Capítulo 26. Luke.
La casa es absoluto silencio mientras espero a Becca recostado en su cama, solo el ruido de la ducha se oye. Y lleva ahí casi 30 minutos.
—¿Mamita? —me levanto para golpear la puerta—. Está bien si tienes pelo, te juro que no voy a mirar. Solo sal de ahí antes de que me quede dormido.
Y acabes con toda la diversión sin haber empezado.
Tuve tiempo para desvestirme hasta los boxers y ahora camino de un lado a otro esperando cuando el sonido del agua se detiene, Becca saliendo envuelta en una toalla púrpura.
—¡Al fin! —chillo y ella frunce las cejas.
—No me presiones.
Toma otra toalla para secarse el cabello y yo aprovecho el momento para hacer las presentaciones.
—Becca, te presento al señor Sawyer. —bajo los boxers negros hasta los tobillos.
Ella no se sonroja, ni se avergüenza. Me mira de arriba a abajo como si fuera uno más del montón.
—¿Mostrarme tu pene es tu táctica de ligue? —su ceja se arquea.
—¿No te gusta? —lo señalo para enfatizar porque soy más grande que el promedio.
—Supongo que tenía espectativas más altas.
—¿Más altas que esto?
¿Eso es un si o un no?
Acomoda la toalla pequeña sobre una silla en la esquina y se acerca a la cama. No puedo dejar que cambie de opinión.
—¿Y si te doy otro masaje? —ofrezco.
—Estoy bien —se sienta en el borde de la cama y me mira—. Bésame.
—Como tú ordenes.
Despliego mis mejores movimientos de labio y lengua sobre la pelirroja, asegurándome de no abrumarla demasiado con mi intensidad y saliva.
—Recuéstate aquí, mamita, deja que Luke se haga cargo —empujo sus hombros hacia el colchón—. Solo disfruta...
Cuando su espalda toca las sábanas de la cama, levanto la mano para apartar la toalla que la cubre.
—¿Qué tienes ahí? ¿Es un regalo para el detective Sawyer? —Becca se ríe—. ¿Qué?
—¿Eres de los que hablan?
—Un poquito, si. Es parte de la experiencia que estás por recibir, una visita guiada por el paraíso.
Ella se ríe de nuevo, de mi.
—Menos charla y más acción, Luke. —señala su cuello—. Bésame primero y de ahí puedes continuar tu solito.
Me siento tan torpe haciendo esto, como si fuera un jodido adolescente primerizo que no sabe cómo tocar a una mujer. Ella no está impresionado por mi cuerpo atlético y espera mucho de mi.
No me falles, señor Sawyer.
Sigo las indicaciones de besar su pecho, descubriéndolo para mirar las pecas sobre sus grandes tetas y poner mis manos ansiosas sobre ellas, amasando y acariciando.
Muerdo un poco uno y paso al otro con cuidado, tratando de alcanzas su vientre.
—Luke... —detiene mi mano—. No tengo el cuerpo de una jovencita, y estuve embarazada de gemelas.
—Lo sé.
—Tengo marcas —insiste, mirándome.
—No te avergüences, mamita. Me gustas mucho así.
—No lo hago, solo te advierto que soy diferente.
Eso sí lo sé, por eso es que me gusta tanto.
Sigo descubriendo su cuerpo de la toalla púrpura, asegurándome de poner atención a cada área disponible para que sepa que mi atracción por ella es más fuerte que cualquier otra cosa.
El condón ya está en la mesita esperando el momento adecuado para ser usado.
—No quiero apresurarte, pero algunas veces las niñas despiertan en medio de la noche y vienen a mi cama.
¿Qué?
—¿Y no se pueden hacer compañía entre ellas? —me quejo.
—Se sienten más seguras conmigo, supongo.
Carajo.
—Bien. Me gusta tomarme mi tiempo, pero podríamos dejarlo para la próxima vez en mi departamento.
Eso parece gustarle porque me envuelve con sus recién depiladas piernas y tira de mi para que me acomode sobre ella.
—¿Ahora quién está ansiosa por el detective Sawyer? —muevo mis cejas arriba y abajo para enfatizar mis palabras.
Becca sonríe, pero muerde su labio cuando comienza a acariciar sus pechos para recordarle qué estaba haciendo un momento antes.
Si, sexo con esta mujer. Estoy tan excitado por hacerlo que mi pene está listo para colocar el preservativo y deslizarme dentro.
—Mamita, eres preciosa —susurro en su oído mientras me acaricio—. He imaginado esta noche muchas veces.
—Y espero que sea tan bueno como en tu mente.
—¡Ya verás! ¡Voy a impresionarte con mis habilidades...!
—Luke, cállate y hazlo. No necesito el discurso motivacional.
Mierda, ahora estoy nervioso. Erección, lista. Condón, listo. Chica, lista. ¿Sexo? Casi.
Pongo el látex en su lugar y me ubico en mi posición, sin saber si debería besarla o mirarla a los ojos mientras lo hago.
Sus ojos se cierran por las sensaciones, facilitándome la elección y la beso suavemente. Cuando estoy completamente dentro, siento un escalofrío.
—¿Estás bien? —pregunta.
—Si, ¿Tú estás bien? No quise lastimarte.
—No me lastimas, ahora muévete.
Sus manos bajan por mi espalda para sujetarme del culo y empujarme, estableciendo el ritmo de las embestidas.
—Becca... —gimo.
—No hables o despertarás a las niñas.
—Carajo...
Me enfoco en la mujer debajo de mi para que la sangre se mantenga donde la necesito y la beso mientras sigo moviéndome, asegurándome de presionar su botón sensible.
—Si, ahí —me clava las uñas y jadeo.
Me aparto porque quiero mirarle las tetas brincando arriba y abajo, viendo su piel enrojecer de excitación a cada segundo que pasa.
—Oh, Luke...
—Aquí estoy, mamita, te dije que ibas a disfrutar.
—¡Si!
Me empuja más fuerte y más rápido cuando su clímax de acerca, usando mi cuerpo para obtener todo el placer que puede. Y es lo más sexy que he visto.
Estoy siendo usado.
Mierda.
—¡Luke! —chilla otra vez—. ¡Sigue!
—¡Eso hago!
Su cuerpo se tensa estirándose y jadeando mientras sigo embistiendo para llegar a mi propio orgasmo. Por suerte no me vine antes del emocionado que estaba.
—Mamita, eso fue genial. —dejo que mi peso caiga un poco sobre ella antes de deslizarme a su lado.
—Fue bastante bueno, lo admito. Y carajo, no tenía sexo hace meses.
—Hmm —concuerdo, cerrando los ojos para descansar.
—¿Luke? Ya puedes irte ahora, no quiero que las niñas te vean y...
Dejo que el sueño me lleve a lugares más tranquilos.
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