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Capítulo 6

Pov becky

Me enrolle una toalla al rededor del cuerpo y sale del baño con lentitud.

Me avergonzaba confesar que luego de la visita de freen, había estado inquieta durante una hora, para finalmente recurrir a una ducha como último recurso para tranquilizarme.

Esa chica me ponía los pelos de punta.

Y sus besos... Dios mío, esos besos. Era como si el mundo completo desapareciera. Cómo si solo existiéramos ella y yo. Nadie más.

Pero luego se marchaba, y me dejaba con la cruda realidad frente a mí. Ella era una secuestradora, y yo era su víctima. Y aquello no estaba bien. Lo que yo sentía no estaba bien.

Me senté en la cama, mientras me secaba el cabello con una toalla. Necesitaba de verdad poner en orden mis ideas, si no, estaría perdida.

Solté un jadeo cuando freen entró de golpe en la habitación. Su cara no reflejaba absolutamente nada, pero sus ojos lucían furioso, lo cual me paralizó.

− Nos vamos - fue lo único que dijo, y yo abrí los ojos como plato.

− ¿Me dejarás ir?

Parecía todavía más molesta y se acercó hacia mí con rapidez.

− No, te quedarás conmigo. Pero no aquí, nos vamos.

− ¿A dónde? ¿Por qué?

− Deja las preguntas para más tarde

− Pero no tengo ropa.

Freen parecía exasperada, y sacó una llave de su bolsillo mientras se acercaba a la puerta que siempre había estado cerrada. Luego de abrirla, entro a lo que evidentemente era un vestidor, y volvió hacia mí con dos prendas en las manos.

− Póntelas - ordenó mientras dejaba caer una camisa blanca y una enorme chaqueta de cuero marrón frente a mi

− Date la vuelta

Grite cuando en un brusco movimiento me saco la toalla, dejándome completamente desnuda frente a ella, para luego colocarme la camisa de la misma forma.

No se me escapó lo oscura que se volvió su mirada cuando clavo sus ojos en mi cuerpo, pero la tensión no desaparecía. Me enfundo en aquella enorme campera de cuero y me tomo en brazos.

Decidí no gritar ya que freen parecía muy enfadada, y sigo preocupada. Enterré mi rostro en su pecho, mientras la sentía moverse por la casa

− freen, ya están en la puerta de adelante. Tendrás que salir por detrás.

No alce la vista para ver de quién provenía la voz. Freen insulto largo y tendido, mientras cambiaba la dirección de sus pasos.

− ¿Qué harás con ella? - La voz de la otra chica, a nuestra derecha, parecía algo molesta y preocupada.

− No es problema, Baitoey.

− freen, solo será un estorbo. Déjala aquí, la policía la encontrará y la devolverán a donde sea que debe estar.

− Debe estar aquí, porque es mía. Y esta conversación se acaba aquí, Punnisa.

Abrí los ojos como plato, y cuando levanté la cabeza freen colocó una de sus manos en mi nuca, obligándome a enterrar mi rostro en el hueco de su cuello.

− ¿A dónde vamos? - mi voz sonaba amortiguada contra su piel, y la sentí estremecerse.

− Te lo diré luego

− Pero...

− Luego

Evidentemente, freen era una de esas mujeres que estaban acostumbradas a ser obedecidas en todo. Sin discusiones. Frustrada, cerré los ojos, inhalando su embriagador aroma.

A mí al rededor solo distinguía una gran cantidad de movimientos y voces gritando órdenes, y volví a alzar la cabeza cuando entré con freen a un auto.

Antes de que ni siquiera hubiera cerrado la puerta, el auto ya avanzaba a toda velocidad por las calles de Bangkok, y me estremecí al sentir el frío contra mis piernas desnudas.

Freen me sostenía sobre sus piernas, como una niña pequeña, y me sentía extrañamente segura.

