Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9: In the middle of the night.

IBOR

Steven llegó a nuestras vidas como un regalo de navidad.

Tras sus primeros éxitos como inversionista y mi ingreso a los Cowboys, Weston y yo decidimos pasar unas navidades viajando por Europa. Para la celebración de noche buena estuvimos en París, dónde hicimos amistad con una linda chica gitana en un bar que posteriormente se convirtió en nuestras carterista. Steven era nuestro camarero. Había tenido un mal día, sin propinas, y Weston iba a ser quién cambiara eso. Cuando esa promesa peligró, se enfocó en hallarla. En menos de dos horas teníamos nuestras cosas de regreso. Para el momento en el que nos tocaba tomar nuestro tren a Ámsterdam, el siguiente destino de nuestro tour, ya se encontraba acompañándonos. Weston le pagó para que fuera nuestro escolta durante el resto del viaje, y se quedó.

Unos años después, sigue sin irse.

Ha estado con nosotros en cada fecha importante o día normal y corriente, sin pausas o descansos, desde entonces. Lo hemos visto interactuar con mujeres, pero jamás le hemos conocido una pareja. Más allá de mencionar el origen de su familia en un pequeño pueblo francés a cuatro horas de París, su crianza en New Orleans y sus estudios superiores en el MIT, su vida es un misterio.

Weston es intrusivo, pero no puedo negar que incluso yo siento curiosidad de hacia dónde se dirige esta noche. También preocupación. ¿Nuestro guardaespaldas puede sobrevivir al mundo exterior sin nosotros? ¿Está en problemas? ¿Tiene, como dijo West, deudas con la mafia? ¿Necesita ayuda?

Steven, más que nuestro amigo, es familia, al igual que Caroline y Sofía.

—¿A dónde demonios nos está llevando?

Mi ceño se frunce mientras giro el volante de mi G-Wagon, el auto favorito de Sofía para la consternación de Weston y sus lambo. Aunque no lo quiera, involuntariamente muchas cosas me recuerdan a ella y estoy seguro de que West pasa por un infierno bastante similar también.

—No lo sé. No conozco tanto la zo... ¿ese es el Majestic?

—Sí, ¿pero qué hace Steven aquí?

Me detengo a unos autos de distancia del suyo.

Quiero creer que no nos ha visto todavía, pero es absurdo. Es un experto en materia de seguridad. Lo único que juega a nuestro favor en este instante es la cantidad de vehículos alrededor del teatro. El brillo cegador de sus faroles y de las luces que poseen los letreros a nuestro alrededor. El ruido y el caos que nos envuelve. Salvo por eso, somos los peores espías. Como elefantes escondiéndose tras un poste debido a que mi auto no es precisamente discreto.

Aun así, era lo menos llamativo que tenemos en nuestro garaje.

—¿Le gusta el teatro? —pregunto.

—Sí, pero no este tipo de teatro. Es un snob que incluso critica las obras de arte del Louvre y del Prado. —Recuerdo estar muriendo de hambre y de sed con Weston por un día entero mientras Steven nos contaba el significado tras cada detalle de cada obra en el Prado. De miles de pinturas y esculturas—. Hasta donde tengo entendido este no es su tipo de arte.

—Quizás no lo conocemos tan bien como creemos. —No sabía que tenía un Mercedes negro, similar a una pequeña limusina, por ejemplo, o que inclusive lo guardaba en casa—. O quizás tiene una novia drag y no sabe cómo enfrentarlo.

—No creo que sea eso... mierda. —Los dos observamos cómo sus ojos brillan cuando se enfocan en una mujer, u hombre vestido de mujer, saliendo del teatro—. Tienes razón, Ibor. Steven está saliendo con un travesti.

Trago, esforzándome por no sonar sorprendido.

No hay nada de qué sorprenderse si ese es el caso.

—Steven tiene una novia drag. —Pongo el auto en marcha, listo para irme mientras me acostumbro a las palabras antes de que él mismo nos las diga—. Bueno. Misterio resuelto. —Lo miro—. Debemos alegrarnos por él, Weston. Siempre ha estado ahí para nosotros. No podemos lucir alterados o juz...

