Capítulo 8
Pov freen
− Necesitas dejarme ir.
Quite mi brazo derecho de mis ojos, para fijarlos en becky, que se encontraba envuelta en una gigantesca toalla, parada al lado de la cama en la que yo estaba acostada.
− ¿Como dices?
El hecho de saber que debajo de esa toalla, atada por un inestable nudo, me hizo estremecer. Sentí el primitivo instinto de arrojarla sobre la cama y hacerla mía de una vez.
− Qué debes dejarme ir – suspiré.
− Y de vuelta a la fase uno... - susurre, mientras volvía a cubrirme el rostro con un brazo, bloqueando los rayos de sol que entraban por aquel ventanal.
− freen esto no está bien
Bufando, me puse de pie, quedando a solo unos centímetros de becky .
− beec~... - susurré, tomando su mentón entre mis dedos y alzando su barbilla - ¿Acaso escuchaste lo que te dije durante el viaje? Soy una mafiosa. MA-FI-O-SA, y ser una mafiosa no se encuentra entre las profesiones más honorables del mundo.
− Dijiste que no secuestrabas a mujeres.
− No lo hago, ese no es mi negocio.
− Dices que no lo haces y sin embargo, aquí estoy.
− Dijiste "Mujeres", en plural. No secuestre a muchas mujeres, solo a una - sonreí angelicalmente, y me gire hacia la valija, atrayéndola hacia nosotras - Ahora vístete.
Sus hermosos ojos chocolate chispearon de picardía durante unos segundos, después sonrió lentamente.
− ¿Tanto te afecta verme así, freen?
Sonreí, tensa, y me gire hasta llegar a su altura, nuestras narices se rozaron cuando hable.
− Si vuelves a desafiarme de esa manera, Bec, tendrás que hacerte cargo de las consecuencias. Y créeme, no creo que quieras hacerlo, así que vístete y ve hacia el comedor - me volví a girar, dejándola allí, con el ceño fruncido y las mejillas ruborizadas.
− ¿Necesita algo más, Señorita Sarocha? - levante mi vista hacia Ann, nuestra cocinera dentro de la isla, que me miraba con algo parecido a la ansiedad.
− No, Ann. Muchas gracias - le respondí mientras me sentaba en una silla de la mesa, repleta de diferentes comidas.
− Adiós, señorita
− Adiós, Ann
Fijé mi vista en el océano que se divisaba a lo lejos, suspiré, recordando los momentos felices que había vivido durante mi infancia en aquel lugar.
No la sentí llegar, pero cuando gire mi vista, observe a becky usando un hermoso vestido playero de flores rosas. Estaba sentada frente a mí, mirándome pensativa.
− Estas triste – susurro.
Fruncí el ceño.
− No lo estoy
− Si lo estas
− ¿Por qué piensas que estoy triste?
− Tu mirada, es como si se hubiera oscurecido, y tienes un aire nostálgico.
Me sorprendí de lo observadora que era, pero preferí guardarme ese pensamiento.
− No estaba triste, solo estaba pensando - dije, y becky prefirió dar por cerrado el tema.
− ¿Quién preparo todo esto? - pregunto, observando la enorme cantidad de platos.
− Ann, la cocinera
− Ann, la cocinera... - repitió - ¿Acaso Ann la cocinera pensó que éramos cincuenta personas?
Solté una carcajada.
− La verdad, es que no sé qué comidas te gustan, entonces pedí que preparará un poco de cada una
Becky asintió pensativa, pero no tomo nada de la mesa.
− ¿No comerás?
− No tengo hambre
− Hace más de un día que estamos viajando, seguro tienes hambre.
− No quiero comer
La observe durante unos instantes. Tenía la mirada gacha, y los labios fruncidos.
− ¿Una huelga de hambre? ¿En serio? - le pregunte, adivinando sus intenciones. Sus mejillas se tiñeron de rojo y resoplo - No te dejare hacerlo.
