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Capítulo 35. Christian.

Llego temprano al departamento de policía como cada maldito día de los últimos meses.

—Mierda.

Soy un puto fanático de la puntualidad, ¿pero Ana? Está sacándome de quicio.

La veo saludar al viejo Billie y a otros azules a las afueras del edificio, pero estoy demasiado molesto para fingir amabilidad. Le hago una seña para indicarle que voy a subir y camino dentro, necesitando desesperadamente una taza de café sin azúcar ni crema.

Antes de que alcance la escalera a mi piso, la puerta de Welch se abre y Leila sale de allí, casi de puntillas y con la cabeza baja. ¿Qué carajos hace ella con Welch?

—Leila —la llamo y ella levanta la cabeza, sus ojos yendo de un lado a otro.

—¿Estás bien?

—Si —dice, pero su gesto es nervioso y tenso.

—¿Problemas?

Sus ojos claros se abren antes de agitar la cabeza en negación. ¿Qué es lo que no me está diciendo?

—¿Presentando alguna sugerencia al jefe? —insisto acercándome para que sepa que no dejaré pasar el tema.

—Oh, bueno... ¿Podemos hablar? —yo miro las escaleras pero ella señala la puerta principal con su cabeza—. Afuera.

Mierda.

—Necesito un café —gruño en advertencia—. Ven conmigo, caminemos a la cafetería.

Camino por delante de ella hacia la salida, buscando con la mirada a mi esposa que todavía está con el grupo de azules, solo que ahora el puto rubio es parte del grupo.

Supongo que esa es la razón por la que Lay se detiene, desviando la mirada hacia el otro lado. Y como es mi maldito día de suerte, el jodido Abernathy nos mira y se acerca sonriente a saludar.

—Grey. —dice, sabiamente evitando el saludo de mano.

—Abernathy —gruño, pero él me ignora para saludar a Leila.

—Hola, Lil —besa su mejilla—. Estoy libre esta noche, por si...

Las palabras cuelgan en el aire y justo ahora me pregunto cuánto tiempo podrían darme de suspensión si le doy un pequeño tiro.

Uno pequeño.

Me concentro de nuevo cuando Lay ríe.

—¿Te aburriste de Mía?

—Nena, —el puto rubio se pone los lentes oscuros sobre los ojos—. Todos se aburren de Mía.

Luego él sonríe, Lay también y yo me aseguro que la pistola en mi pechera esté asegurada, por si las dudas. Luego mi atención va al auto oscuro de la familia del viejo Et que se detiene en doble fila para que él pueda bajar con ayuda del bastón, cojeando hacia nosotros.

Sus ojos me encuentran y sonríe, levantando la mano a modo de saludo hasta que se percata de las otras dos personas conmigo. La sonrisa de Leila se borra cuando lo mira acercarse lentamente y detenerse frente a nosotros.

Mi amigo Ethan mira a Lay, luego al jodido rubio sonriente y de vuelta a Leila, los hombros de ella se tensas en segundos.

Luego todo ocurre tan rápido que me cuesta seguir el paso. De alguna forma, Ethan se las arregla para lanzarse sobre el otro rubio y golpea su cara, ambos cayendo al suelo.

La cojera de Ethan pareciera no existir mientras ruedan en el piso, lanzando golpes y patadas a diestra y siniestra ante la incrédula mirada de todos, yo incluido.

—¡Ethan! —chilla Lay.

Ana es de las primeras en tratar de intervenir, corriendo hacia el lío y tengo qué detenerla por su imprudencia.

—¿Qué mierda haces? —la sujeto de la cintura para que no se meta—. ¡Pueden golpearte!

—¡Sueltame, Christian! ¡Tenemos qué detenerlos!

¿Ahora le importa su jodido amigo?

Billie y otros más se acercan sin lograr apartarlos, la adrenalina de la pelea volviéndolos más feroces.

El jodido Luke habría grabado el puto asunto y sugerido a Et que le diera con el bastón.

—¡Basta, Jesse! ¡Dije basta! —El capitán tiene qué interceder por su hijo.

Cinco hombres son necesarios para detener la pelea que solo duró algunos minutos, pero el daño está hecho.

Ethan sangra de la boca y la ceja, sosteniendo la rodilla de su pierna lesionada mientras lo detiene Billie.

Abernathy tiene un ojo hinchado y la nariz sangrante donde el primer golpe de mi amigo tocó, sus jodidos lentes de marca hechos añicos en el piso.

Ana se remueve en mis brazos para que la suelte y se dirige a Leila, que sigue parada donde mismo con el rostro pálido.

—Es mi culpa, —le dice a mi Cerecita—. Le dije a Ethan que...

—Shh, shh —mi esposa la abraza y acaricia su cabeza—. Tranquila, son chicos grandes, también tienen responsabilidad en sus actos.

Eso no parece calmar a Lay, que comienza a sollozar. El capitán Abernathy mira a su hijo y a Ethan, luego señala el edificio para que entren.

—Mierda.

—Ve con él, no lo dejes solo, Christian. —volteo para mirar a mi amiga—. Acaba de volver, necesita estar aquí.

—Va a ser suspendido, Lay. Lo sabes.

Ella suspira.

—Si, lo sé.

—Ni siquiera entiendo qué carajos está pasando —gruño—. Y aún necesito un jodido café.

Eso me lleva a la conversación que estaba a punto de tener con Leila. Antes de que el infierno se desatara.

—Welch hará un jodido lío de esto —yo también suspiro—. Y estoy seguro que habrá consecuencias.

Sin mencionar el puto lío que será trabajar con las bajas constantes, las peleas y la tensión que ya existe.

—Me voy, Christian. —Lay me saca de mis pensamientos.

—¿Qué?

—Le pedí al jefe Welch mi traslado a Portland.

—¿Qué? —repito.

—Leila... —Ana la abraza más fuerte.

—Ethan necesita recuperar su vida y yo no estoy lista para enfrentarlo. Es lo mejor para todos.

—¿Y él lo sabe? —pregunta Ana.

—No.

—Entonces estás huyendo Lay, y uno jodidamente no huye de los problemas.

—Oh Christian, cállate. No querrás que te recuerde todas las veces que huiste de mi. —me amenaza mi Cerecita. Mierda.

—Es diferente, nena, y lo sabes.

Su insistencia daba miedo.

—Bien, estoy de acuerdo. Si eso es lo mejor para mi equipo, adelante. Solo no creo que sea lo mejor para ustedes.

Lay abre la boca como si fuera a hablar, pero nada sale y vuelve a presionar sus labios.

—No todo es blanco o negro, mi amor —Ana me habla bajito, sin dejar de abrazar a su amiga—. Los matices son los que hacen que la vida valga la pena ser vivida.

Y sé que tiene razón.

~ • ~

No pidieron otro capitulo, pero ya estaba listo 😅

Saluditos!

❤️

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