—No es una drag, Ibor. —Sus ojos verdes contienen de repente un millón de emociones humanas mientras mira hacia la entrada del teatro—. Es Sofía.

Freno de golpe.

—¿Qué quieres decir con que es Sofía?

En lugar de responderme con palabras, un pálido Weston toma mi barbilla y hace que la gire, presentándome la escena que lo sacó de juego: Sofía descendiendo los escalones del teatro, yendo en dirección opuesta a la corriente de personas que entran a la función, en un vestido dorado cuya parte superior consiste en un corsé y falda de tul se envuelve alrededor de sus largas piernas, flotando como trozos de nube o de neblina a su alrededor con cada paso. Lo acompaña con tacones puntiagudos y un pequeño bolso de mano, sin joyas. Un delicado antifaz del mismo color con plumas y encaje cubre la mitad de su rostro. El brillo de las luces a su alrededor no hace más que aumentar el brillo que ya de por sí posee. Sus mejillas están rojas y sus ojos emocionados.

Se ve feliz mientras corre hacia los brazos de nuestro guardaespaldas.

La bilis se precipita en mi boca cuando lo abraza.

Ella ha sido amable con él en el pasado, es muy amable con todos en general, pero el cariño que fluye entre ellos parece ir más allá de lo convencional. Antes de abrir la puerta del asiento copiloto para ella, Steven toma sus mejillas y besa su frente de una manera en la que no lo he visto besar a nadie más antes. En realidad nunca lo había visto besar a nadie en líneas generales. Las comisuras de sus labios también tiemblan mientras lucha por contener una sonrisa y se inclina sobre ella para murmurar algo en su oído.

Exhalo con dolor antes de enfrentarme a Weston.

Sus ojos verdes están llenos de traición.

—Volvamos a casa.

Pero me sorprendo a mí mismo diciendo:

—No.

Y acelero, siguiéndolos.

Necesito seguir viéndolo con mis propios ojos hasta creerlo.

Hasta aceptar que nos olvidó por completo.

*****

Steven no se separa de Sofía.

Después de recorrer gran parte de una autopista y el camino rural que conduce a un palacio a las afueras de Dallas en el que hemos estado como invitados en varios eventos de caridad, abre su puerta y posa su mano en la parte inferior de su espalda, una máscara del fantasma de la ópera cubriendo su cara. Al ver al resto de los invitados que se adentran en el edificio, me doy cuenta de que es un baile de máscaras. Cuando los dos se pierden en el interior de la construcción de dos pisos con grandes columnas y balcones, me bajo y Weston me sigue.

Es extraño que no nos hayan invitado.

Siempre somos la primera opción para todos los eventos de caridad, Weston y yo siempre donamos a todas las buenas causas que podamos. O bueno, yo dono y él invierte su dinero, estableciendo modelos de negocio que las terminan haciendo auto-suficientes, pero que le generan ganancias. Si alguien puede hacer que los pacientes con cáncer, los ancianos y los indigentes prosperen y prosperar al mismo tiempo con eso, ese es él.

Dios mío, perdónalo.

Siempre que puedo rezo por su alma y el bienestar de nuestra familia, en ese orden de prioridades, pero con la misma frecuencia e intensidad.

—Eres un maldito masoquista —gruñe cuando me alcanza—. No puedo creer que no te hayas dado la maldita vuelta cuando los viste juntos. Que me hayas traído aquí para presenciar cómo mi único amigo me ha traicionado.

El dolor gotea en su voz, lo que en parte también me hace un sádico por la manera en la que me reconforta. En la que ya no estoy solo en este agujero.

Finalmente no soy el único al que parece dolerle las cosas.

—No soy un masoquista. —Lo enfrento cuando busca detenerme tirando de mi brazo—. Solo soy un tipo que decide creer en quienes ama hasta el final. Hasta que no vea más que un abrazo entre ellos, no desconfiaré de mi chica.

Las venas de su cuello se marcan y su expresión se llena de frustración tras oírme.

—Ya no es nuestra, Ibor —sisea.