− ¿¡Y a ti que te importa!?
− Come, Becky.
− No
− Lo harás - me levante de mi silla, para sentarme al lado de ella. Intento zafarse, chillando, cuando la tomé en brazos y la senté en mi regazo.
− ¿Qué haces? Suéltame, hablo en serio.
− Yo también hablo en serio. No te dejare hacer semejante idiotez. Demasiado delgada estas ya como para negarte a comer.
Me miró, indignada ante mi comentario, pero decidí ignorarla.
Tome un pedazo de carne asada, y lo acerque a su boca. Becky giro la cabeza hacia el otro lado. Suspirando, tome su rostro con mi mano libre, mientras acariciaba su mandíbula.
− Abre la boca... - sus ojos me miraban, muy abiertos, mientras paseaba mi pulgar por sus carnosos labios - Vamos Bec - murmure, y sus labios se abrieron involuntariamente, a la vez que sus pequeños dientes rozaban mi dedo.
Antes que pudiera darse cuenta, hice que el pedazo de carne entrará en su boca, y becky pareció reaccionar, mientras me fruncia el ceño.
− Eso no es justo.
− ¿Qué no lo fue?
− Eso que hiciste.
− ¿Y qué fue lo que hice?
Me sorprendí al sentir el impacto de su puño en mi hombro, y luego rompí a reír. Ella en serio esperaba que ese tierno golpe cito me doliera. Era tan dulce.
− Idiota
− ¿Vas a comer o tendré que seguir haciendo esto?
− ¡Así que aceptas que estabas haciendo algo!
− Come
Sus ojos me miraron fijamente en lo que parecieron segundos, y no me resistí a alisar su dulce ceño con mi mano
− Bien - suspiro, bajándose de mi regazo y tomó sus cubiertos.
Odie sentirme levemente decepcionada, y vacía ante la falta de tacto.
Suspiré, volviendo a mi lugar anterior. Debería aprender a controlarme mejor.
Pov becky
− ¿Puedo ir a la playa?
− ¿Por qué estas tan obsesionada con la playa?
Rodé los ojos mientras tamborileaba con un pie sobre el piso, mirando fijamente a freen.
− Porque nunca antes había estado en una playa.
Sus ojos se despegaron de la laptop que tenía en su regazo, y los fijo en mí.
− ¿Nunca?
− Nunca
La vi suspirar, volviendo a bajar la vista hacia el computador. Luego de unos segundos, y lo que pareció una expresión de resignación, cerró el portátil y lo deposito sobre la mesa café.
− Bien
− ¡Si! - salí corriendo hacia el gran ventanal que daba a la playa, tome el pomo, e intente abrirlo hacia adentro - Esto está cerrado con llave - me queje, para luego sentir la figura de freen contra mi espalda.
Su mano se posó sobre la mía encima del pomo, y lo deslizó hacia la derecha, deslizando la puerta... corrediza.
Me mordí el labio, esperando el comentario sarcástico, pero lo único que percibí fue su tibia respiración chocando contra mi cuello. Me apresuré a avanzar hasta que el agua chocó con mis pies, y me quedé contemplando las olas que se formaban en el océano con fijeza.
− ¿Piensas meterte? - freen se paró a mi derecha, con las manos metidas en sus jeans color gris claro, y las mangas de su camisa blanca arremangadas.
− Creo que si
− ¿Tienes bañador?
− Sip. Dentro de esa maleta había como cinco.
Sentí su mirada ahora fija en mí, y la miré con una ceja alzada.
− ¿Qué?
− Estoy esperando
− ¿A qué? - no me respondió y me siguió mirándome fijamente - Date vuelta - soltó una carcajada pero no se giró - he dicho que te des la vuelta.
− No pienso darme la vuelta.
− Entonces no me meteré.
− Bien, yo tengo todo el tiempo del mundo - sentenció, mientras se sentaba en la arena y se quitaba los zapatos.
