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Capítulo 19. Luke.

Entro al lugar absolutamente convencido de variar las opciones saludables, y harto del pollo a la plancha.

—Dame dos cajitas felices —señalo el menú con las figuritas de princesas.

Si tiene juguetes, es comida para niños.

—¿Algo más, Señor? —la chica teclea en su pantalla.

—No, es todo. —luego lo recuerdo—. Ah, si. Ponlo todo sin gluten.

La chica levanta la cabeza para que la gorra le permita mirarme y se inclina un poco.

—¿Disculpe?

—Dije que sin gluten, o ponlo aparte con la catsup y eso.

Leí una noticia esta mañana sobre la comida con gluten y los niños, así que estoy manteniendo a niña 1 y niña 2 a salvo.

La chica presiona los labios y mira a otro chico, que empaca papas fritas en una cajita. El chico medio sonríe.

Uy, quiero de esas.

—Por supuesto, señor. Lana, sustituye el gluten por otra bolsita de catsup. —ordena.

Supongo que es el gerente o algo así. De cualquier forma, entendió que no quiero aderezo del peligroso.

—Gracias, y agregue una orden grande de papas fritas. —extiendo el billete para que cobre la comida y espero por ella.

Me estoy quedando sin ideas. Y sin dinero. Mierda. No quiero trabajar horas extras, pero alimentar a esas niñas todos los días está resultando costoso, ¿Cómo mierda es que Becca lo hace?

Tomo las bolsas y el cambio que la chica me entrega, y subo a mi auto para dirigirme a su casa. No solo es el asunto de la comida, sino el hecho de que no tiene una niñera de confianza para que la ayude.

¿Cómo se supone que la seduzca si sus hijas siempre están vigilando?

Piensa Luke, piensa.

Al cabo de unos minutos, estaciono afuera de su casa y bajo con las bolsas. Mi mano no ha tocado la puerta cuando ésta se abre y una de las niñas me mira.

—¿Trajiste comida? —pregunta con la puerta entreabierta.

Le muestro la bolsa con el logo de la tienda de comida y ella abre más la puerta para dejarme pasar.

—¡Mami! ¡El señor raro está aquí!

¿Raro?

¿La mocosa me llamó raro?

—No te daré de mis papas, niña.

La sigo adentro, cerrando la puerta cuando paso y llevando todo a la cocina. Becca y la otra niña aparecen con caras serías.

—Luke, —dice y niega con la cabeza—. Basta ya con esto, por favor.

—No.

Me acerco para darle un pequeño beso en los labios y regreso a la encimera a sacar las cajitas de la bolsa, con el montón de botecitos de catsup y uno blanco que seguramente es el gluten.

—Hamburguesa y papas para las niñas, papas fritas y cerveza para los adultos —sonrío.

Está vez no hay ojos en blanco ni frustración en su expresión, solo una pequeña sonrisa que se detiene cuando miro a la niña que es muy seria.

—Toma tu cajita, muñequita, ¿Te gustan las princesas?

La niña niega con la cabeza, su expresión tan cortante como la de Christian todo el puto tiempo.

Pobre niña.

—Ve Maddie, siéntate con tu hermana a la mesa. —Becca la empuja.

Aprovecho el momento en que nos quedamos solos para hablar de los asuntos que me preocupan.

—Tus hijas comen mucho. —ella inclina la cabeza—. Me refiero a que necesitan mucha comida saludable y sería mejor cocinar aquí, ¿Conseguiste la niñera?

—Aún no.

—Mierda. Entonces... Tengo una idea.

No sé quién tiene más miedo de lo que voy a decir, si ella o yo.

—Yo cuidaré a tus hijas en la tarde para que puedas volver al bar en la tarde.

—¿Estás loco? —chilla—. ¡No sabes absolutamente nada sobre niños!

—Puedo aprender.

—No con mis hijas, no son conejillos de indias. —me gruñe—. De cualquier forma, no estoy pidiendo tu ayuda Luke. Gracias, pero no.

Mierda.

—Déjame intentarlo. Un día. Un par de horas. Soy policía, mamacita, tus preciosas niñas estarán seguras conmigo.

—No estoy segura.

—Solo piénsalo, ¿Está bien? Tengo las tardes libres y tú necesitas ayudar a Brandon. Luego de eso puedes venir a casa y preparar la cena.

Sus cejas se arquean con acusación.

—¿Quieres que te haga la cena cuando llegue del trabajo?

—¿Si? —intento sonreir—. Bien, yo puedo ayudar aunque podría resultar en algo no comestible.

No sé si ella se acercó primero o yo lo hice, pero puedo ver el brillo en sus ojos cuando acabo con la distancia que nos separa y la beso. Y Becca no se aparta.

Mis manos bajan primero a su cintura, luego un poco más hasta la curva de su cadera y me detengo, sabiendo que un movimiento en falso y estoy fuera. Que no me rechace es suficiente por hoy.

—Eres un tonto, y siento que voy a arrepentirme de esto —dice cuando se aparta, pero no entiendo a qué se refiere—. Ven, vamos con las niñas.

Una de las niñas nos mira en silencio y la otra nos ignora mientras come las papas fritas de su cajita, comiendo en silencio.

—¿Te gusta? —le digo a la que no habla, pero solo me mira.

—Mi hermana cree que quieres quitarnos a nuestra mamá. —dice la mocosa grosera—. Yo solo creo que eres raro, ¿Verdad, mami?

Becca presiona sus labios sin aclarar el jodido asunto.

—No soy raro. —me quejo.

—¿Y si quieres robar a mamá?

—No. —digo, pero mi cabeza se mueve afirmativamente.

De nuevo todos permanecemos en silencio hasta terminar la comida. Y como le hice prometer que pensaría mi propuesta, me despido de Becca para darle el tiempo que necesita.

Al día siguiente, paro en una cafetería por un sándwich y un jugo porque me duele el estómago y sé inmediatamente que es por ese mentado gluten.

—Esa jodida chica debió ponerle a mis papas —gruño bebiendo de mi jugo.

Cuando llego al piso de nuestro departamento, Christian ya está ahí con su jodido mal humor de siempre y su taza de café sin azúcar ni crema.

—Buen día, jefe.

—Luke.

Sus cejas están más fruncidas de lo normal, así que me instalo en mi lugar antes de preguntar.

—¿Qué mierda te pasa? ¿No cogiste? —muerdo un trozo de mi sandwich de pavo.

—Si, y cállate. No quiero que pongas imágenes en tu mente sucia.

—Alguien está un poco sensible hoy, ¿No? —me burlo.

Me mira como si quisiera matarme, pero en lugar de gruñir alguna tontería, saca el móvil del bolsillo que seguramente estaba sonando.

—Esto es extraño, —dice antes de responder en el altavoz—. ¿Ethan? ¿Cómo estás?

—¡Hola, jefe! —escucho la voz del rubio—. ¿Es un mal momento?

—No, —Christian me mira para que guarde silencio—. ¿En qué puedo ayudarte?

—¿Aún tengo mi puesto en Investigación?

¿Qué?

¿Ethan quiere volver?

Oh oh.

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