Epílogo.
Casi un año después.
♠️
Sigo a las gemelas que corren por el pasillo del hotel hasta la habitación donde están todas preparándose. Apenas abren la puerta, se escuchan los cuchicheos de las mujeres.
—Es hermoso.
—¡Me encanta!
—Lo dejarás con la boca abierta.
Las rojas entran y yo apoyo la mano antes de que la puerta se cierre para mirar dentro.
—Señoras —saludo.
—¡Luke! —Lay es la primera en gritar—. ¡No puedes estar aquí!
—¿Por qué no? A mí no me importa el jodido vestido.
—¡Largo! —chilla ahora Natalie.
Evito con todas mis fuerzas llamarla Grace.
—¡Ya me voy! —grito—. Las rojas quieren estar aquí, así que me llevaré a Jamie.
Escaneo rápido la habitación en busca de Becca, ella está al frente arreglando algo sobre el cinturón de brillos del vestido. Leila le hace un gesto con la mano y se acerca a la cama a tomar al bebé.
—Lo llevaré, no te preocupes —le dice.
Las rojas están muy entretenidas viendo los preparativos, así que las dejo ahí con su madre y salgo con Lay y mi hijo al pasillo.
—Por cierto, —digo antes de cerrar la puerta—. ¿Ese vestido? ¿De verdad?
—¡Largo! —me gritan, cierro la puerta rápidamente.
—Un día de estos, Luke —me regaña la rubia, negando levemente—. Recibirás una paliza por hablador, ¿Deberías siquiera estar aquí?
Damos vuelta en el pasillo rumbo al ascensor con el pequeño Jamie dormido en sus brazos.
—Estoy seguro que no, porque no se me debería permitir estar en una boda donde me acosté con la novia y las damas de honor... —tiro del cuello de la camisa porque me asfixio—. Pero eso fue hace mucho tiempo, ellas lo saben, Becca lo sabe y mi pene está a salvo.
—Por ahora —susurra—. Y deja de discutir con Natalie, su novio está aquí.
Jodido Carlos. Y Jodido Brandon que se adueñó de mi vida en un abrir y cerrar de ojos.
—Carlos no va a hacerme nada porque lo hice rico, está en deuda conmigo.
Todos lo están.
—Bien, solo haz tu parte, cierra la boca y deja que la ceremonia acabe. —nos detenemos en el vestíbulo del hotel—. ¿Para qué quieres a Jamie?
—Es la hora, Christian no debe tardar en llegar.
—Luke... —gruñe—. ¿Cuándo vas a dejar ir esto?
Eso es fácil.
—Cuando él tenga el suyo.
Leila pone los ojos en blanco y gira hacia la entrada, justo a tiempo para ver a mi mejor amigo entrar detrás de su esposa, que viene directo a nosotros.
—¡Leila! —saluda la entusiasta señora Grey—. Me alegra tanto verte, cariño.
Cómo puede, le da un pequeño abrazo a Lay, luego besa la cabecita de Jamie. Sé que quiere cargar a mi bebé, solo no creo que esté en condiciones.
—¡Hey! ¿No hay saludo para Luke? —me quejo—. El papá del bebé está aquí, no es un muro.
Ana inclina la cabeza a un lado, pero se vuelve a ver a Christian que permanece detrás de ella.
—Nena, por favor... —él suplica.
—No todavía.
Pasa por mi lado con Lay, ambas yendo al salón donde será la ceremonia e ignorándome porque sigue molesta por mi participación en el asunto de su embarazo.
—Por lo menos es amable en el trabajo —le digo a Christian.
—Lo sé, y falta solo un mes. O podría ser en cualquier momento.
—Mierda.
Pude haber ayudado a Christian a presionar a Ana para que accediera a tener un bebé, yo recibo la ley del hielo de vez en cuando y mi mejor amigo no sabrá el sexo del bebé hasta que nazca. Será una sorpresa para todos.
Le indico el camino al salón y camina conmigo.
—¿Encontraste algo en su diario? —pregunto con discreción.
—No. Creo que decía la verdad cuando dijo que ambos lo descubriríamos el día del parto.
—Qué mierda. Con suerte para el bebé dos habrá cambiado de opinión.
—Espero —ambos nos detenemos a la entrada del salón—. ¿Seguro que deberías estar aquí?
Agh, carajo.
—¿Por qué todo mundo sigue preguntando eso? ¡Por supuesto que puedo estar aquí! Gracias a mi es que todos ellos están juntos... —giro hacia el salón donde algunos invitados ya están sentados—. ¡De nada!
Ana y Leila que esperan al frente son las primeras en mirarme con el ceño fruncido, luego el resto. Todos empiezan a tomar lugar y mi amiga rubia le hace una seña a Christian para que se acerque a tomar a Jamie. Luego Lay trae a las gemelas y las sienta con ella.
Todo está listo para iniciar, y cuando la música suena, Becca se aferra a mi brazo en su elegante vestido color verde que resalta sus hermosos rizos rojizos.
—Te ves preciosa, mamita.
—Gracias, nene.
Dejamos que Natalie y Carlos caminen delante de nosotros hasta el altar, luego nosotros nos abrimos paso. Nos colocamos a ambos lados esperando a que Brandon aparezca del brazo de mi mamá.
Ella palmea su mejilla como haría conmigo y yo la ayudo a regresar a su puesto junto a Lay y las rojas. Entonces Penélope es escoltada por su madre, con ese vestido esponjoso en color rosa.
—Parece un merengue —me río.
Natalie y Becca me miran, incluso Carlos y Brandon giran para mirarme. Mierda, lo dije en voz alta. Escucho el sabio consejo de Lay y permanezco en silencio hasta que indican que la ceremonia ha terminado.
Nos tomamos las respectivas fotos con los novios y aprovecho el momento para hacerle una seña a Lay. Ella asiente en entendimiento, así que llevo a Becca al jardín del hotel.
—¿Luke? ¿Qué pasa? ¿Olvidaste algo? —pregunta mientras la llevo conmigo.
—¿Eh? Ah, si, olvidé mostrarte algo importante mamita. —nos llevo al centro del jardín donde está un pequeño arco de flores—. Rebecca, sé que hablamos de esto antes, pero Creo que ahora es el momento correcto.
Tomo la caja que llevo guardando desde hace un par de meses y me arrodillo frente a ella, su rostro iluminándose.
—Sé que es la boda de tu hermano, pero quiero esto, contigo. Cásate conmigo.
Se cubre la boca con la mano para que no vea la incredulidad, luego nota el movimiento detrás de mí y yo también giro. Justo como ensayamos, Rojo 1 y Rojo 2 sostienen carteles que dicen: Di que sí.
—Claro que si, Luke. Quiero casarme contigo.
Ella llora de felicidad cuando pongo el anillo en su dedo y me besa, luego se aparta cuando las rojas corren hacia nosotros. Hacemos un abrazo grupal para festejar, solo faltando Jamie que sigue en los brazos de Lay.
—Ven aquí, campeón —me acerco extendiendo los brazos para tomar a mi hijo—. Ven a felicitar a tu padre.
Leila se ríe, y antes de que pueda moverse a felicitar a su amiga, nota a la persona detrás de ella.
—¡Ethan! ¡Llegaste! —lo saludo, pero él está mirando a Lay—. Yo estaré por allá, ustedes...
Hago una seña indicando que me voy, pero ellos no parecen notarme. Cuando vuelvo con Becca, ella también los está mirando.
—¿Está todo bien?
—Lo estará, mamita.
Todo estará bien ahora.
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