Suspiré, mientras observaba el mar. Deseaba meterme, pero no la dejaría verme en bañador.
¿Recuerdas la vez que te arranco la toalla? Querida, ella te vio en circunstancias peores.
Suspiré, mi conciencia tenía razón.
En un movimiento rápido me quité el vestido por la cabeza y corrí hacia el agua. Chille cuando note lo fresca que estaba, pero no me detuve hasta que el agua me cubría hasta el cuello. Al girarme, clave mis ojos en freen quien me miraba divertida.
Sacudí la cabeza. No le daría importancia. Había decidido fingir que todo aquello no era nada más que un mal sueño. Algo pasajero, dentro de poco volvería a estar en casa. En Bangkok, viviendo en mi viejo departamento con Irin.
Entonces, ¿Por qué no disfrutar ahora? Porque te tiene secuestrada.
Sacudí la cabeza, ignorando ese pensamiento. Dentro de poco todo pasaría. Y mientras tanto, intentaría vivir esto de la manera menor dolorosa posible. Aceptándolo.
Me sumergí en el agua, perdiendo el hilo de mis pensamientos. No tengo idea de cuánto tiempo pase allí, nadando, flotando y mirando el horizonte, pero pareció una eternidad.
Agotada, comencé a caminar hacia la orilla, y me ruboricé al notar la mirada de freen fija en mí, igual que todo el rato en el que había estado nadando.
¿Pensaría que iba a intentar escapar nadando? Ni yo era tan estúpida. Solo cuando estuve a pocos metros de ella, noté que su mirada no estaba fija en mí, si no en algún punto fijo más allá.
Su rostro volvió a tener aquella expresión nostálgica y agónica que en el almuerzo, y odie la forma en que el corazón se me estrujo.
− Vuelves a estar triste - susurre, mientras me sentaba en la arena a su lado.
− ¿Como lo notas? - su voz sonaba distraída, como si su mente estuviera muy lejos de allí. No apartó su vista des horizonte.
− Lo noto
− Nadie nunca lo nota
− Nadie nunca se fija
− ¿Y tú te fijaste? - ahora si volteo a mirarme, taladrándome con sus brillantes ojos mieles.
− Si, lo hice – susurré.
Paseo sus ojos por mi cuerpo, y me sentí extrañamente desnuda. Palpé el borde del sostén azul del bañador, comprobando que todo estuviera en su lugar.
− ¿Por que?
− ¿Por qué... que?
− ¿Por qué te fijaste? - sus ojos me mantenían clavada allí y no podía retirar la mirada.
− Responde a mi pregunta primero.
− ¿Cual?
− ¿Estas triste?
Freen suspiro, desviando sus ojos de los míos, dejándome descolada.
− No estoy triste... estoy nostálgica.
− ¿Qué extrañas?
− A mis padres
− ¿Solías venir aquí con ellos?
− Si, solía hacerlo.
Me sorprendí con la diferencia que había entre freen de todos los días y esta freen. Era como si una pared hubiera caído, y momentáneamente hubiera dejado de lado el sarcasmo y la frialdad para convertirse en alguien más.
Alguien vulnerable.
− ¿Qué pasó con ellos? - susurre, asustada de romper aquel momento.
− Los asesinaron - murmuró sin inflexiones, sin sentimientos. Simple objetividad. Volvió a ser la misma de antes - Vamos a casa.
Se levantó de un salto y me extendió la mano, la acepte, lamentando su brusco cambio de actitud.
Pov freen
− ¡No puedo creer que ni siquiera se te halla pasado por la cabeza llamarme! Eres una idiota, freen
Aleje el teléfono de mi oído para que la voz chillona de Looknam no me dejara sorda.
− Looknam, tranquilízate, sabes que cuando gritas tu voz se pone insoportable.
