St4nd
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—¿ Cómo están las cosas por allí?
Hinata apretó el aparato en su oído al escuchar el suspiró de Tenten...
Hacia tres días que había escapado de la casa de su padre. Se mantenía la mayor parte del tiempo en el ático. Extrañamente, se sentía cómoda y segura en el pequeño lugar. Nada de lo que la había atormentado, aparecía en ese lugar o en cualquier parte de la casa.
Sólo veía a Neji por las noches, ya que él se levantaba muy temprano y se iba, Hinata suponía que iba a trabajar. Resultó que Naruto vivía en la misma casa, pero después de ese extraño encuentro que habían tenido en la puerta del ático, no lo volvió a ver. Pero, por alguna extraña razón, ella sentía cuando él estaba en la casa aunque no lo viera. Generalmente, la casa tenía un aura de tranquilidad, pero cuando él estaba adentro... Hinata sentía protección. Ella creía que era tonto, pero no podía evitar sentirlo.
— Tu padre ha dicho que te has ido de vacaciones, pero ha venido a verme.
Hinata cerró los ojos, tragándose su propio suspiró.
— Siento haberte metido en esto, Tenten..
— No lo sientas —, le contesto rápido su amiga—. Me alegra ayudarte, sabes bien que la vida esa no es la única—. Hinata asintió aunque su amiga no podía verla, ella no esperó respuesta igualmente —. ¿Cómo te recibió Neji?
— Bien, él..—, suspiró —. Él al principio no quería saber nada de mí. Tuve que mostrarle el moretón de mí cara.
—Umm—, murmuró Tenten —. Es comprensible, luego de todas las cosas que pasaron..
Hinata hizo una mueca. Ella había sido una perra con su primo, diciendo cosas que ni siquiera se atrevía a recordar... Aunque, más que decirlas, era no defenderlo de las acusaciones de su padre. Neji había quedado huérfano a los 16 años, edad que fue a vivir con ellos, ya que eran la única familia que él tenía. Los primeros años habían sido increíbles con él en la casa. Pero luego su padre empezó a separarlos.
Finalmente, lo había logrado y el hombre había corrido a su propio sobrino a la calle. Aunque él mantenía la casa de su padre, Neji había vuelto a esta casa a los 19 años, completamente solo. A los 21 años pudo usar el dinero que su madre y padre habían dejado para él, pero Hinata nunca supo cómo se había mantenido hasta ese momento. Jamás intento volver a hablar con él, ella no sabía si había tenido para comer o para abrigarse en los fríos inviernos.
Ella sabía que era mentira todas las acusaciones de su padre, pero jamás lo defendió. Ni siquiera cuando él la miró suplicante para su apoyo. Ella había estado lo suficientemente asustada, para bajar la mirada y quedarse callada cuando le pidió que dijera la verdad. En realidad, las cosas que desaparecían no eran culpa de él, ni se ella... Pero Hinata no podía decir la verdad...
— No puedo culparlo, tampoco—, murmuró—. Tampoco podría culparlo si no me hubiera aceptado en su casa.
— Hinata, no digas tonterías. Él jamás te dejaría en la calle—, exclamó Tenten.
Hinata también sabía eso. Ambas se quedaron en silencio un rato, ella disfrutando de la paz que estaba obteniendo esos días. Jamás había estado tan tranquila, todos los días algo nuevo la atormentaba. Luego de presenciar la muerte de su madre, algo había cambiado en ella y ya no era normal. Jamás había sido perfecta, pero eso la sacaba de las casillas de alguien "normal". Temía que alguien descubriera su secreto, eso sólo la haría ser el ojo de la tormenta. Al rededor suyo sólo habría caos. Y la reacción de su padre había sido sólo el inicio de lo que podría ser una tormenta descomunal. Ella había huido antes de que el caos más grande diera un paso hacia adelante.
Pero sabía que su paz no dudaría mucho... Siempre la encontraban..
Como si eso fuera una señal, escuchó un ruido en la cocina que le hizo ponerse tensa. Sabía que estaba sola en la casa, había aprovechado para llamar desde el teléfono de línea a Tenten.
—¿Hinata? Me alegra saber que estás bien. ¿Cómo van las marcas?
Ella se distrajo con la voz de Tenten, aunque tenía la mirada fija en la puerta cerrada de la cocina.
— Están muy bien. El compañero de Neji me dio una pomada muy buena. Ya no se notan, y duelen casi nada—, murmuró mientras sentía que su corazón se aceleraba poco a poco al ver que la puerta se movía hacia adelante y hacia atrás.
—¿El hombre extraño? ¿Cómo me dijiste que se llamaba?
— Naruto — susurró casi sin aire cuando el movimiento de la puerta le dió más empuje y ella pudo notar que no había nada del otro lado.
— Oye, y ¿cómo es? ¿Tu hermano es gay? ¿Son pareja?
— No.. Mmm, no lo creo. Duermen en habitación separadas. Parecen amigos—, respondió mientras se levantaba y daba un paso hacia la cocina cuando la puerta dejó de moverse. Tenten comenzó a hablar, pero Hinata le interrumpió:— Oye, Tenten. Debo cortar, ¿te llamo en otro momento?