Mis labios se curvan agriamente hacia abajo.

—Sí, y no es como si hubieras hecho mucho para cambiar ese hecho. —Me deshago de su agarre—. Para alguien con tanta ambición, has sido una decepción en lo que se refiere a mantener a nuestro lado a la única mujer que hemos querido mantener. Que ha encajado con nosotros. Con nuestra familia. —Su mandíbula se aprieta y la ira se apodera de su mirada. Antes de que abra la boca para soltar veneno, me le adelanto—: Tienes razón al decir que no estoy libre de culpa al haberme quedado callado. Debí haber hecho más, pero estaba congelado y aterrado debido a la magnitud de la ira que sentía en ese momento por lo que le hicieron a nuestra hija. Y no es una justificación. Me equivoqué, al igual que tú, pero he intentado compensarlo desde entonces. La he buscado, ¿pero qué has hecho tú? Ignorar que alguna vez existió no borrará el vacío en tu pecho, ni el que dejó Sofía, ni el que dejó tu padre, Weston. Los errores se enfrentan, no se entierran como si jamás hubiera pasado. Como si no te ardieran con cada bocanada de aire que entra en tu pecho.

Weston parpadea tras oírme.

Separa los labios, pero ninguna palabra sale de su boca. Tras unos segundos de tenso silencio en los que no sabe si golpearme o abandonarme por ir demasiado lejos con mis palabras, comienza a caminar de un lado a otro maldiciendo. Posteriormente patea un árbol, lastimándose el pie, y ruge cuán insoportable soy tirando de su cabello. Es como si un ácido hubiera ocupado el lugar de su sangre. Como si estuviera enloqueciendo y dejando salir todo lo que siente frente a mí. Como si me odiara, pero a la vez me permitiera ser el único en verlo así.

Cuando finalmente se detiene, las venas de su cuello parecen querer estallar y toda la sangre se ha precipitado a su cara, su cabello desordenado.

—Bien, entraremos para que finalmente aceptes que todo ha terminado y me dejes en paz, con la condición de que luego no la vuelvas a mencionar si confirmamos que está saliendo con Steven. —Asiento. Alza el mentón—. Pero no lo haremos viéndonos de esta manera. Si voy a sufrir una humillación como esta, lo haré con dignidad.

Mi frente se arruga.

—Estamos a veinte minutos de Dallas. No podemos cambiarnos.

La malicia se apodera de su expresión.

—Afortunadamente un noventa por ciento de los problemas de esta miserable existencia en la que tengo que aguantarte siendo mi consciencia se resuelven con dinero. —Gira su rostro hacia el acceso trasero, dónde algunos meseros toman su descanso. Una vez me pasa para caminar hacia ellos, sé lo que va a hacer antes de que lo haga. Años de lidiar con su complejo de miembro de la realeza de las finanzas—. Tú y tú. No, mejor tú. —Señala a los elegidos—. Cinco mil dólares a cada uno por sus trajes, aquí y ahora. —Mira a los otros dos—. Cinco mil dólares más por cada máscara que me consigan. Necesito dos.

Ellos corren y los otros empiezan a desnudarse, sin replicar.

Me tenso.

Weston les roba un cigarrillo mientras tanto, alejándose hacia el bosque en el que estábamos para tranquilizarse. Habitualmente no es de fumar, por lo general odia el tabaco y el olor que este deja a su alrededor, opacando sus perfumes caros, pero comprendo cuando el aroma a marihuana me golpea. En la universidad fumábamos de vez en cuando, o hacíamos brownies en su mayor parte. Una vez terminan de tendernos sus trajes, cada uno de nosotros toma un árbol para cambiarse detrás. Soy el primero en salir, acercándome al par de meseros que han tomado nuestras ropas y que probablemente renunciaron a su trabajo de esta noche por la recompensa que les ofreció Weston, ya que dudo que les dejen servir comida en pijama y ropa deportiva.

—Gracias por su ayuda —contesto aceptando las dos máscaras venecianas que nos consiguieron—. Weston tomará sus datos para la trans...

