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୨ ♡ ୧

Cuando el lunes llegó, Devon se fue junto a Bella en la camioneta de esta última. La chica se notaba muy nerviosa y algo desconfiada, por lo que Devon se ofreció a hacerle compañía los primeros días y ella con bastante gusto dijo que sí. No quería estar sola y parecer un bicho raro mas de lo que ya se sentía.

Fue así que Devon la acompañó a hacer todos los trámites necesarios justo como él lo había hecho a su llegada y luego de pasar por el estacionamiento de profesores, se dirigieron al de estudiantes, donde Bella dejó su camioneta y se preparó mentalmente para todas esa miradas llenas de curiosidad.

Devon permaneció a su lado, siendo alguna clase de escudo para ella y ambos entraron al edificio. Bella sacó su horario de clase para revisar a dónde debía ir primero y estaba a punto de comentárselo a Devon cuando la chica sintió que alguien se colocaba a su lado.

—Eres Isabella Swan —Devon escuchó con claridad la voz de Eric y volteó a verlo con el ceño fruncido pero algo divertido. Bella le dirigió una rápida mirada de auxilio— la chica nueva. Hola, me llamo Eric, los ojos y oídos de este lugar. Lo que necesites, cualquier cosa, puedes buscarme —el chico hablaba muy rápido.

—Bella —lo corrigió rápidamente y volvió a mirar a Devon y fue cuando Eric se percató de su presencia.

—Oh, Devon, amigo. Veo que conociste a mi amiga Bella.

Devon frunció el ceño aún más pero miró con cierta diversión a Eric.

—Eric, Bella y yo vivimos en la misma casa —le recordó.

Eric tardó un minuto completo en reflexionar esas palabras hasta que lo recordó.

—Ah, ya recuerdo. Lo siento —volvió a mirar a Bella— por cierto, serás un gran reportaje. Escribo en el periódico y te pondremos en la primera plana.

Bella pareció alarmada mientras Devon intentaba ahogar una risa.

—Oh, no. No, no, no por favor. No vayas a hacer eso.

Eric capto con rapidez la incomodidad de la chica.

—De acuerdo, no habrá reportaje. No te preocupes, tranquila.

—Bien, gracias —volvió a mirar a Devon pidiendo ayuda.

—Muy bien.

Devon se acercó y se aclaró la garganta.

—Bueno, llevaré a Bella a su primera clase, Eric. ¿Nos vemos en el almuerzo?

—Sí, está bien.

Bella se apresuró a caminar junto a Devon y dejó salir un suspiro de alivio.

—Eso fue muy incómodo —murmuró la chica y Devon dejó salir una risa.

—Bueno, al menos a ti parecen quererte. Cuando yo llegué muchos me evitaban porque les daba un poco de miedo.

Bella frunció el ceño ligeramente divertida.

—¿Cómo podrías causarles miedo?

Se encogió de hombros.

—Tenía la mitad de la cara morada, así que supongo que fue un factor importante. Déjame mirar tu horario.

Isabella se lo entregó y dieron un par de pasos en silencio hasta que Devon le regresó el papel.

—Es por aquí —le indicó que la siguiera y ella así lo hizo.

En cuanto estuvieron frente al salón, Devon se despidió de la chica y se dirigió a su propio salón. Iba a ser un día muy largo con Bella siendo el nuevo juguete de la escuela.

🥀

A la hora del almuerzo, Devon estaba sentado junto a Ángela y enfrente de ellos estaba Eric hablando de algo a lo que Devon no había estado prestando atención. Probablemente Ángela apenas comprendía lo que su amigo decía pero todos dejaron que Eric continuara hablando.

No pasó mucho tiempo cuando llegó Jessica y tomó asiento junto a Devon, también llegó Mike quien hablaba con Bella muy animadamente como si fueran los mejores amigos. Devon sonrió un poco al ver a la chica y se alegró que estuvieran en la misma mesa.

Bella por su parte pareció muy aliviada de ver a Devon en esa mesa pues no le hubiera encantado tener que intentar hablar con un montón de desconocidos. Pero no pasó más de un minuto completo cuando un chico se acercó a la mesa bastante temeroso y miró a Devon con algo de pánico. Era más pequeño que él, incluso precia un niño pero eso no era posible.

—Disculpa, ¿tu eres Devon? —le preguntó y el nombrado junto con todos en la mesa lo voltearon a ver.

Devon trató de sonreír amablemente para tranquilizarlo un poco y al parecer había funcionado. El pobre chico aún parecía temeroso pero ya no tanto, tal vez sólo un poco nervioso.

