y sonrió al reconocer la letra de Eugene. No era realmente una carta, parecía mas bien una nota.

Devon, sé que te estarás destrozando el cerebro pensando que esto fue tu culpa pero no es así. De ti aprendí que no debía tener miedo a ser yo y comencé a ignorar lo que me decían en la escuela pues aún tenía amigos que me aceptaban tal cual era. Solo creo que no estaba realmente conforme con mi vida y había muchas mas cosas que me atormentaban. Recuerda que siempre te querré, Devon.

Siempre tuyo, Eugene.

Devon trató de sonreír un poco pero las lágrimas brotaron en silencio.

—Si algo te atormenta, debiste habérmelo dicho, tonto —murmuró pero guardó la nota.

Enseguida abrió la caja de madera y se encontró muchas fotografías que él mismo le había tomado a Eugene, muchas eran sólo de Eugene pero también había varias donde aparecían los dos. También había varias otras cositas que probablemente Eugene había guardado de sus citas y regalos que Devon le había dado. Devon no retuvo ni limpió las lágrimas que comenzaron a brotar de nuevo.

Estuvo en la ciudad algunos días mas con Margo, ayudándole con los niños pues ya había dado a luz a su segundo hijo y parecía que se estaba volviendo loca ella sola. Sin embargo, tenía que regresar a casa.

Pero antes de regresar, aún había un pequeño asunto que debía arreglar. Aquella mañana en la que debía regresar a casa, salió de su antiguo hogar luego de despedirse de Margo, prometiendo que avisaría cuando llegara. Sin embargo, su primera parada antes del aeropuerto fue su antigua escuela.

Había un pequeño altar en honor a Eugene, Devon se quedó mirando un momento y enseguida continuó con su camino. Nadie parecía notar mucho su presencia y eso era bueno.

Caminó por los pasillos, aún faltaban poco más veinte minutos para que comenzaran las clases, así que tenía el tiempo suficiente para cumplir con su misión.

Llegó a los baños de hombres, los que estaban más alejados de la entrada, prácticamente al otro lado de la escuela y justo como había imaginado, allí estaba Gerald George. El tipo al que le había roto el pómulo y la razón por la cual su padre decidió mandarlo con su madre. Gerald aún tenía vendada una parte de la cara y el moretón aún era totalmente visible, sin embargo, estaba con sus otros cinco amigos y los seis estaban molestando a un pobre chico de primer año que probablemente sólo estaba pasando por allí.

Devon sintió una repentina ira y no lo dudó cuando se acercó a ellos con las manos hechas puño.

—Ni porque te rompí la cara dejas de ser molesto —habló Devon con más calma de la que pensó.

Gerald se congeló al instante al escuchar la voz de Devon y lentamente volteó a mirarlo. Parecía que había visto un fantasma pues de pronto se veía mucho más pálido. Los otros cinco también parecían confundidos y el pobre chico aprovechó la oportunidad de irse corriendo.

—Parece que no aprendiste tu lección la última vez —habló Gerald con confianza.

Devon dejó ver una sonrisa.

—Parece que el que no aprendió su lección fuiste tú. Además, hoy no hay nadie que te defienda, nadie sabe que estoy aquí y... —Devon suspiró mientras sacaba una hoja del bolsillo de su chaqueta, era la foto que su madre le había mostrado— quisiera saber si fuiste tú quien repartió estas hojas.

El pequeño valor que Gerald había adquirido, desapareció repentinamente e incluso sintió que desmayaba.

—Yo... —ni siquiera era capaz de hablar— yo no quise... yo... eso fue.

Era obvio que Gerald se sentía culpable por el suicidio de Eugene pero eso a Devon no le importaba ni un poco. Las iba a pagar aunque no podría matarlo.

Devon volvió a guardar la hoja en su bolsillo h miró fijamente a Gerald.

—Si no quieren sufrir las consecuencias ustedes también, les sugiero que nos dejen a solas.

Los otros cinco tipos ni siquiera lo dudaron cuando se fueron corriendo. Gerald casi se orinaba en los pantalones al notar que no había nadie que lo respaldara.

Devon se acercó a él con enfado y no lo dudó ni un poco cuando le dio el primer golpe. Gerald estaba tan aterrado que no le dio tiempo de reaccionar. Devon realmente quería matarlo, por su culpa Eugene había muerto pero tal vez era un mayor castigo vivir sabiendo lo que hizo. Sin embargo, no se controló cuando lo siguió golpeando hasta dejarlo inconsciente en el suelo. Sus nudillos y su ropa estaban llenos de sangre pero aprovechó a pasar al baño para limpiarse.

Al salir, Gerald estaba recuperando la conciencia, pero se notaba lo adolorido que estaba.