− Tengo frío

− Lo se. Lo siento, pequeña, no podíamos estar más tiempo allí. Prometo conseguirte ropa en cuanto lleguemos - murmuro mientras acariciaba mis piernas con lentitud, haciendo que me acalorara en unos minutos. Me derretí entre sus manos y ante su dulce trato, mientras apoyaba mi cabeza en su pecho nuevamente.

− ¿Me dirías a donde vamos, por favor?

− A la isla Anne. Es una isla cerca de Río de Janeiro.

− ¿Y por qué vamos allí?

− Porque hay gente que me está buscando.

− ¿Por qué te buscan?

− ¿Por qué haces tantas preguntas siempre? Pareces una niña de diez años.

− Respóndeme

− Porque hice cosas malas - fruncí el ceño.

− ¿Qué cosas?

− No quieres saberlo

− Si pregunto es porqué quiero saberlo

− Rebecca, basta - me enfurruñé.

− Quiero saber, necesito saber quién eres.

Freen suspiro, mientras posaba su mentón en mi coronilla. Luego de un par de minutos de silencio, en los cuales supuse que no retomaría la conversación, volvió a hablar.

− Soy una mafiosa.

Ok, bien. ¿Una mafiosa?

Si, eso dijo. Era una mafiosa.

Abrí los ojos como platos, y me enderecé en su regazo, mirándola fijamente.

− ¿Una mafiosa?

− Exacto

− ¿Como el padrino? - freen frunció el ceño y soltó una carcajada.

− Exacto, como el padrino.

Se que debería estar aterrada, pero la idea me parecía simplemente alucinante.

− Nunca antes había conocido a una mafiosa - murmure ladeando la cabeza, y freen me observo con un brillo extraño en sus ojos.

− Gracias a Dios. Normalmente no solemos ser muy... agradables.

− Tu fuiste agradable conmigo - ella levantó una ceja y me apresuré a corregirme - Todo lo agradable que puede ser una secuestradora con su cautiva, claro.

Soltó una carcajada, pero se volvió a poner seria cuando clavo sus ojos en la ventana. Seguí su mirada y me encontré con que estábamos en una gigantesca pista de aterrizaje.

− Vámonos - me tomó en brazos y bajó del auto, caminando con rapidez hacia un enorme avión blanco que se encontraba hacía unos cincuenta metros.

− Se caminar

− Pero estás descalza, y te lastimarás los pies.

Decidí no discutir más, pues tenía razón. Freen me deposito sobre el primer escalón de las escalinatas del avión.

− Sube, iré en un segundo - freen me insisto a subir, y dirigí una mirada hacia atrás.

Si comenzaba a correr ahora, y lograba no tropezarme. Quizás llegaría a una calle o autopista lo suficientemente rápido para que no me atraparan.

− Rebbeca, ni siquiera lo pienses. Al avión, ahora.

Freen colocó una de sus manos en mi espalda baja, empujándome levemente hacia la escalinata. Sin más opciones, subí al avión, aterrorizada por el pensamiento que llego a mi cabeza en ese momento.

A pesar de haber podido escapar, no lo habría hecho porque no deseaba hacerlo.

Pov freen

− Me comunicaré con Noey en cuanto llegue a la Isla Anne. Y dile a Looknam que no enloquezca, por favor - termine de decirle a Baitoey antes de subir al jet privado, buscando a becky con la mirada.

Mi morena se encontraba echo un ovillo en uno de los asientos más lejanos. Su mirada estaba perdida en la ventana de su izquierda, y ni siquiera se percató en mi presencia.

¿Me odiaría ahora que sabe que soy?

Ella ya te odia.

Eso era cierto.

Suspirando, me senté junto a ella, mientras ella se giraba hacia mí para mirarme con curiosidad.

− Nunca había estado en un avión tan cómodo. Viaje a Inglaterra en clase turista una vez, y tuve que sentarme en medio de cinco personas, fue espantoso - solté una carcajada.

− Es un Jet privado

− Tenía que serlo... - murmuro mientras volvía la vista hacia la ventanilla.

− ¿Como es eso de la mafia? - pregunto luego de unos minutos de silencio.

