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Capítulo 3: only love can hurt like this.


SOFÍA

El remolque de Derek nunca se había sentido tan pequeño, pero incluso si juntase dos remolques para nosotros o volviera a mi viejo departamento tengo la impresión de que todo se sentirá pequeño en comparación con la Mansión Wertheirmer. Pequeño y frío, ya que carecerá de la calidez y del amor de hogar al que cometí el error de acostumbrarme porque al final del día era solo una empleada, solo una niñera, y no era parte de ellos.

Cometí tantas equivocaciones.

Tantas malas decisiones.

Me tomé tantas atribuciones que no me correspondían.

Si pudiera retroceder en el tiempo, jamás aceptaría ese trabajo para permitir que una persona más experimentada y consciente se hiciera cargo. Incluso si eso significara no haber vivido los días más espléndidos de toda mi existencia, no lo tomaría porque Gen y W van primero que mis sentimientos. Que mi corazón roto, el cual se siente como si un mazo hubiera caído millones de veces por segundo sobre él y lo hubiera dejado hecho polvo.

El ruido de botellas rompiéndose, de risas femeninas y de gritos llega a mis oídos y me acurruco aún más sobre la cama de mi hermano mayor, pero solo por un par de minutos. Cuando éramos niños su solo olor me reconfortaba independientemente de lo que pensara el resto del mundo sobre él, pero en este momento no hay nada que pueda lograr ese cometido. Siempre he querido hacer las cosas bien, en especial cuando refiere a hacer lo que más amo en el mundo, mi trabajo, llegando al punto de irme por más bien que me pagaran si veía algo que no me gustaba, pero esta vez es diferente porque quién se equivocó irremediablemente fui yo.

Esta vez fui yo no supo manejar la situación.

Esta vez fui yo quién colaboró con que le hicieran daño a mi niño a cargo.

Jamás me lo perdonaré a mí misma.

—¿Sofía? —pregunta la voz de Derek del otro lado de la puerta de su habitación, a lo que respondo hundiendo aún más el rostro entre sus almohadas—. ¿Estás bien? ¿Quieres una cerveza?

Su cama huele a él, a Victoria Secret y a otras cosas más en las que no quiero pensar, pero es mucho mejor que dormir en la calle, lo cual es la otra opción que se acomoda a mi presupuesto ya que los Wertheirmer tienen mi vieja dirección y tengo miedo de llegar ahí y descubrir que Weston me demandó por negligencia. Que también terminaré en prisión. Que perderé mi licencia. Que lo decepcioné a tal punto en el que piensa que no merezco cuidar a ningún otro niño, al igual que Ibor, al igual que yo ahora.

Sé que eventualmente tendré que enfrentarme a ello, pero no ahora.

Ahora estoy demasiado concentrada en lograr respirar sin que duela.

Me ahogo en un sollozo al recordar la expresión en el rostro de Weston la última vez que me vio. Cuán asqueado de su decisión de involucrarme en sus vidas. Cuán decepcionado se veía Ibor. Me abrazo a mis rodillas.

—¡Estoy bien! —respondo cuando le da varios golpecitos a la puerta para insistir en una contestación, tras lo cual lo escucho respirar y moverse sobre sus pies del otro lado por un largo rato, sin saber qué hacer conmigo.

Somos dos.

Yo tampoco sé qué hacer conmigo misma.

Ya ni siquiera sé si soy buena haciendo lo que pensé que hacía mejor.

—¿Segura?

—¡Sí! —lloro.

Derek suspira de nuevo.

—Cuando quieras salir, hablar, llorar o lo que sea, aquí estoy —susurra—. Tengo un porro de marihuana con tu nom...

—Acabas de salir de prisión porque tu hermana se sacrificó por ti, ¿y tienes drogas en tu casa? ¡Eres increíble, Derek! —Escucho a Lilah bufar, a lo que finalmente me incorporo mientras seco mis lágrimas de golpe. He estado ignorando sus llamadas todos estos días por muchas razones, entre ellas no poder mirarla a los ojos sin poder contarle lo que pasó por el acuerdo de confidencialidad, el cual no tengo pensado violar—. ¡Eres el único idiota que decide hacer una fiesta con una persona deprimida en casa!

—Precisamente por eso la hice —gruñe él, a lo que no puedo evitar poner los ojos en blanco a pesar de cuán mal me siento. Su lógica y métodos nunca han sido conocidos por ser los mejores, de ahí a que siempre termine en prisión, pero sus intenciones son... buenas—. Si Sofía está deprimida, necesita tener personas felices a su alrededor que la hagan sonreír.

Lilah ríe de forma amarga.