—No, tú pagas. Esta vez tienes permiso de gastar ese lindo dinero de los Cowboys —responde apareciendo tras de mí, a los que mis mejillas enrojecen. No porque yo quiera, Weston siempre se ha hecho cargo de la cuenta. Es solo algo que noté que lo hacía sentir mejor consigo mismo y que se mantuvo así desde que empezó a recobrar su estatus. Cuando no teníamos nada asumíamos los gastos 50/50, pero él lo detesta. Dice que es símbolo de miseria—. No seré el patrocinante de nuestra propia desgracia. Suficiente hago acompañándote.

El ceño de uno de los mesoneros se frunce mientras lo mira.

—No es justo que luzca como un modelo Armani en mi traje. Yo no me veo así.

—Tampoco te ves así sin el traje, o en su pijama cara —contesta el otro antes de dictarme los datos de su cuenta bancaria cuando se los pido, ganándose una mala mirada por parte del otro mesero.

Ya que hay que presentar invitaciones para acceder al evento, Weston y yo nos vemos obligados a pagar un poco más a los chicos para que nos dejen entrar a través del acceso de la cocina. También por la marihuana que se fumó, aunque fuera solo una colilla. Una vez dentro del castillo, confirmamos que se trata de una fiesta de máscaras bien organizada en el que cientos de hileras con brillo descienden del techo sosteniendo mariposas. Mariposas metálicas que también brillan ante el reflejo de la luz, por lo que el sitio está repleto de destellos, música en vivo y comida en abundancia. Al fondo hay un podio vacío con un micrófono y casi ninguno de los invitados, personas de la clase alta de Dallas, se encuentra sentado. Todos charlan, beben, ríen o bailan con sus vestidos, trajes y máscaras.

Es como un cuento de hadas.

Rápidamente identifico a Sofía, cuyo vestido va a juego con la temática, moviéndose de forma torpe en la pista de baile. Steven intenta guiar sus movimientos, pero es demasiado firme, demasiado metódico, y solo hace que sus mejillas enrojezcan y que sus ojos de ciervo se llenen de frustración. Como si estuviéramos conectados, Weston y yo la hallamos al mismo tiempo, y también compartimos una mirada tras ello que coincide en que ellos dos, esté o no sucediendo, están mal por el simple hecho de que no encajan como nosotros.

—Ibor —advierte cuando doy un paso al frente, pero no puedo detenerme.

Fue él quien nos arrastró a Sofía, y ahora debe asumir las consecuencias.

Sin más remedio, Weston me sigue a través de la multitud. Lilah, bendita sea, escoge ese momento para arrastrar a Steven hacia algún lugar usando un antifaz y vestido azul, dejando sola a Soft. Esta asiente hacia lo que su amiga le dice y empieza a caminar hacia la mesa de aperitivos, a lo que me apresuro. Aún no sé de qué se trata todo esto, parece un evento de recaudación de fondos, pero me relaja ver que su amiga también está aquí. Que no se trata de una cita de ellos dos a solas, sino tal vez de una salida de amigos.

Me mantengo optimista.

Me mantengo confiando en mi chica.

Me mantengo creyendo que ella no nos olvidó, no todavía.

I summoned you

Please come to me

Don't bury thoughts

That you really want

I fill you up

Drink from my cup

Within me lies what you really want

Antes de que abandone la pista de baile del todo, alcanzo su mano y logro que se gire hacia mí. Su ceño se frunce, pero su sonrisa se mantiene mientras me habla con suavidad, tratándome como a cualquiera de los invitados.

—No soy muy buena bailarina, te lo advierto. —Me encojo de hombros—. Me llaman la asesina de pies. —Vuelvo a encogerme de hombros. La máscara cubre completamente mi rostro, incluso parte de mi cabello, por lo que una parte de mí entiende que no me reconozca. La otra se siente ofendida, puesto que yo la reconocería solo con su aroma. Sus ojos se entrecierran y por un momento creo que lo hizo, que me notó, pero solo suelta un suspiro—. Bien, Lilah dice que debo ser sociable, así que está bien. Bailemos una canción.

Come

Lay me down

Cause' you know this

Cause' you know this love

Una vez acepta, tiro de su cuerpo hacia el mío halando su mano.

