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Capítulo 3. Luke.

Entro al bar y le siento en el extremo de la barra más alejada de Natalie, que me lanza una mirada de muerte.

Grace. — La saludo.

— ¿Qué? — Chilla bajito antes de venir hacia mi. — ¡Grace tu jodida...!

— Hey, Nat. Yo me encargo. — El chico de lentes la detiene, la hace girar sobre sus talones y la aparta. — ¿Qué te sirvo?

— Gracias amigo, una cerveza.

Su ceño se frunce.

— Eres amigo de Leila, ¿cierto? ¿Cómo está ella?

— Bien, supongo. ¿Por qué preguntas?

— Le he visto triste un par de veces, me alegro que esté de mejor ánimo.

No me siento cómodo hablando de Lay con el chico, así que cambio el tema.

— Por cierto, ¿Esta por aquí una chica de cabello rizado rojizo? — Hago un gesto con la mano para imitar sus bucles. — Es así de alta y...

— ¿Te refieres a Becca? — Sus ojos se entrecierran.

— Si, ella.

— ¿Que necesitas? Yo puedo ayudarte.

— Eh, no. Solo quiero saber si está por aquí. — Insisto.

— ¿Por qué? ¿Te debe dinero? ¿O quieres pedir crédito para beber?

¿Qué? Este chico comienza a irritarme.

— ¿Qué mierda te importa? ¿Es tu novia?

Hace una mueca de disgusto pero el enojo no desaparece de si expresión.

— Es mi hermana, imbécil. — Toma mi botella y la aparta. — Ahora lárgate.

— ¡No!

— ¡Si!

— ¡Que no!

— ¡Que si!

— ¡Brandon! — Una voz fuerte nos hace saltar un poco por la sorpresa. — Deja de pelear con los clientes.

— No estoy peleando con este... Caballero.

Se aparta y puedo ver de nuevo a la chica que he estado soñando. Sus rizos están recogidos en lo alto de su cabeza y las pecas sobre su nariz son visibles cuando se inclina para mirarme.

— Yo me hago cargo, trae la caja de botellas que dejé en la escalera. ¿En qué puedo ayudarte, cariño?

¿No me recuerda?

— Soy Luke, el amigo de Leila.

— Okey, ¿En qué puedo ayudarte, Luke?

— Yo... Em... ¿Cómo estás? — Su ceja se arquea.

— Bien, gracias. ¿Estás esperando a Leila?

— No. — Mis cejas se fruncen. — No creo que Lay debería estar aquí.

— ¿Quién? — Se ríe. Su risa es tan divertida que yo también río.

— Lay, así llamo yo a Leila. Somos compañeros en la policía de Seattle.

Este es mi momento de desplegar mi encanto y que ella caiga rendida a mis pies. Si, ésta es la chica que me llevo a casa hoy.

— Entonces eres detective.

— Detective Luke Sawyer a tus órdenes, preciosa. — Estiro mi mano para tomar la suya mientras sonrío. Antes de que pueda besar el dorso de su mano, ella la aparta.

— Gracias, no hace falta el gesto. — Sacude la mano como si quisiera desprenderse de mi toque. — Llámame si quieres otra cerveza.

¿A dónde mierdas va? ¿Es que no me vió bien? ¡Soy el puto Luke irresistible Sawyer!

— Espera, preciosa. ¿Puedo invitarte un trago?

Sus cejas se fruncen y comienzo a pensar que le causo molestia o algo asi. ¿Por qué mierda no está lanzándome las bragas en este momento?

— Gracias, cariño. Pero estoy trabajando.

— ¿A qué hora termina tu turno?

Algo la hace reír.

— Mi turno no acaba nunca, solo voy a casa por una ducha y a dormir un par de horas antes de volver aquí.

— ¿Es esa una invitación? — Mis cejas suben y bajan enfatizando mis palabras.

Ella vuelve a reír.

— Carajo, eres realmente divertido. Lo siento cariño, usa tu truco en otro lado. — Ella señala mi cerveza. — La casa invita.

Y con eso, se aleja para volver con el chico de lentes y luego desaparece por una pequeña puerta. Mi cerveza se acaba en un par de tragos así que le hago una seña.

— Dame otra.

Brandon toma la botella vacía y pone otra de golpe sobre la barra, su mirada fija en mi.

— Aléjate de mi hermana.

— ¿Por qué?

— Porque no es como las otras mujeres que te llevas a casa.

— ¿Y cómo sabes qué tipo de mujeres me llevo a casa? — Si, ahora lo estoy provocando.

— Te he visto antes, y sé que no eres lo que mi hermana merece, ahora largo.

Puedo ver el ceño fruncido incluso detrás de sus lentes, las mismas pecas esparcidas por su nariz como con Becca. Sus ojos se apartan de mi y algo brilla en ellos.

— Hola chicos, — Lay palmea mi hombro. — ¿Qué hacen?

Oh, si. Es hora de la venganza pequeño Brandon.

— Estaba platicando con mi amigo Brandon, ¿Verdad pequeño?

La sonrisa más falsa se estira en sus labios mientras me aniquila con la mirada, su expresión suavizándose cuando mira a la rubia.

— Estoy charlando con tu compañero Luke, ¡Que simpático! ¿Todos ahí son así?

— ¿Así cómo? — Le gruño a la pequeña mierda.

— Como tú y Jesse, tan... Sociales.

Lay se ríe.

— Christian es la joya de la corona.

— Ese cabrón traidor. — Resoplo bebiendo de mi cerveza.

— ¿También es... Sociable? — Las cejas de Brandon se disparan en su frente.

— Es muy sociable, pero no de la misma forma en que Luke y Jesse lo son. — Vuelve a palmear mi hombro. — Mi amigo Lukie solo está necesitado de atención.

— Pues que la busque en otro lado porque Becca no está disponible.

Y dale con lo mismo. El problema es que ahora Lay me mira a mi con el ceño fruncido.

— ¿Estás molestando a mi amiga?

— No.

— ¿Seguro?

— No soy una molestia para las chicas, rubia. Las mujeres me adoran.

— Si, tienes razón. — Ella apoya su barbilla en mi hombro, causándome un escalofrío. — Pero si lastimas a mi única amiga, voy a usar tus pelotas como globos atmosféricos, ¿entendido?

— Mierda Lay, si que sabes cómo bajarle la erección a un hombre.

Ambos se sonrojan manteniendo las vistas al frente aunque obviamente no hay una erección que puedan ver. Y ahora estoy molesto.

Miro al par de chicas del otro lado de la barra bebiendo cócteles rosas y señalo a la primera.

— Oye tú, ¿Cómo te llamas?

— Diana. — Ella ríe.

— Es tu maldita noche de suerte Diana, tengo un excelente vino en mi departamento que deberías probar.

Leila golpea ahora mi brazo, pero ya estoy levantándome y dejando los billetes sobre la barra.

— Voy a socializar, disfruten su noche... Pequeños.

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