—¡Eres un genio! ¡Has encontrado la fórmula perfecta para impedir que cientos de miles de personas se suiciden al año! ¡¿Por qué a nadie se le había ocurrido eso antes el poder que la cerveza y la carne asada podían tener sobre alguien deprimido?! —Casi puedo imaginar a Derek inflando el pecho con orgullo ya que Lilah chilla—. ¡¿Qué demonios está mal contigo?! ¿Realmente crees que un montón de universitarias rusas en bikini y moteros harán sentir mejor a tu hermana? —pregunta sonando indignada—. Por Dios, Derek, ¿si quieras has visto a Sofía en bikini alguna vez?

—Eh, cuando Sofía tenía cuatro... no, nunca, ¡pero eso no tiene nada que ver con esto, Lilah! —grita de regreso, igual de alterado e impotente—. ¡Yo solo estaba tratando de hacerla sentir mejor!

—Si esa es tu manera de hacerla sentir mejor, ¡no lo intentes más!

—¡Nunca dejaré de hacerlo, es mi hermana!

—¡Que estuvieras en la cárcel, en primer lugar, es el motivo por el que ella aceptó el trabajo con los Whertheirmer y ahora se encuentra lastimada! —Derek permanece en silencio ante su acusación—. Ahora, si me lo permites, te pido amablemente que te apartes y me dejes hacer mi papel de mejor amiga ya que Sofía decidió aislarse y no responde mis men...

Dejo de escuchar a Lilah, la parte delantera de mi cuerpo saliendo por la pequeña ventanilla sobre la cama de la habitación de Derek. Toda mi ropa está en la Mansión Wertheirmer, ni siquiera en mi vieja casa, por lo que me encuentro usando una de sus pijamas de dos piezas tres o cuatro tallas por encima de lo que corresponde. Es roja y con estampado de pequeñas motocicletas de caricaturas, algo que incluso W Jr usaría. Los pantalones me quedan demasiado grandes, por lo que los mantengo sujetos a mi cuerpo con un cinturón de cuero y pinchos metálicos que saqué del armario con múltiples outfis de pandillero de mi hermano.

—¡Recórcholis! —grito al caer sobre un arbusto con ramas demasiado punzantes, lo que hace que cuatro rubias en bikini y Alaric, Hugo y Jasper, los tres amigos pandilleros de Derek, giren sus rostros hacia mí.

Me molesté por lo que su presencia aquí podría significar para mi hermano durante los primeros días de mi estadía, pero Derek me prometió que no se involucraría más en sus asuntos turbios. Que solo pasaban el rato y que incluso se estaba postulando para conseguir un trabajo real con el que planea devolverme todo el dinero que he gastado sacándolo de problemas.

Ya que no fue a la universidad, calculamos que con un salario promedio eso le tomaría... ciento dos años dejándole lo suficiente para vivir al mínimo.

—¿Estás bien? —pregunta Alaric, el más viejo de todos, por detrás de la parrillera, cada centímetro de su cuerpo cubierto con tatuajes.

—Sí. —Me levanto rápido, todavía escuchando a Lilah y a Derek pelear en el interior del remolque. Mis mejillas se sonrojan cuando veo a cuatro hermosas chicas mirarme como si fuera un bicho raro—. ¡Zdravstvuyte! —saludo antes de escuchar a Lilah llamarme por mi nombre, seguido de Derek, y empezar a correr por el estacionamiento de remolques porque de lo contrario me atraparán y asaltarán con preguntas y comentarios de aliento que solo me harán sentir peor en este momento.

No, no quiero hablar de eso y no, ¡nada me puede hacer sentir mejor!

Mientras corro las escucho a las cuatro hablar a mis espaldas antes de que esté lo suficientemente lejos de su sexy y marcado acento ruso.

—Por Dios, pobrecita, ¿qué le pasó a sus ojos?

Otra jadea con horror.

—Nunca había visto unos ojos tan hinchados, parece un insecto.

—¿Quién le habrá hecho tanto daño?

—¡Tenía que habernos dejado ponerle un bikini!

—Sí, aunque no sé si habríamos podido cubrir esa cara con maquillaje.

Mis labios se fruncen, sintiéndome fea además de triste, pero sigo corriendo hasta que sus voces desaparecen y el césped del estacionamiento de remolques es suplantado por el pavimento de las calles de Dallas.

