Epilogo
Pov omnisciente
− Mozzarella... Sí, una pizza con mucha, muchísima mozzarella.
Freen apartó la vista de la pantalla para mirar fijamente a su novia, que apoyaba los pies sobre su regazo y la cabeza sobre el posa brazos del sofá. Mientras tanto, becky parecía estar teniendo un sueño húmedo con... ¿Una pizza?
− ¿Amor? - la morena se mordió el labio, con expresión soñadora, y freen frunció todavía más el ceño - Freen, eso es lo que necesito.
La ojimiel arqueó una ceja, y paseó la vista desde el rostro de Becky hasta su abultado vientre de seis meses.
− ¿Qué necesitas?
− Pizza. Mucha pizza. Con mucho queso. Oh, si...
− ¿No puedes comer otra cosa? María no está y no tenemos pizza.
Becky la fulminó con la mirada desde la otra punta del sillón, y freen se amilanó.
Sí, ni un pelotón de francotiradores apuntándola conseguían intimidarla, pero su novia embarazada la ponía en su lugar con sólo una mirada.
− Quiero. Pizza - espetó, separando las palabras, y freen se puso de pie con un suspiro.
Y pensar que todavía quedan tres meses más...
− ¿De dónde se supone que sacaré pizza a las una de la mañana?
La morena se encogió de hombros, con esa típica expresión de '¡Ese no es mi problema, amor!', mirándola con aquellos hermosos ojos chocolate desde el sofá.
Freen paseó la mirada por la sala, soñando con que alguno de sus empleados aparecía justo en ese momento y se hacía cargo de ir a comprar la tan deseada pizza.
− ¡FREEN! ¿Qué estás esperando?
Volvió a bajar la mirada hacia su novia, que le devolvió la mirada expectante.
− ¿De verdad que no puedes comer otra cosa?
− ¡CHANKIMHA SAROCHA! ¡TE JURO QUE SI NO BUSCAS LA MALDITA PIZZA EN ESTE INSTANTE, TE ARREPENTIRAS DE NO HABERLO HECHO CUANDO ME ENCARGE DE TI!
La ojimiel le rodó los ojos, molesta, antes de tomar su chaqueta y caminar hacia la puerta de la sala.
Estaba tomando el pomo con una mano cuando un sollozo lo frenó de golpe. Con el ceño fruncido, volvió apresurada hasta el sillón, en donde becky sollozaba desconsoladamente.
− Cariño, ¿qué sucede? - se arrodilló a su lado, apartando los marrones cabellos de su cara y secándole las lágrimas con delicadeza - Ey, ya traeré tu pizza, lo prometo.
− ¡Lo si-siento, te traté tan ma-mal! - Becky siguió sollozando, y freen la miró desesperada.
− Amor, no, no llores. No me trataste mal...
− ¡Te amenacé! - respondió, mientras se giraba para enterrar el rostro en un cojín.
Freen estaba histérica. Nunca sabía qué hacer cuando las hormonas se apoderaban de su novia y decidían jugar un rato con ella.
− Sí, lo hiciste. Creo que te estás juntando mucho conmigo...
Becky sollozó todavía más fuerte. Ok, bien, nada de chistes.
− Mi amor, mírame - Freen acarició sus cabellos hasta que Becky despegó el rostro sólo un centímetro del almohadón, mirándola con un solo ojo lleno de lágrimas - Todo está bien, no me ofendí, y no lo sientas. Lo entiendo perfectamente, estás alterada.
Becky abrió los ojos como platos, y luego abrió la boca dispuesta a mandarla a freír nabos. ¿¡Quién se pensaba que era ella para decirle que estaba alterada!? Pero Freen fue más rápida, y comenzó a hablar con rapidez.
− No, no estás alterada, claro que no. Siento haber dicho que estás alterada, era mentira - Freen decidió dar por terminada la charla, al ver que no la estaba llevando a ningún lado seguro - Amor, iré a buscar tu pizza, ¿de acuerdo? Todo está bien, ven aquí - se inclinó para besar su frente y becky la miró fijamente, viéndola ponerse de pie - Te amo.
− Yo también te amo - susurró débilmente cuando freen salió de la habitación.
La ojimiel condujo por las calles de Bangkok intentando encontrar una pizzería abierta a esa hora. Nunca en toda su vida se hubiera imaginado que algo así le sucedería a ella. Había luchado incontables veces. Había matado. Había amenazado gente. Había controlado países enteros.