− ¡No me digas que me tranquilice! ¿¡Como esta Becky!? ¡No puedo creer que te la hallas llevado a Brasil! Pobre criatura ¿Le has hecho daño? Si lo has hecho, juro que te asesinaré.
− Es decir, que están persiguiendo a tu mejor amiga para asesinarla, ¿Y a ti te preocupa más becky?
− Por supuesto que me preocupa más Rebe. No es más que una niña inocente. Tu eres una mafiosa. Estas acostumbrada a estas cosas. Ya sabes el dicho.
− No, no lo sé
− "Hierba mala nunca muere" - dijo y yo solté una carcajada.
− Eres la peor amiga del mundo.
− Yo también te quiero – reímos.
− Pásame con Becky
− ¿Para qué?
− Para saber que está bien - respondió como si hablará con alguna estúpida.
− Confía en mi palabra, ella esta perfecta.
− Sarocha Chankimha, le darás el teléfono a becky en este instante. ¡Ya! - aleje el teléfono de mi odio y camine hacia la habitación, para encontrarme a becky hecho un bollito en llamas esquina de la cama, cubierta por las sábanas.
− Looknam quiere hablar contigo - le informe y pego un salto.
Su cabello estaba húmedo, y el pijama de dos partes que estaba usando se ajustaba a sus curvas de una manera deliciosa.
− ¿Looknam? - pregunto cuando apoyo el teléfono en su oído - Si, soy yo - camine hasta una esquina de la habitación y me quite la ramera por mi cabeza - Si... estoy bien - pase una mano por mi cabello, todavía mojado por el baño, mientras me giraba y caminaba hacia la cama, bajo la mirada confusa de Becky- Si, ahora tengo ropa Look, estoy bien.... en serio, si lo estoy, está bien, adiós - Becky deposito el teléfono sobre la mesita de noche, mientras alzaba una ceja en mi dirección - ¿Qué crees que haces?
− Duermo - respondí con obviedad.
− Pensé que esta era mi habitación.
− Y lo es. Es nuestra habitación - respondí mirándola con cara de "¿Cuál es tu problema?"
− No dormiremos juntas – sentenció.
− ¿Según quién?
− Yo
− Becky, estoy muy cansada como para estar discutiendo contigo ahora, así que, métete a la cama y duérmete de una vez.
La morena frunció el ceño pensativa. Solté una carcajada cuando se giró sobre sus talones, dispuesta a marcharse.
Por supuesto, no llego a tocar la puerta antes de que la cogiera en brazos y la llevará nuevamente a la cama.
− ¡Suéltame! ¡Freen no dormiré contigo!
− Si lo harás
Me acosté en la cama, con ella aferrada a mi pecho, y nos tapé con la enorme sábana. Becky se levantó para mirarme a la cara, clavándome su codo derecho en el brazo en el proceso.
− Auch
− Lo siento - susurro, clavando sus ojos en mi rostro - En realidad no lo hago, te lo mereces.
− Claro que si - susurre indiferente mientras volvía a aferrarla a mi pecho.
− freen, no - se removió, volviendo a levantar la cabeza para mirarme con desesperación.
− ¿Y ahora qué?
− No puedo dormir contigo ¿No lo entiendes? No puedo, está mal, es algo completamente...
No la deje terminar y alzando mi cabeza, selle sus labios.... con los míos.
Inconscientemente, la morena abrió sus labios dándome acceso a su preciosa boca. La bese durante unos cuantos segundos, delineando y mordiendo su labio inferior con suavidad. El sabor de su boca era adictivamente perfecto.
Me separe de ella cuando se respiración se volvió agitada, y con una mano en su cabeza, la apoye sobre mi pecho.
− Duérmete - pensé que seguiría discutiendo, pero en lugar de eso, su cuerpo se relajó contra el mío.
La escuche suspirar y murmurar algo sin sentido antes de quedarse dormida.
Allí, en el lugar donde pertenecía.
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