—Oh, por cierto —Devon se puso de cuclillas junto a él— si tú o alguno de tus amiguitos le dice a alguien sobre esto... bueno —sonrió— mejor que no pase eso. ¿Entiendes?

Gerald no pudo más que asentir con lágrimas en los ojos.

—Buen chico.

Devon se puso de pie y se marchó de aquel lugar. No quería admitirlo, pero de hecho se sentía un poco mejor luego de haberlo golpeado. ¿Quien rayos había dicho que la venganza era mala? Cuando en realidad se sentía muy bien.

🥀

Al llegar al aeropuerto de Seattle fue recibido únicamente por Charlie. Era jueves por lo que seguramente Bella estaba en la escuela y su madre en el trabajo.

—No debiste molestarte —le dijo a Charlie cuando lo vio.

El hombre negó con una pequeña sonrisa.

—Nada de eso. Igual tenía que venir hacia acá por lo de un caso, así que me quedaba de camino.

Devon le sonrió agradecido y ambos se dirigieron a la patrulla. No había maletas por lo que fue más rápido. En el auto ambos permanecieron en silencio un largo momento.

—Entonces... —Charlie se aclaró la garganta— te gustan las chicos.

Devon volteó a verlo con cierta diversión, Charlie miraba al frente mientras tomaba con ambas manos el volante. Sin querer dejó salir una risa.

—Sí, Charlie. Me gustan los chicos.

Charlie asintió nervioso.

—Eso está muy bien —miró rápidamente a Devon— quiero decir, realmente está bien. Debes ser feliz y yo espero que seas feliz.

Devon volvió a reír suavemente.

—Gracias, Charlie. Aprecio que lo digas.

El nombrado asintió, se sentía más ligero. No quería incomodar a Devon de ninguna manera pero también quería estar seguro de lo que Amy le había dicho.

—Si te molestan por eso, llámame —hablo con más seguridad esta vez— soy oficial y nadie se mete con mi familia. No tienes que soportar malos tratos ni mucho menos.

Devon sintió calidez en su pecho al escucharlo. Cuando le dijo a su padre que le gustaban los hombres, lo miró con asco y le dijo que era un maldito fenómeno mientras le daba un fuerte golpe en la cara. Margo tuvo que intervenir esa ocasión.

Pero estaba feliz de que Charlie y su madre tomaran tan bien esto.

—Gracias, Charlie. En serio.

El nombrado asintió y continuaron el viaje con una charla bastante tranquila.

🥀

Así comenzaron a pasar los días. Devon enfrentaba su duelo de la mejor forma que podía pero aún era difícil. En esos mismos días, tampoco había visto a Edward, lo que resultó algo extraño pues sus hermanos asistían con regularidad. Pero al final le restó importancia y se concentró en sus estudios.

Fueron dos semanas muy tranquilas.

Aquella mañana, Devon salió de la casa detrás de Bella quien se resbaló con un poco de hielo que estaba en la entrada y corrió a ayudarla a ponerse de pie.

—Gracias —murmuró la chica.

Charlie también se acercó a prisa, iba llegando en la camioneta de la chica.

—¿Estás bien? —le preguntó a su hija.

—Sí, aunque el suelo no hubiera estado congelado me habría resbalado —bromeó y Devon dejó salir una risa.

—Bueno, le cambié las llantas a tu auto. Hoy llegaré tarde —miró a ambos— tengo que ir al condado de Mason. Así que cenen sin mi. Un animal mató a un guardia de seguridad.

—¿Un animal? —preguntó Bella con preocupación.

—Aquí ya no es Phoenix —le recordó— tengo que ir a ayudar.

Charlie se dirigió a su patrulla.

—Ten cuidado —le dijo Bella.

—Nos vemos más tarde —se despidió de ambos y subió a su auto para arrancar.

Bella miró a Devon.

—¿Quieres que te lleve? Parece que lloverá más fuerte en cualquier momento.

Devon negó.

—Gracias, Bella. La verdad prefiero ir en mi moto.

La chica asintió.

—Entonces te veo en la escuela.

Devon se colocó sus guantes que había guardado en los bolsillos de su chaqueta y luego se colocó el casco. Se despidió de Bella con la mano antes de arrancar.

Al llegar a la escuela dejó su motocicleta debajo de un árbol bastante frondoso para evitar que se mojara tanto y así se adentró al edificio. La primera a la que encontró fue a Ángela.

—¿Te enteraste? —le dijo Angela con emoción. Devon la miró sin comprender.

—¿Qué cosa?

—El baile, por supuesto. Ya lo anunciaron oficialmente.

Devon se encogió de hombros.

—Que bien, supongo.

La chica dejó salir una risa.

—¿Ya sabes a quien vas a invitar?

—Bueno... no. Recién me enteré que habría un baile.