Y allí estaba, nerviosa de no poder encontrar una maldita pizza para su novia. Con un chirrido, estacionó el auto justo en frente de un enorme cartel con forma de pizza que brillaba en medio de la oscura avenida.
Gracias, Dios.
Caminó dentro del lugar. Era espantoso, de colores chillones y olía a grasa. Pero tienen pizza, así que compra una y deja de quejarte.
− Buenos días, señorita. Bienvenida a 24 horas de Pizza, es un placer tenerla aquí con nosotros.
Freen miró con sospecha al joven muchachito que se acercó a ella y comenzó a repetirle un discurso evidentemente aprendido de memoria con voz monótona.
− ¿Qué desea ordenar? Tenemos pizza con pimientos, con macarrones, con anchoas, con...
− Sólo una pizza de mozzarella, por favor.
El muchacho asintió inexpresivamente y se perdió dentro de la cocina. Freen se abstuvo de estudiar el lugar e inspiró hondo.
− Su pizza estará lista en dos minutos, señorita - informó el muchacho, y freen asintió en respuesta.
Le parecieron los dos minutos más largos de su vida, mientras cambiaba su peso de un pie al otro, y resoplaba. Ella no estaba acostumbrado a hacer este tipo de cosas, y la ponía nerviosa hacerlas, pero en el fondo sabía que si becky se lo pedía, hasta asistiría a una clase de cocina por ella.
− Su pizza, señorita - freen se apresuró a pagar antes de volver a subir a su Volvo, y volver a casa a toda velocidad.
− ¡Yei! - becky saltó en su sitio cuando la vio aparecer con la caja de pizza en la mano, y comenzó a rebotar sobre el sofá como una niña.
Freen no pudo evitar sonreír, enternecida. Dios santo, cuánto la amaba.
La pelinegra depositó la caja sobre la mesa frente al sofá, junto con una botella de refresco, y Becky comenzó a comer, todavía rebotando, y aparentemente olvidando su anterior estado de depresión.
Freen la observó comer, divertida. Ella, despistada, puso 'play' a la película y siguió observando la preciosa historia de amor, mientras se acababa con la mitad de la pizza. Cuando pareció satisfecha, se dejó caer hacia atrás, sobre el pecho de su novia, y volvió a suspirar. Parecía volver a recuperar aquel aire nostálgico.
− Míralas. Esas muchachas son tan delgadas... - suspiró, y freen alzó la vista hacia la pantalla, en donde las dos actrices principales discutían sobre cómo les quedaba un par de zapatos.
− ¿Y eso qué?
Becky bajó la vista hacia su vientre, y luego la miró con una ceja alzada. Freen le rodó los ojos.
− Tú eres mucho más hermosa que cualquiera de esas actrices.
Becky sacudió la cabeza, volviendo a mirar la pantalla.
− Aprecio la intención, pero ambas sabemos que eso no es verdad.
− Para mí lo es, Bec. ¿Cómo podrías no ser la mujer más hermosa del mundo cuando ahí dentro llevas a mi hija, a nuestra bebé? - freen la tomó en brazos, hasta dejarla sentada a horcajadas sobre ella, con la panza de becky separándolas - Para mí, eres la criatura más hermosa de todo este maldito planeta, y siempre lo serás. No, cariño, no llores... - freen limpió las lágrimas de emoción que habían comenzado a rodar por las mejillas de su novia.
− Te amo tanto - intentó, sin mucho éxito, aferrarse a la ojimiel, pero se volvió a apartar, echándole una mirada resignada a su vientre - Creo que debemos buscar otra posición.
Freen soltó una carcajada, ganándose una mirada enfadada de becky, y la tomó en brazos para sentarla sobre su falda. Ahora sí, becky le echó sus bracitos alrededor del cuello, y la besó con todo el amor que llevaba dentro.
− Te amo.
− Y yo te amo a ti, pequeña - susurró freen.
Y la verdad, es que por esa mujer haría lo que fuera. Le importaba un comino estar volviéndose una 'blandita', como la llamaba Baitoey, ella sabía que debía ser así.
Que había nacido para esto. Para amar a Becky Armstrong, el amor de su vida, más que a nada en el mundo.
Fin.
Yaaaa amores, este es el final de esta hermosa historia , espero les haya gustado. Gracias por todo el apoyo, sus comentarios y sus votos. Lxs quierooo <33
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