Capítulo 21. Luke.
Justo ahora no tengo tiempo para el drama de la oficina, mis manos están llenas con el asunto de Becca y yo siendo niñera de sus hijas.
—¿En qué carajos estaba pensando? —gruño mientras conduzco a la casa.
La imagen de la mujer de rizos rebeldes viene a mi mente, con sus curvas y esos senos llenos recordándome por qué estoy tomándome todas estas jodidas molestias.
—Resiste ahí, señor Sawyer, casi la tenemos.
En cuestión de minutos estoy estacionando fuera de su casa, con las bolsas de los sandwiches de pavo y ensalada de crutones de la tienda vegana que encontré.
Tomo la bolsa y bajo, a mitad de camino la puerta se abre.
—Luke, llegaste. —suspira de alivio.
—Dije que vendría, ¿O no? —le sonrío y paso de largo hasta la cocina—. Tengo todo bajo control, ¿Estás lista para ir al bar?
Sus cejas se fruncen de preocupación.
—No estoy segura de hacer esto, ¿Y si mejor me quedo con las niñas y...?
—Confía en mi, tus hijas estarán bien. Ve al bar, ayuda a Brandon y vuelve a tiempo para una cena tardía con tu chico favorito.
Sé que la tengo cuando una pequeña sonrisa se estira en sus labios.
—No les des mucha comida, nada de golosinas después de las 7, mándalas a lavarse los dientes aunque digan que ya lo hicieron y ten cuidado con las preguntas de Marcie.
—Lo tengo, nena, tranquila. ¿Ves la placa? —señalo a mi cinturón—. Esta cosa brillante dice que soy bueno bajo presión. Tus hijas serán pan comido.
—Bien si, tienes razón. Debo irme ahora.
Se aleja de mi para ir a la habitación, vuelve cargando su bolso y un abrigo, lista para salir. Momento para el último paso a la victoria.
—Ya que estoy cuidando a tus tesoros, te dejaré poner tu bonito culo en el mío. —le lanzo una mirada seductora antes de agitar las llaves frente a sus ojos—. Tiene tanque lleno y cero raspones. Esta es la prueba de fuego, mujer. No me falles.
Toma las llaves de mi mano, besando mi mejilla con un ruido exagerado.
—Gracias. Y dime que no eres uno de esos chicos que ponen nombres de chicas a sus autos.
—Por supuesto que no, —me quejo—. El único con nombre propio aquí es el Señor Sawyer por su servicio a la comunidad.
Becca pone los ojos en blanco antes de girarse para alejarse, me mira una última vez desde la puerta.
—No voy a llamar señor Sawyer a tu pene.
Grosera.
Cuando la puerta se cierra finalmente, comprendo que estoy a cargo de las niñas. Ambas se asoman por detrás de la barra de la cocina con sus pequeñas cejas fruncidas.
—¿Otra vez tú? —chilla una—. ¿Trajiste comida?
—Obviamente. Y golosinas, si tú y tu hermana pueden pasar las siguientes tres horas sentadas frente al televisor.
—Mamá no nos deja mirar el televisor más de una hora.
—Bueno, —me inclino para mirarlas—. Tu madre acaba de irse, así que estoy a cargo. Y quiero ver televisión. Ahora siéntense porque traje comida.
Entrego una charola a cada una y las veo perseguir los crutones con el tenedor, pinchando el pollo a la plancha y la ensalada cuando alcanzan un trozo.
Por mi parte, como mis tacos sentado en la barra y disfrazo mi cerveza en un vaso de refresco.
—¿Por qué tu hermana no habla? —le pregunto a la más gruñona.
—No le agradas, cree que eres un tonto.
Entrecierro los ojos mientras gruño la maldición en mi mente. Debería preocuparme más por la niña que si habla en lugar de la que me ignora.
—¿Y quién si le agrada? —pregunto en cambio.
—El tío Brandon.
—¿Y que hay de la anterior niñera? ¿Ella les agradaba?
—¿Karen? —inclina la cabeza—. No, porque todo el tiempo estaba hablando por teléfono con su novio. Era una mala niñera.
—¿De verdad? —¿Entonces por qué Becca se preocupaba tanto por ella? No lo entiendo—. ¿Tu mamá sabía de eso?
—No.
La niña toma otro trozo de pollo con aderezo y muerde, hablando bajito con su hermana. Aún me confunden sus nombres, así que decido cambiar la estrategia.
—Te llamaré rojo 1 y tu hermana es rojo 2. —Suena mejor que la gruñona y la muda—. Y usaremos esas claves cuando estemos solos.
—¿Y tu? —me señala—. ¿Cuál es tu nombre clave?
—Obvio, yo soy rojo alfa.
Rojo 2 niega con la cabeza y rojo 1 interpreta.
—Tio Brandon dijo que te llamáramos retonto.
—Ja. Ja. Una mierda graciosa, el tío Brandon.
Puto.
—Dijiste esa palabra y mamá no quiere que...
—¡Ya lo sé! Vamos a olvidarlo y a cambio les daré dulces, ¿Si? Traje gomitas de colores y muchos chocolates pequeños.
Sonrío para parecer más amistoso, pero ellas solo se miran la una a la otra. Alguna mierda telepática ocurre porque ambas asienten.
—Guardaremos el secreto si nos das todas las golosinas. Y vemos una película que nosotras queramos.
¿Qué? Estas niñas son la maldita mafia negociando, con sus pequeñas caras y sus miradas amenazantes.
Todo sea para que se queden calladas y quietas las próximas horas.
—Trato, pero voy a dormir en el sofá una siesta de 20 minutos.
Terminan de comer y entrego el botín en forma de bolsa de gomitas de colores para que se alejen a su habitación. Las observo mientras seleccionan una película en la pantalla inteligente y se sientan en la alfombra.
—Estaré en la sala —señalo con el pulgar—. No peleen, no hagan ruido y no se ensucien. Y luzcan amistosas cuando su madre regrese.
No obtengo respuestas porque miran atentas la película. Dejo la puerta entrecerrada y vuelvo a la cocina por el resto de mis tacos. Lanzo todo al contenedor de basura cuando termino y me recuesto en el sofá.
—Esto es tan fácil, ¿Por qué mierda Becca estaba tan preocupada?
Cierro los ojos un momento, el sueño espesando mis párpados cuando un sonido me sobresalta. Una voz, un chillido y un olor extraño.
—¿Niñas? —pregunto aún con los ojos cerrados—. ¿Todo bien ahí?
—¡No! —chilla una—. Maddie acaba de vomitar.
Eww.
—Mierda.
~ • ~
Hola ♥️.
Luke no se quiso quedar atrás de Andrew y exige su capítulo, así que aquí está.
Buena noche 🙈.
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