− ¿Perdona?

− El crimen organizado, ¿cómo es? - fruncí levemente el ceño, mientras pensaba.

− Es bastante simple en realidad. Hago cosas ilegales que me dejan bastante dinero, y luego le doy un porcentaje a la gente con poder para que no me denuncien.

Asintió levemente, mientras se mordía el labio con fuerza.

− ¿De quién escapamos hoy?

− De la policía

− ¿Y no podrías simplemente darles dinero y.... quedarte en tu casa?

Lógico. Era una chica inteligente. Negué con la cabeza, mientras comenzaba a abrocharme el cinturón de seguridad.

− Es una larga historia

− Deja de tratarme como si fuera una niña - murmuro molesta, intentando quitar mis manos.

Yo solo sonreí, sin hacerle caso, y ella se aferró al asiento con fuerza en cuanto el avión comenzó su despegue.

− ¿Acaso no lo eres? - seguí hablando para distraerla de su evidente pánico, y tomé sus manos entre las mías.

− freen, tengo veinte años

− diecinueve

− Cumpliré veinte en solo unos días ¿Y tú cuantos años tienes? No debes ser tan vieja como para considerarme una niña.

− Veinticuatro - Becky inclinó la cabeza, estudiándome con atención, olvidándose por completo de la vertiginosa velocidad que en ese momento tomaba el Jet - ¿Ves algo que te guste? - ignoro mi broma, rodando los ojos.

− Siempre me imaginé a los mafiosos como personas gordas, con bigote y mucho olor a puros. Tú no tienes olor a puros.

No pude evitar soltar una carcajada.

Increíble, teniendo en cuenta de que estaba huyendo de mi peor enemigo, pero con becky era así. Me hacía sentir ternura.

Ternura. Algo que nunca imaginé volver a sentir desde aquel fatídico día de mis 16 años.

Becky... me hacía sentir... viva.

− Gracias por los cumplidos pequeña, creo que consumes demasiadas películas americanas.

- Oh, si, adoro ver películas.

− Y el maquillaje

− Exacto

− También leer

− Por sobre todas las cosas

− ¿Cuál es tu libro favorito?

− Cumbres borrascosas y todos los libros de Jane Austin - dijo sin dudar - Cuando tenía catorce años mi madre me regaló una colección con seis de sus libros, fue el día más feliz de mi vida.

De pronto, su mirada se ensombreció, y desvió la vista.

− ¿Estás bien?

Soltó una risa nerviosa y sacudió la cabeza

− Estoy bien

− Cuéntame

− Es solo que... mi madre nos abandonó a mí y a mi padre dos semanas después de eso. Y recién ahora entiendo el significado de esos libros. Un regalo de despedida - comentó con amargura - No entiendo como no se me ocurrió antes.

Aspire hondo, sintiendo parte del dolor que en ese momento inundaban sus ojos.

− Quizás quería que tuvieras algo para recordarla.

− ¿Y qué tal si yo no quería algo para recordarla? - susurró con un hilo de voz, y me apresure a atraparla entre mis brazos cuando una lágrima bajó por su mejilla, posando una mano en su nuca y acariciándola con suavidad - Lo siento, enserio. No... Dios, hace años que no lloro por eso ¿Porque lo recuerdo ahora? - murmuro molesta consigo misma.

− No lo sientas, es perfectamente entendible.

Sacudió la cabeza mientras se apoyaba en mi pecho.

− freen...

− ¿Si, becky?

− Tengo sueño

− Duérmete, bec~

Se acomodo mejor entre mis brazos, suspirando.

− ¿freen...?

− ¿Sí?

− ¿Hablabas enserio?

− ¿Cuándo?

− Cuando les dijiste a esas personas que debía estar aquí porque... porque era tuya ¿Hablabas enserio?

− Por supuesto que si

− ¿Por qué dices que soy tuya?

− Porque lo eres. Ahora duérmete - murmure, mientras la estrechaba más fuerte entre mis brazos.

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