In the middle of the night

In the middle of the night

Sofía aterriza en mi pecho, sus pupilas dilatas y sus labios entreabiertos, pero le doy la vuelta y empiezo a bailar con ella antes de que haga alguna deducción.

Just call my name

I'm yours to tame

Soy respetuoso, pero no oculto la electricidad que fluye entre nosotros. En lugar de manejar sus movimientos, dejo que baile libremente, que sienta la música y la letra, y adapto los míos a ella. En respuesta a ello sus extremidades fluyen contra las mías como si todavía me recodaran, como si hubieran sido creadas para ser presionadas contra la forma de mi cuerpo y el de Weston. Aunque permanece relajada en cada roce, con cada giro o pequeño salto, su expresión no deja de ser una mezcla de emoción y consternación.

These burnings flames

These crashing me

Wash over me

Like a hurricane

I captivated

You're hipnotized

Feel powerful

But it's me again

—¿Ibor? —pregunta una vez quedamos frente a frente, Sofía retrocediendo, pero chocando ahora contra el pecho de Weston, quién la gira hacia él con firmeza, pero también con suavidad. Aunque no quiera tenerla cerca por miedo a lo que sea, nunca la trataría mal de esa manera. No sería brusco con ella—. ¿Weston? —Su voz se rompe al final de su nombre—. ¿Qué hacen aquí?

Come

Lay me down

Cause' I know this

Cause' I know this love

In the middle of the night

In the middle of the night

A diferencia de mí, Weston no baila con ella.

Solo la mira fijamente, congelado con una de sus manos alzada en el aire junto a la de Sofía y la otra en su cintura, como si no pudiera creer lo cerca que se encuentran o no tuviera las fuerzas para soltarla, ni para bailar juntos.

Just call my name

I'm yours to tame

In the middle of the night

In the middle of the night

I'm wide awake

I crave your taste all night long

Al cabo de unos segundos ella también se separa en él, pero choca conmigo. Intenta hacer lo mismo y vuelve a toparse con él. Cuando acaba entre los dos, su cuerpo temblando como una hoja, la música termina y los tres dirigimos la vista hacia el escenario en el que ahora se encuentra Lilah. Las luces se apagan y tras él brilla la presentación de un proyector con efecto sepia.

—Hola, todos aquí me conocen por buenas o malas razones, por lo que no voy a presentarme. —El público ríe y supongo que Lilah se refiere al escándalo de su divorcio—. El día de hoy, sin embargo, olvidaremos todo lo concerniente a mi pasado, a nuestro pasado, porque estamos aquí por una muy buena razón. Esa razón empezó con el sueño de una persona con nombre y apellido. Sofía García, con quién los dejaré a continuación. —Sus dientes resplandecen mientras sonríe extendiendo sus brazos hacia nosotros—. Por favor, desmole un aplauso.

La luz de un reflector alumbra de lleno a Sofía, golpeándonos también a Weston y a mí. Ambos nos separamos para dejarle el camino libre hacia el escenario, hacia el cual avanza con las mejillas teñidas de rojo. Sin entender lo que sucede, los dos contemplamos cómo se posiciona en el lugar donde antes había estado Lilah presentándola. La confusión me golpea mientras la recuerdo en el cumpleaños de Gen. Sofía es tímida. No hace estas cosas.

No a menos que se trate de una buena causa.

Le da dos golpecitos al micrófono para probar el audio, aturdiendo el oído de algunos de los presentes, antes de empezar. Su amiga permanece tras ella como un ángel guardián, trasmitiéndole ánimos y acariciando su hombro para brindarle seguridad cuando Sofía la ve como si no pudiera continuar. Una vez se tranquiliza, toma una honda bocanada de aire y empieza a hablar.