*****

Solo hay un lugar en el mundo al que mi cuerpo me pide a gritos ir, pero al que sé que no debería acercarme. Sin embargo, media hora después me detengo frente a la Mansión Wertheirmer gracias a la bondad de la madre de uno de los niños a los que les di clase cuando trabajaba en el kínder, la cual me vio en las calles de Dallas y me ofreció un aventón. Su nombre es Kelly y tiene cuatro niños de cinco, tres, uno y siete meses. La de uno y el de siete meses me miran desde atrás sin parpadear, puesto que siempre van con ella a todas partes durante todo el día. No están en la escuela todavía porque Kelly es una madre de veintisiete años a tiempo completo, pero puedo ver en los ojos de ambos cuánto desean dejar de acompañar a su madre a todos lados y unirse a sus hermanos y a otros niños.

—Muchas gracias, de verdad —susurro cuando me deja frente a la Mansión Wertheirmer, a lo que esta se inclina sobre el volante y niega.

—No te preocupes. Tengo tanto tiempo libre que no me molesta esperarte a que termines lo que sea que estés haciendo y llevarte de vuelta —menciona mientras mira mi atuendo, incluyendo las pantuflas de auto con llamas sobresalientes de Derek.

Miro a sus bebés. La mayor es una niña que se aferra en silencio a la silla de su hermano, dos colitas sobre su cabeza, y este es un tranquilo bebé regordete y de cabello negro que hace burbujas de saliva y las explota con su dedo. Los dos son tranquilos y dulces, pero miran hacia el exterior con tanto anhelo que mi pecho se hunde.

—No es necesario.

Así tenga que caminar mil cuadras, no quiero volver a ver a ningún niño sufrir por mi culpa jamás. Kelly vuelve a ver mi ropa de arriba abajo.

—¿Estás segura?

Afirmo.

—Sí. Encontraré cómo irme de aquí.

Le pediré el favor a Steven o llamaré a Derek.

—Bien. —Mira hacia la puerta de la Mansión Wertheirmer, sospecha y empatía brillando en sus ojos verdes repletos de hermosas pestañas postizas. Su manicure también está recién hecho, al igual que su cabello, y siempre usa ropa de yoga que no deja a la imaginación nada sobre su figura—. Igualmente esperaré aquí unos minutos. —Separo los labios para protestar, pero niega—. Eras la única maestra del kínder de mis hijos que no me veía como si fuera una inútil. —Trago, recordando todos los horribles rumores que giraban a su alrededor por no trabajar y dedicarse a su pareja, varios años mayor que ella, y a sus hijos—. Así que permíteme hacer esto por ti. Las personas que son buenas siempre merecen que las ayuden.

Mis ojos empiezan a picar.

No soy una buena persona, pienso, pero no lo menciono en voz alta porque de hacerlo no pararé de llorar.

—No me tardo.

—Aquí estaremos.

—¡Rápido! —exige su pequeña hija, sonando enojada y entendiendo gran parte de todo lo que pasa a su alrededor, por lo que empiezo a caminar hacia la entrada de la Mansión Wertheirmer tras dedicarle una sonrisa que se borra al momento en el que recuerdo lo que sucedió la última vez que creí que podía ser buena para un niño.

Solo me aseguraré de que Gen esté bien.

Solo la veré una última vez a ella y a W.

Solo pediré disculpas.

Yo solo...

Mis pies se detienen abruptamente cuando la puerta principal de la Mansión Wertheirmer se abre y de ella sale una hermosa mujer de cabello negro y ojos grises, sus manos repletas de lápices y materiales de dibujo. Sus rasgos son latinos, pero no ligeramente como los míos, puesto que en ocasiones lo único que delata los orígenes de mi sangre es mi apellido. A diferencia de mí, ella verdaderamente luce como la mezcla perfecta entre una Miss Universo latina, una supermodelo y Blair de Gossip Girl.

Como si eso no fuera suficiente, huele mejor de lo que luce.

Trago y ella me imita, viéndose tan estupefacta como yo, y por unos segundos solo nos dedicamos a observarnos mutuamente. No quiero caer en ese juego, no sabiendo lo que eso significa para mi autoestima y sentimientos, pero su simple existencia me hace sentir ridícula. Su hermoso cabello oscuro en comparación con mis ondas café. Su piel levemente bronceada y sin imperfecciones contra la mía pálida y con manchas que debieron ser pecas, pero no se terminaron de desarrollar. Sus curvas al lado de mi delgadez. Su vestido negro y botas de cuero al lado del pijama de mi hermano. Todo en ella, en resumen, grita ser del tipo de Weston e Ibor, puesto que antes de mí solían posar con chicas muy similares a ella, a la original, en revistas y fotos de Instagram, como Julia, por ejemplo, quién me estoy dando cuenta ahora de que es su viva copia.

Retrocedo.

Retrocedo ante sus ojos grises mirándome con atención.