—Soy yo. ¿Está todo bien?

—El director me mandó a llamarte. Te está esperando en su oficina con tu madre.

Devon frunció el ceño algo preocupado pero se puso de pie inmediatamente y sin esperar más palabras de nadie, salió a toda prisa de la cafetería. No se habían enterado de la pelea del otro día, ¿o sí? Y aunque fuera así, no tendrían por qué regañarlo en la escuela.

Su mente estaba hecha un completo caos que ni siquiera notó cuando pasó junto a Edward Cullen y este lo miró con el ceño fruncido debatiendo entre sí debería ir con él o no ya que podía escuchar sus pensamientos y lo preocupado que precia.

Decidió que era mejor seguir con su camino a la cafetería y tal vez verlo más tarde con la excusa de entregarle su playera que descansaba en una bolsa en el asiento del copiloto de su auto y asegurarse de que no lo hubieran regañado por lo de la pelea del otro día.

Pero Edward también quedó un poco confundido cuando escuchó que alguien decía su nombre. Podía reconocer a Jessica que estaba junto a la chica nueva. Isabella. Intento leer sus pensamientos pero simplemente no hubo nada.

Devon camino por el pasillo hasta la oficina del director, una secretaría estaba afuera y rápidamente se percató de la presencia del chico.

—¿Eres Devon? —le preguntó la mujer.

—Sí.

La mujer parecía preocupada y tal vez apenada pero el chico no comprendía lo que ocurría.

—Adelante, te están esperando adentro.

Aún confundido, Devon se acercó a la oficina del director y tocó con suavidad un par de veces, no abrió hasta que escuchó un suave 'adelante' proveniente del otro lado de la puerta.

Tragó saliva ruidosamente, estaba un poco temeroso de lo que pudiera pasar en esa habitación pues no quería meterse en más problemas como lo había estado haciendo en su anterior escuela. Asomó primero su cabeza, viendo la espalda su madre y al director detrás de su escritorio.

La mujer volteó a verlo y no parecía molesta o enojada. Más bien parecía triste.

—¿Está todo bien? —preguntó luego de entrar por completo.

—Toma asiento, Devon. Por favor —le indicó el director, señalando con su mano el asiento junto a su madre.

Él hizo lo indicado y esperó con impaciencia a que alguien dijera algo.

—¿Estoy en problemas? —se animó a preguntar. Si era así, era mejor que se lo dijeran de una buena vez.

—No es nada de eso, hijo —le dijo el director y se aclaró la garganta— tu madre tiene algo que decirte pero es muy delicado y necesito que respires profundamente.

Ahora estaba más confundido que antes.

—¿Qué ocurre? —miró a su madre.

La mujer se acomodó en su asiento y miró a su hijo con ojos tristes.

—Cariño, ¿te suena el nombre de Eugene Kennedy?

Ahora Devon estaba más desconcertado que antes. ¿Por qué Eugene salía a la conversación en ese preciso momento? Miró fijamente a su madre un momento hasta que asintió.

—Eugene era mi novio.

Aunque su madre pareció sorprendida por esa declaración, no lo demostró en ese momento y en su lugar sacó algo de su bolso. Era una hoja de papel con una foto impresa. Se la entregó a Devon y él la miró fijamente. Era una foto de él y Eugene besándose cerca de un restaurante al que habían ido alguna vez.

Miró la foto, luego a su madre y luego al director.

—Creo que no estoy entendiendo.

La mujer se aclaró la garganta antes de hablar. Parecía que trataba de encontrar las palabras adecuadas.

—Margo me habló hace un rato —continuó Amy— al parecer pegaron estas hojas por toda la escuela a la que antes ibas, lo estuvieron haciendo por un tiempo y dio inicio a fuertes burlas hacia Eugene. Supongo que entiendes lo que digo —se detuvo un momento, Devon sentía que sus ojos comenzaban a picar pero quería eliminar ese horrible pensamientos que comenzaba a surgir en su cerebro— al parecer esto comenzó desde que te marchaste y... hoy encontraron a Eugene muerto en su habitación. Parece que se suicido por todo el acoso que recibió en la escuela. Creí que era algo que debías saber de inmediato ya que Margo parecía bastante preocupada porque lo supieras.

Devon quedó en completo shock mientras comenzaba a negar. No. Debía ser una maldita broma. Una estúpida pesadilla. Se puso de pie rápidamente tratando de encontrar aire para respirar pero se sentía como si estuviera encerrado en una cajita donde no había oxígeno.

—No —murmuró— No puede ser.

Su madre lo miró preocupada igual que el director.