Ángela mordió su labio con suavidad mientras asentía.

—¿Podría pedirte un favor? —habló la chica luego de un momento.

—Seguro.

Detuvieron su caminata y Devon la miró con curiosidad.

—¿Podrías preguntarle a Eric a quien planea invitar? Realmente quiero ir con él pero no quiero hacerme falsas esperanzas.

Devon sonrió un poco y colocó una mano en el hombro de la chica. A lo lejos vio caminar a Edward Cullen.

—Por supuesto, Ángela. Yo le pregunto —le dio un pequeño apretón— pero no te preocupes tanto por eso. Estoy seguro de que muchos chicos esperan poder ir contigo.

Las mejillas de la chica se calentaron un poco pero al final sonrió.

—Gracias, Devon —volvieron a caminar un momento— por cierto, tal vez te lo digan más tarde pero los padres de Mike saldrán todo el fin de semana y hará una fiesta en su casa. Deberías venir.

Devon lo dudó un segundo pero en realidad le gustaba la idea. Hacía tiempo que no salía y tal vez una fiesta le caería de maravilla.

—Seguro. Si Mike me invita, iré.

Ambos rieron.

—De acuerdo. Nos vemos en el almuerzo.

—Seguro.

La chica se marchó y Devon siguió con su camino hacia su casillero para tomar algunas cosas.

—Jessica está esperando a que la invites —escuchó una voz pero no tuvo que darse la vuelta para saber de quién se trataba— y parecía que Ángela pensó que la invitarías hace un momento.

Sonrió un poco antes de cerrar el casillero.

—¿Ah, sí? —dio la vuelta para encontrarse con Edward.

—Eso escuché mientras venía para acá.

—Creo que quedará muy decepcionada. Probablemente ni siquiera venga ese día.

—¿Por qué no?

Devon miró rápidamente los labios de Edward, aunque fue alguna clase de reflejo. En su ser estaba ser coqueto y cuando alguien le interesaba, no dudaba en sacar sus habilidades a flote.

—En realidad no tengo ganas —comenzó a caminar y Edward lo siguió— de todas formas no quiero invitar a ninguna chica o chico. No conozco a nadie lo suficiente.

Edward asintió en comprensión pero antes de que pudiera decir algo más, Devon se adelantó.

—No habías venido —le dijo Devon con una sonrisa maliciosa.

—Tuve algunos problemas personales. Me fui de la ciudad unos días.

—Química no era lo mismo sin ti.

Edward puso los ojos en blanco con diversión y se acercó a Devon tanto que sus narices casi chocaban. Pudo escuchar sus latidos acelerarse de pronto.

—Entonces, nos veremos en química —habló en voz baja y se marchó a paso rápido por el pasillo.

Devon sonrió mientras negaba y también se dirigía a su salón. Edward Cullen era una persona bastante curiosa y aún no lograba comprenderlo del todo.

Fue un día bastante tranquilo para Devon pero al finalizar las clases sólo quería regresar a casa lo más pronto posible y dormir un rato. Así que en cuanto la última clase termino, el chico salió a toda prisa antes de encontrarse con sus amigos y se dirigió a su motocicleta.

Vio a Bella al otro lado del estacionamiento, seguramente ella también iba a de regreso a casa lo más pronto posible. Tal vez le diría si quería ir a cenar fuera ese día ya que su madre estaría en la florería hasta tarde y Charlie ya había dicho que llegaría muy tarde.

Subió a su motocicleta y se colocó los guantes asegurando el fieltro para que le apretaran un poco y enseguida acomodó su chamarra para que lo cubriera hasta el cuello evitando el frío y finalmente se colocó su casco.

Entonces arrancó pero todo pasó muy rápido y Devon apenas pudo registrar los sucesos en su cerebro. Había avanzado un par de metros pero vio un auto que comenzaba a salir y una camioneta que no pudo frenar. Él intentó frenar pero la calle estaba muy húmeda y terminó perdiendo el control de su motocicleta, estrellándose contra el auto que intentaba salir primero y saliendo volando un par de metros por sobre el maletero del auto golpeándose con bastante fuerza al caer. Pero no sólo eso. La camioneta que no pudo frenar fue a estrellarse contra la camioneta de Bella.

Agradecía haberse puesto el casco o de lo contrario habría sido un golpe terrible pero aún así sintió un fuerte dolor.

—Devon, ¿estás bien? —escuchó la voz de alguien pero en ese momento no logró reconocer a nadie pues tenía los ojos cerrados con fuerza. Se limitó a levantar el pulgar aunque un fuerte dolor en el hombro le hacía aguantar la respiración para no quejarse.

No quisieron moverlo hasta que una ambulancia llegase. ¿Era su karma por haber disfrutado tanto de haber golpeado a Gerald?







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