—Tú eres... ¿Sofía? —No respondo y se acerca todavía más, la expresión de su rostro sumamente amable—. Mi nombre es Savannah. Sé que no nos conocemos aún, pero soy una vieja amiga de la universidad de Weston e Ibor y estoy visitándolos por unos días. Los cuatro, ellos y los niños, están en terapia en este momento e iba camino a un café a trabajar un rato, pero podemos entrar y...

Niego.

—No, está bien. Es un placer. —Nunca he sido el tipo de mujer que se siente inferior frente a otra, nunca he querido ser ese tipo de mujer, pero las emociones dentro de mí son tan fuertes que apenas puedo controlarlas y no son solo las que me causan la presencia de Savannah y su perfección ante mí, sino también las de saber que toda la familia está asistiendo a terapia tras de mí. Tampoco ayuda el hecho de que no haya sido desagradable hasta ahora, por lo que no hay nada que justifique el por qué me siento como si quisiera vomitar solo con verla—. Por favor, no les digas que estuve aquí.

Sin esperar su respuesta, me doy la vuelta y me apresuro al auto de Kelly, contemplando desde adentro cómo Savannah se acerca a nosotros, pero se detiene al darse cuenta de que no quiero que me persiga.

De que no quiero verla.

—Por favor, vámonos ya —suplico, a lo que Kelly simplemente me mira en silencio y acelera sin hacer ningún tipo de comentario.

Unos segundos después, una pequeña palma se presiona contra mi mejilla, lo cual termina de hacerme sollozar con la frente sobre la ventana debido a que todo dentro de mí siente que no merezco ese gesto.

*****

Quiero estar en paz.

Quiero estar sola.

Quiero... solo quiero dejar de recordar y que deje de doler.

Se me ocurre un solo lugar en Dallas al cual tengo acceso en el que jamás nadie me encontraría. Aunque es un poco incómodo, aprecio la seguridad que me ofrecen las sillas de mi palco en el Majestic y una vez subo los antebrazos de cuatro asientos tengo una confortable cama en la que dormir. También comida, puesto que los trabajadores del puesto de aperitivos me reconocieron y obsequiaron palomitas, golosinas y agua. Cierro los ojos después de comer y acurrucarme, limitándome a apreciar la voz de la drag que ensaya sobre el escenario para su presentación de esta noche.

I tell my self you don't mean a thing

And what we got, got no hold on me

But when you're not there, I just crumble

I tell myself I don't care that much

But I feel like I die 'til I feel your touch

—Me dijeron que estabas aquí luciendo de una manera peculiar. Pensé que exageraban dado que ya de por sí sola eres peculiar, pero realmente luces peculiar esta noche y eso significa mucho viniendo de una drag queen —dice una voz desde la entrada del palco, a lo que me incorporo rápidamente y giro la cabeza hacia esta para enfrentarme a la figura de Nestor en vaqueros y un suéter negro con cuello de tortuga.

Recojo mis rodillas contra mi pecho cuando se sienta junto a mí.

Only love can hurt like this

Only love can hurt like this

Must have been a deadly kiss

Only love can hurt like this

—No tenía nada más que ponerme.

Sus ojos oscuros y pequeños se llenan de confusión.

—¿Por qué...? —Noto el momento exacto en el que se percata de la hinchazón de mis ojos, puesto que su mirada se llena de comprensión. Guarda silencio por unos segundos, pero posteriormente suspira y mira hacia el escenario—. Ese par de idiotas... ¿quieres hablar de lo que sucedió? —Niego y asiente con comprensión—. Lo supuse. —Se levanta y me hace creer que se irá, pero no es así—: Cuando dije que este palco sería tuyo no lo dije en el sentido en el que podías convertirlo en tu casa. Hay habitaciones de huéspedes en el ático que puedes tomar y mucha ropa de entre la cual puedes elegir cuando estés lista para dejar de lucir así de mal. La cena se sirve a las nueve, si quieres acompañarnos.

Y dicho esto se va, dejándome en paz para poder llorar todo lo que quiera.

Save me

Save me

Only love, only love

'Cause only love can hurt like this

And it must have been a deadly kiss


¡Hola, feliz año!

Por favor, recuerden comentar y darle amor al capítulo.

Para más noticias sobre Suyos y mis otras novelas, pueden unirse a mi canal en Instagram. Lo encuentran en mi perfil: OscaryArroyo. Por ahí les estoy diciendo todo y dando adelantos.

La historia de West e Ibor en pasado la decidí dejar para el final del libro.

Love u! 


PD: Si tienen amigxs interesadxs en leer Nuestra, díganle que debe ser ahora. 




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