—La infancia es la primera etapa de la vida del ser humano. Es una etapa caracterizada por la creación de recuerdos y memorias que determinarán quiénes seremos en un futuro, para mal o para bien, y por nuestra dependencia de otras personas, para mal o para bien. Estas personas responsables de la humanidad durante esta etapa se apodan adultos, y somos cada uno de nosotros. Ya sea padre, madre, maestra, doctor, amigo, vecino o familiar, todos terminan siendo sinónimos de lo mismo y tienen algún grado de responsabilidad en la infancia de un niño. —Al igual que hizo en nuestro sótano, Steven le da un mando a Sofía con el que pasa diapositivas con fotografías de niños riendo y creciendo sanamente—. Lamentablemente todo esto que ven, todas esas sonrisas, se pueden ver alteradas por factores que escapan de su escaso control sobre sus vidas, ya sean enfermedades o factores sociales, o la mezcla de ambos. —Tablas con estadísticas brillan tras ella—. Para el 2019, la UNICEF presentó un informe que reveló que por cada minuto y cuarenta segundos de nuestro tiempo, hubo un niño o un joven menor de 20 años que contrajo VIH en 2018, aumentando la cifra total de niños viviendo con VIH/SIDA a nivel mundial a 2,8 millones. De esa cantidad, solo poco más de la mitad tuvo acceso al tratamiento de su enfermedad en ese entonces, lo que indica que el tratamiento para este grupo poblacional sigue siendo el más bajo de entre los afectados a pesar de ser los menos responsables de su condición. A pesar de que deberían ser atesorados y apreciados como el futuro de nuestro mundo. —Mi cuerpo entero se paraliza. Weston también se tensa junto a mí—. Aunque se han tomado ciertas medidas en cuanto al manejo de estos pequeños pacientes y el de madres embarazadas, siguen existiendo desafíos a su alrededor que se tradujeron, según este mismo informe, a 150.000 niños entre 0 y 9 años y a 170.000 adolescentes de entre 10 y 19 años infectados con este virus para ese año, elevando la cantidad de sobrevivientes con esta enfermedad y de estas edades a 1,1 y 1,7 millones respectivamente. ¿Pero qué es realmente esta enfermedad? ¿En qué afecta a quienes la padecen, y a los que no?—A continuación Sofía habla un poco sobre el VIH como virus, sus mecanismos de transmisión, su fisiología, sus síntomas, su evolución, su diagnóstico y tratamiento de una manera que delata cuán bien se informó para ello, acudiendo a ayuda profesional, infectólogos y miembros de sanidad que aceptan su invitación al podio, para luego finalizar con su propuesta—: Se preguntarán por qué están aquí, y la respuesta es simple: hemos fallado. Les hemos fallado a estos 1,8 millones de niños en encontrar una cura para una enfermedad de la que no son responsables, y a más de la mitad de ellos en garantizarles un tratamiento con el que puedan vivir su vida con total plenitud y normalidad, lo que ya oyeron que se puede lograr. En garantizarles una niñez plena y feliz, sintiéndose sanos y libres. Sin ser juzgados o apartados por personas desinformadas. —Sus labios tiemblan cuando sonríe y sus ojos entre grises, azules y verdes brillan con ilusión—. Ustedes no están aquí el día de hoy por el champagne, el baile y la música. Están aquí porque quiero compensar, en un pequeño porcentaje, lo que hemos hecho, algunos de los errores que hemos cometido como sociedad, creando un pequeño mundo que sea solo para ellos y que los prepare para el futuro. —Muestra los planos de su proyecto—. Están aquí porque necesito su ayuda para crearlo. Para proveerles a los niños seropositivos de Texas una escuela en la que no solo puedan tener acceso a una infancia feliz, sin crueldad, y a una buena educación, sino también al tratamiento que ameritan. Una escuela manejada por el personal adecuado. Una escuela que sea centro de referencia a nivel estatal, nacional y mundial. Una escuela con su propio centro de investigación para seguir trabajando en la cura de esta enfermedad mientras trabajamos a la par por brindar a tantos niños como se pueda... un hogar que les transmita esperanza sobre el mañana. Porque el futuro de estos niños es tan brillante como el de cualquier otro cuya vida no haya sido marcada por un virus que nosotros, los adultos, trajimos a sus vidas. —Su mentón se eleva, sus ojos claros húmedos debido a la emoción, y las mariposas empiezan a caer y a volar a nuestro alrededor. Por primera vez desde que la conozco, Sofía habla sin tartamudear ni una sola vez—: Les hablo de un sueño, una meta, bajo el nombre de Butterflies Released Academy.