—Oh..— sonó algo desilusionada —. De acuerdo. Cuando puedas llámame, por favor Hinata.
Ella se despidió distraídamente de su amiga y cortó el teléfono dejándolo en el aparato. Pero no se movió, se quedó mirando fijamente la puerta. Ella tomó una profunda respiración y la soltó lentamente, ya había aprendido a no temerles.
—¿Qué es lo que quieres?— se sintió bastante orgullosa de mantener su voz firme y su expresión aburrida.
Ella no podría mostrar debilidad o temor, allí se podrían violentos y quería evitarlo a toda costa.
La puerta se abrió de golpe, golpeando la pared y quedándose abierta. Ella observó la figura bajo el umbral. Un hombre le devolvía la mirada, sus ojos grandes y negros la observaban fijamente, su tez casi griseasa, a excepción de una marca violeta en su cuello. Hinata tomó nota de su vestimenta con una rápida mirada. Llevaba una camisa blanca y unos pantalones vaqueros desteñidos. Volvió la mirada a su rostro.
Ayúdame..
Hinata ocultó el escalofrío que bajó por su columna, esas voces susurradas en su cabeza siempre hacian que los pelos se le pusieran de punta.
— Deberías volver a casa—, dijo ella con voz suave.
Eso pareció no ser lo apropiado para decir. La expresión del hombre se volvió furiosa, apretando sus manos a sus costados. Y comenzó a avanzar hacia ella. Hinata dió un paso hacia atrás, él avanzaba, pero sus piernas no hacían ademán de moverse mientras se dirigía a ella.
—¡Alto!— exigió mientras levantaba una mano y seguía dando pasos hacia atrás, queriendo mantenerse a la misma distancia.
Ella no podía pensar que más decir, ya que su rostro se deformó con furia. Sus ojos, que habían sido normales, se volvieron completamente negros mientras abría la boca, mostrándole a Hinata que sólo tenía dientes podridos en su boca.
No estaba prestando atención hacia donde ella estaba huyendo, así que fue una sorpresa para ella cuando uno de sus pies se trabó con la punta de alfombra. Ella pegó un chillido mientras caía de espaldas, golpeando con uno de sus brazos la mesa de café. Había cerrado los ojos, el golpe en su trasero apenas le dolió, pero si se quejó por el dolor en su brazo.
Sus ojos se abrieron y se quedó sin aliento al ver el espectro sobre ella. Se mantuvo totalmente inmóvil, ni siquiera respiro al ver que ya no parecía enojado. Aunque sus ojos seguían completamente negros. Su mirada quedó clavada en esos pozos que parecían no tener fin y comenzó a sentir que se quedaba sin aire y sin fuerza. Se asustó de verdad cuando intento moverse y no pudo...
Ella simplemente se olvidó del tiempo mientras se quedó allí. La imagen de una pequeña niña apareció en su cabeza, una niña jugando en un bosque. Ella parecía perseguirla mientras la niña corría y reía. De repente se detuvo, la niña siguió corriendo..
"Papá ¡Atrápame!"
Una risa masculina acompañó a la de la niña mientras empezaba a correr de nuevo....
La escena cambió, estaba en una escalera, subiendo lentamente hasta un oscuro ático. Llevaba algo entre sus manos, se movió entre cajas, agazapada ya que el ático era muy bajo. Hasta que llegó al final, movió unas cajas, sacando un viejo cuadro, encontrando la puerta de una caja fuerte. Puso la clave y la abrió, dejando la caja en el interior...
La escena cambió, vió una casa grande y palabras resonaron en su cabeza.
"Treogan, 287... Treogan 287..."
Hinata tomó una profunda respiración mientras sus ojos volvían a ver el hombre sobre ella. Ella aún no podía moverse, pero de repente el hombre hizo una mueca de dolor profundo y desapareció, su cuerpo que había parecido de carne y hueso, se volvió humo blanco.
Hinata jadeó y se movió apresuradamente, sentándose y agitando el humo a su alrededor. Ella giró el rostro, sólo porque sintió una mirada y se quedó congelada al ver a Naruto parada en la entrada de la sala. Sus ojos se abrieron de par en par al notarlo, ella comenzó a ponerse nerviosa por su mirada imperturbable en su rostro. Ella notó que llevaba un extraño palo negro en una de sus manos, era largo pasando su larga estatura, casi pareciendo una lanza.
—¿Estás bien?— preguntó con voz profunda, pero tranquila.
Hinata tragó saliva y asintió. Probablemente, él pensaría que estaba loca al encontrarla acostada en el suelo de la sala. Prefería que él pensará en ello, a que...
—¿Qué te dijo?
Ella frunció el ceño.
—¿Qué me dijo?— murmuró algo confundida.
Naruto dio un paso hacia ella.
—¿Qué te dijo el espectro?
Hinata jadeó. ¿Él también podía verlos?
Continuará...
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