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Capítulo 7. Luke.

Cuando Christian dice que hemos terminado por el día, recojo las llaves y el móvil del escritorio listo para salir.

El jodido Abernathy es el primero sonriéndole a nadie y brillando como el puto sol con su gran sonrisa.

—¿Envidia? —Lay se ríe.

—No. Soy Luke Sawyer, no le tengo envidia a nadie, ni siquiera a ese pequeño tonto.

—Me alegro, eres mucho más simpático que él.

—Gracias, Rubia. —Le guiño un ojo—. ¿Te gustaría tomar un trago?

Leila deja de poner cosas en su bolso y vuelve la vista a mi, la confusión en su cara.

—¿Un trago? Sabes que ya no bebo.

—Estás a salvo conmigo Lay, no dejaré que te embriagues y hagas el ridículo para que la pequeña señora Grey me lo eche en cara.

—¿Ana? —Contiene una risita—. ¿Temeroso por tus bolas, Sawyer?

—Mierda, si.

Sigo a Lay por las escaleras hacia el exterior del edificio y señalo su auto. Ambos conduciremos hacia el bar de siempre y con suerte, saldré de ahí con una ardiente chica.

La veo que estaciona un par de autos más adelante y bajo de prisa para acompañarla, hasta que algo viene a mi mente.

—¿Preferirías ir a comer a algún lado?

Lay mira a los lados con nerviosismo.

—¿Como en una cita?

¿Si?

—Solo comer... Tengo hambre y podrías encontrar una ensalada o lo que sea que las chicas como tú coman.

—¿Las chicas como yo? —Chilla golpeando mi pecho—. Las chicas como yo beben cerveza, Sawyer. Ahora cierra el pico e invítame un trago.

Camina unos pasos por delante de mi y de pronto se detiene para mirarme con el ceño fruncido.

—Solo para que quede claro, no voy a dormir contigo.

—Eww Lay, estás en el tope de la lista de las chicas que están fuera de los límites.

—¿Ah, si? ¿En el tope? —Sus cejas se arquean— ¿Quién más está en esa lista?

—Ana, con letras mayúsculas, marcatextos y toda la mierda.

Leila ríe y reanuda la caminata conmigo a su lado. Abro la puerta para ella como el caballero que mamá crío y tomo asiento a su lado en la barra.

—¡Leila! —El chico de las gafas saluda, sus ojos brillan cuando la mira.

—Hey, Brandon. ¿Nos das un par de cerveza?

—¿Segura? —Pregunta, pero está mirándome a mi.

¿Qué mierda?

—Sírvele una cerveza y luego le das limonadas hasta que decida irse, ¿Entendido?

Deslizo el billete de 50 sobre la barra lo suficientemente cerca de él para que lo tome y deje las jodidas preguntas. El chico frunce los labios pero toma el billete.

Se mueve por detrás de la barra y vuelve con las botellas y un tazón de fritura que deja con Leila. No estoy de humor para hablar del trabajo o cualquier otra cosa, así que solo me siento ahí y bebo mientras Lay y el chico siguen hablando.

—Oye amigo, la chica de aquella mesa pidió ésto para ti. —Brandon señala a una mesa detrás de mí y volteo solo por curiosidad.

Una bonita morena saluda con su mano en alto y sonríe, invitándome a acompañarla en su mesa.

—Mierda, aún lo tengo. —Sonrío—. Pero estoy aquí contigo, así que no gracias.

—¿De verdad? —Leila toma un trago de su cerveza— ¿Vas a dejar el sexo fácil por cuidarme?

—¿Si?

—Ve ahí, Luke. Estoy bien, y Brandon tiene un ojo en mi.

El puto chico sonríe porque es cierto, pero no de la forma en que la ingenua Lay piensa. Lo pienso durante medio segundo antes de levantarme sobre mis pies.

—Ya que insistes, estaré por ahí si me necesitas.

Dejo a la rubia con el chico y me uno a la morena en su mesa. Estando tan cerca de ella es que puedo ver la delgada alianza en su mano izquierda.

—¿Cómo te llamas, cariño?

—Evelyn.

—Bueno Evelyn, gracias por el trago.

Levanto mi vaso para brindar con ella, que bebe un cosmopolitan. Desde mi lugar no puedo ver a Lay, así que tengo que mirar sobre mi hombro con discreción.

—Lo siento, ¿Estabas con ella? —Señala con la cabeza.

—Es mi amiga, pero no estoy con nadie si eso es lo que estás preguntando.

Le sonrío de esa forma que las mujeres aman y Evelyn se inclina para regalarme un vistazo de su profundo escote.

—Entonces no le importará si nos vamos, ¿Verdad?

Carajo, podría llegar a mi departamento más rápido que Carlos. Tomo el bolígrafo y el post-it para garabatear el nombre de la mujer frente a mi discretamente.

—Dame un momento, cariño. Te traeré otro cosmo.

Me levanto y guardo todo de nuevo en mi bolsillo, necesitando algo más fuerte que una cerveza para relajarme, pero me detengo cuando apenas he dado algunos pasos.

La misma mujer de la otra vez, con sus rizos ahora atados en la parte baja de su nuca sonríe a Lay y le sirve otro vaso de limonada.

—Hola. —Digo para llamar su atención y ella gira para mirarme.

—Hola, cariño, ¿Qué necesitas?

¿Otra vez esta mierda?

—Soy Luke. —Leila se ríe—. Luke Sawyer.

—Entendido, pequeño Luke. ¿Quieres otra cerveza? —Señala con la cabeza la botella en mi mano.

—No.

—¿Una limonada? ¿No? Ya sé, otro cosmo para la señora de allá.

—No. —Repito. ¿Por qué ella y Lay siguen riendo? —Toma un trago conmigo.

Leila pone los ojos en blanco.

—Creo que tienes las manos llenas esta noche, cariño.

Señala de nuevo a la morena que me mira desde la mesa y por alguna razón, doy la vuelta y vuelvo con ella.

¿Acaba de rechazarme?

—¿Y? —Pregunta Evelyn—. ¿Van a enviar los tragos?

—Mierda, olvidé pedirlos preciosa. No tardo.

Vuelvo sobre mis pasos hacia la barra y a la mujer que aún platica con mi amiga rubia; yo hablo interrumpiéndolas.

—Entonces mañana, estaré libre para ti.

Ella pone esa misma expresión que usa Christian cuando estoy diciendo cosas estúpidas.

— No, gracias. No estoy interesada.

—¿Por qué no? Soy joven y atractivo.

—No te ofendas, Luke. —Leila acaricia mi brazo—. Te quiero mucho, pero eres un prostituto.

Mi ceño se frunce.

—No lo soy.

—Si, lo eres. —Insiste.

—En primer lugar, la prostitución es un bello arte, un acto de amor y entrega por lo tanto no debería cobrarse. Y en segundo lugar, las mujeres no me pagan, me agradecen por llenar sus vidas de placer y alegría.

Ellas comparten una mirada sin parecer convencidas, luego Becca presiona sus labios gruesos con firmeza.

—Sigo diciendo que no, cariño.

Mierda.

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