Mariposas libres.

Me muevo sobre mis pies, inseguro e insignificante, sin saber qué hacer ante lo que acabo de oír y de ver. Sintiéndome demasiado pequeño ante la gran mujer que Weston y yo perdimos. Lo que presencié sí me da motivos para dejarla ir, para que alguien que sí la merezca tome nuestro lugar. Me giro para ver a mi compañero, pero este no es capaz de apartar sus ojos de Sofía.

De estos descienden lágrimas similares a las mías.

—Ahora les presentaré los objetos de nuestra subasta de esta noche. —Sofía ríe, quitándose una mariposa de la nariz a la par que limpia sus lágrimas, mientras Steven aparece de nuevo y le tiende un dibujo enmarcado. Ya que la sala es amplia, el dibujo es proyectado. No tardo más de dos segundos en reconocer al autor—. Son dibujos hechos por los niños que aspiran a ir a nuestra escuela. Debido a que dimos a conocer un poco de nuestro proyecto mientras iniciamos la recolección de fondos, ya tenemos algunos candidatos. Estos se mantendrán anónimos, toda la información de nuestros estudiantes permanecerá confidencial, pero encontrarán algunas pequeñas firmas hechas con seudónimos. —La firma de este es un garabato de dos V. El dibujo consiste en la imagen de una mujer tomando de la mano a dos niños, un niño y una niña, frente a un lago—. Aunque no todos son hechos por ellos, también sus familiares apoyaron —añade de manera más baja, su expresión suave al pensar en W—. Entonces, ¡iniciemos esta subasta con mil dólares! Pueden pujar alzando su brazo.

Contrario a la inseguridad de sus ojos, alguien rápidamente accede a pagar ese dinero, pero no es la única oferta que recibe al instante. Su discurso fue bueno y eso se ve reflejado en la emoción de todos por ayudar. Cuando la cifra asciende a los cien mil dólares, para sorpresa de Sofía, y es que la mayoría de los invitados son multimillonarios amigos de Lilah y conocidos de Weston, este recobra el sentido hablando con voz ronca y rota, pero decidida a obtener a ese dibujo.

Y a la mujer que lo sostiene.

—Quinientos mil dólares, en efectivo, ya.

Sofía parpadea.

Separa los labios para decir vendido, pero no es el único queriendo impresionar. Un hombre con una máscara de samurái interviene en el intercambio.

—Quinientos cincuenta mil.

Sofía lo mira e intenta detener la subasta ahí, pero Weston no se lo permite.

—Seiscientos mil.

—Seiscientos cincuenta mil.

—¿De cincuenta en cincuenta? —ríe West—. Setecientos mil.

El samurái gruñe, claramente habiendo oído a Weston.

—Ochocientos mil.

—Un millón de dólares.

—Un millón cien.

—Tres millones de dólares.

Sofía palidece, necesitando que Steven y Lilah la sostengan. Que Weston y el samurái se adelanten para socorrerla, pero la seguridad del evento se los impida. Intento hacer lo mismo, queriendo taclear a alguien fuera del campo como nunca antes he deseado hacerlo, pero una voz a mi lado hace que me enfrente a un sujeto casi igual de alto que yo, pero más delgado, con una máscara del Zorro y el cabello castaño.

—Es el ser más puro y amable que ha transitado sobre la faz de la tierra, ¿no crees?

Aunque tiene razón, mi cuerpo se tensa ante el cariño en su voz.

—Así es, su alma es especial —concuerdo.

—Debe ser adorada.

—Y venerada. —Me cruzo de brazos, harto de este tipo obsesionado con Sofía. Ella obtendrá el mejor tratamiento, pero no de él. No ahora que Weston y yo tenemos razones de sobra para luchar por recuperarla—. ¿Quién eres?

Suelta una risita antes de darse la vuelta y desaparecer entre la multitud.

—Somos la competencia.


¡Love u! 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: #poliamor