Pero entonces la culpa golpeó a Devon de pronto. Fue su culpa que Eugene hubiera muerto, si no lo hubiera conocido, Eugene seguiría vivo. Si hirviera peleado un poco más por quedarse, podría haberlo protegido.

Había tantas cosas en su cabeza que no podía pensar y mucho menos podía respirar. Tomó su mochila que había dejado en el suelo y salió corriendo de la oficina del director. No fue capaz de escuchar los llamados de su madre ni de nadie. Había un molesto ruido en sus oídos junto con una dolorosa opresión en su pecho.

Pero de pronto, toda la tristeza se transformó en ira. En realidad no era su culpa, era culpa de toda esa gente horrible que se atrevió a lastimarlo por algo que no era su culpa. Eugene no había hecho nada malo, en realidad era un buen chico, era inteligente y muy amigable. Siempre odio la violencia. Y su único pecado fue haberse enamorado de Devon Gray.

Devon salió de la escuela y recargó su cabeza en la pared más cercana mientras intentaba ahogar su llanto y golpeba con fuerza la pared tratando de no pensar en más cosas horribles.

De todas las personas en el mundo, Eugene no merecía eso.

Estuvo de esa manera un buen rato hasta que sintió que alguien lo tomaba del hombro con suavidad. Pero no quería lidiar con nadie en ese momento y estaba listo para mandar al demonio a quien quiera que se había acercado.

—Déjame en paz, quiero este solo —murmuró con los ojos cerrados, aún tratando de respirar adecuadamente.

—No es cierto, no quieres estar solo.

Reconoció la voz de Edward y volteó a mirarlo. Cullen tenía el ceño fruncido y precia un poco preocupado.

—Te preguntaría si estás bien, pero es obvio que no. ¿Quieres contarme qué ocurrió? —aunque Edward ya lo sabía, prefería que Devon se lo dijera.

Devon lo miró fijamente un largo momento hasta que asintió pero Edward lo tomó de la muñeca para hacerlo caminar hasta su auto. No lo pensó dos veces antes de abrirle la puerta y aunque Devon frunció el ceño, no tenía la cabeza para pensar en nada más.

Edward también subió al auto y rápidamente arrancó.

—Supuse que no querrías estar allí cuando todos salieran de sus clases —tomó la bolsa de papel que Devon había tomado al subirse y la dejó en el asiento trasero.

Devon miraba sus manos que seguían temblando pero sonrió un poco mientras asentía.

Edward condujo por un buen rato mientras ambos se mantenían en silencio. Cullen se percató que la mente de su contrario estaba en completo blanco y no lo culpaba. Sólo debía darle un poco de tiempo para que se sintiera mejor. Y Devon realmente le agradeció el largo y silencioso viaje.

Fue así que llegaron a una cafetería lejos del pueblo pero sin llegar a Seattle. El lugar estaba bastante solo debido a la hora pero era muy agradable. Ambos chicos estaban sentados frente a frente en una mesa del fondo con una humeante taza de café frente a cada uno.

Devon encontró el valor para contarle a Edward lo que había ocurrido y cómo al principio se había sentido culpable y luego enojado. No lloró de nuevo pero sí seguía sintiendo un fuerte dolor en el pecho.

—No es tu culpa para nada —le había dicho Edward con bastante calma mientras le daba un sorbo a su café— fue culpa de todos los que lo molestaron.

Devon negó sin dejar de ver la mesa.

—Pero si no me hubiera ido, lo habría protegido, habría vuelto a golpear a esos imbéciles que le hicieron daño.

—¿Fue él la razón por la que terminaste aquí?

Devon suspiró y miró a Edward por primera vez desde que llegaron.

—Sí. Yo estaba acostumbrado a las burlas y críticas, mi solución era ignorarlos o recurrir a los golpes. Pero un día se metieron con Eugene y perdí la cabeza. Él no se merecía ninguna de esas burlas y horribles comentarios. Mandé al hospital al chico que lo molestó pero yo fui el único que recibió una sanción.

Edward frunció el ceño.

—¿Por qué no les dijiste que fue porque lo estaban molestando?

—Los padres de Eugene no sabían que él era gay, y él no estaba listo para decirlo a todo el mundo como yo lo hice, o bueno, realmente no es algo que ande gritando por todos lados pero nunca lo he ocultado, así que no quería meterlo en problemas en su casa. No me importaba recibir los golpes o el castigo si eso significa que él estaría bien —las lágrimas se volvieron a acumular pero rápidamente las limpió.

—Lo siento mucho, Devon. Me doy cuenta de lo importante que él era para ti.

No hubo más palabras.









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